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Entre dulce y salado por sue

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Notas del capitulo:

Hola!!! De nuevo por estos lares! :D agradeciendo enormemente a todos los que se animaron a comentar en el capi pasado y los que han permitido que éste saliera a flote a pesar de los inconvenientes, sobre todo a mi querida amiga Celeste Rose, gracias enormes por tu valiosísima ayuda!!! n_n Muy bien, espero que lo disfruten ^w^

 

 

Iason acudió a la cita con William más que nada llevado por curiosidad.


Inesperadamente el Am le había llamado para decirle que tenía que hablar con él sobre un asunto urgente.


Aunque, el Mink estaba seguro de que lo que realmente quería, era escuchar de su propia boca que no estaba vinculado con la desaparición de Raoul. De mentirle, el ojiverde lo sabría, pues años de experiencia le daban aquella habilidad escrutadora.  


Todo el mundo sabía que el heredero de la fortuna Am había desaparecido misteriosamente y que su búsqueda, era uno de los acontecimientos más importantes que se estaban produciendo en el país – y probablemente, fuera de él también -. No sólo la policía y los servicios especiales del gobierno estaban inmiscuidos en tan ardua labor, sino también detectives y hasta civiles sin ninguna experiencia, llevados por la promesa de una jugosa recompensa, al brindar información útil que permitiera contribuir con el hallazgo del paradero del hombre de los bucles dorados.


De aquella manera e irónicamente, Iason y Raoul eran considerados los rubios del momento.


Se hablaba de ellos en los periódicos, revistas, redes sociales y hasta en la cafetería de turno. Para el ojiazul no era tan pesada la carga, pues tenía la libertad de al menos poder mostrar su rostro en público. En cambio el ojiverde, tenía que ocultar el suyo, cual criminal perseguido tras haber efectuado una penosa fechoría.


Eran las dos caras de la moneda, lanzada con gracia, por la traviesa diosa de la fama.  


Cabe también destacar, que había pasado mucho tiempo desde la última vez de la visita de Iason a aquella mansión y la sensación dominante, sumada al “aroma” imponente de ambos hombres, llenaba la velada de una atmosfera tan apabullante como seductora.


En la amplia mesa del salón, se hallaban dispuestos los mejores alimentos para el deleite de los hombres. Cuando Iason probó de su copa, supo que el Am tampoco había escatimado en la calidad del vino.


- Espero que la comida sea de su agrado – Expresó William con la falsa modestia del anfitrión.


- En efecto. Tiene usted un muy buen gusto – Convino, satisfecho con el banquete.


- Me interesa tratar bien a mis invitados. Más cuando se trata de uno de los integrantes de la familia Mink.


El ojiazul asintió paulatinamente. Su familia era una de las pocas – por no decir la única - que el Am se tomaba la molestia de respetar, debido a favores pretéritos que ninguno de los dos recordaba ya, pero que en su momento, habían sido de suma relevancia. Seguramente aquel respeto se vinculaba a asuntos financieros, puesto que cuando se tiene dinero de por medio, se puede ser el verdugo o el salvador de alguien.  


- Le agradecería que me proporcionara al instante, cualquier información que pudiera llegarle con respecto al paradero de mi hijo – No dudó en expresarse.


- Sin duda. Lo haré en su momento señor William. Raoul es un amigo valioso para mí. Admito que su repentina desaparición me tiene consternado.


- Lo sé. Desde la universidad ustedes han sido bastante cercanos… Dígame señor Iason ¿Estaba al tanto de la relación impropia de Raoul con aquel sujeto?


- “¿Impropia?” – No le gustó el calificativo utilizado – Sería un desatino negarlo, más conociéndolo señor William.


El mayor se atrevió a mostrar su adusta y poca utilizada sonrisa, pues le hubo agradado su respuesta. Y ante su sinceridad, fue claro con sus palabras.


- Raoul me dijo que amaba a aquel sujeto – Sólo pensar en utilizar su nombre, le producía arcadas.


- Si eso le mencionó, debe ser cierto. Él no es de los que dicen esa clase de cosas a la ligera.


- Entiendo… – Cerró sus ojos verdes por un par de segundos – Aunque, tampoco era de los que desobedecían mis órdenes… ¿No le habrá usted aconsejado…?


- No es por sonar abusivo. Pero las acciones de Raoul son responsabilidad de él. Si resulta que se ha fugado con Katze, él es el único que puede decidir el volver – Se atrevió a mencionar ante su insinuación.


- ¿Quieres decir que lo mejor que puedo hacer es dejarlo en paz? – De su sonrisa, ya no quedaba más que un recuerdo forzado.


