Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 45: “El último beso”:

 

 

¿Dobe?

¿Tampoco vendrás hoy?

 

Recostado en su cama, Naruto leyó con cierto desgano el mensaje que acababa de recibir. Suspiró y dejó el teléfono a un lado, sin ánimo para responder, tampoco sabía qué decirle.

 

Un minuto después volvió a pitar al recibir otro mensaje:

 

¡Usuratonkachi!

No me dejes en visto.

 

No había querido hablar con nadie sobre el desagradable encontronazo que tuvo con Fugaku, ni siquiera con Sakura. Como disco rayado, no dejaba de ver en su mente la mirada de desprecio del hombre puesta sobre él, haciéndole sentir una pequeña basura.

 

Por supuesto no regresó con sus amigos para continuar celebrando el cumpleaños de Hinata, no se sintió con ánimos. Le escribió un mensaje a la cumpleañera donde le comentaba que le había surgido un imprevisto y que le sería imposible unirse a ellos, después escribió una disculpa y le deseó que cumpliera muchos años más.

 

Leyó un nuevo mensaje:

 

¿Se puede saber por qué me estás ignorando, idiota?

 

No había visto a Sasuke desde entonces, y ya habían pasado tres días. Tampoco se sentía con ánimo para eso. Una parte de él no deseaba que se enterara de lo ocurrido entre Fugaku y él, no quería crear tensiones entre Sasuke y su padre. Le preocupaba no saber aparentar normalidad, por eso no se había animado a enfrentarle.

 

Por primera vez sintió miedo, miedo de verdad, al pensar en hablar con sus padres sobre la relación que mantenían Sasuke y él. Si todos reaccionaban mal y no aprobaran su relación, se entrometerían para separarles, como había hecho Fugaku al enterarse de su orientación sexual.

 

Seguramente la noche que Sasuke confesó su orientación sexual, o en alguna charla posterior, Sasuke le había contado a Fugaku que él también es gay, de otra forma no imaginaba cómo lo había descubierto Fugaku. No es porque se lo hubiese notado. A él no se le notaba que es homosexual, ¿cierto? Pero Fugaku le llamó amanerado. Maricón amanerado para ser más preciso.

 

Nunca imaginó recibir comentarios tan crueles, y menos de alguien tan cercano, con quien tenía contacto prácticamente desde que tenía memoria. Alguien con quien siempre había mantenido una cordial relación.

 

Bufó agobiado y giró en la cama. Su mente era un caos. Abrazó la almohada y ocultó el rostro en ella.

 

¿Acaso todo este tiempo había sido ingenuo? Sí, un tonto ingenuo que vive en un mundo color de rosa. En su vida todo había marchado siempre sobre ruedas: tenía una familia estable, unos padres que velaban por su bienestar, buenos amigos… ninguno de ellos le había despreciado con crueldad por su orientación sexual. Actualmente cursaba en la universidad, cumpliendo su sueño, estando cada día un poco más cerca de ser maestro de escuela; y por último, pero no por eso menos importante, tenía a Sasuke a su lado. Fue toda una suerte que alguien que parecía tan inalcanzable se hubiera fijado en él, ¿pero cómo no hacerlo si le acosó hasta el cansancio? Sonrió desganado al rememorar aquellos momentos donde Sasuke guardaba la distancia con él y le huía, hasta que un día… consiguió hacerle ceder.

 

Sé que Sasuke no es así, sólo está confundido, por eso no quiero volver a verte cerca de él. Le estás influenciando.

 

Su estómago se encogió y un nudo desagradable se formó en su garganta. ¿Y si Fugaku tenía razón?

 

¿Estás diciendo… que tu insistencia del pasado me hizo creer que quiero estar contigo pero en realidad no es así?

 

Naruto sólo atinó a dedicarle una fingida sonrisilla entre dientes, asintiendo.

 

—Algo así.

—Y que estoy saliendo contigo porque estoy confundido —afirmó con suma seriedad.

—¿N-no? —balbuceó al notar su semblante—. Bueno, sí. Un poco… tal vez…

 

Y después de aquello Sasuke dijo:

 

Es cierto que tus insistencias influyeron para que esta relación naciera, de no ser por tu terquedad jamás te habría notado como algo más que el mocoso gritón de los Uzumaki.

 

¿Y si Fugaku tenía razón? No pudo evitar preguntárselo de nuevo. Sasuke se lo dijo claramente, de no haber sido por su terquedad jamás le habría notado.

 

Tomando impulso se sentó en la cama y sacudió la cabeza, tratando de serenarse. Sasuke dijo aquello, es cierto, pero también afirmó que no estaba confundido:

 

Pero ten claro esto —Le miró con determinación—: no estoy confundido.

 

¿¡Pero y si por su culpa sí estaba confundido y Sasuke no era consciente de ello!?

 

La melodía de su teléfono le sacó un respingo. Al mirar la pantalla descubrió el nombre de su novio. Se mordió el labio inferior, inseguro sobre si contestar, necesitaba estar solo, tranquilo, meditando… Pero por otro lado era injusto ignorar a su novio sin darle una explicación. Recordaba cuánto odió aquella vez que Sasuke le estuvo ignorando por días después de que tuvieron su primer acercamiento íntimo, sin darle una explicación.

 

Respiró hondo para serenarse y trató de componer un tono animado antes de responder.

 

—Hey, Sasuke —saludó.

—¿Hey, Sasuke? —reiteró serio—. ¿Eso es todo lo que vas a decir, usuratonkachi?

—Lo siento’ttebayo, he estado un poco ocupado estos días.

—¿Un poco? Querrás decir muy —dijo, haciendo hincapié en la palabra— ocupado. Tan ocupado que ni respondes a mis mensajes.

—Lo siento, lo siento… —atinó a decir con nerviosismo, sin percibir que su novio no lograba disimular que le había afectado que le ignorara.

 

Después Sasuke esperó escuchar una excusa, el gran motivo por el que Naruto había estado casi ignorándole los últimos tres días. Al menos los dos días anteriores Naruto se había dignado a mandarle un mensaje avisándole que no iría al apartamento porque estaba ocupado, pero hoy ni eso, y tampoco parecía tener intención de responder sus mensajes.

 

—¿Y bien? —preguntó tras un breve silencio.

—¿Y bien qué?

—¿Qué es eso que te está manteniendo tan ocupado?

—Ah… mn, ya sabes… —balbuceó.

—No, no lo sé.

—M-mi madre me ha tenido de aquí para allá, y mi padre quería que pasáramos tiempo juntos, dice que apenas estoy en casa… y esto y aquello…

—Ajá —musitó escéptico. En su vida había escuchado excusa más falsa.

 

Una breve tos de parte de Sasuke cortó la conversación momentáneamente, llamando la atención del adolescente.

 

—¿Estás bien?

 

Al otro lado de la línea, Sasuke sonrió malicioso. Tosió un poco más de forma fingida.

 

—No lo estoy. Estoy ardiendo en fiebre.

—¿En serio? —casi gritó por la sorpresa y la preocupación—. ¿Por qué no me has dicho nada?

—Estabas “tan” ocupado que no podías responder mis mensajes.

