Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 44: “La raíz del problema: Uzumaki Naruto”:

 

Al llegar a casa de sus padres, Sasuke fue recibido por un caluroso abrazo de su madre. No podía evitar sentirse ligeramente consternado. ¿Acaso no la disgustó en absoluto conocer su orientación sexual y sus sentimientos por Naruto? Ella actuaba como si ayer no hubiera revelado nada extraordinario.

 

—Ven, vamos a sentarnos —le dijo Mikoto cuando le soltó, dirigiéndose a la sala.

 

Ambos tomaron asiento en el sofá, y de inmediato Sasuke paseó la mirada por el lugar, buscando a su padre. Esperaba que realmente hubiera recapacitado y dejara de hablar de Naruto como si fuera algo parecido a un monstruo.

 

—¿Tienes hambre?, ¿sed? ¿Te apetece algo?

—No, estoy bien. —La miró—. ¿Dónde está papá?

—Estaba tomando un baño, no creo que tarde mucho en salir.

 

Él asintió en respuesta y después quedaron en silencio. Empezó a sentirse un poco incómodo, queriendo hablar sobre lo de ayer pero sin saber cómo empezar. Deseaba saber qué pensaba su madre al respecto.

 

—Te agradezco que hayas hecho recapacitar a papá.

—No tienes que darme las gracias. —Le sonrió—. Es lo menos que podía hacer, papá no estaba siendo justo.

—No. —Concordó con un suspiro.

—En el fondo trato de comprenderle, y no es que esté de acuerdo con su punto de vista. —Se adelantó a aclarar—. Pero tus abuelos paternos también eran un tanto cerrados de mente, así que eso es lo que tu padre ha aprendido. No sé si recuerdas que una vez te conté que ellos no aprobaban mi relación con Fugaku sólo porque él es cinco años mayor que yo.

 

Pero a tus abuelos, especialmente los paternos, sí les molestó un poco la idea. Ellos decían que yo era una niña inmadura, y mis padres decían que Fugaku quería aprovecharse de mí.

 

Sasuke no pudo evitar rodar la mirada. Ojala Naruto fuera sólo cinco años menor que él, pensó, cinco años no era una brecha tan grande.

 

—Si te soy sincero me sorprende que hayas hecho recapacitar a papá tan rápido. —Sabía que su padre era terco y no cambiaba de parecer con facilidad.

 

La mujer sonrió ligeramente.

 

—A mí también me sorprende un poco. Supongo que utilicé las palabras adecuadas. Le hice ver que lo importante por encima de todo era tu felicidad y que nosotros como tus padres te diéramos nuestro apoyo.

—Entonces… —comenzó dubitativo—, ¿a ti no te molesta lo que confesé anoche? ¿No te sentiste incómoda con ello?

 

Mikoto casi ríe por dentro. Si Sasuke supiera que Kushina y ella incluso habían investigado en el pasado porque sospecharon que entre sus hijos había algo…

 

En cambio alzó una mano y le acarició por un instante una mejilla. Había pasado tanto desde aquello, que había tenido tiempo de sobra para asimilar que muy probablemente su hijo era homosexual, no es como si escucharlo ahora la hubiera incomodado.

 

—Admito que me sorprendió, pero no me molestó.

—¿Hablas en serio? —insistió.

—Por supuesto. Yo sólo quiero tu felicidad.

—¿Incluso si esa felicidad… es Naruto? —se atrevió a preguntar.

 

El corazón de Mikoto se encogió enternecido. Nunca había hablado con su hijo sobre un tema como aquel, Sasuke nunca se mostraba interesado en hablar sobre el amor, tampoco sobre sus sentimientos.

 

—Te confieso que no olvido que Naruto es diez años menor que tú, todavía es menor de edad. Pero si tus intenciones son sinceras y le tratas con respeto, no puedo negarme.

 

Sasuke apartó la mirada con cierta incomodidad. ¿Tratar con respeto a Naruto? Si su madre supiera las cosas subidas de tono que había hecho con él… ¡Pero no era su culpa! El mocoso era un lobo con piel de cordero que le tentaba una y otra y otra vez. La pobre victima en esa situación era él. Era Naruto quien no quería ser tratado con ese “respeto”.

 

—¿Te puedo hacer una pregunta, hijo? —Él asintió, deseando por dentro que no fuera a preguntarle sobre algún tema íntimo—. ¿Desde cuándo te gusta Naruto?

—Desde hace un tiempo —se limitó a responder con cierta rapidez, sin querer entrar en detalles.

 

La mujer no pudo evitar hacer un sutil mohín, insatisfecha con la respuesta. Pero… era Sasuke con quien hablaba después de todo, sabía cuánto le costaba hablar sobre sus asuntos. Sin embargo, después sonrió, captando la atención de su hijo.

 

—¿Qué?

—Creo que puedo hacerme una idea de cuánto es ese “un tiempo” que dices.

 

Sintiéndose incómodo y descubierto, tragó saliva con pesadez, inseguro sobre responder algo

 

—¿Qué estás hablando? —¿Acaso había hecho algo que le delatara?

 

Mikoto alzó un dedo con aire entendedor, como si estuviera totalmente convencida de que estaba en lo cierto con lo que iba a decir a continuación.

 

—Aquella vez que te conté que tus abuelos al inicio se opusieron a mi relación con tu padre, ¿recuerdas lo que me preguntaste?

 

Llámame romántica si quieres, pero pienso que el amor lo puede todo, incluso la diferencia de edad.

 

Sasuke giró realmente interesado, mirándola.

 

—¿Aun si esa diferencia de edad fuese de diez años?

—Si hay amor verdadero, ¿por qué no? El amor lo puede todo —insistió.

 

Al ver que su hijo parecía no tener intención de decir algo y estaba más ocupado en tratar de demostrar que no estaba sorprendido, continuó.

 

—No fue casualidad que me preguntaras sobre la diferencia de edad de diez años, ¿cierto? —Sonrió segura.

 

Acorralado, Sasuke no tuvo más remedio que admitirlo.

 

—No lo fue. —Suspiró.

 

Mikoto casi se lleva las manos a la boca para sofocar una exclamación de alegría. Se sentía como en esas películas de detectives donde el protagonista empezaba a descubrir los misterios a su alrededor. En cambio se obligó a mantener una actitud serena, no quería incomodar a Sasuke.

 

—Pero mamá —habló Sasuke cuando ella estaba por decir algo—, te pido que no hables nada de esto con Minato, y mucho menos con Kushina.

 

Ella negó, casi fingiéndose ofendida.

 

—Claro que no, cariño.

 

Pero Sasuke no quedó convencido y afiló la mirada. Sabía la estrecha amistad que unía a su madre y a Kushina, era consciente de que se contaban prácticamente todo.

 

—Promételo.

—Qué desconfiado, hijo…

—Promételo —repitió, interrumpiéndola.

 

Ahora fue el turno de Mikoto de suspirar. Ya se había hecho ilusiones sobre comentarle todo a su amiga mientras bebían un té bien caliente.

 

—Lo prometo.

 

Justo entonces guardaron silencio y olvidaron cualquier cosa que fueran a decir cuando escucharon pasos en la sala. Al prestar atención, vieron a Fugaku que se acercaba. A Sasuke le alivió ver que su padre mantenía una expresión tranquila en el rostro. Lo último para lo que había ido allí era para discutir.

 

—Hijo, estás aquí. No te oí llegar —comentó en cuanto le vio.

—He llegado hace poco.

 

Fugaku asintió y se acercó a su esposa, posando una mano en un hombro de ella para llamar su atención.

 

—Mikoto, ¿podrías dejarme a solas con Sasuke? —Ella asintió y se puso de pie, aunque no pudo evitar notar la expresión preocupada en el rostro de su esposa—. Tranquila, todo estará bien.

 

Finalmente, Mikoto de nuevo asintió y se marchó, no sin antes acercarse a su hijo y brindarle un suave beso en la mejilla que tomó por sorpresa a éste.

 

—Mamá, ya no soy un niño —le susurró, ligeramente sonrojado.

—Sabes que cuentas conmigo, siempre —murmuró con sus rostros muy cerca antes de abandonar la habitación.

 

Una suave calidez se instaló en el pecho de Sasuke, sintiéndose confortado. De repente le parecieron estúpidas todas las veces que había temido hablar con sus padres sobre su orientación sexual, hasta se recriminó por no haberlo hecho antes. Incluso Fugaku, que era quien más le preocupaba, no se había tomado tan mal el hecho de que tuviera sentimientos por Naruto. Al parecer los había juzgado mal.

 

Cuando estuvieron solos, su padre tomó asiento a su lado en total silencio.

 

—¿Y bien? —comenzó Sasuke—. Mamá me dijo que querías hablar conmigo.

—Quería disculparme por mi reacción de ayer —habló sin tapujos, con la mirada clavada en el suelo.

 

Sin querer guardarle rencor a su progenitor y deseando arreglar aquella situación cuanto antes por el bien de todos, Sasuke asintió solemne.

 

—Acepto tus disculpas. Entiendo que debió ser una gran sorpresa para ti.