- Si no le deja vivir sus propias experiencias y responsabilizarse por sus actos, no será capaz de dirigir el imperio que usted mismo se ha encargado de establecer cuando no pueda hacerse cargo ¿No lo cree así, señor William?


- Jo… Eres un hombre muy perspicaz. Admito que me interesaría conocer al que es tu… “querido” – Dijo, puesto que hasta los hombres de negocios estaban al tanto de los cotilleos de la farándula. Más él, que se sentía con el derecho de conocerlo todo para su propia conveniencia – Deberías traerlo para la próxima.  


- Estará complacido de su invitación – Fue lo que mencionó, pero no lo creía realmente.


De hecho, esperaba que William y Riki no se encontraran ni se conocieran nunca.


***


- Katze ¿No me guardas rencor?


- ¿Cómo podría? Nada de lo que ha pasado es tu culpa. Es culpa de tu padre.


- No quiero ser como él… - Era lo que más temía.  


- No lo serás ¿Cómo podrías compararte con él? Ustedes son dos hombres completamente distintos. No tienen punto de comparación – Puntualizó - Son dos polos opuestos. Él es despiadado y tú eres honesto… Además tú le entregaste sentido a mi existencia. Antes de conocerte sólo conocía el odio y lo que éste genera… Me enseñaste a amar; me mostraste que hay cosas dulces y maravillosas por las que vale la pena luchar…


- ¿Cómo qué clase de cosas? – Le gustaba que fuera específico.


- Por ejemplo… Estar así, abrazados, luego de hacer el amor – Lo ceñía fuertemente al tiempo que mostraba una sonrisa.


- Lo imaginé – Le imitó el gesto - ¿Qué es lo que haremos? No podemos estar huyendo como un par de fugitivos para toda la vida.


- ¿Qué no te parece divertido? – Trató por todos los medios de mantener el ambiente amoroso.


- Hablo en serio Katze.


- ¿Ya vas a empezar? – Soltó un bufido. Definitivamente, había matado el momento.


La preocupación de Raoul radicaba en el hecho de que apenas unos días atrás, la gente contratada por su padre, había estado a punto de encontrarlos.


Por eso, habían tomado mayores precauciones que antes. Prácticamente se la pasaban encerrados, medio comiendo lo que el pelirrojo lograba adquirir en las rápidas salidas a los locales... o a las escasas visitas a los bosques y prados.


No olvidaría su encuentro con aquella legumbre venenosa que por poco los envió a un lugar mejor; gracias a los cielos que las cosas no pasaron de simples mareos y agotamiento físico.


La opción de robar era considerable para Katze, pero impensable para Raoul. Aparte de considerarse un doble riesgo.  


Pero ¿Hasta dónde les llegaría la suerte? No podían seguir tentando al destino. Vivir de aquella manera era agobiante. Por más enamorados que estuvieran, el instinto de supervivencia no dejaba de recordarles que tenían que actuar cuánto antes.


- No puedo asegurarte más que una cosa: No dejaré que te aparten de mí - Mencionó Katze con toda seguridad.


- Pero...


- Ya basta. Dime ¿Qué puedo hacer para que estés tranquilo? – Puesto que el tema lo tenía cansado.


- Consígueme un arma.


- ¿Eh...? - Aquello, fue imprevisto - Pero ¿Qué dices Raoul? No quieres ser como tu padre y de pronto sales con esto.


- No quiero ser como él, es verdad... Pero también es cierto que puede que necesite usarla en su momento – Su tono de voz era recio y para nada bromista.

 
- ¿Y se puede saber cuál momento es ese?


- En el caso de que tengamos que defendernos.


- Escucha; de presentarse el caso, no será necesario que dispongas de un arma… Ya te he dicho que yo te protegeré. De ninguna manera permitiré que te manches las manos con sangre.


- Katze… eso es lo que temo. Algo me dice que acabarás realizando algún desatino por buscar de defenderme – El tono de su voz denotaba angustia - ¿No ves que me preocupo por tu integridad física?


- Pero si tú nunca has usado un arma - Expresó, evitando el punto de que estaba dispuesto a dar la vida por su amado.


Aparte que le perturbaba saber que el rubio estaba teniendo esa clase de pensamientos violentos.


- Es verdad. Pero puedo aprender – Insistió.


El pelirrojo suspiró. Cuando al Am se le metía algo entre ceja y ceja, era difícil hacerlo cambiar de opinión.


- “Por esa parte, es idéntico a William…”


Decidió cumplir por un lado, el capricho de su querido.


- Bien… Debes sostenerla así. Muy firme. No olvides quitar el seguro. Ok… fíjate en el blanco y aprieta el gatillo.


PLAM!!


Katze soltó un silbido. Era el primer disparo y el Am había dado justo en el blanco.