 

Naruto se regañó a sí mismo por haber descuidado a su pareja tantos días. El pobre Sasuke pasándolo mal y él perdiendo el tiempo en repetitivos pensamientos negativos.

 

—¡Ahora mismo voy para allá! —exclamó y colgó al instante.

 

Raudo tomó una chaqueta, la bufanda y corrió a la salida mientras se colocaba todo con torpeza. Por la carrera casi choca con su padre al final de las escaleras.

 

—¡Hijo, qué susto! —Se sobresaltó Minato—. ¿A dónde vas con tanta prisa?

—Voy a ver a Sa… a Sakura-chan —respondió acelerado, colocándose las zapatillas y marchándose antes de que su progenitor pudiera decirle algo más.

 

Mientras, Sasuke sonrió satisfecho y se acomodó en el sofá a la espera de su novio. Sabía que diciéndole aquello, Naruto no tardaría en ir a su encuentro. Un estornudo le sorprendió. Bueno, en realidad no era totalmente mentira lo que le dijo. Aunque no tenía fiebre, sí tenía un pequeño resfriado, nada de importancia.

 

Antes del tiempo estimado, escuchó la llave encajando en la cerradura y un jadeante Naruto ingresó en el apartamento. Al parecer había hecho todo el camino corriendo, nada del otro mundo para el mocoso que estaba acostumbrado al ejercicio.

 

—Sasuke, ¿estás bien’ttebayo? —preguntó preocupado, retirándose la chaqueta mientras se acercaba, lanzándola sobre el brazo del sofá.

 

Pero la bufanda se enredó entre sus manos y su cuello por querer desprenderse de ella tan rápido. Sasuke sofocó una risilla burlona y se incorporó para ayudarle, dejando la prenda de lana sobre la chaqueta.

 

—Sí, ya no tengo fiebre.

 

Entonces Naruto miró detenidamente a su novio. Ciertamente no tenía cara de estar muriendo de fiebre, se veía bastante bien. Desconcertado frunció el ceño y se tomó un par de segundos para tocarle la frente.

 

—Un momento… ¡me has mentido! —acusó.

—Un poco. —Se encogió de hombros, sin remordimiento—. Estoy algo resfriado, todo por culpa de una hormona con patas que pensó que sería buena idea besarnos la otra noche en el callejón mientras nos nevaba encima. —Le pellizcó una mejilla—. Pero no tengo fiebre.

 

Aquella noche no iban abrigados, apenas vestían un chándal. Estuvieron largos minutos ocultos en el callejón, besándose mientras la nevada se intensificaba. Naruto al menos estaba muy cerca de su hogar, pero él tuvo que volver a su apartamento.

 

—No te escuché quejarte sobre eso la otra noche, teme. —Le recordó, formando una expresión casi infantil.

 

Había sido fácilmente engañado, como un tonto. Mientras corría hacia allí, había imaginado a Sasuke casi agonizando en la cama por una alta fiebre, y entonces él adoptaba el papel de médico y le dedicaba toda su atención y cuidados a su convaleciente novio.

 

Escuchó a Sasuke toser un poco, nada del otro mundo, pero igual le preocupó. Sin dudar le tomó de la muñeca y tiró de él para guiarle al dormitorio, incitándole a tomar asiento en la cama.

 

—Deberías descansar, puedo prepararte algo caliente. ¿Estás tomando algo para ese resfriado?

 

El otro rió ligeramente, casi burlón. Buscando una postura más cómoda, se movió hacia atrás, recargando la espalda en el cabezal de la cama.

 

—Dobe… pareces mi madre.

 

Naruto se ruborizó de vergüenza, algo ofendido. Caminó al armario y sin dudar tomó la bata de médico de su novio, colocándosela mientras alzaba la cabeza en actitud presumida.

 

—Ahora soy el doctor Uzumaki, mi deber es cuidarte dattebayo.

—Sé cuidarme perfectamente —respondió mirándole sin inmutarse—. En el trabajo tomé algo para el dolor de cabeza, eso fue suficiente. Lo que tú quieres realmente es iniciar uno de tus juegos sucios, ¿me equivoco? Jugar al médico y el paciente, o alguna de esas cosas pervertidas que pasan por tu cabeza las veinticuatro horas del día.

 

El sonrojo regresó a las bronceadas mejillas junto con la vergüenza. Para una vez que iba con intenciones castas, su novio le acusa de tener ideas pervertidas.

 

—¡No es cierto! ¡Sólo quiero cuidarte! —aseguró, aunque sabía que sería inútil y su novio no le creería. Tenía a su espalda un largo historial de intentos de acercamientos pervertidos hacia Sasuke como para que ahora éste creyera que sus intenciones eran sanas.

 

Fingiendo un suspiro de resignación, Sasuke alzó una mano y le invitó a acercarse.

 

—Ven aquí, anda.

 

Aunque Naruto infló las mejillas y frunció los labios en un mohín infantil, obedeció y se acercó, sentándose en la orilla de la cama. Vio a Sasuke hacerse a un lado y palmear el colchón, invitándole a imitar su postura. No había terminado de acomodarse cuando un brazo de su novio le sorprendió al rodearle por los hombros y atraerle para mantenerles cerca.

 

—Creo que en el fondo el que quiere jugar al médico y el paciente eres tú, bastardo —acusó hablando entre dientes, casi en un susurro.

 

Pero Sasuke le escuchó y soltó una sutil risilla, alzando ligeramente las comisuras.

 

—Tal vez —respondió enigmático.

 

Naruto le miró sorprendido, pero después entornó ligeramente los ojos en un tinte de sospecha, convencido de que Sasuke estaba bromeando.

 

—Ajá —masculló incrédulo.

—Pero mejor otro día, podría contagiarte el resfriado.

—Como si me importara eso’ttebayo. —Se encogió de hombros y giró ligeramente, abrazándose al otro y dejándole un suave beso sobre los labios que fue correspondido al instante—. Me gusta el riesgo —le dijo en un susurro, sonriendo ladino.

 

Sin más, afirmó ligeramente el abrazo y volvió a unir sus labios, profundizando el contacto al instante. En esta ocasión las manos de Sasuke se movieron, posando una en el rostro adolescente mientras que la otra viajó directa a la parte baja de la espalda, manteniendo cerca ambos cuerpos, con el de Naruto casi sobre él. No iba a admitir que en esos tres días había extrañado la presencia de su novio, escuchar su voz, ver su sonrisa y sentir sus labios, salir después de un pesado día de trabajo, escuchar a Naruto proponerle hacer algo juntos.

 

Una pequeña parte de él todavía se preguntaba qué era eso que había mantenido a Naruto tan ocupado durante días, pero prefirió no insistir. Tal vez eran asuntos personales.

 

Brindó un par de suaves besos superficiales antes de alejarse apenas unos centímetros.

 

—¿A dónde iremos hoy?

 

La pregunta le sorprendió. ¿Sasuke proponiendo salir? Pensativo, Naruto aflojó un poco el abrazo que mantenía en su pareja. Recordar lo ocurrido con Fugaku todavía le estaba provocando cierto malestar, y aunque sonara extraño viniendo de él, prefería pasar la tarde en el apartamento. Le preocupaba que Fugaku pudiera verles juntos.