—No sabes cuánto. Nunca imaginé que tú… —Carraspeó incómodo.

—Sé que tuve que haber hablado antes sobre esto, pero no me había sentido con el valor de confesarlo hasta ahora que…

—Que insulté a Naruto —completó por él.

—Sí.

‹‹Maldito mocoso maricón››, pensó con disimulada irritación, visualizando en su mente al hijo de los Uzumaki por un instante—. Hablé sin pensar, me dejé llevar por el calor del momento.

 

Sasuke volvió a asentir. Lo mejor era actuar de ahora en adelante como si el episodio de la noche anterior no hubiera ocurrido. Era lo mejor, así evitarían momentos tensos. Era la oportunidad ideal para no romper lazos con su padre.

 

—Hijo, sobre lo de anoche… ¿estás seguro? ¿Totalmente?

—Sí —asintió sin más. Quería que Fugaku no tuviera dudas.

—¿Eres consciente de que Naruto es… un niño?

 

Aquella pregunta sí incomodó a Sasuke, incluso por un momento fugaz le hizo sentir avergonzado de sus sentimientos. Su padre le miraba fijamente, como si en el fondo esperara que se retractara de lo que confesó anoche. Por un segundo había sido como escucharse a sí mismo diciendo que Naruto es un niño. Había dicho tantas veces aquello que había perdido la cuenta.

 

—No es… —balbuceó. Qué ironía, en su mente ahora no paraba de decirse a sí mismo que Naruto no era un niño—. Ya tiene dieciocho, en poco tiempo será mayor de edad.

—Sea como sea —comenzó, sin querer rebatir lo que Sasuke le dijo. No buscaba un enfrentamiento, no al menos con su hijo—. No es como si Naruto sintiera lo mismo que tú, ¿no sería mejor poner tu atención en otra persona? —En una mujer, se completó a sí mismo en su mente.

 

El otro guardó silencio. Aunque el momento le parecía oportuno, todavía no veía prudente contarle a Fugaku que tenía una relación con Naruto. Primero quería dejarle un tiempo para que asimilara su orientación sexual y su interés por el rubio. Después podría soltar la bomba.

 

—Sólo el tiempo dirá si Naruto siente lo mismo que yo —dijo sin más.

 

La tensión se acumuló en los hombros de Fugaku ante aquella respuesta. No lo había pensado detenidamente, pero… después de todo el mocoso de los Uzumaki era maricón, había que estar ciego para no reparar en que Sasuke era atractivo, ¿y si el hijo de los Uzumaki se fijaba en Sasuke? Abrió los ojos alarmado. ¡De ninguna manera toleraría que esa aberración se acercara a su hijo con esas oscuras intenciones!

 

—¿Papá?

 

La voz de Sasuke le regresó a la realidad y en el fondo lo agradeció. Su mente había empezado a mostrarle horripilantes escenas donde su hijo caía en las garras de ese desviado sexual. ¡No! Debía ayudar a su hijo a ser normal de nuevo, darle su apoyo y sobre todo, tener paciencia.

 

—Ah… —balbuceó, sintiéndose estúpido. Quería borrar aquellas imágenes de su cabeza. Su pobre hijo no iba a ser contagiado con aquella moda—. Estoy sediento. ¿Te parece si tomamos algo?

 

Sasuke negó y se puso de pie dispuesto a marcharse. Había notado la repentina incomodidad en Fugaku, así que decidió que lo mejor era cortar aquella conversación allí y quizá continuar otro día. Hacerle asimilar todo en pequeñas dosis sería lo adecuado. Después de todo su padre ya se había disculpado, no tenía mucho más que hacer allí. Sabía que Fugaku necesitaba tiempo para asimilar todo.

 

—No puedo. Tengo cosas que hacer. —Apenas avanzó un paso cuando se detuvo y estudió a su progenitor con una expresión afable—. Me alegra que hayas recapacitado —confesó.

 

Al instante el hombre se puso de pie y posó las manos en los hombros de su hijo. Había tantas cosas que quería decirle… brindarle abiertamente su ayuda para volver a ser normal. Pero Sasuke ahora estaba en la oscuridad, no aceptaría su ayuda. Sin embargo no se rendiría, él le haría a volver a la luz.

 

—Eres mi hijo, no podía darte la espalda. —Sus palabras fueron sinceras.

 

Como respuesta Fugaku recibió un breve abrazo que le dejó mudo. No recordaba cuándo fue la última vez que su hijo lo había hecho.

 

—Gracias, papá.

 

A Fugaku le resultó verdaderamente desconcertante ver el brillo en los ojos de Sasuke. A pesar de estar en la oscuridad, parecía feliz.

 

—También has recapacitado con tu actitud hacia Naruto, ¿cierto?

—Eh… por supuesto —atinó a decir en un balbuceo, viendo casi al instante que el brillo en los ojos de su hijo se intensificaba y tras despedirse se marchaba.

 

Apenas un minuto después, sintiéndose intranquilo, Fugaku también salió a la calle dispuesto a pedirle a su hijo que se vieran mañana. Quería continuar ayudándole. Miró a la derecha, comprobando desconcertado que la calle estaba desierta. Era imposible que Sasuke hubiera desaparecido de su vista tan rápido. Por inercia giró a la izquierda, comprobando sorprendido que su hijo estaba allí, caminando mientras se llevaba el móvil a la oreja. No había que ser muy listo para saber que se dirigía a la casa de los Uzumaki ¿pero para qué?

 

Preocupado se ocultó, mirando que en menos de un minuto Sasuke volvía a guardar el teléfono en un bolsillo de la chaqueta del chándal. La conversación con la persona al otro lado había sido breve, o bien no había recibido respuesta. Se removió inquieto al ver que se detenía frente la casa de los Uzumaki, y en menos treinta segundos, vio aparecer a Naruto, quien parecía salir raudo de su casa para ir al encuentro de Sasuke.

 

Ojalá pudiera escuchar lo que estaban hablando.

 

—Hey, Sasuke —saludó Naruto cuando estuvo frente a él—. No esperaba tu llamada. ¿Ocurre algo’ttebayo?

—¿Cómo te ha ido con Gaara? —preguntó directo.

 

Naruto parpadeó un poco sorprendido, pero después sonrió con picardía.

 

—¿Qué pasa? ¿Te preocupa que te diga que prefiero quedarme con él? ¿Estás celoso?

 

Un tic sacudió una de las cejas de Sasuke, pero se forzó a no apartar la mirada de la divertida expresión del rubio.

 

—En tus sueños, usuratonkachi. Es simple curiosidad.

—Claro, claro —concedió—. Todo está aclarado entre Gaara y yo. Me siento un poco mal por él, pero creo que lo mejor es ser sincero.

 

Sasuke asintió, interiormente aliviado.

 

—¿Le dijiste que soy tu novio?

—Sí.

—¿Y qué dijo?

 

Esperaba no escuchar que Gaara había intentado hacer cambiar de opinión a Naruto. Le partiría el cuello con sus propias manos de ser así. Ya había sido demasiado clemente al no hacerle picadillo después de saber lo del beso. No pensaba ser indulgente una segunda vez.

 

—En realidad no comentó nada sobre eso. —Se encogió de hombros—. Sólo se sorprendió, bastante.

 

El alivio invadió a Sasuke de nuevo y una vocecilla en su interior le hizo ver que había hecho lo correcto al confiar en su novio. Después, quedaron en silencio, mirándose fijamente. Naruto no pudo evitar sonreír, contagiando al otro que respondió con una sonrisa más pequeña.

 

—Sasuke nii-chan, si me sigues mirando así esta hormona con patas no va a poder contenerse —habló, fingiendo una voz aguda e infantil—. Te saltaré encima para terminar lo que empezaste en tu apartamento.

 

Pero las ganas de bromear no le duraron mucho al rubio cuando un puño de Sasuke se estrelló en su cabeza, arrancándole un lamento a pesar de que no fue un golpe demasiado fuerte.

 

—A ver si con esto se te baja esa calentura anormal, usuratonkachi.

—¡Sólo bromeaba, teme! —exclamó frotándose la zona adolorida—. Quiero que dejes de preocuparte por lo de Gaara dattebayo.

 

Desde su escondite, Fugaku sonrió al ver a su hijo golpeando en la cabeza al de los Uzumaki. En su mente felicitó a Sasuke por aquello. No podía escuchar lo que decían, pero en su cabeza había empezado a imaginar a Naruto haciendo proposiciones indecentes a Sasuke para tenerlo en sus manos y hacerlo formar parte de aquella moda aberrante. Seguro Sasuke se había negado y por eso le había golpeado. Sí, eso debía ser.

 

—Yo no he estado preocupado en ningún momento —afirmó apartando el rostro.

—Claro, por eso reaccionaste tan “pacífico” cuando te confesé lo del beso. Un beso que no significó nada para mí y que duró un segundo.

 

El mayor chasqueó la lengua.

 

—Prefiero no hablar de eso ahora.