- Al parecer tienes un talento innato para esto – Acomodó nuevas latas en su sitio.


No le consiguió un arma, pero accedió a enseñarle a usar la suya.


- Gracias, supongo.


- ¿Te estás divirtiendo? – A pesar de todo, quería olvidar que estaban lejos de la vida romántica y tranquila que siempre deseó para ellos.


Era libre de pensar que estaban teniendo un pequeño paseo al aire libre y que jugaban lanzándole piedras a las latas… Sí; no le hacía daño a nadie si soñaba despierto de vez en cuando.


- Sé que esto no es un juego. Y te pido que dejes de tratarme como a un niño.


- Está bien, está bien… Enfócate en tu objetivo…


El ojiverde se tomó con bastante seriedad el asunto de aprender a usar el arma. Lo movía su determinación de proteger a su amado a toda costa.


De los matones, de su padre, inclusive, de él mismo...


***


Riki se extrañó cuando de pronto su agente le informó que el más importante patrocinador del programa, quería conocerlo en persona.


- ¿Es necesario?


- Claro que lo es. Después de todo ese hombre desembolsa grandes sumas de dinero para mantener a flote el Desafío.


- Puedo entender que quiere conocerme… pero ¿De verdad tengo que cocinar para él?


- Pues, al parecer se ha interesado en tus habilidades culinarias después de todo el revuelo que has causado.


- “Espero que sea sólo eso…”


- Eres toda una celebridad Riki. Deberías acostumbrarte a ésta clase de cosas.


Estaba cansado de que lo buscaran con la intención de averiguar sobre su vida. Ciertamente ser homosexual era difícil, pero más cuando la persona se trataba de una figura pública tan peculiar como lo era él.


- Debes comportarte a la altura. Recuerda que se trata de un pez gordo. Si lo molestas, rodarán cabezas. La mía primero, pero seguidamente irá la tuya al plató.


- Maldición… ¿Por qué siempre crees que voy a meter la pata?


- No lo sé… ¿Será por ese carácter irascible que tienes? – Preguntó, junto a una sonrisa burlona – Hablando en serio Riki, se trata de una persona muy, muy, muy, muy, pero que muy importante… No lo vayas a arruinar ¿Ok?


- Tsk… Como sea – Realmente le enojaba que pensaran que era incapaz de manejar sus emociones.


Contra todo pronóstico, el cocinero motorizado acudió a la reunión con tan valioso empresario, con la clara y sincera intención de comportarse como todo un chef profesional.


- “Es un hombre muy elegante… tanto que pone los pelos de punta”


Únicamente que con tan sólo verlo a los ojos, tuvo muy mala espina.


Aún así, se dedicó a cocinar y a responder las preguntas del hombre lo más cortés que le fue posible.


- Dime Riki ¿Cocinas desde hace mucho?


- Algo así… -Mi madre nunca fue una buena cocinera – Trataba de mantener la vista en las hornillas. El contacto visual en ocasiones generaba malos entendidos.


- Ya veo… ¿Y crees que tienes lo necesario para ganar el desafío?


Riki colocó un ancho plato frente al hombre.


- Usted pruebe y luego me dice si lo tengo o no – Expresó junto a una petulante sonrisa.


- Éstas muy confiado… - Con sólo una probada, se percató del gran talento del joven – Y con razón. Eres bueno… Demasiado – Volvió a probar de lo servido sin ninguna pena.


- Eso lo sé – Se encogió de hombros, presuntuoso.


Riki observó como el hombre se comió entero lo que le hubo provisto en el plato.


- Admito que ésta ha sido una de las mejores comidas que he probado en mi vida. Y eso que he comido platillos de todas partes del mundo.


- Me imagino – No esperaba que le contase jactanciosamente cómo se gastaba su dinero. Esos temas poco le interesaban.


- ¿Cuál es tu motivación a la hora de cocinar?


- ¿Motivación?


- Como amante de la buena comida que soy, aprecio aquellos que son capaces de capturar mis papilas gustativas del modo en que tú lo has hecho ésta noche, joven muchacho.


- “Me ha halagado, eso es bueno…” – Ante aquello, no pudo evitar ser honesto – Pues… Supongo que cocino porque así puedo demostrarles a las personas que aprecio, lo mucho que valen para mí.


- Y esas personas estarían muy contentas si logras quedarte con el primer lugar.


- Pues… si, eso creo.


- Cambiando de tema ¿No te agradaría trabajar para mí? Ya tengo a mi disposición a los mejores cocineros de todo el globo – Agudizó su tono - Definitivamente tengo que tenerte.


- Eso es… mucho más de lo que podría pedirle.

