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Sahara por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola, hola!!!

Espero que lo hayan pasado chévere en estas fiestas decembrinas (yo lo hice, a pesar del trabajo, XD), cenado hasta reventar, bebido hasta morir, dormido todo el día, XD… okay, no ._.

He aquí la novena entrega de ‘Sahara’, que me ha quedado poco más larga que otros capítulos. A quienes esperaban la entrega, gracias por la paciencia.

 

ADVERTENCIA: M-preg. Ya lo había advertido desde el episodio 6 (incluso se menciona en el resumen), cuando todavía era tiempo de dejar la historia si el tema no es de su agrado. Si han llegado hasta aquí, asumiré que no hay problema y que tienen muy claro esto, así que no aceptaré quejas o insultos.

 

Disclaymer: Los personajes e historia original de Saint Seiya, así como la canción ‘Sahara’, son de sus respectivos autores. El fic sí es de mi propiedad.

Parte 9: La maldición de la reina

 

En uno de los recintos del palacio de Tebas, los días y las noches transcurrían bastante lentos al gusto de la Primera Esposa Real desde la última vez que vio a su amigo Afrodita. Unas semanas antes lo había notado muy ausente, y su aspecto más recatado poco se parecía a su suntuoso porte de otros tiempos. Al principio lo atribuyó al cansancio y las marcas en su cuerpo causados por la intensa actividad a la que Máscara de Muerte lo sometía. Sin embargo la última vez que lo vio supo el verdadero por qué: su amigo le vendió su libertad y el resto de su existencia al mercenario, a cambio de unos documentos confidenciales y prohibidos… mismos que en estos momentos sostenía entre sus manos, y que eran nada menos que los apuntes realizados por el Médico de Asiria durante su estadía en Egipto. A decir verdad el rubio no pudo llevárselos la noche de su huida, hace ya cuatro meses y medio, pero Shion los había encontrado y ocultado en un lugar cuya ubicación sólo él conocía. Empero, por algún motivo y de alguna forma desconocida, Máscara de Muerte pudo hallarlos para posteriormente hurtarlos, traducirlos y copiarlos. Al final, gracias al sacrificio de Afrodita, pudo descubrir qué era aquello que le aquejaba desde hace meses.

 

Al principio se desmayó de la impresión, tal y como lo hizo cuando Shion le dio la terrible noticia de la muerte de Shaka. Éste último le comentó en algún momento que su padre Asmita había atendido clandestinamente algunos casos similares al suyo, pero que ninguno de aquellos había sobrevivido, pues se consideraba más una maldición por ir en contra de las leyes naturales (1). Eso lo abrumaba, pero también le daba ánimos de aferrarse a la vida y mantener la cordura.

 

Cinco, cuatro, tres, dos, uno… era exactamente el número de pasos que alcanzaba a escuchar cada vez que Shion venía a visitarle. Raudamente ocultó los documentos bajo la trampilla que aún no había sido descubierta, y fingió estar dormido desde hace un buen rato. Con el corazón latiéndole a mil, sintió la mano de su marido acariciar su mejilla con la delicadeza de un tiempo atrás. De un tiempo hasta ahora, su marido había dejado de visitarle diariamente, pues sus deberes como faraón acaparaban mucho de su tiempo. Empero, cuando lo hacía, sólo dejaba un beso sobre las dos marcas que lo distinguían como miembro de la familia real, con una ternura tan inusitada que poco a poco llegaba hasta lo más recóndito de su corazón. Si bien era cierto que éste seguía perteneciéndole al cuentista, a veces no podía evitar sentirse culpable de orillar a Shion a esto… después de todo, dioses y humanos cometían locuras por amor, y a decir verdad el joven faraón siempre le había profesado más amor del que podía corresponder, fuera como hermano, como hombre e incluso como faraón.