 

Disimuladamente paseó la mirada por la casa de los Uzumaki, prestando especial atención a las ventanas. Por alguna razón de repente le invadía una pequeña incomodidad, la sensación de estar siendo observado. Pensó que alguno de los progenitores de Naruto les miraba desde alguna ventana, pero no vio a nadie.

 

—¿Eh? —Naruto miró a su espalda, estudiando su hogar mientras se preguntaba por qué Sasuke miraba hacia allí tan fijamente—. ¿Ocurre algo?

—¿Tus padres están en casa, Naruto?

—Mi padre no. Mi madre estaba haciendo la cena. ¿Por qué lo preguntas? —Le miró con interés. Se ilusionó al pensar que a lo mejor Sasuke quería entrar en casa.

 

Como respuesta negó, sin atreverse a exteriorizar su sentimiento de estar siendo observado. Serían imaginaciones suyas.

 

—Por nada en especial —dijo finalmente.

—Oh, y hablando de padres. —Le restó importancia a aquello y encaró a su pareja—. ¿Qué tal tu charla con tus padres?

 

Sasuke caminó unos pasos, alejándose más de la casa de los Uzumaki mientras con un movimiento de cabeza invitaba al otro a seguirle. Quizá así dejaría de sentirse observado.

 

—Bien. Breve. Mi madre lo ha tomado realmente bien, y mi padre está asimilando todo mejor de lo que pensé. Se nota que le cuesta, pero veo que hace el esfuerzo, así que no voy a quejarme.

 

El otro asintió enérgico.

 

—Te entiendo. Me pasó exactamente igual con mi padre. Sólo dale tiempo.

—Pero me siento muy aliviado. Me preocupaba que la relación con mi padre se hubiera roto —se atrevió a confesar.

 

Escuchar eso hizo entender a Naruto que a pesar de que en apariencia Sasuke se mostraba muy desprendido de sus padres, o que incluso no solía hablar de ellos, le preocupaba seriamente romper la relación con ellos.

 

Por un segundo se preguntó qué habría hecho Sasuke si sus progenitores, especialmente su padre, no hubiesen estado de acuerdo con su orientación sexual y sus sentimientos hacia él. ¿Sasuke se habría alejado para complacer a sus padres?

 

—Me alegro por ti —dijo con sinceridad—. Bien, ahora podemos hacernos una idea de cómo reaccionará tu madre cuando sepa lo nuestro después de Año Nuevo. —Sonrió entre dientes, interiormente un poco nervioso.

—Me resultó desconcertante que aceptara de buen grado que tú me gustas —habló pensativo, sin percibir el pequeño rubor en las bronceadas mejillas—. Según ella, el amor lo puede todo, incluso la diferencia de edad.

 

Naruto sonrió, sin poder evitar desear que llegara pronto el momento en que sus madres supieran la verdad. Le tranquilizaba saber que Mikoto iba a recibirle con los brazos abiertos, aunque conociendo a la mujer como lo hacía, ponía en duda que ella le hubiera dedicado comentarios hirientes o malas miradas.

 

El teléfono de Sasuke empezó a sonar. Se trataba de una llamada de Karin. Al responder, la chica le invitó a ir al karaoke con el grupo de amigos y, según sus palabras, “la pesada de Ino”, que no había tardado en ser invitada por Suigetsu. Tras aceptar la invitación sin muchos rodeos, colgó.

 

—¡Ah, el karaoke! —exclamó Naruto cuando le contó el motivo de la llamada—. Ojala pudiera ir… —Se pasó una mano por la nuca—. Pero no creo que Suigetsu se sienta cómodo si voy…

—Por ese tonto no te preocupes, ahora babea por Ino.

—¿Ino? —repitió y ladeó la cabeza con curiosidad. Nunca había escuchado ese nombre—. ¿Quién es ella?

 

Inconscientemente Sasuke retrocedió un paso, incómodo por su metedura de pata.

 

—Nadie importante. Una conocida, una amiga… de Suigetsu —añadió después en un arrebato.

 

El rubio asintió sin más.

 

—¡Entonces no hay ningún problema si voy contigo al karaoke! —Le dedicó una mirada suplicante al verle titubear—. ¡Lo pasaremos bien’ttebayo!

—No creo que… sea buena idea —atinó a decir, sin saber cómo excusarse. Pensó que Naruto iba a quedarse en su casa, por eso había aceptado la invitación de Karin.

—¿No quieres que vaya? —Le miró confundido—. ¿Por qué?

 

Sasuke prefería que lo más cerca que pudiera estar Ino de Naruto fueran cien kilómetros. Le preocupaba que de repente ella pudiera empezar con sus coqueteos, que ahora por suerte algunos días eran casi inexistentes, y Naruto pudiera reclamarle en un arranque de celos. Sería una situación incómoda.

 

No quería que Ino supiera que Naruto es su novio. Tampoco que Naruto supiera que tuvo algo con ella hace años. No quería que Ino le pudiera tener inquina a Naruto al saber que era su novio, y mucho menos deseaba que Naruto pudiera sentirse amenazado por la presencia de algo parecido a una ex novia; sería peor si descubría que ella era su supuesta novia, la que utilizaba como tapadera en el trabajo.

 

No, no… Ino era su pasado, Naruto su presente y con un poco de suerte su futuro; cuanto más lejos estuvieran el uno del otro, mejor.

 

Tal vez se estaba preocupando en exceso, pero prefería ser precavido.

 

—No es que no quiera que vengas. —Trató de pensar una excusa sobre la marcha—. Es sólo que… mira la hora que es, seguramente Kushina no te va a dejar venir. —Le enseñó su reloj de pulsera.

 

Los ojos azules miraron la hora sin mucho interés, no le convencía aquella excusa. Se encogió de hombros.

 

—No es tan tarde, y no creo que ella se oponga. Es más, espérame aquí, voy a preguntarle ahora mismo.

 

Sasuke no tuvo ni tiempo de abrir la boca para decir algo cuando Naruto corrió hacia su hogar y entró exclamando un “¡mamá!” que estaba seguro se había escuchado en media Konoha. En su mente deseó que Kushina no le permitiera ir a Naruto. No se atrevía a decirle de frente que no quería que le acompañara, su novio podría no tomarlo muy bien, así que si la mujer le prohibía ir le vendría de perlas.

 

Desde su escondite, Fugaku alzó una ceja intrigado al ver a Sasuke allí, parado como un tonto cerca de la casa de los Uzumaki. El mocoso amanerado ya se había marchado, ¿por qué él seguía ahí? Estaba por salir completamente a la calle y hacerse el encontradizo con su hijo para ver si podía sonsacarle qué demonios hacía allí con el hijo de los Uzumaki, pero entonces vio que Naruto volvía a salir al encuentro de Sasuke y eso le hizo detenerse.

 

Era frustrante no poder escuchar de qué hablaban, pero le incomodaba ver que Naruto se detenía innecesariamente cerca de Sasuke, con una confianza que detestó. ¿Acaso el mocoso no sabía lo que era el espacio personal?, ¿y por qué Sasuke no retrocedía? Sabía que a su hijo nunca le había gustado que invadieran su espacio personal, era quisquilloso con eso.

 

—Es una lástima que Kushina no te deje venir… —comenzó a decir Sasuke, pero fue interrumpido.

—Te equivocas. —Negó con una sonrisa—. Mamá me deja ir.

—¿Qué?

—Me he inventado una pequeña mentira dattebayo —confesó, pasándose una mano por la nuca—. Mañana es el cumpleaños de mi amiga Hinata, ¿la recuerdas? —Antes de recibir respuesta, continuó—. Le he dicho a mi madre que nos íbamos a reunir todos por ese motivo, para ir al karaoke y celebrar. Me ha dejado ir con la condición de no volver demasiado tarde.

 

En su interior Sasuke maldijo su suerte.

 

—Oh… —musitó.

—Así que… ¡vamos! —Comenzó a caminar, sonriente.

 

Sasuke fue tras él, resignado. Fugaku, al verles acercarse no dudó en entrar en casa para no ser visto, observaría desde la ventana de su habitación situada en el segundo piso. Tensó la mandíbula y sus dientes casi chirriaron cuando les vio pasar frente a su casa, caminando juntos mientras Naruto hablaba quién sabe sobre qué.

 

Sabía por boca del propio Sasuke que tenía interés en el hijo de los Uzumaki, y es cierto que algunas veces se los había encontrado juntos por la calle, pero justo ahora se preguntaba, ¿qué tan cercanos eran ellos dos?

 

****


Caminando por la transitada calle peatonal, Karin detuvo su conversación con Juugo cuando sintió que alguien se aferraba a su brazo izquierdo con confianza. Se preguntó si sería Suigetsu, eso la puso nerviosa por un segundo, pero al girar encontró que se trataba de Ino. La miró con repentino hastío. No le gustaba que esa rubia con aires de diva la tratara con esa confianza.

 

—¿Qué estás haciendo? —preguntó casi con frialdad.

 

Ino se abrazó más al brazo de la otra, invitándola a caminar más lento para que Juugo y Suigetsu tomaran la delantera y cierta distancia.