 

Sí, era una actitud cobarde, ¿y qué?

 

—¿Naruto? —le llamó al verle sumido en sus pensamientos, a lo mejor estaba ideando a dónde ir.

—Ah… ¿Tienes ganas de salir? ¿No sería mejor quedarnos aquí para que no empeore tu resfriado?

 

Cobarde, se dijo a sí mismo el rubio en su mente.

 

—No me voy a morir. —Rodó la mirada ante la excesiva preocupación, aunque en el fondo le complacía de alguna forma.

—Lo sé, pero… Bueno, creo que no tengo ganas de salir’ttebayo.

 

No pasó desapercibida para Naruto la expresión de su novio le observaba incrédulo.

 

—¿Qué? —Seguro que había escuchado mal—. ¿Tú?, ¿sin ganas de salir? —Alzó una mano y le tocó la frente—. Creo que el que está enfermo eres tú, usuratonkachi.

 

Con un manotazo Naruto rompió el contacto, apartando la mirada.

 

—¡No te burles de mí, teme! Simplemente no me apetece salir… Hace frío —se excusó—. Pensé que la idea te agradaría. ¿Dónde ha quedado el Sasuke que anhelaba pasar las tardes en el sofá viendo la televisión?

 

Despreocupado, Sasuke se encogió de hombros. Aunque le resultaba extraño que Naruto no quisiera salir simplemente porque hacía frío. Hasta ahora, ni el mal tiempo había frenado a Naruto para ir de aquí para allá.

 

—Supongo que murió. Me has acostumbrado a salir todas las tardes, así que… —Se puso de pie—. Vamos —instruyó, tomándole de la mano y tirando para ayudarle a incorporarse.

—¿Y a dónde vamos? —preguntó resignado.

 

Tras pensarlo unos segundos, buscando un lugar donde estar resguardados del frío, Sasuke respondió.

 

—Hace tiempo que no vamos al cine. —Al ver que Naruto estaba por decir algo, le interrumpió—. Nada de películas de ninjas.

 

Al instante el rubio le miró con expresión falsamente afligida.

 

—¡Pero hay una película que…!

—Ni hablar —sentenció, silenciando la réplica.

 

Prefería incluso ver una de esas comedias romanticonas antes que otra película sobre ninjas, mucho menos si era nuevamente sobre el ninja Sasuke que Naruto tanto admiraba.

 

Tomó a su novio de las solapas de la bata médica y mientras se la retiraba se inclinó para brindarle un suave beso que suavizó la expresión de disgusto en éste.

 

—¿Entonces podemos ver una comedia? ¡O una de esas películas de acción! Creo que había una sobre unos superhéroes que salvan el mundo de no sé qué peligro.

—Supongo. —Caminó a su armario, colocando la bata y tomando a continuación una chaqueta y una bufanda—. También podemos ver una de terror.

—¿Qué? ¡No! Eso sí que no —negó con firmeza sacudiendo la cabeza.

 

Terminando de ponerse las prendas, Sasuke alzó una ceja y le miró con curiosidad.

 

—¿Por qué? —Pero no recibió respuesta, y eso dibujó una sonrisilla burlona en sus labios al imaginar la respuesta—. ¿Te da miedo?

—¡No! —respondió ofendido.

—Te da miedo —aseguró.

 

Aunque le resultaba un tanto divertido, le agradó el haber descubierto algo sobre Naruto que desconocía. El usuratonkachi era miedoso.

 

Tras un breve silencio, amplió su sonrisa, tornándola en una maliciosa que causó mala espina a Naruto.

 

—Entonces será una de terror —determinó abandonando la habitación.

—¡Serás bastardo…! —protestó saliendo tras él.

 

****

 

Mikoto reía y bebía té junto a Kushina mientras narraban anécdotas graciosas sobre sus hijos cuando eran pequeños.

 

—Naruto siempre tuvo una imaginación desbordante cuando era niño.

 

Comentaba la pelinegra, recordando que durante un tiempo el pequeño Naruto aseguraba ser un ninja y que su misión era salvar Konoha, pero que se hacía pasar por un niño normal para disimular y que su verdadera identidad no saliera a la luz. Su risa desapareció paulatinamente al notar que la sonrisa no llegaba a los ojos de su amiga.

 

—¿Kushina? ¿Estás bien?

—No del todo —confesó en un suspiro, sin rodeos—. Me preocupa Naruto.

 

Mikoto se sintió contagiada por aquella preocupación, aún sin conocer la causa.

 

—¿Qué le pasa?

—No lo sé. Pero ha permanecido unos días encerrado en su habitación, hoy por fin se ha animado a salir’ttebane. He notado cómo se esforzaba en aparentar que estaba bien mientras nos reuníamos para comer, pero sus ojos se veían… no sé… tristes.

—¿No le preguntaste qué le ocurría?

—Dos veces, ayer y hoy. Pero él sólo asegura estar bien y me sonríe con falsedad.

—A lo mejor le preocupa algo sobre la universidad.

—¿Ahora que está en plenas vacaciones? Lo dudo. —Negó—. Debe ser otra cosa.

—¿Como por ejemplo?

—Bueno… —Dudó un momento, dando un sorbo a su té—. No hace mucho, descubrí que al parecer Naruto tiene novio.

 

Mikoto casi escupe el té que tenía en la boca, conmocionada. Al instante llegó a su mente Sasuke y el momento en que confesó tener sentimientos por Naruto.

 

—¿¡Naruto tiene novio!? —casi gritó.

 

Sorprendida por la agitación de su amiga, Kushina se llevó un dedo a los labios, pidiéndole silencio.

 

—Ssh… no grites. Minato no sabe nada —le susurró—. No quiero que se entere hasta estar segura. Sé que se pondrá algo paranoico, es… un poco protector con nuestro hijo. —Sonrió entre dientes.

—¿Entonces es sólo una sospecha? —cuestionó bastante aliviada.

—Algo más que una sospecha. Ya sabes que la forma de vestir de Naruto siempre ha sido bastante informal, pero últimamente hay días que viste más formal, ¡incluso un día le descubrí cuando iba a una cita con su enamorado! —Sonrió. Ahora fue Mikoto quien sonrió con desgano—. Naruto no quiso afirmar tener novio, pero después me aseguró que si todo funcionaba como hasta ahora, le traería a casa después de Año Nuevo.

—¿Tan pronto? ¡Pero si mañana es Año Nuevo!

 

No pudo evitar volver a pensar en Sasuke, esta vez con pesar, al comprender que los sentimientos de su hijo no eran correspondidos.

 

—Me alivió mucho pensar que por fin Naruto había hecho a un lado su amor imposible por Sasuke para avanzar junto a otra persona…

—Pe-pero Sasuke… —balbuceó en un susurro, interrumpiéndola.

—No me malinterpretes, amiga. De todo corazón espero que Sasuke abandone esa actitud de ir de chica en chica y encuentre a su mujer ideal.

—Sasuke no… —volvió a susurrar, recordando con frustración que su hijo le hizo prometer no decir nada. Se mordió el labio inferior.