 
- Te aseguro que no interferirá con tus actividades.


- No lo sé…


- ¿Es por tu pareja? Muchacho, si piensas convertirte en un chef, no deberías confinarte a atender a un solo comensal – Agregó: – Si dependes tanto de alguien, entregarás tu ruina en bandeja de plata.


- Lo pensaré… señor Am.


Luego de que el pelinegro se marchara, William se tomó el tiempo de analizar lo que había constatado luego de aquel encuentro.


Había esperado quebrar el lazo de amor perfecto e inmaculado que Iason compartía con el moreno. Pensó, que aquellas palabras osadas del ojiazul merecían que pusiera aquel amor a prueba… sólo que no se esperó con que Riki le verificara algo que ya conocía.   


- “Raoul… ¿Tanto amas a aquel hombre…al punto de perderlo todo?”


Por un momento, el ojiverde trató de entenderlo… Pues hasta él mismo en su momento, había estado dispuesto a cambiar su imperio por lo que ahora consideraba –viéndolo desde un punto objetivo-, un mísero vaso de agua.  


Cuando llegó al departamento, Riki estaba muy emocionado; más no le contó al Mink al instante. Preparó la cena y cuando ya se hallaban sentados, le comunicó al rubio el asunto de ser el cocinero personal de William.


Cabe mencionar que la noticia no fue para nada del agrado de Iason, pero fue capaz de disimular el tamaño de su molestia con su silencio y expresión límpida.


Sólo que su pareja le conocía demasiado bien, logrando dilucidar sus sentimientos sin tener la necesidad de utilizar las palabras.


- ¿No te gusta la idea de que trabaje para él, verdad? …Y yo que pensé que te alegrarías por mí.


- ¿Alegrarme? Dime una cosa Riki ¿Tienes idea de quién es William Am?


- Ya te lo dije. Es uno de los patrocinadores del programa – Mencionó si emoción, luego de darle un mordisco a su comida.


- No sólo eso. Es el padre de Raoul Am y el dueño de múltiples empresas transnacionales. Su fortuna es cuantiosa y su temperamento es de temer.


- Me importa un pimiento que sea el papa o el jefe de la mafia – Se cruzó de brazos – Sólo sé que cocinando para él, seré un chef de renombre.


- Riki – Llamó, sacando al joven de sus pensamientos – No trabajarás para él. Si quiere probar de lo que cocinas, tendrá que esperar a que tengas tu restaurante.


- Pero Iason ¿Por qué no?


Iba a seguir insistiendo, pero la mirada cálida que le ofreció el rubio, vino acompañada de su verdadera intención:


- ¿Qué no lo entiendes? Tú eres mío. Eres mi chef, Riki.  


Por un instante, que dio la impresión de durar una eternidad, se vio atrapado por el profundo mar que componía la mirada de su amado. Fue imposible para él, mantenerla por mucho tiempo.


- Tonto…No voy a dejar de cocinarte. Además, no será todo el tiempo. Me ha dicho que será para casos especiales. No tiene caso que me acapares ¿Cómo harás cuando tenga mi restaurante?… Deberás alargarme la correa quieras o no – Se hallaba ruborizado, pues las palabras del ojiazul le habían cautivado – No es una oferta que pueda rechazar tan fácilmente y lo sabes. Ciertamente, a veces pareces un niño… – Suspiró. Tomó un bocado de su plato – Voy a tener que dejar de mimarte tanto.


Aunque lo mencionara con un tono de fastidio, lo cierto era que le alegraba que el Mink lo celara de semejante forma.


- Anda, come que se enfría.


Iason esbozó una sonrisa cuando probó aquel pastel que Riki había preparado para el postre.


Riki le pertenecía, de eso no había duda. Pero no era buena idea que pretendiera encapsular su talento en “nombre del amor”.


***


- Tengo que ir a esa fiesta.


- ¿Para qué?


- Necesito hablar con alguien que va a asistir.


- ¿Y para qué quieres hablar con ese alguien, Kirie? - Expresó el joven, evidentemente celoso.


- Quiero hablar de negocios.


- ¿Qué clase de negocios?


- Eso es algo que tengo en mente y que no te concierne – De seguido, se arrojó sobre el otro, aprisionándole las muñecas – Por más rudo que te la quieras dar, lo cierto es que te derrites como mantequilla entre mis manos… Dímelo, que quieres que te lo haga…


- Házmelo, por favor – Suplicó, como estaba acostumbrado a hacerlo e incluso, atraía al de ojos bicolor a su pelvis, haciendo uso de sus piernas.


- Así es… – Kirie sonrió; satisfecho con su sumisión – Eres una puta… pero eres mi puta.