 

—Sé que no soy de tu total agrado —comenzó ella en voz baja—, pero hay algo que realmente necesito hablar contigo.

 

La pelirroja le miró intrigada, parecía ser algo serio.

 

—¿Qué ocurre?

—Es sobre Sasuke.

 

Al instante Karin rodó la mirada. Claro, Sasuke. ¿Cómo no lo había sospechado antes?

 

—¿Podrías dejar en paz a Sasuke? No le interesas y nunca le vas a interesar —soltó sin más, implacable.

 

Ino trató de aparentar que no le había dolido aquello, necesitaba a Karin para obtener información. Además, ¿cómo estaba tan segura esa cuatro ojos de que jamás le iba a interesar a Sasuke? Ya una vez le interesó en el pasado, estaba convencida de que podía ocurrir una segunda vez.

 

—Tenía curiosidad por saber sobre su novia —explicó.

—¿Sobre su novia? —reiteró confundida, después recordó que la otra no sabía nada sobre la verdadera pareja de Sasuke.

—Así es. —Pensaba que reuniendo información sobre su rival, podría superarla—. ¿La conoces?

 

A Karin casi se le escapa una risa burlona. Pobre Ino tonta, no tenía ni la más remota oportunidad con Sasuke.

 

—Sí. —Se acomodó las gafas con un movimiento elegante—. Conozco a Sasuke desde hace muchos años, tenemos la confianza suficiente para ello.

—¿En serio? —Se alegró al escuchar la afirmación—. ¿Cómo es? La intriga me mata. ¿Es muy atractiva?, ¿dulce?, ¿simpática?... ¿es una persona influyente quizá?

 

La otra se detuvo a pensar una respuesta que pudiera hacer desistir a Ino, pero que a la vez no desvelara el secreto de Sasuke. No entendía por qué su amigo no le decía sin más a esa pelmaza de Ino que tenía un novio, así ella definitivamente le dejaría en paz.

 

—El atractivo de la pareja de Sasuke… es más por dentro.

—O sea, que es fea —asumió.

—Tampoco es eso. —Negó mirándola de soslayo. Nadie con genes Uzumaki era feo—. Pero es una persona carismática y vital, con una determinación que a veces es molesta. Cuando se propone algo, no para hasta conseguirlo.

—Eso significa que a Sasuke le gustan las chicas insistentes. —Interrumpió con una sonrisa.

 

Karin la miró con seriedad y después negó tajante.

 

—Ni hablar. Ten claro esto: puedes permanecer toda tu vida insistiendo con Sasuke, pero si no llamas su atención, él no te va a hacer caso.

 

La rubia torció los labios con disgusto, sintiéndose confundida. Aquello era contradictorio y no la ayudaba en absoluto a descubrir más sobre Sasuke y cómo era el tipo de mujer que le gustaba.

 

—Cuéntame más sobre ella —pidió.

—Respondiendo a tu duda anterior, no, no es una persona influyente. Y si te soy sincera, no sé cómo demonios hizo para que Sasuke se fijara en… ella —balbuceó al final, había estado a punto de meter la pata y decir “él”—. Fue muy insistente, para mí lo suyo rayaba en el acoso, pero a Sasuke no parecía molestarle a pesar de estar conmigo…

—¿¡Qué!? —La cortó con su exclamación, estupefacta—. Espera, ¿eso de “a pesar de estar conmigo” es lo que creo que es?

 

Ligeramente sonrojada pero ceñuda, Karin apartó la mirada.

 

—Durante mucho tiempo Sasuke y yo mantuvimos una extraña relación, a veces era como si él estuviera interesado en mí y otras era como si no quisiera de mí otra cosa que mi amistad —dijo, sin querer entrar mucho en detalles sobre aquello—. Su actual pareja se entrometía cada vez que yo trataba de tener un acercamiento con Sasuke.

—¿Y qué sientes ahora por él? —preguntó Ino fingiendo un tono amistoso. Quería saber si tenía una rival o dos.

—Sasuke me dejó claro, algo tarde, que lo único que quería de mí es amistad y que estaba interesado en su actual pareja. Así que decidí no ser una tonta arrastrada —hizo hincapié en las dos últimas palabras, clavando una seria mirada en Ino para ver si se daba por aludida—, y ser lo que Sasuke quiere de mí: una amiga. Te doy un consejo: tú deberías hacer lo mismo.

 

Un poco desanimada pero sin querer rendirse por completo, Ino suspiró. ¿Cómo podía decirle Karin que se rindiera cuando acababa de decirle que la novia de Sasuke fue tan insistente que hasta rozaba el acoso? ¿Por qué si ella decidía usar la misma táctica no podría funcionar? Ya había intentado ir de frente con sus intenciones, como la vez que se conocieron, pero Sasuke la rechazó tajante; ahora estaba probando una nueva estrategia que consistía en adoptar el papel de amiga, pero eso tampoco parecía lograr que él la mirara con otros ojos.

 

¿Qué era ese “algo” que marcaba la diferencia entre ella y la novia de Sasuke?

 

—Te confieso que al principio no me creía que Sasuke tiene novia, pensaba que lo decía para que no me acercara a él. Pero una noche me enseñó un chupetón en su cuello.

—¿¡Ah!? —Karin giró a mirarla tan rápido que las gafas se deslizaron por el puente de su nariz.

—Sí, ¡y era enorme! —exageró el tamaño usando ambas manos—. ¿Tal vez a Sasuke le gusta porque es fogosa? O tal vez es posesiva —dijo pensativa.

 

Karin rumió en su mente un insulto hacia su primo y su costumbre de dejar marcas en el cuello de Sasuke. Todavía recordaba la forma en que los demás médicos se reían de él hasta que la marca desaparecía, y cómo algunas enfermeras miraban perplejas su cuello y cuchicheaban entre ellas. El pobre Sasuke más de una vez lo había tenido difícil para ocultar la evidencia.

 

¡Naruto idiota!

 

—Sasuke, hola. —La voz de Juugo finalizó la conversación de las chicas.

 

Cuando ambas miraron al frente, se encontraron con Sasuke que caminaba hacia ellos. Detrás de él apareció alguien que Karin conocía perfectamente y que a Ino se le hizo familiar.

 

—¡Hola’ttebayo! —saludó animado.

—¿Naruto? —Suigetsu parpadeó sorprendido—. ¿Qué haces aquí?

 

El rubio se pasó una mano por la nuca, sonriendo como si nada.

 

—Sasuke me invitó —dijo con descaro, y al instante una mano se atenazó en su mejilla, dando un contundente tirón—. ¡Ouch! ¡Teme!

—Mejor di que te invitaste tú solo —masculló.

 

A Ino le llamó la atención ver a ese adolescente acompañando a Sasuke. Parecían ser cercanos.

 

—¿Qué hace él aquí? —Señaló a Naruto—. No sabía que era amigo de Sasuke. ¿O quizá es un familiar? Aunque no se parecen en nada.

—¿Acaso le conoces? —Se interesó Karin.

—De vista. —Se encogió de hombros—. Ha estado en mi tienda con su padre.

 

Antes de que la pelirroja pudiera decir algo, Naruto se acercó a ellas con confianza y una sonrisa, concretamente a Ino.

 

—Tú eres la dependienta de la floristería —la reconoció—. Qué casualidad encontrarnos aquí.

—Lo mismo digo —respondió desconcertada—. No sabía que conoces a Sasuke.

 

Las alertas de Sasuke se activaron al ver la cercanía entre los rubios y descubrir que parecían conocerse de vista. Aunque siendo Ino dependienta en una tienda no era tan descabellado.

 

—Le conozco desde hace años. Nuestros padres son amigos y nuestras casas están bastante cer…

—Como sea —intervino Sasuke haciéndose oír—. Dejemos la cháchara y vayamos al karaoke. Hace frío estando aquí parados como tontos. —Y sin más comenzó a caminar.

 

A Ino sólo le hicieron falta dos segundos para darse cuenta de que Sasuke no vestía elegante como siempre, sólo llevaba un sencillo chándal. No era que le sentara mal, pero prefería verle enfundado en sus ceñidos pantalones y pulcras camisas o camisetas que marcaban su torso.

 

No tardó en adelantarse para ir a su alcance, dejando atrás a Naruto y Karin.

 

—¿Y ese atuendo? —Sonrió la rubia—. ¿Estás yendo al gimnasio?

—Algo así. —Se encogió de hombros sin querer dar más explicaciones.

 

Naruto también estaba por acelerar el paso para poder caminar junto a su novio cuando sintió una mano aferrarse a su brazo. Al girar, Karin le miraba con una sonrisa tensa.

 

—¿Qué pasa?

 

Fingiendo simpatía, la chica le rodeó los hombros con un brazo para mantenerle cerca.