—Pero ahora me preocupa pensar que quizá las cosas no van bien entre mi hijo y su novio. ¿Y si han discutido? O a lo mejor lo han dejado. —Alzó un puño con repentina indignación—. ¡Si descubro que mi hijo estaba decaído por culpa de ese novio suyo, le buscaré hasta en el último rincón de Konoha y le haré conocer el dolor’ttebane!

 

Mikoto inclinó la mirada, sumida en sus preocupaciones. ¿Qué debía hacer? ¿Le contaba a Sasuke lo que Kushina acababa de confesarle? Aunque la noticia le hiciera daño, suponía que lo mejor era que Sasuke supera la verdad y dejar de hacerse ilusiones. Con pesar descubrió que sus ilusiones también se habían roto, ya que desde que supo que su hijo quería a Naruto, había empezado a visualizarlo en su mente como un miembro más de la familia. Pensaba abrirle los brazos a Naruto como lo hizo con Konan. Aunque eso sí, también tenía en mente mantener un ojo sobre su hijo para asegurarse de que trataba a Naruto de forma decente hasta que éste fuera mayor de edad.

 

—¿Entonces crees que ese es el motivo del estado de ánimo de Naruto?

—No se me ocurre por qué otro motivo podría ser. —Se cruzó de brazos—. Si el terco de mi hijo hablara conmigo… —Bufó.

—¿Qué me vas a contar sobre eso, Kushina? —Sacudió una mano, sonriendo sin demasiado entusiasmo—. En mi caso tengo a Sasuke, siempre es muy callado con sus asuntos, ya sabes. Cuando él se anima a contarme algo, es como un milagro. —Como sincronizadas, emitieron una risilla suave y decaída.

 

****

 

Tres horas más tarde, Sasuke y Naruto volvían al apartamento. Sasuke nunca imaginó que una película de terror le haría reír, aunque más que la película en sí, lo que le sacó más de una carcajada fueron las reacciones exageradas de Naruto. Sí, había descubierto que su novio era miedoso, pero no imaginaba hasta qué punto. Estaba seguro de que se habían ganado más de una mirada de reproche, Naruto por gritar tan alto y él por reír, seguro todos pensaban que estaba loco por reír en escenas donde otros gritaban, pero le importaba bien poco. Se había divertido de lo lindo y Naruto era consciente de ello, por eso había salido enfurruñado del cine a la par que asustado, exigiéndole que para compensarle el mal rato debía invitarle a cenar ramen en Ichiraku. Aceptó sin mayor problema, la verdad es que tenía hambre.

 

Naruto emitió un gruñido, mientras subían en el ascensor del edificio, al escuchar a Sasuke burlarse de él por enésima vez.

 

—Creo que todavía tengo tus dedos marcados en mi brazo —decía, subiéndose la manga de la chaqueta para examinarse—. No dejabas de gritar y aferrarte a mí como una niña.

 

Un tic sacudió una de las rubias cejas y tensó el cuerpo cuando su paciencia explotó.

 

—¡Deja de burlarte de mí! ¡Teme! —protestó saltando sobre él.

 

Pero como si hubiera estado esperando aquello, Sasuke le detuvo con cierta facilidad. Le agarró con firmeza de las muñecas y le obligó a llevar las manos detrás de la espalda, reteniendo el cuerpo de su novio entre sus brazos. Frustrado, Naruto se removió, tratando de liberarse. Detestaba cuando Sasuke se entretenía burlándose de él.

 

—No me burlo, sólo digo la verdad. Ya es de noche, ¿seguro que podrás volver a casa tú solo? ¿Y si te encuentras con un fantasma? —Alzó una comisura en una sonrisilla socarrona—. Deberías pasar la noche en mi apartamento.

 

Debido al enojo, Naruto ni siquiera pudo ver que Sasuke a duras penas podía disimular su deseo de que pasaran la noche juntos. Tampoco percibió lo pegados que estaban sus cuerpos, por lo que no pudo disfrutarlo.

 

—¡Los fantasmas no existen, idiota! —Trataba de convencerse a sí mismo en aquella afirmación.

 

Justo entonces las puertas del ascensor se abrieron y una voz conocida para ambos les sobresaltó, especialmente a Naruto.

 

—¿¡Sasuke…!?

 

Bien, puede que los fantasmas no existieran, pero Naruto ahora estaba viendo algo peor que eso. Al otro lado de las puertas, Fugaku les observaba incrédulo.

 

En medio de un ambiente repentinamente pesado, con calma Sasuke se alejó de Naruto, pero mantuvo un suave agarre en una de sus muñecas, tirando de él para abandonar el ascensor antes de que las puertas se cerraran.

 

—Papá —habló sin un tono en concreto.

 

No pasaba desapercibida para él la expresión casi de horror de Fugaku. No iba a hacer una escena mientras le decía algo como “Puedo explicarlo”. Su padre ya sabía sus sentimientos por Naruto y sus intenciones, no iba a explicar lo obvio. Aunque era cierto que no tenía previsto ser encontrado en esa actitud comprometedora, sabía que Fugaku todavía no estaba preparado ni de lejos para enfrentar una situación como esa.

 

La mandíbula de Fugaku se tensó y empuñó las manos, conteniendo el deseo de tomar al hijo de los Uzumaki, zarandearlo y empujarlo lejos de su hijo con alguna venenosa amenaza para que no volviera a acercarse. Pero se contuvo porque lo vio. Vio la forma en que Sasuke rodeaba entre sus brazos a Naruto cuando las puertas del ascensor se abrieron, y ahora veía la mano de su hijo sosteniéndole de la muñeca con aire protector. Lo había notado y eso le irritó doblemente. Su pobre hijo estaba más hundido de lo que pensó, la oscuridad le había tragado por completo.

 

Clavó en los ojos azules una mirada asesina que no pudo contener, haciendo estremecer al adolescente. Ese mocoso insolente y maricón se había atrevido a desobedecerle, y si había algo que Uchiha Fugaku odiaba profundamente era ser desobedecido.

 

Pero ahora le surgía una duda que hizo que su expresión se relajara. ¿Naruto le habría contado a Sasuke la charla que tuvieron días atrás? Eso sólo le traería problemas con su hijo, y era lo último que deseaba. Sólo quería lo mejor para Sasuke, ansiaba protegerle, hacerle regresar a la luz, al camino correcto.

 

—Papá —Sasuke retomó la palabra ante el pesado silencio—. No voy a decir que lo lamento porque no estaba haciendo nada malo, pero sí lamento que hayas visto esto tan pronto. Sé que no estás preparado para aceptarlo, no todavía.

 

Asombrado, Naruto clavó la mirada en el perfil de su novio. Había esperado que Sasuke se disculpara e inventara alguna excusa para hacerles salir airosos del problema. Pensaba que estaba tan nervioso y asustado como él, pero su expresión era seria, casi serena. Por primera vez su novio actuaba como un auténtico adulto frente a sus ojos, nada que ver con el hombre que siempre mentía para evadir los problemas y se ocultaba en su zona de confort. Y a pesar de saber que no era el momento para ello, su corazón se agitó ligeramente, reconociendo aquel sentimiento de admiración en su pecho.

 

Por otro lado Fugaku no sabía cómo reaccionar. Debía luchar contra el deseo de increpar a Naruto, sabía que hacerlo pondría en su contra a Sasuke. El muy bastardo tenía a su pobre hijo comiendo en la palma de su mano. Se forzó a tragarse su odio, debía actuar con cuidado.

