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Modelo solitario por Fullbuster

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Aomine Daiki

 

 

 

No esperaba que Kise me besase en aquel momento pero tampoco pensaba desaprovechar esa oportunidad. Siempre decían de mí que era un mujeriego, que me iba con cualquiera y no tenía sentimientos pero no era cierto, los tenía sólo que no por las personas con las que había pasado un buen rato, para mí sólo era eso… un buen rato. Kise era diferente y en parte ese sentimiento me asustó.

 

Habría llegado con él hasta el final de no haber sido por la interrupción pero gracias a ella me di cuenta de algo… no quería que él fuera una más de mis conquistas, quería que fuera algo realmente enserio. Quizá sólo había llegado hasta ahí por agradecimiento, quizá sí quisiera o puede que no, no sabía lo que ahora mismo pasaba por aquella rubia cabecita y eso me asustaba aunque no se lo diría. Yo era Aomine Daiki, jamás reflejaba miedo o dudas.

 

Salí del almacén de gimnasia en cuanto tuve la menor oportunidad y me marché con rapidez. Creo que Kise se quedó un poco sorprendido por mi reacción pero es que si seguía allí con él, se daría cuenta de lo excitado que estaba, tenía un bulto inmenso que apenas mis pantalones podían ocultar y no quería hacer nada con él de lo que pudiera arrepentirme. Él no era otra de mis conquistas y debía mentalizarme en eso, en conquistarle como dios manda y no a lo ligón como siempre hacía. Tenía que ir despacio con él, quería ir despacio, tener una cita, invitarle a algo… no sé, algo diferente al simple sexo.

 

Ni siquiera me giré cuando Kise me llamó preocupado y es que ahora mismo necesitaba alejarme, él era una perdición para mí, si se volvía a acercar no podría controlarme y querría hacerle mío, tenía que alejarme como fuera, ya le explicaría en otro momento lo ocurrido.

 

Me marché con rapidez hacia la salida, quería marcharme de allí. Ya veía la puerta de la calle cuando al abrirla, una chica se me abalanzó besándome. Me quedé unos segundos tratando de recapacitar en lo que estaba ocurriendo y en cuanto pude reaccionar la aparté de mí, pero ella con una gran sonrisa me tocó el trasero apretándolo y se marchó por la puerta que yo había abierto guiñándome un ojo mientras me decía un “hasta luego guapo”. ¡Estás cosas sólo me ocurrían a mí!

 

Al llegar a mi casa, no fue mucho mejor la cosa, estaba vacía como siempre y cené solo algo de ramen instantáneo que tenía por la despensa guardado. Ni siquiera me apetecía cocinar. Aún recordaba el beso de aquella chica que me había sorprendido, pero recordaba mucho mejor el de Kise, aquel sí había sido una sorpresa y una de las gratas. Me gustaba ese chico y no podía evitar sonrojarme al pensar en él. Lo tenía decidido… mañana le invitaría a salir.

 

No dormí muy bien esa noche, pero por la simple razón de que mi cabeza no podía dejar de pensar en el beso con aquel chico rubio que últimamente me volvía loco y saqué la revista de debajo del colchón buscando entre las páginas al rubio de mi perdición.

 

Miré bien la fotografía y mis ojos llegaron irremediablemente a la mejor parte de su anatomía, su miembro allí encerrado tras aquella pequeña prenda de tela. Sonreí y es que ahora que había tenido la oportunidad de tocar su miembro, era cierto lo que se veía a simple vista. No le habían retocado nada. Sabía que esto estaba mal pero… no pude remediar las ganas de tocarme de nuevo observando a ese chico, me volvía completamente loco y soñaba con el día en que por fin sería mío, estaba empezando a enamorarme y eso me daba pánico, yo jamás me había enamorado de nadie.

 

Rocé con mis dedos la punta de mi miembro produciéndome una sensación de cosquilleo mezclada con un gran placer, los espasmos llegaron enseguida y empecé a gemir cogiendo toda la largura de mi miembro entre mis dedos y empezando a moverla, primero lento y cada vez con mayor frenesí mientras me imaginaba que penetraba a aquel chico de revista.