 

—Querido primo, si vuelvo a descubrir un chupetón tuyo en el cuello de Sasuke, te haré conocer el dolor —murmuró con voz tétrica en su oído, sacándole un violento respingo al más joven—. No tienes idea de los problemas que Sasuke ha tenido en el trabajo por culpa de tus arrebatos de pasión —le riñó en voz baja—. Los demás médicos se ríen de él, cuchichean burlas a sus espaldas, por no hablar de la mala imagen que da a los pacientes con semejante marca en el cuello. Es una suerte que los superiores no se hayan enterado, si no le habrían llamado la atención. ¿Acaso quieres que tenga una mala reputación en su puesto de trabajo?

 

Sin darle mayor importancia a las palabras de su prima, se alejó de su agarre.

 

—Estás exagerando’ttebayo. —Karin parecía ser igual de paranoica que Sasuke.

 

Un tic sacudió una ceja de Karin. ¿Que estaba exagerando? De no ser porque quizá Sasuke se enojaría, habría estrellado su puño en la cabeza de su primo.

 

—Simplemente sé más cuidadoso con el lugar donde dejas tus marcas.

—Sí, sí… —Sacudió una mano, dejándola atrás para ir con su novio.

 

Nada más alcanzarle, miró con atención a Ino que parloteaba sin parar con Sasuke, preguntándole a qué gimnasio iba y comentándole la posibilidad de poder ir juntos.

 

No pudo evitar exponer su curiosidad, llamando la atención de la chica.

 

—No sabía que formabas parte del grupo de amigos de Sasuke, eh…

—Ino —se presentó—. Yamanaka Ino.

—Ino —reiteró asintiendo—. Nunca te había visto con Juugo y los demás, y Sasuke nunca me ha hablado de ti.

 

Al instante el pelinegro maldijo en su mente al tiempo que la chica se mostraba abiertamente ofendida al escuchar aquello.

 

—Pareces muy cercano a ellos —comentó con aparente calma, aunque en el fondo todavía le dolía saber que Sasuke nunca hablaba de ella.

—Podría decirse que sí. Un poco. —Se encogió de hombros.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

 

El rubio sonrió, recordando que efectivamente no se había presentado.

 

—Uzumaki Naruto.

 

Entonces la chica se cruzó de brazos, pensativa.

 

—En realidad tampoco he escuchado a Sasuke hablar sobre ti alguna vez.

 

En cambio Naruto no se sintió ofendido. No le importaba si Sasuke no le había mencionado con una mujer que era una desconocida para él.

 

Entonces, como caído del cielo para Sasuke que se devanaba los sesos tratando de encontrar una forma disimulada de mantener alejados a esos dos, Suigetsu se acercó a la chica con una sonrisa.

 

—Ino, podríamos cantar una canción juntos —propuso, y después se señaló con orgullo—. Tengo una voz maravillosa —presumió.

 

Pero ella negó al instante y se colgó de un brazo de Sasuke.

 

—Tal vez. Pero preferiría cantar con Sasuke.

 

Naruto alzó una ceja con curiosidad ante la actitud sumamente confianzuda de la chica, pero no dijo nada. Le recordó vagamente a la forma en que se comportaba Karin en el pasado. Casi de inmediato vio a Sasuke mover el brazo con molestia y liberarse del agarre, dándole una contundente negativa a la rubia.

 

Por un segundo le asaltó un fugaz picotazo de celos, pero al instante lo desechó, recordándose a sí mismo que él era el dueño de los sentimientos de Sasuke.

 

No tardaron en llegar al karaoke, un alto edificio con carteles luminosos en la fachada. Pidieron una habitación para seis personas con intención de ocuparla dos horas. Al ser horario nocturno y estar en plena navidad, el precio era un poco más caro de lo habitual. Les asignaron una habitación en la planta número siete y no tardaron en ponerse a cantar. Sasuke y Juugo permanecieron más como espectadores desde uno de los sofás que participando. Cantaron, charlaron entre risas y pidieron diferentes bebidas alcohólicas, excepto Naruto que tomó refrescos, eso había llamado la atención de Ino que se acercó mientras Suigetsu y Karin cantaban.

 

—Bonita vista, ¿cierto? —dijo para llamar su atención.

 

Y lo logró, ya que Naruto, que miraba por la ventana, giró para verla y asintió. Ahí afuera todo era un mar de brillantes luces, algunas parpadeantes, debido a las fechas en las que se encontraban.

 

—Sí.

—Me he fijado en que no tomas alcohol —comentó casual.

 

El otro sonrió y sacudió una mano mientras negaba.

 

—Soy menor de edad. Aunque el alcohol no es algo que me llame la atención en realidad.

 

Desde el inicio ella había sospechado que Naruto era bastante más joven que el resto del grupo, se notaba en su rostro algo más aniñado. Pero ahora lo confirmaba.

 

—¿En serio? ¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho’ttebayo.

 

Ino no pudo evitar preguntarse qué hacía alguien diez años menor con ellos.

 

—¿Acaso no tienes amigos de tu edad? —No pudo evitar exteriorizar su curiosidad. A lo mejor el chico estaba siendo marginado por muchachos de su edad.

—¿Ah? Por supuesto. Tengo muchos amigos.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué? —repitió sin entender.

—¿Por qué estás aquí con nosotros y no con tus amigos? —Antes de recibir respuesta, retomó la palabra—. No me malinterpretes, no es que me moleste tu presencia, es simple curiosidad —explicó.

—Ellos también son mis amigos. —Con un movimiento de cabeza señaló a Sasuke y los demás.

 

Pero a ella le seguía pareciendo extraño que alguien con dieciocho años tuviera amigos rozando la treintena, quizá sería porque en su adolescencia siempre tuvo amistades con edades semejantes a la suya. Quizá no era tan raro, además él dijo que conocía a Sasuke desde hace años.

 

Y cuando estaba por continuar con la conversación, fue interrumpida. La voz de Sasuke a duras penas se hizo oír sobre el ruido de la música junto con los berridos de Suigetsu y las risas y los comentarios burlones de Karin.

 

—Naruto, ven aquí.

 

Ambos miraron hacia allí, viendo a Sasuke mover en un brazo en un llamado hacia el rubio. Ino permaneció en su lugar junto a la ventana, mirando curiosa a Naruto caminar hacia Sasuke y sentarse a su lado con confianza. No ponía en duda que se conocieran desde hacía años, parecían tratarse con familiaridad. Les vio cruzar algunas palabras, desde allí no podía escucharles. Apenas segundos después, vio a Naruto ponerse de pie con entusiasmo y tirar de un brazo de Sasuke, logrando incorporarle. No entendía con qué propósito Naruto hacía aquello, pero lo que no se escapó a la mirada de Ino, incluso a pesar de la tenue iluminación de la habitación, fue la pequeña sonrisa en los labios de Sasuke. Una sonrisa sincera.

 

—¡Ahora nosotros!

 

Escuchó exclamar al rubio, quien se acercó a Karin y Suigetsu cuando terminaron de cantar para arrebatarle los micrófonos y pasarle uno a Sasuke, quedándose él con el otro. Parpadeó incrédula. Un momento, ¿Sasuke iba a cantar? No era la primera vez que iba con ellos al karaoke, y jamás había visto a Sasuke animarse a cantar aunque le insistieran. Siempre se sentaba y se limitaba a ver y beber.

 

Liberando un suspiro en parte resignado y en parte divertido, Sasuke tomó el micrófono que su novio le ofrecía. No recordaba cuándo fue la última vez que cantó en el karaoke, pero estaba seguro de que no tenía ni veinte años. Cantar no era algo que particularmente le llamara la atención. Pero ¡ah!, había llegado el cabeza hueca de su novio a pedirle que cantaran juntos, y aunque se negó al inicio, terminó cediendo cuando Naruto empezó a acusarle de no querer cantar porque seguramente tenía una voz horrible y desafinaba mucho. No dudó en responder presuntuoso, asegurando que él cantaba mejor que todos en esa habitación, y al instante Naruto le retó a demostrárselo mientras le tomaba de un brazo y le ponía de pie.

 

Y ahora estaba ahí, esperando con el micrófono en la mano mientras Naruto seleccionaba una canción al azar. Cuando Naruto estaba cerca su determinación para decir no terminaba por tambalearse la mayoría de las veces, pero estaba bien, ese tonto le animaba a salir de su cómoda rutina.

 

La música comenzó a sonar y ellos no tardaron en cantar. Agradeció que la canción seleccionada no hubiera sido una de esas románticas, o peor aún, una balada. Podía sentir la intensa mirada de Ino clavada en él, creándole incomodidad. Cuando había visto a su novio hablando con la chica junto a la ventana, no dudó en llamarle para alejarle de ella, teniendo en mente la excusa de que ya era tarde y proponerle a Naruto regresar a casa; pero no tuvo tiempo de decirle nada cuando éste le propuso cantar.

 

Poco después, Karin dejó de prestar atención a los que cantaban cuando sintió unas manos aferrarse con desesperación a su ropa y zarandearla un poco, provocando que las gafas se le deslizaran por el puente de la nariz. Al mirar encontró a Ino.

 

—Es la primera vez que escucho a Sasuke cantar —le dijo con emoción, como una chiquilla lo haría al ver a su cantante favorito en acción—. ¡Canta realmente bien!