 

—No voy a negarte que estoy muy sorprendido. —Desagradablemente sorprendido, pensó—. Me dijiste que él te gusta. —Señaló a Naruto con un seco movimiento de cabeza—. Pero no imaginaba que eras tan… tan “cercano” a él.

 

Como respuesta Sasuke asintió. No estaba en sus planes confesarlo todavía, ¿pero qué más daba? Mañana sería Año Nuevo, podía contar con los dedos de una mano los días que faltaban para hablar con sus padres sobre su relación con Naruto.

 

—Lo cierto es que…

 

Pero como un rayo Naruto le había interrumpido al sospechar sus intenciones, hablando notablemente nervioso.

 

—Lo cierto es que había intentado golpear a Sasuke y él sólo me estaba reteniendo para evitarlo’ttebayo. Eso es todo.

 

Ahora fue Sasuke quien clavó una mirada sorprendida en su novio ante la inesperada intervención. A pesar de que no era del todo mentira, aquella excusa Fugaku no se la iba a creer ni estando borracho, aunque en realidad no le importaba demasiado. Lo que sí le intrigó era su repentina actitud esquiva. Siempre imaginó que cuando el momento llegara, Naruto actuaría más resuelto y que incluso él mismo se presentaría como su pareja frente a sus suegros. Pero ahora sólo veía tensión en su rostro, incluso a través del agarre en su muñeca percibía la tensión.

 

¿Naruto tenía miedo? ¿Por qué? Si de los dos él siempre había sido el que se había mostrado más determinado e ilusionado ante la idea de confesar su relación a sus padres.

 

Para no empeorar la situación, Fugaku fingió creerse esa pantomima. La preocupación crecía a pasos agigantados en su interior ante lo que Sasuke estuvo a punto de decirle. ¿Qué era? ¿Iba a decirle que Naruto le correspondía? Peor aún, ¿qué mantenían una relación?

 

Pero aquello no se iba a quedar así. Había perdido una batalla, pero no iba a perder la guerra. Iba a alejar a ese maricón y sus influencias de Sasuke, o dejaba de llamarse Uchiha Fugaku.

 

—Así que era eso. —Actuó con una tranquilidad que en absoluto sentía, pasando junto a ellos para pulsar el botón del ascensor—. Yo iré a casa, pero hablaremos en otro momento, Sasuke. —Clavó la mirada en Naruto—. Y tú deberías volver ya a casa —aconsejó.

 

Al instante Naruto se liberó del agarre de su novio y asintió nervioso. Sí, lo mejor era marcharse y esconderse en casa hasta que las clases iniciaran. No quería volver a encontrarse con Fugaku. Pero apenas se alejó un paso en dirección a las escaleras y no tuvo tiempo ni de abrir la boca para despedirse cuando de nuevo fue retenido por la muñeca y Sasuke habló.

 

—Naruto se irá en un rato —aseguró serio.

 

Sin más remedio Fugaku asintió, aunque por dentro ansiaba el momento en que pudiera encontrarse a solas con el hijo de los Uzumaki. Y se encargaría de que ese encuentro se diera lo más pronto posible. Cuando el ascensor se abrió, se despidió de forma escueta y se marchó. Pero no pudo evitar, cuando el ascensor bajaba, propinar un puñetazo en las puertas metálicas en un intento de soltar una parte del coraje y la frustración.

 

Sasuke permaneció un momento en silencio, observando pensativo las puertas cerradas del ascensor. Para él estaba claro que Fugaku no había creído la excusa de Naruto, pero por alguna razón había fingido hacerlo. Quizá para no tensar más la situación. Sea como sea, agradecía que su padre no hubiera hecho una escena por encontrarle simplemente abrazando a Naruto. Sí, sin duda se notaba que estaba poniendo de su parte para aceptar su orientación sexual y sus sentimientos hacia Naruto.

 

—¿Crees que está enfadado?

 

La pregunta hizo reaccionar a Sasuke, percibiendo el tono de preocupación.

 

—Más que enfadado, creo que está incómodo. Pero no le des mayor importancia, mi padre acabará aceptándolo.

 

Con un movimiento de cabeza señaló en dirección donde estaba la puerta de su apartamento y comenzó a caminar por el pasillo, llevando a su novio a quien todavía sostenía de la muñeca.

 

Una vez dentro le soltó y Naruto habló.

 

—¿Estás seguro de que a tu padre no le molesta tu orientación sexual y tu interés hacia mí?

—Lo estoy. —Asintió—. Aunque te confieso que sí le incomoda el hecho de que seas diez años menor.

 

Una pequeña sonrisa desganada apareció en los labios de Naruto. Al parecer Fugaku no estaba siendo sincero con su hijo, pero no quería hablar sobre eso con él para no estropear aquella relación padre e hijo.

 

Percibiendo por un momento el malestar en la expresión del adolescente, Sasuke le tomó de la mano y le guió a la habitación.

 

—No creas que he olvidado que has dicho que te daba miedo encontrarte algún fantasma de camino a casa y que querías dormir aquí. Para demostrarte que soy un buen hombre, acepto.

 

Al principio Naruto se dejó guiar, aturdido por el brusco cambio de tema, pero cuando procesó sus palabras arrugó el entrecejo.

 

—¡Pero serás… teme! —masculló—. En ningún momento dije eso. Lo propusiste tú.

 

Sasuke emitió una risilla socarrona mal disimulada mientras comenzaba a quitarse la ropa para ponerse el pijama.

 

—Deberías llamar a tus padres para decirles que no dormirás en casa.

 

A pesar de mascullar que era un manipulador, Naruto terminó obedeciendo. Llamó a casa y por suerte para él respondió Kushina. Cuando le contó que sobre la marcha había decidido pasar la noche en casa de Kiba, ella pareció alegrarse y le insistió en que se divirtiera mucho pero que fuera cuidadoso.

 

—¿Te han dado permiso? —Le preguntó Sasuke cuando colgó.

—Sí. Por alguna razón mi madre se escuchaba contenta al saber que quería pasar la noche fuera de casa.

 

Sasuke no le dio importancia a aquello, lo que importaba es que Kushina había aceptado. Le ofreció un pijama a Naruto, a pesar de saber que éste lo rechazaría porque prefería dormir en ropa interior. No era tarde, pero en el fondo quería mantener a Naruto cerca aquella noche, así que tras cepillarse los dientes se metieron en la cama.

 

—Oye, Sasuke… —le llamó mientras se arropaba hasta las caderas. El apartamento tenía una temperatura agradable.

—¿Mn?

—¿Estás seguro de que todo estará bien con tu padre? —Giró la cabeza para mirarle—. ¿Y si no lo acepta? ¿Y si no quiere que yo esté contigo?

 

Intrigado ante la insistencia con ese tema, Sasuke giró, quedando de lado y apoyando su peso en un codo. De nuevo veía esa expresión en su novio.

 

—Entiendo si el encuentro en el pasillo te ha puesto nervioso, Naruto, pero no tienes que preocuparte. Y ahora que lo pienso, todavía no hemos decidido una fecha concreta para hablar con nuestros padres. —Conociendo al impulsivo de Naruto, quien quería las cosas cuanto antes mejor, seguro que propondría como fecha el día dos, dentro de tres días—. ¿Te parece el día dos?