Manon iba a protestarle por su trato, pero había una razón por la que nunca lo hacía: Los besos y caricias de aquel ángel, siempre lo llevaban al cielo…


Aunque, antes y después del coito, le demostrara su verdadera naturaleza y lo sometiera a las penurias propias del infierno.  


De esa forma, Kirie haciendo uso de sus contactos, más específicamente los del tipo comercial de Manon, había conseguido colarse a una fiesta a la que asistiría Iason.


En dicha reunión, los hombres con sus trajes elegantes y sus títulos al cuello, charlaban amenamente.


El rubio como todo un aristócrata se amoldaba perfectamente al ambiente y resaltaba entre el grupo de caballeros. Había querido llevar a Riki, pero el mismo le había expresado que prefería quedarse en casa. No era asiduo a ese tipo de reuniones de gala.


- “Pero tarde o temprano tendrás que acostumbrarte Riki, después de todo, ya eres un hombre de mundo” – Iason se llevó la copa a los labios. Sólo era cuestión de tiempo para que el joven le agarrara el gusto a las fiestas de la alta sociedad.


- Disculpe señor Iason – Le habló Kirie tras encontrarlo por fin solo - ¿Le molesta si lo acompaño un rato?


- …Adelante.


- Me imagino que no tiene la más remota idea de quién soy ni de porqué vengo a importunarlo.


- Al contrario, lo sé muy bien. Eres Kirie, uno de los favoritos y más talentosos cocineros del concurso Desafío Culinario Z.


- Vaya, siendo un hombre tan ocupado e importante, me halaga que sepa quién soy– Y hablaba en serio, puesto que una enorme sonrisa se escapó de sus labios.


¿Y cómo no saberlo? Aquel chico era el rival de Riki y todo lo concerniente a su moreno, lo sabía y si no, buscaba la manera y lo averiguaba.


Kirie se las arregló para mantener a Iason sumido en una conversación, lo cual no fue nada difícil. Kirie era muy elocuente e Iason, estaba habituado a tratar con esa clase de personas.


- Por favor, déjeme invitarlo un día a comer – Hizo su siguiente movimiento - Le aseguro que no se arrepentirá.


- No hay necesidad de ello. La verdad, no suelo comer estando fuera de casa, a menos que sea estrictamente necesario.


- Entiendo. Al ser su compañero un chef, es comprensible que lo vea como un tipo de traición.


- Disculpe.


- No se preocupe – Sonrió – Lo entiendo a la perfección – El corazón de Kirie palpitaba fervorosamente; la belleza del Mink lo tenía embelesado - “Es muy guapo… me encantaría llevármelo a la cama. No dudaría en entregarme como nunca lo he hecho”.


Y es que, de sólo pensarlo, la zona baja del joven se hacía sentir. Tuvo que cambiar el nivel de sus pensamientos, para evitar que los mismos dieran prueba notable en sus apretados pantalones.


- Dígame más bien ¿Qué fue lo que vio en Riki? Hay hombres más atractivos dentro del mundo culinario.


- No vine aquí para hablar de mis gustos.


- Tiene razón. He sido inoportuno; le ruego que me disculpe.


Kirie tenía bastante de charlatán; como buen actor, se las arregló para mantener al rubio lo suficiente para que los paparazzis – a los que él había avisado y que se habían disfrazado de mesoneros –, tomaran las evidencias sobre aquella charla tan “íntima”.


Al día siguiente, Iason vio las noticias y especulaciones sobre su reunión con el joven en la fiesta. No le sorprendió en lo absoluto, más no esperó para explicarse ante su amado. Era consciente de que muchos de los problemas de parejas se debían a malos entendidos… mucho más luego del incidente con Guy.


Por nada del mundo permitiría que su relación se viese afectada de nuevo por falta de comunicación.


- No es lo que parece Riki.


- ¿A qué te refieres? Claro que es lo que parece Iason - Afiló la mirada oscura - Kirie es un brincón y yo voy a enseñarle a respetar.

 
- No voy a decirte que no hagas alguna cosa, porque sé que no harás caso – Ya había cumplido su parte, lo demás quedaba en manos del moreno.


- Me conoces bien – Se acercó hasta el hombre y le dio un beso – Y tranquilo, también te conozco y sé, que ese niñato no te levanta ni un pelo… A ti te gustan son los hombres de verdad.


Seguidamente y para demostrar su coraje, el pelinegro llevó su mano hasta la entrepierna del rubio y agarró su sexo, por encima de la tela del pantalón.


Iason sonrió, encantado con su atrevido mestizo.


De aquella manera, en cuanto Riki llegó al set, no dudó en acercarse hasta Kirie.


- Oh, hola Riki – Para mayor hipocresía, el ángel de la cocina le brindó una sonrisa.