 

No pudo estar más de acuerdo. No recordaba cuándo fue la última vez que le escuchó cantar, hacía años de eso. Con un movimiento de mano se acomodó las gafas.

 

—Sasuke siempre ha sido muy habilidoso en todo lo que hace.

 

La desconcertó escuchar a Ino soltar una risita, sonó amortiguada gracias al ruido, pero pudo asegurar que aquella fue una risilla pícara.

 

—Créeme si te digo que eso ya lo sé.

 

Karin no quiso mostrarse paranoica, pero juraría que aquella sencilla frase tenía un trasfondo que se le escapaba pero que le dio mala espina. De repente ella sonaba demasiado segura, como si conociera profundamente a Sasuke.

 

—¿Eso es todo lo que tienes, teme? —Su voz, en un tono burlón, resonó por los altavoces de la habitación.

 

Pero Sasuke, contrario a lo que pensaban, en vez de mostrarse ofendido por haber sido golpeado en su orgullo, le devolvió la sonrisa al otro.

 

—Reconoce que canto mejor que tú, usuratonkachi.

 

Cantaron las últimas frases y en cuanto la música dejó de sonar, los aplausos de Ino se hicieron oír en la habitación, llamando la atención de todos.

 

—¡Ha sido perfecto! —felicitó acercándose al pelinegro—. Cantas realmente bien. Ahora podríamos cantar tú y yo…

 

Pero se interrumpió cuando Sasuke la pasó de largo para arrebatarle el micrófono a Naruto y entregárselo a ella, después, caminó hacia Suigetsu y le dio el suyo. Con un gesto de cabeza, animó a su amigo a cantar con la rubia. Entendiendo el mensaje, éste se acercó a Ino en un par de zancadas.

 

—¡Sí! ¡Vamos a cantar juntos!

 

Antes de que ella siquiera pudiera decir algo, Sasuke habló.

 

—Naruto y yo ya nos vamos.

—¿Qué? —protestó él. Justo ahora que se estaba divirtiendo más. Además, todavía faltaba media hora para que finalizara el tiempo que habían alquilado la habitación—. No quiero volver a casa todavía.

 

Pero el otro le ignoró y continuó despidiéndose como si nada de los demás.

 

—Nos veremos otro día.

 

Sin más tomó a Naruto de la muñeca para que abandonara la habitación tras él.

 

—¿Por qué tanta prisa de repente? Justo cuando empezábamos a divertirnos más’ttebayo.

—Es tarde —dijo como excusa—. No quieres ver a tu madre enfadada, ¿cierto?

 

Un escalofrío trepó por la espalda del rubio ante la visión de su progenitora envuelta en un aura oscura y con intenciones asesinas.

 

—Sí, lo mejor es volver ya a casa. —Suspiró y le miró—. Pero tú podías haberte quedado con ellos. Puedo volver solo.

 

Sasuke se encogió de hombros. Sabía que Naruto podía volver solo, pero le apetecía acompañarle para prolongar el momento a su lado.

 

—Me va a doler la cabeza si sigo escuchando los berridos de Suigetsu.

—Así que estás huyendo’ttebayo. —Rió.

 

Parpadeó cuando algo suave y frío tocó la punta de su nariz. Al alzar la mirada, soltó una alegre exclamación de sorpresa.

 

—¡Está nevando!

 

En silencio Sasuke alzó una mano y algunos copos se posaron en su palma. No recordaba cuándo fue la última vez que había nevado en Konoha.

 

Caminaron algunas calles en un cómodo silencio, contemplando el ambiente navideño. La nieve continuaba cayendo con suavidad.

 

—Oye, Sasuke.

—¿Mn?

—¿Desde cuándo Ino pertenece a tu grupo de amigos?

 

Incómodo con el tema de conversación, tardó un poco en responder, sin saber bien qué decir.

 

—Hace poco… No lo recuerdo bien.

—¿Hace poco? —reiteró extrañado—. He visto que ella te trataba con mucha confianza como para conocerla desde hace poco.

—¿Celoso? —preguntó sonriendo complacido.

 

Al instante Naruto apartó el rostro con un movimiento airado.

 

—¿Celoso?, ¿yo? ¡Ni hablar! —Sacudió una mano y después se cruzó de brazos en un estudiado gesto presumido—. Sé que no pondrías tu atención en otra persona, soy demasiado hermoso y genial. Soy el mejor novio que podrías tener en toda tu vida.

—Claro —respondió socarrón—. Sobre todo eres modesto.

 

Naruto rió y le dio un golpecito en el hombro con el puño. Pero dejando las bromas a un lado, en el fondo debía admitirse que por momentos le había incomodado la intensidad de Ino. Era como ver a la Karin del pasado.

 

—¿Quién integró a Ino en tu grupo de amigos? ¿Suigetsu?

 

Si le decía que era gracias a él que Ino formaba parte del grupo, Naruto le preguntaría seguramente dónde y cuándo la había conocido.

 

—Sí, fue él —mintió.

—Seguro la conoció algún día que fue a su floristería.

—Seguramente. —Y no dudó en cambiar de tema—. ¿Te parece si mañana salimos a correr? Hoy no lo hemos hecho.

—¿Y por qué no lo hacemos ahora? —propuso, y sin esperar respuesta empezó a correr en un suave trote. El otro no tardó en seguirle—. Quién iba a imaginar que al final terminaría gustándote esto dattebayo, recuerdo que al principio renegabas del ejercicio.

 

Continuaron corriendo en silencio hasta pasar de largo la entrada al parque. El suelo empezaba a cubrirse con una fina capa blanca. De manera inesperada, Sasuke recibió un empujón que le hizo moverse hacia la derecha y entrar en un callejón trastabillando. Casi cae al suelo por lo escurridizo que empezaba a volverse debido a la nieve.

 

Aturdido, clavó una seria mirada en Naruto que ingresó tras él mientras reía a carcajadas.

 

—Buenos reflejos, teme —se mofó, eliminando la distancia entre ellos para abrazarle.

 

Sin darle tiempo a replicar le asaltó con un beso en los labios. Confiados por lo solitaria que estaba la calle gracias a la nieve y que dentro del callejón permanecían ocultos, se dedicaron un momento a compartir un beso tras otro, disfrutando el calor que transmitía el cuerpo contrario en aquella noche que empezaba a volverse realmente fría mientras la nevada empezaba a tornarse copiosa.

 

****

 

Al día siguiente, Sasuke salía un tanto distraído del hospital, más entretenido en acomodarse la chaqueta para abrigarse del suave viento helador, que no pudo evitar sobresaltarse cuando sintió que había chocado con alguien.

 

—Lo siento, iba distraído…

 

Detuvo su excusa al ver que era un compañero, uno de tantos médicos con los que coincidía en la sala de descanso.

 

—Oh, Sasuke. —Le sonrió como si nada el otro. Un hombre unos pocos años mayor—. ¿Quieres? —Le mostró el cigarrillo en su mano.

 

La delgada y ondulante columna de humo llegó a la nariz del pelinegro, quien no pudo evitar abanicarse el rostro con una mano para alejar el olor a tabaco.

 

—No, gracias —respondió—. El neumólogo fumando frente la puerta del hospital. Qué buen ejemplo estás dando —ironizó.

 

El otro dio una profunda calada al cigarro y soltó el humo con una suave carcajada.

 

—De una retorcida forma me resulta gracioso decir a mis pacientes en la consulta “Fumar es perjudicial para la salud, deberías dejarlo” cuando yo estoy totalmente enganchado al tabaco. —Le miró e insistió en ofrecerle el cigarro—. ¿Seguro que no quieres? A mí me ayuda a sacarme de encima el estrés.

—No, gracias —repitió. No le atraía en absoluto el tabaco, nunca lo hizo.

—Tú te lo pierdes. —Dio una última calada al cigarro antes de dejarlo caer en el suelo y pisarlo para apagarlo—. Bien, mi tiempo de descanso terminó. Nos vemos mañana. —Tras intercambiar una despedida entró en el hospital.

 

Sasuke caminó sin mucha prisa a su apartamento. Cuando su turno terminó y recogía sus pertenencias dispuesto a marcharse a casa, vio que tenía varios mensajes de Naruto. En ellos le explicaba que ese día no podría verle porque era el cumpleaños de Hinata y había quedado con sus amigos para festejar junto a la chica.

 

Una delgada capa de nieve lo cubría todo. Durante las primeras horas de la mañana había vuelto a nevar y cubrirlo todo de blanco, y ahora el día permanecía frío y gris. Para el Sasuke de siempre el plan perfecto para esa tarde habría sido refugiarse en su apartamento, tomar una ducha caliente y permanecer en el sofá mirando la televisión hasta que llegara la hora de cenar. Pero había un pequeño problema, se le estaba pegando esa tonta costumbre de Naruto de andar de aquí para allá. Pensó que estaría bien tomar una ducha y dar una vuelta por el centro comercial para comprar algo con lo que poder ejercitarse en casa. Unas mancuernas quizá estarían bien.