—Sobre eso’ttebayo… —balbuceó inquieto.

—¿Qué?

—¿Podemos dejarlo para más adelante?

 

Ante aquella propuesta Sasuke parpadeó incrédulo. ¿Había escuchado bien?

 

—Estás bromeando, ¿cierto?

—¿Por qué lo haría?

—Dobe, ya he perdido la cuenta de las veces que has mostrado tu deseo de contar lo nuestro a nuestros padres. —Incluso de las veces que Naruto le había echado en cara que le ocultara de sus padres—. Te prometí que después de Año Nuevo lo hablaríamos, tú estabas muy conforme con ello, ¿y ahora quieres posponerlo? Es extraño.

—¿Qué problema hay? Tú siempre has querido posponerlo también.

—No es que haya un problema, simplemente trato de cumplir lo que te prometí.

 

Nervioso, Naruto jugueteó con sus manos sobre su regazo, mirando fijamente el techo mientras trataba de pensar una buena excusa para que Sasuke aceptara retrasar el encuentro con los progenitores de ambos. Pero no se le ocurría nada lo suficientemente creíble, y el silencio entre ellos empezaba a alargarse.

 

—Naruto —le llamó un poco más serio—, ¿tienes miedo?

—Un poco. —Era inútil negar lo obvio.

 

El desconcierto de Sasuke aumentó con aquella respuesta. Naruto, quien siempre mostraba una valentía que rayaba en lo inconsciente ¿tenía miedo? Él, que siempre había ansiado que llegara ese momento, que había asegurado que aunque Minato y Kushina no lo tomaran bien les haría cambiar de opinión… ¿ahora tenía miedo?

 

—¿Por qué?

 

La fija mirada oscura posada sobre él empezaba a incomodarle, así que giró hasta darle la espalda. Estaba siendo patético, se sentía como un niño pequeño.

 

—¿Y si no lo toman bien?

—Siempre ha existido esa posibilidad, y a pesar de todo querías que habláramos con nuestros padres. Dijiste que si tus padres no me aceptaban intercederías ante ellos por mí. Y con mis padres no hay mayor problema, mi madre lo acepta y mi padre sólo necesita un poco de tiempo, ya te he dicho que le incomoda la diferencia de edad.

 

Lo cierto era que desde que confesó su orientación sexual y sus intenciones con Naruto, se sentía más animado para hablar con los progenitores de ambos. Siempre imaginó un escenario pesimista donde los padres de Naruto pondrían el grito en el cielo, les alejarían y hasta le denunciarían; mientras que sus padres se sentirían decepcionados de él hasta el punto que la relación con ellos se rompería para siempre.

 

Ahora, quien le preocupaba ligeramente era Minato. Ese hombre tenía cierto aire sobreprotector con su hijo. Pero si su padre, quien era bastante conservador, no había puesto el grito en el cielo, esperaba que Minato tampoco lo hiciera.

 

No tenía por qué salir mal, pensó optimista. Les haría ver a los Uzumaki que sus intenciones con Naruto eran sinceras y que cuidaría de él. Sería liberador no tener que ocultarse frente a sus familiares, y, ¿por qué no admitirlo?, hasta le hacía cierta ilusión que el momento llegara.

 

Por eso no entendía la repentina perspectiva negativa con la que Naruto estaba enfocando el encuentro con sus padres. Era como si sus personalidades de pronto se hubieran invertido.

 

—La diferencia de edad. —Escuchó decir a Naruto casi en un susurro, pensativo—. Dime, Sasuke, ¿cómo crees que habrían sido nuestras vidas si tú y yo hubiéramos tenido la misma edad?

 

Sasuke meditó la respuesta por un breve momento, no le llegaba nada en concreto a la mente. Sus vidas podrían haber sido de mil formas diferentes.

 

—Quién sabe.

—¿Te habrías fijado en mí?

—Sinceramente, no lo sé. —Sonrió socarrón—. Suponiendo que me acosarías hasta el cansancio, probablemente sí. —No pudo verlo, pero el rostro de Naruto se enserió ante su respuesta—. Pero también cabe la posibilidad de que tú te fijaras en otra persona. ¿Tú te habrías fijado en mí?

—¡Seguro! —afirmó al instante, girando un poco para enfrentarle con determinación.

 

Naruto podía visualizarse asistiendo al mismo colegio e instituto que Sasuke, en la misma clase, ¡incluso se sentarían juntos! En la universidad inevitablemente sus caminos se separarían porque tenían sueños distintos, pero fuera de clases continuarían frecuentándose, jugarían fútbol en el parque, irían de aquí para allá. Puede que incluso Fugaku no se tomara la situación tan mal, ya que ambos tenían la misma edad.

 

—Bueno, supongo que te habría costado hacer que te corresponda un Sasuke de dieciocho años. En mi adolescencia estaba más interesado en las mujeres, nunca se me habría pasado por la cabeza tener algo con otro chico. —Alzó una mano, pellizcándole una mejilla—. Tampoco lo habrías tenido fácil, dobe.

 

Naruto se alejó, volviendo a acomodarse en la cama nuevamente pensativo.

 

Sé que Sasuke no es así, sólo está confundido, por eso no quiero volver a verte cerca de él. Le estás influenciando.

 

Le has contagiado con tu “moda homosexual”.

 

No podía sacarse de la cabeza las palabras de Fugaku y su mirada de desprecio, no dejaba de preguntarse si realmente era cierto que había influenciado a Sasuke. Cada vez que pensaba en esa posibilidad, se sentía un ser despreciable.

 

Es cierto que tus insistencias influyeron para que esta relación naciera, de no ser por tu terquedad jamás te habría notado como algo más que el mocoso gritón de los Uzumaki.

 

Sonrió desanimado, repentinamente agotado, ya no quería pensar más.

 

—De no ser por mi terquedad jamás me habrías notado como algo más que el mocoso gritón de los Uzumaki, ¿no es así?

 

Sasuke recordó sus propias palabras al escucharlas salir de los labios de su novio. Las había olvidado. No supo por qué, pero sintió que era mejor no responder esa pregunta. De repente Naruto se veía apagado, se preguntó si le había ofendido con algo que había dicho.

 

—Ya es suficiente de hablar de nuestros padres y de lo que podría haber sido —zanjó la conversación. Sin más se recostó también, rodeando el cuerpo contrario con un brazo para mantenerles cerca—. De acuerdo, dejaremos nuestra conversación con ellos para más adelante, cuando te sientas preparado.

—Gracias. —No pudo disimular un suspiro de alivio.

 

Y aunque el abrazo de Sasuke le gustaba, por primera vez le incomodaba. Necesitaba hablar con alguien sobre lo que le preocupaba, pero no sabía a quién acudir. Sus padres no eran una opción, Gaara tampoco por obvias razones… ¿tal vez Sakura-chan? ¿Ella sería lo suficientemente madura como para darle un consejo sabio? Porque era eso lo que necesitaba.

 

—Relájate, tonto. —Escuchó el susurro de Sasuke contra su oreja—. Estás tenso.