 

Nuevo día. En algún lugar del enorme Sahara, tres hombres azules y dos niños se encontraban merodeando entre los escasos puestos de algún mercado. Algunas semanas atrás habían sido emboscados y capturados por un grupo de hombres armados. Al principio creyeron que la ira del faraón ya los había alcanzado y se dejaría caer sobre ellos con todo. Empero los días transcurrían y no pisaban las cercanías de la próspera Tebas. No fue hasta una tarde, en que fueron arrojados al interior de una jaula con otros hombres, cuando supieron que serían llevados a las lejanas tierras del Sinaí en calidad de esclavos (2). No obstante lograron escapar antes de llegar al punto sin retorno, gracias a los pequeños Shun y Hyoga. Resultaba que, en algún punto de su peregrinaje, los dos infantes encontraron unos frutos y los guardaron por si acaso. Como sus opresores prácticamente los estaban matando de inanición, se vieron en la necesidad de comerlos. Sin embargo dos de sus captores los sorprendieron y, con afán de fastidiarlos, se los quitaron para comérselos en su presencia. No obstante esto despertó la envidia de los demás, y pronto comenzó una absurda disputa por ellos. Al final aquellos hombres cayeron en un estado de letargo, pues resultaba que esos frutos se empleaban como narcóticos (3). Escapar de la jaula fue más sencillo, pues uno de sus compañeros, un fortachón llamado Aldebarán, logró deshacerse de sus ataduras y romper parte de la jaula hecha de troncos. Después de ello ataron a sus captores y los metieron a la misma jaula, para luego dispersarse. Por ello ahora se encontraban en algún mercadillo ideando la forma de conseguir provisiones sin ser vistos, pues no contaban con más que la pulsera en el tobillo del asirio, que lo delataba ante cualquiera que supiera de la recompensa que se ofrecía por capturarle y llevarle ante el poderoso faraón.

 

—Ya me aburrí —se quejaba Milo—. Llevamos así todo el día y no hemos conseguido ni una mísera pieza de pan.

—Eso es porque no buscan en el lugar adecuado —se oyó una voz a sus espaldas. Por inercia voltearon a ver, creyendo que ésta vez sí les había llegado la hora, pero todo lo que encontraron fue a un hombre de cabello castaño-rojizo y ojos verdes, que tendría unos veinticinco años. —Mi nombre es Dohko, de la tribu norte. Por lo que veo, ustedes vienen del sur ¿o no?

—De hecho somos del este —espetó Camus con su habitual tono frío.

 

Un intercambio de palabras más tarde, todo mundo se encontraba degustando una pieza de pan, en el interior de una tienda hecha de pieles, maderas y esteras. Resultaba que Dohko vivía cerca del campamento de los kel temahak del occidente, junto con dos niños llamados Shiryu y Sunrei, de la misma edad de Hyoga y Shun. El castaño se encontraba ahí por encomienda del líder de su tribu de origen. Asimismo había sido muy amable al darles abrigo por lo menos por unos días. Sin embargo no sabían lo que esa amabilidad ocultaba.

 

—He oído a la gente hablar mucho de un sujeto conocido como El Cuentista de Asiria ¿ustedes saben algo?

—Pues no mucho —respondió Milo, aparentando casualidad—. Sólo que el faraón ofrece mucho por su cabeza, pero no se sabe por qué.

—Debió haber hecho algo muy grave como para que la noticia se extendiera tan lejos ¿no creen?

 

Shaka cubría disimuladamente su brazalete del tobillo con su túnica azul, pero Dohko era suspicaz y lo notó. Asimismo, y cuando se tocaba cualquier tema que se relacionara con su reina, se preguntaba si se encontraría bien, si el faraón no le había hecho algún daño como represalia por su insubordinación, o si al menos seguía en sus pensamientos. Tan ensimismado estaba en esos cuestionamientos que apenas si se dio cuenta de que el castaño había cambiado de tema, pues ahora hablaba de cómo había cuidado de Shiryu y Sunrei, a quienes sus padres abandonaron desde más pequeños. Un rato más tarde todo mundo, menos él, se dispuso a dormir… o eso creía.

 

—¡Vaya! Creí que jamás te encontraría —espetó el castaño.

—¿Cómo?

—Sé quién eres en realidad, y de hecho te estaba esperando.

—¿Por qué no me sorprende? —inquirió, más para sí mismo que para el oji-verde— Todos buscan lo mismo.

—A decir verdad la joya en tu tobillo y el color de cabello te delatan. Pero no voy a entregarte, la recompensa no me interesa en lo más mínimo.

—Entonces ¿por qué…?