 

Tras tomar una ducha y cambiarse de ropa, Sasuke abrió la puerta de su apartamento dispuesto a salir. Parpadeó estupefacto y su corazón bombeó agitado cuando al otro lado se encontró a su padre con el puño alzado con intención de golpear la madera. Raudo salió y cerró la puerta, recordando que en el mueble de la sala había una foto de Naruto y él juntos, con el agua del mar de Suna a sus espaldas. Y la fotografía en su habitación era más comprometedora todavía, en esa Naruto le abrazaba.

 

—¿Papá? —Trató de disimular la incomodidad que le creaba su presencia allí—. Hola.

 

Pero no lo logró demasiado.

 

—Hola. ¿Molesto?

—No, es sólo que… no te esperaba. No recuerdo la última vez que te vi por aquí.

 

El hombre asintió, estando de acuerdo.

 

—Bueno, hace mucho, mucho tiempo realmente —dijo pensativo—. Muchas veces quería pasar por aquí para hacerte una visita, pero siempre me preguntaba “¿Y si está con alguna chica ahora? No me gustaría estropear el momento” —confesó. Al no recibir respuesta, continuó—. ¿Ibas a algún lado?

—Sí, al centro comercial. —Prefirió hacerse el loco y no preguntarle a su padre si quería pasar al apartamento. En silencio caminó al ascensor, siendo seguido por éste—. Si quieres acompañarme… —propuso.

—Claro —aceptó.

 

Entraron en el ascensor cuando abrió sus puertas, y cuando lo abandonaron y salieron a la calle, Sasuke volvió a hablar.

 

—¿A qué se debe tu visita?

—Sólo quería pasar algo de tiempo contigo. No vi problema en venir ahora que sé que no vas a estar ocupado con ninguna chica.

 

Sasuke no pudo evitar rodar la mirada de forma sutil al percibir un muy sutil retintín. Pero no dijo nada, entendía que Fugaku todavía trataba de digerir su orientación sexual.

 

Aunque eso le hizo preguntarse si acaso ahora su padre iba a tomar la costumbre de pasar por su apartamento. Esperaba que no fuera así. Amaba su intimidad.

 

—¿Y qué vas a comprar en el centro comercial? —habló de nuevo Fugaku, intentando sembrar un ambiente relajado tras su último comentario.

—Unas mancuernas.

—¿Unas mancuernas? —Le miró sorprendido.

—Sí, esas pesas pequeñas para…

—Sé lo que son unas mancuernas —interrumpió—. Es sólo que me ha sorprendido un poco. No sabía que te gustaban ese tipo de cosas.

—No me gustaban. —Se encogió de hombros—. Pero mi trabajo me obliga a llevar una vida un tanto sedentaria y mi condición física estaba resintiéndose, por eso he empezado a ejercitarme. Salgo a correr algunos días a la semana, hago sentadillas, flexiones… —Hizo un ademán con una mano—, un poco de todo.

 

Instantes después Fugaku asintió con un movimiento de cabeza, aprobando lo dicho por su hijo. Visto así le parecía una buena idea.

 

Entonces recordó algo.

 

—Qué buena idea. Ahora entiendo, por eso ayer llevabas puesto un chándal.

 

Esta vez fue Sasuke quien asintió, pensativo, dudando si decir lo que pasaba por su cabeza en ese momento. Pero después se abofeteó mentalmente. No más dudas, se dijo. Quería hacerle entender a su padre que sus intenciones con Naruto eran firmes, y cuanto antes lo entendiera, antes podría presentárselo como su pareja.

 

—Sí, había quedado para ir a correr con Naruto.

—¿Eh? —atinó a balbucear, pero la sorpresa fue notable en su voz.

 

Y Fugaku no tardó en empezar a atar hilos en su cabeza. Ayer vio a su hijo hablando con Naruto, y después los dos se marcharon juntos, probablemente se fueron a correr. Pero ese pensamiento sólo le provocó escalofríos. Compartir una actividad juntos significaba que su hijo y el de los Uzumaki eran mucho más cercanos de lo que imaginó.

 

—Con Naruto… —reiteró el hombre, tratando de sonar casual—. Y… ¿lleváis mucho tiempo haciendo eso de salir a correr?

—Menos del que me gustaría —confesó. Debería haber empezado a hacer ejercicio muchísimo tiempo atrás—. De hecho, fue idea de Naruto. Se le ocurrió usar la calle como gimnasio, al principio me pareció una estupidez, pero al final ha sido una buena idea.

 

Aquella confesión incomodó a Fugaku al confirmarse sus sospechas de que su hijo era muy cercano con el de los Uzumaki. No le agradaba saber que Sasuke compartía su tiempo con el mocoso amanerado, seguramente por eso ahora estaba confundido y decía “sentir algo” por él. Le había contagiado su homosexualidad.

 

No, no podía seguir perdiendo el tiempo tratando de hacer cambiar de opinión a Sasuke con sutilezas, le llevaría mucho tiempo, y el tiempo parecía correr en su contra. Lo mejor era atacar desde la raíz, el origen del problema: Uzumaki Naruto.

 

Sin más se detuvo, haciendo que su hijo girara a mirarle con curiosidad.

 

—Acabo de recordar que tenía algo que hacer...

—Papá —interrumpió.

—¿Qué?

—¿Te ha incomodado lo que te he contado? —medio afirmó en la pregunta.

—¿El qué? —Se hizo el desentendido.

 

Finalmente Sasuke negó y prefirió dejar la conversación ahí. Por mucho que a Fugaku le incomodara, de ahora en adelante no dejaría de mencionar a Naruto en su presencia, en pequeñas dosis, hasta que terminara aceptando la situación.

 

—Nada. —Negó y alzó una mano para despedirse—. Te veré otro día.

—Sí. Adiós. —Se marchó caminando algo rápido.

 

****

 

Kiba exclamó una maldición en el instante en que, abandonando el parque, una bola de nieve impactó contra su nuca, arrancándole un violento escalofrió. Al notar la turbación en su amo, Akamaru empezó a ladrar mientras daba pequeños saltitos, mirando preocupado a Kiba.

 

—¿¡Quién demonios ha hecho eso!? —protestó girando a ver a sus amigos que reían divertidos. Se sonrojó al ver que incluso su novia sofocaba una risilla—. Hinata, tú no… —Compuso una expresión infantil.

—Lo siento —se disculpó, palmeando la cabeza de Akamaru que todavía ladraba de vez en cuando, logrando calmarle.

 

Otra bola de nieve impactó en la cabeza de Kiba, y esta vez giró con tal rapidez que pilló al culpable in fraganti.

 

—¡Naruto! —Le señaló acusador.

—¡Hey! A mí no me mires. La otra bola la lanzó Neji. —Señaló al mencionado.

 

Entonces Inuzuka tragó saliva con esfuerzo, viendo la sonrisilla de suficiencia que le dedicaba Neji. A él no podía decirle nada, era el primo de su novia, no quería crear malos momentos entre ellos. ¡Pero a Naruto sí que podía contraatacarle! Sin dudar se agachó y formó una bola en sus manos, lanzándosela al rubio que sólo atinó a dar media vuelta, impactando la bola en su espalda.

 

—Puede que la otra bola la lanzara Neji, pero la de ahora la has lanzado tú.

 

Entonces Lee se adelantó unos pasos, agachándose y tomando una bola de nieve en sus manos. La lanzó sin un objetivo en concreto, impactando ésta contra el estómago de Shino que continuaba inmutable y con las manos en los bolsillos de la chaqueta.

 

—¡Guerra de nieve! —exclamó Lee, lanzando otra bola más.

 

Al instante todos se unieron y empezaron a lanzarse bolas de nieve entre risas, incluso la siempre tímida Hinata se atrevió con alguna.

 

—¡Kiba, ahí te va un proyectil! —exclamó Naruto al tiempo que le lanzaba una bola de nieve, pero el otro reaccionó y se agachó con tal rapidez para esquivarla que cayó de espaldas sobre la nieve—. ¡Oh, tenemos una baja! ¡Uno de nuestros hombres ha muerto dattebayo! —Rió.

 

Pero su risa murió al instante cuando se percató de que su bola de nieve sí que había impactado contra alguien. Le había dado de lleno en el torso a Fugaku Uchiha, quien le miraba con expresión bastante seria. Qué buena manera de forjar lazos con el suegro, pensó en su interior con cierta ironía.

 

—¡Ugh! ¡Akamaru, sálvame! —Se lamentó Kiba con falso tono lastimero. Empezó a moverse, abriendo y cerrando las piernas, y subiendo y bajando los brazos, haciendo un ángel en la nieve—. Mejor sálvame tú, Hinata, con un beso. —Alzó un poco la cabeza, poniendo morritos.

 

Como respuesta la chica apartó el rostro un poco sonrojada ante la petición hecha cuando no estaban solos. De inmediato Neji reaccionó lanzando una bola de buen tamaño al rostro de Kiba, arrancando carcajadas de los demás. A Naruto le habría gustado reír, pero la seria mirada de Fugaku le estaba inquietando. Inseguro se acercó, con una sonrisilla nerviosa bailándole en los labios.