 

A Sasuke le llamó la atención la forma en que Naruto se removió ante sus palabras, como si además de tenso estuviese incómodo. De hecho debía estarlo, ya que en absoluto era normal que estando tan juntos Naruto no hubiese empezado algún que otro beso acompañado de caricias.

 

¿Pero por qué casi siempre esperaba a que fuera Naruto quien tomara la iniciativa? Él también podía hacerlo alguna vez.

 

Afirmando el abrazo, comenzó a repartirle sutiles besos en la nuca mientras la palma de su mano se deleitaba recorriendo los pectorales, descendiendo después por el firme estómago hasta llegar al bajo vientre.

 

Y de nuevo Naruto se removió, incluso detuvo su mano tomándola de la muñeca.

 

—Déjalo, Sasuke —le dijo, girando un poco para mirarle apenas un instante—. No tengo ganas. —Y regresó a su postura anterior.

 

Aquello le paralizó al instante, parpadeando incrédulo. No pensó que viviría como para escuchar a Naruto decir alguna vez que no tenía ganas. ¡Él, la hormona con patas, ¿sin ganas para una ronda de besos y caricias?! Imposible. Eso sólo significaba que el encontronazo con Fugaku le había perturbado más de lo que parecía a simple vista.

 

—¿Te estás escuchando? —Fue lo único que atinó a responder.

 

Al instante Naruto frunció el ceño sin que el otro pudiera verlo. En realidad claro que tenía ganas, ¡tenía muchas ganas!, pero su mente era un caos en ese momento. Seguía recordando el rostro severo de Fugaku y sus palabras, reflexionando sobre si realmente había hecho a Sasuke sentirse confundido sobre su orientación sexual, preguntándose si debería hablar sobre ello con él, pero un segundo después lo descartaba porque no quería crearle problemas con Fugaku. Sasuke le hizo ver cuánto le importaban sus lazos con sus padres, y él no quería ser la persona que estropeara la relación padre e hijo. No quería causarle problemas.

 

Chasqueó la lengua cuando una mano sobre su hombro le hizo girar para quedar bocarriba, encontrándose de frente con la oscura mirada de su novio.

 

—¿Y ahora qué’ttebayo?

 

Recibió un suave beso en los labios antes de que Sasuke le contestara.

 

—¿Tanto te inquieta que mi padre nos haya visto? —Sin esperar respuesta, continuó—. Deja de pensar en eso. Todo va a estar bien.

 

Naruto quiso decir que no iba a estar bien, que nada estaba bien, que él no estaba bien; pero al final sólo apretó los labios formando una línea recta y suspiró por la nariz. No debería estar ahí, en ese momento tendría que estar en su casa, encerrado en su habitación para poder meditar con calma.

 

—Naruto—. El serio llamado captó su atención—. Sea lo que sea lo que está pasando por tu cabeza, deja de pensar en eso de una vez. Te estás comportando extraño.

 

Conteniendo un nuevo suspiro, Naruto se cubrió el rostro con los brazos. Sasuke tenía razón, se estaba comportando extraño y sólo estaba preocupándole.

 

No, tenía que dejar de comportarse como un niño asustado. Siempre había presumido de tener agallas incluso en las situaciones más difíciles, y esta vez no sería la excepción. No, Uchiha Fugaku no iba a poner su mundo patas arriba, no iba a obligarle a alejarse de Sasuke. ¡Ni hablar!

 

Probablemente Sasuke tenía razón y Fugaku sólo necesitaba tiempo para asimilar todo. Quizá aquella tensa situación sería breve y en cuestión de días el hombre cambiaría de parecer y le aceptaría junto a su hijo.

 

—Tienes razón —murmuró más tranquilo, dejando reposar los brazos sobre la almohada para poder ver el rostro de su novio.

 

Si quiso decir algo más se le olvidó en el momento en que Sasuke se inclinó sobre él para presionar sus labios. Esta vez no le alejó, sino que alzó apenas la cabeza, buscando más contacto. El otro entendió su gesto y al instante ladeó un poco más el rostro, abriéndose paso con su lengua, y sin querer meditarlo demasiado, se posicionó sobre el adolescente. Cuando las manos de Naruto empezaron a acariciarle la espalda, atreviéndose incluso a darle algún que otro roce descarado en los glúteos, deseó no haberse puesto el pijama. La tela era un impedimento para disfrutar por completo el roce de sus cuerpos, el calor de Naruto, semidesnudo bajo él, y sus caricias.

 

A regañadientes se alejó, incorporándose un poco para desprenderse de la molesta camiseta con rapidez. Cuando volvía a posicionarse sobre Naruto, le escuchó emitir una risilla socarrona.

 

—Pero qué impaciente’ttebayo.

 

Alzó una mano, dándole toquecitos con un dedo en uno de los costados. Trató de disimular la forma en que sus ojos se desviaban constantemente al torso de su novio, más firme y tonificado gracias al ejercicio, y continuó con lo que hacía hasta que le escuchó emitir una risa ahogada. Su sonrisa se volvió una maliciosa cuando dio con el punto débil de Sasuke. Tomando impulso les hizo girar en la cama, sentándose sobre los muslos del otro para atacarle con cosquillas en los costados con mayor comodidad.

 

Se sintió complacido cuando la risa de Sasuke inundó la habitación mientras le ordenaba de forma entrecortada que se detuviera.

 

—¡Ba-basta!, usuratonka… chi.

 

De pronto la habitación dio un vuelco para Naruto quien de nuevo se halló bajo el cuerpo de Sasuke, recibiendo su venganza en forma de cosquillas y siendo él quien ahora reía a carcajadas.

 

—Sasuke… ¡no! —suplicó entre risas, tomándole de las muñecas en un intento de detenerle mientras se removía inquieto. Cuando las lágrimas ya abandonaban sus ojos y sentía que no podía reír más, las cosquillas bajaron de intensidad, volviéndose suaves caricias en el costado derecho y el pectoral izquierdo—. Eso fue intenso’ttebayo… —dijo casi en un hilo de voz aunque con tono animado, limpiándose las lágrimas.

 

Sasuke sonrió satisfecho tras ver completada su venganza, sabiéndose vencedor en aquel juego que el tonto había iniciado; aunque la satisfacción también era debida al rostro risueño de su novio en aquel momento. No pudo evitar felicitarse a sí mismo por haber hecho desaparecer esa expresión entre miedo y preocupación y ese ánimo enturbiado.

 

Después, sus ojos descendieron despacio por el cuello hasta llegar al torso, el cual subía y bajaba con las rápidas respiraciones de Naruto que poco a poco iba calmándose. ¿Había dicho que las cosquillas fueron intensas? A él se le ocurría algo mucho más intenso que podrían hacer y que dejaría a Naruto más exhausto que las cosquillas. Una vez más maldijo la diferencia de edad. Aunque reconocía que en las últimas semanas su moral se había vuelto laxa, más de lo que debería, y a pesar de saber que eso no era bueno, cada día le importaba un poco menos.

 

Sabía que se había asegurado una y otra vez que no pasaría a mayores con su novio hasta que éste fuera mayor de edad, pero… Naruto le resultaba una tentación muy grande, llevaba diez meses conteniéndose, incluso pensaba que alguien debería darle un premio por ello.