- ¿Se puede saber que te traes en mente? - Preguntó con severidad.


- ¿A qué te refieres? – Formuló con falsa inocencia.


- A Iason y su sospechoso encuentro contigo, a eso me refiero.


- Ah… eso. Al parecer, las noticias vuelan rápido – Espetó el pelicastaño con malicia mientras se acomodaba el cabello recién peinado.


Aquel mohín de su parte, aumentó la cólera de Riki, quién en el acto, tomó a Kirie por el cuello de la camisa y le jaló, quedando ambos rostros muy cerca el uno del otro.


- ¿Quieres que te destruya la boca para que te alimenten con papillas lo que te resta de vida? ¿Ah?


- …No te convendría ponerme la mano encima. Soy… - Hizo una pausa, para luego rectificar – Eres una figura pública. Saldría en los periódicos ¿Crees que sería bueno para tu imagen exponerte así a éstas alturas… después de lo que te ha costado volver al programa? – A pesar de sus palabras, lo cierto era que la mirada siniestra de Riki, le aterraba.


- Me importa una mierda – Su enojo era evidente - Si me vuelvo a enterar que te has visto con Iason, te corto las pelotas y las echo a la parrilla ¿Te ha quedado claro?… Ese hombre es mío – Lo soltó tras un empujón y exclamó despectivo para luego alejarse: - Bizco cabrón.


- … - Kirie se mordió el labio de la ira.


Su idea de meterse con el enamorado de su rival, no sólo era difícil – porque Iason no dejaba brecha alguna para el coqueteo -, sino también, era peligroso, pues Riki era un hombre de armas tomar.


De cualquier forma, su deseo de vengarse de Riki era tan intenso, que Kirie estaba dispuesto a todo, con tal de hacerle sufrir. Incluso meterse en la cueva de un lobo rabioso.


Por lo tanto, sus intentos continuaron.


Hasta se las hubo apañado para que en una cena de negocios con una de las compañías aliadas de Jupiter’s Company, el gerente general de la misma, le llevara.


- ¿Cómo has hecho para enterarte de que me reuniré con ellos?


- Eso es lo de menos. Me llevarás; de lo contrario, me aseguraré de que esas fotos sean publicadas – Mencionó con evidente amenaza mientras le mostraba las mencionadas imágenes – Es bastante penoso que un hombre supuestamente respetable, busque favores sexuales… teniendo una esposa e hijos, que le esperan felices en casa…


- Mal nacido… ¿Cómo te las arreglaste para conseguir esas fotos? – Se sentía en completa desventaja ante su extorsión.


- ¿Qué te puedo decir? Hay quiénes odian a los paparazzis, pero yo no soy de ese gremio. Soy la clase de persona que si le encuentra utilidad a alguien, la aprovecha sin dudarlo – Sonrió – Por un par de exclusivas, esos parásitos son capaces de cualquier cosa, hasta de ponerse a jugar a los detectives.


- Eres un diablo… Algún día te pasarán factura.


- Deja de quejarte viejo asqueroso. Agradece más bien que no te esté pidiendo la gran cosa. Mucho menos después de que te me has insinuado tantas veces.


- Kss... - No podía hacer nada contra aquel experto de la manipulación.


A la hora convenida, los hombres llegaron hasta el sitio en dónde iban a tener una especie de cena informal; simple protocolo para mantener las relaciones amigables entre ambas compañías.


Al Mink, aquellas cuestiones le parecían un dolor de cabeza, mucho más ahora que no tenía a Raoul para compartir su tedio.


- Para ésta ocasión tan especial, he traído un invitado muy importante – Anunció el hombre para luego indicar al pelicastaño, que entrara a la estancia.


- Muy buenas noches. Soy Kirie y seré su cocinero. Es un honor servirles – Hizo una reverencia.


- Que suerte tenemos Iason. No sólo es una belleza de muchacho, sino que es uno de los chefs más prestigiosos de toda Tanagura – Murmuraba Smith, un rubio con quién solía compaginar en la empresa desde la ida del Am – Cuidado si no es, el mejor de todos.


Tras chocar su mirada con la del pelicastaño, éste le guiñó su ojo azulado. Iason no se tomó aquello de buena manera.


- Lamento contrariarte Smith – Musitó al otro a su diestra – Riki es el mejor cocinero; no sólo de toda la ciudad ni del país, sino del mundo entero.       


- ¿Eh? ¿No crees qué exageras un poco, Iason? – Pensaba que hablaba llevado por el idilio de su relación – Ni siquiera has probado la comida de Kirie para desprestigiarla de ese modo.