 

—Yo… lo lamento. Fue sin querer. Quería darle a Kiba —se excusó.

—No es buena idea jugar en plena calle, para eso está el parque.

 

Naruto estuvo a punto de excusarse de nuevo diciendo que jugar a lanzarse bolas de nieve en plena calle peatonal no había sido planeado, fue imprevisto. Pero prefirió asentir para dar la breve conversación por zanjada. No le gustaba el tenso ambiente que se respiraba las últimas veces que había estado cerca de Fugaku.

 

—Cierto. Bueno, regresaré con mis amigos.

 

Cuando estaba por alzar la mano para despedirle, el hombre le detuvo.

 

—Espera, de hecho ahora mismo me dirigía a tu casa para buscarte. —Se alejó un par de pasos. Los mocosos jugaban muy cerca y podría ser el blanco de alguna bola mal lanzada—. Quiero hablar contigo.

—¿Conmigo? —Se señaló. Con evidente incomodidad, se pasó una mano por la nuca cuando vio que Fugaku le dedicó una obvia mirada—. Es que estoy ocupado ahora…

—¿Jugando a lanzar bolas de nieve? —Alzó una ceja y se cruzó de brazos.

—Es el cumpleaños de mi amiga Hinata. —La señaló con un movimiento discreto—, y justo ahora íbamos a celebrarlo.

 

Pero a Fugaku no podían importarle menos las excusas del chico. Les envió una mirada desinteresada a los jóvenes que habían bajado la intensidad del juego, pero todavía volaba alguna que otra bola de nieve de un lado a otro.

 

Iba a hablar con el mocoso desviado en ese instante.

 

—No te robaré mucho tiempo —aseguró—. Vamos —ordenó y empezó  caminar, dándole a entender que no aceptaría más excusas.

 

Naruto masculló una maldición por haber fracasado en su intento de deshacerse de Fugaku. No quería hablar con él. No desde que había notado la repentina hostilidad del adulto hacia él. Suspiró resignado.

 

—Eh… chicos, tengo algo que hacer. —Compuso una sonrisa despreocupada—. Volveré después.

—¿Te vas? —preguntó Sakura, tan confundida y sorprendida como los demás.

—¿A dónde vas? —se interesó Lee—. ¿Has olvidado que íbamos a ir a Ichiraku Ramen?

—No lo he olvidado. Os alcanzaré allí’ttebayo.

—Más te vale no faltar —dijo Kiba—. Gaara también dijo que se reuniría con nosotros en Ichiraku, ¡así estaremos todos!

 

El rubio asintió soltando una risilla desganada y sin más se marchó, alcanzando en pocas zancadas a Fugaku que caminaba en dirección contraria a sus hogares.

 

—¿De qué quieres hablar conmigo? —preguntó sin rodeos.

—Qué directo. ¿Por qué tanta prisa? Hasta luces incómodo. —En el fondo le complacía percibir la incomodidad en el adolescente.

—N-no, es sólo que… mis amigos… —balbuceó inseguro.

 

No quería tener malos momentos con Fugaku, y menos ahora que Sasuke y él pronto hablarían con sus padres para revelarles su relación.

 

Pero realmente se sentía incómodo. Mucho.

 

—No te robaré mucho tiempo —repitió. En unos pasos más giró hacia la derecha, entrando en una calle más estrecha y por la que apenas transitaba gente—. Ayer te vi hablando con Sasuke, y me estaba preguntando… ¿eres muy cercano a mi hijo?

—Somos amigos. —Asintió, y después titubeó. Solía ser distraído y confiado, pero hasta alguien como él percibía que Fugaku no le habría insistido tanto en mantener una conversación sólo para hacerle esa pregunta. Ahí había algo más—. Eh… ¿Podrías ser directo?

—¿Eso quieres?

—Por favor.

 

Presentía que lo que el hombre quería hablar con él no era algo agradable, a juzgar por su expresión más seria que de costumbre, así que cuanto antes le dijera todo, antes terminaría la incertidumbre

 

—No quiero volver a verte cerca de mi hijo —dijo finalmente, ordenándolo en un tono severo.

 

Tratando de procesar aquello, consternado Naruto frunció el ceño y parpadeó un par de veces. Finalmente se detuvo, siendo imitado por el otro. Lo que Fugaku le decía no tenía sentido.

 

—¿Qué? —atinó a decir, encarándole.

—¿Eres sordo? —Le miró un tanto despectivo—. No quiero a un maricón amanerado cerca de mi hijo. Le has contagiado con tu “moda homosexual”. —Simuló las comillas con los dedeos, hablando con desprecio contenido.

 

Naruto recibió aquellas palabras como una brutal patada en el estómago que le había cortado la respiración escasos segundos, aturdiéndole. Era la primera vez que recibía comentarios de ese tipo por su orientación sexual, y no sabía cómo reaccionar. Hasta ahora había tenido la fortuna de ser aceptado por todos sin mayor problema, incluso su padre que en un primer momento no lo tomó muy bien, no llegó a decirle algo como eso.

 

—Yo… Contagiar a Sasuke… ¿Qué? —balbuceó, crispando los nervios del hombre sin pretenderlo.

—Tú has hundido a Sasuke en un pozo de depravación —masculló resentido, señalándole acusador.

 

Pasmado, Naruto sacudió ligeramente la cabeza, tratando de pensar con la mente fría. Pero todo aquello le había tomado muy por sorpresa, totalmente con la guardia baja.

 

—Yo no he contagiado a Sasuke con nada —atinó a decir.

—Claro que sí —sentenció—. Por tu culpa últimamente ha empezado a decir cosas que no son normales en él.

—No sé qué cosas extrañas habrá dicho Sasuke, pero yo no tengo nada que ver dattebayo. Si tienes un problema con tu hijo, háblalo con él.

 

Y queriendo dar aquella incómoda y extraña conversación por zanjada, dio media vuelta dispuesto a marcharse, pero las palabras de Fugaku le detuvieron.

 

—Es tu culpa —insistió—. Es completamente tu culpa, ¡el problema eres tú! Por tu culpa él ahora dice que es homosexual.

 

El adolescente arrugó el entrecejo, molesto. De nuevo le encaró.

 

—¿Y acaso es tan malo que Sasuke lo sea?

—¡Por supuesto! Eso… ¡no es normal! Sé que Sasuke no es así, sólo está confundido, por eso no quiero volver a verte cerca de él. Le estás influenciando.

 

Turbado todavía con aquella conversación, Naruto sólo atinó a empuñar las manos con frustración, interiormente impotente por no saber cómo responder en esa situación. Por primera vez sí que se sintió un niño. Un niño intimidado ante el enojo y la rabia del imponente Fugaku.

 

No sabía qué hacer o decirle, le preocupaba empeorar la situación y crearle algún problema a Sasuke.

 

Lo único que atinó a hacer, fue guardar silencio y recibir la seca mirada de advertencia y desprecio que el hombre le dedicó antes de marcharse sin despedirse. Sus pasos resonaban con firmeza a pesar de ser amortiguados por la fina capa de nieve.

 

—¿Pero qué…? —musitó en un hilo de voz.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Holi! :D Os recuerdo que para dejar un comentario tanto en Fanfiction como en Amor Yaoi, no es necesario tener una cuenta. El único inconveniente es que Fanfiction no da opción a responder los comentarios de las personas que no están registradas, pero Amor Yaoi sí deja. Explico esto porque últimamente me dicen mucho que no me comentan porque no tienen cuenta.

 

Insertaré aquí algo parecido a los “¿Sabías que…?” de KnK :3

 

Como dato en este capítulo me gustaría explicar que los japoneses aman ir al karaoke, ya sea con amigos/familiares o solos. Me resulta muy interesante porque no tiene nada que ver con los karaokes de mi país. En España ir a un karaoke normalmente es ir a un bar, pub o pub/discoteca y cantas rodeada de unos perfectos desconocidos (eso si tienes la suerte de poder tener el micrófono, algunos son acaparadores :’D)

 

Mientras que en Japón, los karaokes son edificios con habitaciones independientes e insonorizadas que se alquilan por horas y donde sólo podrán entrar las personas que hayan pagado por la habitación. Las habitaciones son de diferentes tamaños y formas, para una persona o para grandes grupos, y todas están equipadas con sofás, una mesa, unas cartas-menú con comida y bebida que podrás pedir a través de un telefonillo que hay junto a la puerta; y obviamente, su máquina de karaoke que incluso dispone de efectos para modular la voz. Tienen un amplísimo menú donde podrás elegir canciones en japonés, inglés, chino, coreano y hasta algunas en español que hayan sido muy famosas (la Macarena, por ejemplo), también hay disponibles canciones de animes y series. También suelen encontrarse panderetas en la sala.

 

Ignoro si en España habrá algún karaoke japonés, quizá en grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia haya alguno.

 

Y para no hacerlo más largo, si queréis más información sobre los karaokes japoneses, ahí está San Google XDD

 

Perdón por la larga nota. #SorryNotSorry

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).