 

Un premio que más adelante deberían quitarle porque empezaba a convencerse de que no sería capaz de aguantar dos años más.

 

—¿Qué? —La pregunta de Naruto, a pesar de ser casi un susurro, le sacó de sus cavilaciones—. Deja de mirarme así, teme, parece que me quisieras comer con los ojos. —Compuso una falsa expresión ofendida, como si aquello le disgustara—. Per-ver-ti-do —insultó con un tono cantarín.

 

Sasuke chasqueó la lengua y un tic le sacudió la ceja derecha, pero después compuso una pequeña sonrisa arrogante.

 

—En esta habitación la única hormona con patas eres tú. Desde el principio has deseado que haga algo más que “comerte con los ojos”.

 

El comentario le arrancó un rubor a Naruto que abrió la boca para protestar, pero sabía que sería inútil… Sasuke tenía razón. Ladeó el rostro.

 

—Tal vez… puede ser que lo desee, un poco —balbuceó. No pudo ver al otro rodando la mirada ante su comentario—. Pero sé que no lo harás. —En su interior se lamentó por los dos largos años que le quedaban por esperar.

—¿Quieres apostar, usuratonkachi?

 

Aquella pregunta le hizo parpadear incrédulo y al instante giró la cabeza para encararle lleno de intriga.

 

—¿Qué…? ¡Ah!

 

En menos de un segundo Sasuke había descendido hasta su torso, lamiéndole un pezón mientras estimulaba el otro dándole sutiles roces con las yemas de los dedos. El estremecimiento que sacudió su cuerpo fue tan perceptible que le avergonzó un poco mostrar cuánto le habían afectado esas pequeñas atenciones. Pero si aquello le había tomado por sorpresa, más le sobresaltó cuando otra mano se posó segura sobre su entrepierna, brindando caricias descaradas con la palma.

 

—¡Sa-Sasuke! —exclamó en un jadeo, rodeando el cuerpo del mayor entre sus brazos.

 

Inquieto movió las piernas y aferró una mano en los negros mechones de la nuca cuando las lamidas en su pezón se convirtieron en suaves succiones. Aquel arrebato de pasión le había tomado con la guardia baja, su cuerpo reaccionaba con evidente emoción. Se le antojaba lejana la última vez que tuvieron un encuentro íntimo, aunque en realidad quizá no hubiese pasado tanto tiempo. En serio empezaba a admirar a Sasuke por su temple habitual, parecía no necesitar tanto como él aquellos momentos.

 

Su estómago se encogió cuando los suaves labios descendieron entre besos húmedos hasta el vientre, y se vio obligado a separar las piernas un poco más para dejar espacio a Sasuke que se acomodó entre ellas, sin dejar de acariciarle sobre le ropa interior con algo más de intensidad. Su respiración empezaba a ser un poco ruidosa, interrumpida con jadeos y algún que otro suave gemido. Ansioso aferró una mano a la almohada mientras la otra continuaba sobre los negros cabellos. A pesar de que siempre trataba de incitar a Sasuke para hacer algo más que darse castos besos, cuando pasaban a mayores no podía evitar sentir que se moriría de la vergüenza. Al contrario de Sasuke, su cuerpo reaccionaba con rapidez, como un volcán ansiando entrar en erupción, eso le avergonzaba y le ponía nervioso. Es más, ya estaba algo duro, y el tener el rostro de su novio tan cerca de su entrepierna le creaba cierta incomodidad a la par que le hacía sentir expectante y deseoso.

 

Se abofeteó mentalmente y en un impulso apoyó su peso sobre un codo, incorporándose dispuesto a moverse también para llenar a su novio de besos y caricias.

 

—Ahora es mi turno…

 

No terminó de hablar cuando sin esperarlo la mano en su torso le obligó a recostarse de nuevo con un firme empujón. Parpadeó confundido, y la confusión se convirtió en vergüenza una vez más cuando las manos de su novio se aferraron al elástico de su ropa interior y la bajó lo suficiente para descubrir su creciente erección. Totalmente sonrojado y nervioso alzó un poco la cabeza, alarmándose cuando los besos retomaron su camino descendente y la masturbación continuó.

 

Entonces un corrientazo placentero le sacudió cuando la lengua de Sasuke se deslizó a lo largo de su erección, arrancándole un gemido. Primero despacio y con cierta inseguridad, pero después las lamidas se repetían con mayor confianza. De nuevo cerró la mano en torno a los negros cabellos, agitándose un poco más cuando las lamidas terminaron para dar paso a la boca de Sasuke que empezó apresando la punta entre sus labios, abarcando en cada sube y baja un poco más.

 

—¡Para!, ¡para! —suplicó acelerado, tironeándole con impaciencia de los cabellos. El otro se alejó, pero lejos de estar molesto, trataba de sofocar una risilla burlona—. ¡No te rías de mí’ttebayo!

—Es que tienes tan poco aguante…

 

Naruto le envió una mirada matadora que no le salió muy bien, la sensación de placer bullendo bajo sus venas no le dejaba concentrarse en estar enojado. Ese teme no sabía nada, cuando se masturbaba aguantaba más, pero cuando él le tocaba su cuerpo se volvía más sensible y reaccionaba con más intensidad.

 

—Dobe… Sólo relájate, concéntrate y disfruta —le dijo antes de continuar con lo que hacía.

 

El orgullo infló el pecho de Sasuke al ver que, a pesar de su inexperiencia y sus movimientos un poco torpes por momentos, Naruto había disfrutado. Tampoco es como si Naruto hubiera tenido otras experiencias antes para comparar, así que eso era un punto a su favor. En su mente habían quedado grabados sus gemidos, su rostro sonrojado y su expresión de placer.

 

La alarma del teléfono móvil de Sasuke sonó, haciendo despertar a ambos. Le fue un poco complicado alcanzar el aparato en su mesa de noche porque el rubio estaba aferrado a él.

 

—Mn… ¿qué hora es’ttebayo? —balbuceó con pereza, sus ojos amenazaban con volver a cerrarse.

—Temprano —respondió, liberándose sin mucho ánimo de aquel abrazo para incorporarse. ¿Quién tendría ganas de levantarse para ir a trabajar cuando podría estar un par de horas más durmiendo junto a ese cuerpo desnudo?—. Sigue durmiendo.

 

Se marchó dispuesto a desayunar algo y asearse. Cuando terminó y estaba por irse al hospital, regresó a su habitación para recoger la mochila, pero sin pretenderlo antes de salir se detuvo a los pies de la cama, mirando por un momento a Naruto dormir, concentrado en su expresión serena. Se obligó a salir de su ensimismamiento y caminó unos pasos, pero una suave voz le detuvo.

 

—Espera…

 

Cuando Sasuke giró, sonrió ligeramente al ver a Naruto con expresión adormilada poniendo morritos en espera de un beso. Sonriendo ligeramente, se inclinó sobre el otro y presionó sus labios en un suave beso, apenas un sutil roce.

 

Si Sasuke hubiera sospechado que aquel sería el último beso que compartirían, habría prolongado el momento y por nada del mundo habría permitido que Naruto abandonara su apartamento.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).