- Es verdad. Pienso que antes de dar cualquier clase de veredicto sobre mis habilidades culinarias, lo más apropiado es que se me permita demostrárselas… señor Iason – Mencionó Kirie junto a una sonrisa.


- “¡Nos escuchó!” – Smith se sentía apenado – Le ruego lo disculpe maestro Kirie. Mi compañero suele ser algo áspero con sus opiniones, pero no es un mal hombre.


Aunque lo cierto era, que el ojiazul no percibía que había ofendido a nadie con su comentario. Y si lo había hecho, poco o nada le importaba.


- No se preocupe. Cuando se halla uno enamorado, el pan y el agua, nos saben a pastel y vino ¿No le parece, señor Iason?


El aludido entrecerró el mirar. No era indiferente a las querellas entre su amado Riki y aquel cocinero; después de todo, no era otro más que Iason Mink, el que se tenía que aguantar las quejas que el pelinegro soltaba tras llegar a casa luego de grabar. Todas y cada una, vinculadas con aquel pelicastaño de ojos coloridos que no dejaba de dirigirle descaradamente sus coquetas sonrisas.


Y es que su carácter y más que nada la seguridad de sus propios sentimientos, eran los que evitaban que Iason Mink ni pensara siquiera, en serle infiel a Riki... Mucho menos a prestarle atención a los evidentes galanteos del supuesto ángel de la cocina.


- ¿Qué te parece Iason? Creo que tienes una oportunidad con él – Incitaba Smith – A lo mejor luego de la cena, podrías invitarle a beber una copa.


- ¿Piensas que porque mi amante es un hombre, todos los hombres me interesan? – Le arrojó una mirada helada.


- No quise insinuar eso – Trataba de hacerse entender –…Sólo quería ser amable.


- Pues te informo que no hace falta. Si tanto te interesa. Tú invítalo luego a esa copa - Esbozó, para luego enfocarse en su bebida.


- Oh… ¿Debería? – Se llevó la mano a la barbilla – Nunca he tenido esa clase de inclinaciones… Aunque, no tiene nada de malo probar cosas nuevas de vez en cuando. Como por ejemplo, el otro día fui a un restaurante asiático en el que servían pez globo. No cualquiera puede cocinarlo, claro está. De hecho hay personas que estudian detenidamente la manera en que…


Iason dejó de prestarle atención a los comentarios de su compañero; aunque lo cierto era, que parecía que últimamente, se encontraba a Kirie hasta en la sopa.


- “¿Qué es lo que estará planeando ese chico?”  


La cena siguió su curso. Tras servirse y probarse los platillos, los comensales dieron su visto bueno por la comida. Palabras como “Delicioso”, “Maravilloso” y “Buenísimo”, estaban gastadas para los oídos de un chef, habituado a recibir únicamente halagos sobre sus creaciones.


Pero de la boca del Mink, que masticaba meticulosamente el bolo alimenticio, sólo se formó ésta frase, escuchada por todos los presentes al ser él, una de las figuras más admiradas y respetadas por ambas empresas:


- No está mal.


No está mal…


No está mal…


No está mal…


Fue como si hubiesen golpeado una sonora campana y el eco, le traspasara cruelmente los tímpanos.


- ¿Has escuchado? Al parecer al señor Mink no le ha gustado - Musitaron.


- A lo mejor, el ángel de la cocina está perdiendo su toque - Otro de los comentarios surgidos.


Aquello mencionado por Iason, era considerado como un “He probado mejores” y Kirie, lo tomó como un escupitajo en plena cara.


- Vamos Iason ¿Eso es todo lo que tienes que decir? – Su compañero le alentaba – El chef  Kirie se ha esforzado en prepararnos todo esto y tú apenas probaste bocado.


- ¿No ha sido de su agrado? – El hombre que hubo traído a Kirie, se veía algo consternado – De ser así, estoy seguro de que el chef puede prepararle otra cosa…


El rostro del pelicastaño estaba totalmente pálido. Nunca, en los años que llevaba cocinando, le había pasado algo semejante…


No sólo se sintió molesto porque Riki tuviese a un hombre tan apuesto como Iason a su lado, sino que lo amara de modo tal, que era el dueño de sus sentidos; pues era evidente, que el paladar del rubio, se encontraba totalmente colonizado por la sazón de aquel morenazo.  


- Si me disculpan, me retiro... Tengo otros compromisos.


Dicho esto, Kirie abandonó la habitación con la pesadumbre sobre los hombros.


- Oye Iason, creo que lo has incomodado. Deberías ir a hablar con él.


- ¿Debería? - Arrugó el ceño impresionado ante su impertinencia; detestaba que las personas se tomaran las atribuciones de decidir cuáles debían de ser sus actos - Con tu permiso.