—Bien, te lo diré —Dohko anticipó su pregunta. Respiró profundamente y luego de soltar un suspiro, continuó. —Seguramente conoces la maldición con que los dioses asirios castigan a quienes violan las leyes naturales —el rubio asintió—. Se dice que la familia real de Egipto tiene una maldición peor desde hace más de 700 años, ya que ésta no sólo afectó a aquellos sobre quienes fue conjurada, sino a su familia y descendientes. Cada cien años uno de los hijos varones del faraón en turno estará condenado a llevar en su vientre un bebé. Y digo condenado porque, como sucede en tu pueblo, la mayoría ha muerto al dar a luz o el embarazo se interrumpió sin causa aparente.

—¡Al grano! —exclamó el asirio, exasperado y algo ansioso, como si tuviera un mal presentimiento.

—Tu reina, Mu, es víctima de esa maldición, y como tal es probable que esté encinta del faraón o de ti.

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1. Según la ley 20 del Código Hammurabi, en Asiria sí se castigaba la homosexualidad masculina con la castración, aunque la homosexualidad femenina era permitida. Sin embargo del Antiguo Egipto no se sabe mucho del tema, pues la sexualidad casi no se representaba y rara vez se mencionaba en textos. Esto ha dado lugar a muchas interpretaciones, pero yo tomé como referencia una versión del mito de los dioses Seth y Horus (hermano e hijo de Osiris, respectivamente) en que se disputan el gobierno de Egipto. El primero convence al segundo de dormir con él, y éste acepta. Seth le penetra para dejarle en claro que él es el dominante y así demostrar que debe ser el rey. Sin embargo Horus recibe la ayuda de su madre Isis y le hace una treta, de tal manera que la Enéada (que son nueve dioses jueces) declaran a Horus como dominante y por tanto merecedor a ser rey, mientras Seth es desterrado. Hay quienes dicen que incluso él dio a luz un hijo de Horus.  En otras palabras, la homosexualidad podía ser vista como una cuestión de dominio. Y, en mi caso particular, vi el embarazo de Seth como un análogo de la maldición de Mu.

Como dije arriba, los pocos hallazgos se prestan a diferentes interpretaciones.

Para más información, sugiero checar estos links.

https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_homosexualidad_en_Asia#Mesopotamia

http://minimosymaximos.blogspot.mx/2012/08/homosexualidad-en-el-antiguo-egipto-de.html

http://historsex.blogspot.mx/2014/07/homosexualidad-en-el-antiguo-egipto.html

http://homocronicas.blogspot.mx/2010/08/caprichos-de-faraon.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Homosexualidad_en_el_Antiguo_Egipto

 

2. En Egipto la concepción de la esclavitud difería de otras culturas, pues debía mantenerse el maat u orden en la Tierra, y éste incluía la dignidad humana. Es decir, no se empleaba la fuerza para que alguien se volviera esclavo. Por esto se puede inferir que los captores de Shaka y compañía eran extranjeros.

3. El fruto al que hago referencia es la Belladona (Atropa belladonna). Es un arbusto resistente perenne miembro de la familia Solanaceae. Es nativa de Europa, norte de África, y oeste de Asia.

Fue utilizada en el antiguo Egipto como narcótico, luego por los sirios para ‘alejar los pensamientos tristes’, pero se difunde su uso por las brujas de la Edad Media. Su nombre deriva del uso doméstico que hacían las damas italianas que se frotaban un fruto de belladona debajo de los ojos con fines estéticos (Su uso produce midriasis o dilatación de las pupilas).

Sus alcaloides (hiosciamina, atropina, escopolamina), todos derivados de los tropanos, la convierten en una planta venenosa capaz de provocar estados de coma o muerte si es mal administrada. En dosis tóxicas provoca cuadros de delirio y alucinatorios. A pesar de ello esta planta es utilizada con fines oftalmologicos, como antiespasmódico y antiasmático.

 

Seguramente se estarán preguntando cómo hicieron Dita y DM para obtener y entregar los documentos sin ser descubiertos, o cómo rábanos Dohko sabe sobre Mu, la maldición de los dioses asirios y de la familia real si se supone que ese tipo de conocimientos eran celosamente guardados por los sacerdotes y otros altos mandos… o tal vez se pregunten qué me fumé para escribir esto, :v

Como sea, todo esto y más se irá aclarando en la posteridad, porque esto va para largo, XD.

Un review con una crítica constructiva, sugerencia, comentario o felicitación, o agregado a favoritos, siempre serán bienvenidos. Nos leemos en la próxima, chaito.


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