Se levantó e igualmente salió de la habitación, más que nada para dejar de escuchar a su pesado compañero de oficina.


No fue intencional, pero al entrar al baño, se encontró con una escena inesperada...


Kirie con el rostro pecoso bañado en lágrimas...


Tras darse cuenta de la presencia del rubio, el menor hizo todo lo posible por retirarse las lágrimas del rostro ruborizado y recuperar la compostura. Después de todo, pensaba que el ser visto llorando era sinónimo de debilidad. Y él, para nada se consideraba una persona débil.  


- Oh... señor Iason... No me diga que ha venido a vomitar lo que comió - Sonrió, tratando de defender el poco orgullo que le quedaba - Es una pena que mis habilidades no estén a su altura – Cada palabra la sentía rasposa, pues no era habitual rebajarse a aquel punto.


Pero era tanto el embeleso que tenía por aquel rubio – o más bien, su deseo de lastimar a Riki – que inevitablemente se estaba saliendo del molde.


La sola presencia del ojiazul, lo hacía sentirse vulnerable y el silencio de su parte, acrecentaba aquella sensación de inferioridad que el pelicastaño tanto detestaba experimentar.


Cerró los ojos y apretó los puños con fuerza; odiaba sentirse así. Las lágrimas volvían a formarse y luchar por salir, en una inevitable manera de desahogo.


- Yo... - Al abrir los ojos, se halló con un Iason brindándole un pañuelo.


- Si algo como eso te ha afectado, no eres rival para Riki.


- ¡! - A pesar de su molestia, fue incapaz de rechazar el pañuelo que se le era ofrecido.


Tras su sincera actitud, el Mink le dejó solo. El corazón de Kirie palpitaba con frenesí, pues, aunque le hubiera dicho aquello, lo cierto era que el hombre le atraía.


Quería tenerlo… así lo mirara con desdén y lo tratara con crueldad... Era un deseo egoísta, propio de una mente inmadura y caprichosa.


Que prefiriera al pelinegro en vez de a él, era lo más humillante que le había pasado en la vida. Mucho más que el insulto a su comida.

 
- Si no puedo tenerte... entonces...


Llevado por su odio, Kirie tramó un plan malvado que estaba seguro, no sólo lastimaría a Riki, sino que le permitiría vengarse de Iason, por atreverse a ignorar sus coqueteos.


- A ver… ¿Qué cocinas? – Manon estiró su mano; pero tocaría apenas la esponjosa contextura para luego recibir un fuerte golpe - ¡Auch!


- Eso no es para ti Manon – Dijo para luego continuar con su labor.


- Vaya… ¿Y se puede saber cuándo vas a prepararme algo?


- Si quieres algo hecho por mí, puedes comprarlo cuando quieras.


- No me refiero a eso. Quiero algo hecho especialmente para mí y que no se consiga en ninguna tienda.


- Lo haré cuando se me antoje – Le gustaba hacerse el difícil.


- Vamos Kirie. He hecho todo lo que me has pedido últimamente y ni así, logro que te portes bien conmigo.


- Sigue quejándote y verás que ese día tardará más de la cuenta en llegar – Fue colocando cada dulce en una bonita caja decorada – Necesito que envíes esto a ésta dirección. Procura que nadie te vea. Envía a otra persona si es preciso.


- ¿Por qué siempre tengo que hacer la parte tediosa?


- ¿Prefieres que no te pida ninguna clase de favor?


- Está bien. Lo haré… Oye, Kirie ¿Tienes a algún enamorado aparte de mí? – Manon no se guardó su preocupación.


- Lo tendré si sigues molestándome.  


- No bromees… ¿Y si me como alguno de los dulces en el camino? – Mencionó divertido.


El de ojos bicolores se acercó hasta su amante y le acarició el rostro.


- Si te atreves a hacerlo. Te arrepentirás, créeme – Sonrió.  









Continuará…





Notas finales:



Vaya vaya, el capi estuvo lleno de reuniones imprevistas :O (inner: Ahora Riki cocinará para William y Raoul se ha metido a pistolero… ¿Qué demonios irá a pasar ahora? O_o) algo inevitable ciertamente n_n aprovecho para informar que el fanfic está en sus… *Con un megáfono* ÚLTIMOS CAPITULOS!!!!! (inner: WTF??!!!! Honto????? OwO) sip!!! Y es que, como uno nunca sabe y así como está el mundo, creo que lo mejor es no darle tantas largas a las cosas :P (inner: ohmyjupiter… creo que me va a dar algo… x____X) A todos muchísimas gracias por haber leído el capi y si se animan a dejar su rr :B muchos besos y abrazos azucarados!! Hasta la próxima!! Bye Bye!!


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