 

Me corrí prácticamente al momento de pensar cómo serían sus gemidos, en cómo susurraría mi nombre al oído de forma sugerente y pasional, de cómo jadearía por mí de forma salvaje. Ese chico tenía algo que hacía que no pudiera sacarlo de mi cabeza. Una y otra vez pensaba en él y al final, tras relajarme y limpiarme, conseguí dormirme.

 

Por la mañana desayuné rápido lo primero que encontré por casa aunque no había mucho. Prácticamente bebí de la misma botella de leche que había en la nevera y salí de casa dispuesto a ir a clase. Vi a Kise cruzar la calle y aunque le llamé y sé que me vio por cómo se giró… pasó de mí y siguió caminando. Intenté alcanzarle pero no hubo manera, él aceleraba el paso y me daba esquinazo entre las calles y la gente. ¿Qué le ocurría hoy a este?

 

No tenía ni idea pero cuando le perdí de vista, acabé en el parque hablando con Akashi y Tetsu que ya estaban allí echando un par de canastas. Con ellos todo era fácil, más que intentar hablar con Kise, él era extraño, ahora ni siquiera sabía por qué me esquivaba ¿Era por la forma en que salí ayer del almacén?

 

- No entiendo a ese chico – le dije a Akashi y empezó a reírse lanzando a canasta mientras yo me sentaba en un banco.

 

- Es un chico algo solitario – me dijo – pero es agradable y simpático.

 

-  Me está esquivando.

 

- ¿Y eso es un problema? – preguntó Tetsu lanzando a canasta y fallando.

 

- Sí – le dije.

 

- ¿Por qué? Nunca te ha molestado que alguien te esquive, de hecho tú sueles esquivarlos después de acostarte con alguien – comentó Tetsu.

 

- No me he acostado con él – le dije muy serio.

 

- ¿Por qué no? Es lo que sueles hacer con los que te interesan a simple vista.

 

- No me interesa a simple vista.

 

- Akashi y Tetsu se detuvieron en seco mirándome mientras Tetsu bajaba el balón que iba a lanzar y fallar, porque Tetsu siempre fallaba los lanzamientos.

 

- ¿Te has enamorado? – preguntó Akashi – no puedo creérmelo…

 

- No – le dije muy rápido.

 

- Increíble… Aomine enamorado, nunca esperé ver algo así.

 

- Cállate – le dije y él sonrió – no estoy enamorado.

 

- Ohhh, si tú lo dices. ¿Entonces no te importará que salga con otros chicos, no?

 

- Claro que no – le dije y Akashi sonrió.

 

- Qué terco eres Aomine.

 

- Me marcho, no hay quien os aguante cuando unís fuerzas – les dije cogiendo mis cosas y marchándome.

 

Llegué a clase y vi como el profesor colgaba la hoja con las notas del último examen que habíamos hecho, aquel examen sorpresa para el que yo no había estudiado, era todo un perezoso para esas cosas, me quedé dormido encima de los apuntes… y ni siquiera los había abierto. Me quedé blanco y me acerqué con un miedo terrible en el cuerpo para ver mi uno frente al resto de alumnos que habían aprobado, apenas unos pocos habían suspendido y con notas muy superiores a la mía. Era penoso. El nombre de Kise en la lista me hizo abrir los ojos y mirar… era el mejor de la clase, el estudiante con mayor calificación ¿Cómo era posible? Apenas hablaba japonés y sacaba la nota más alta.

 

Miré hacia el otro lado del pasillo al escuchar a mi entrenador llamarme, esto pintaba muy feo para mí, iba a caerme una buena bronca y aunque siempre sentaban en el banquillo a los malos estudiantes y les prohibían jugar los partidos, a mí nunca me sentaban, me necesitaban para ganar.

 

- Veamos las notas… Vaya Aomine, parece que este fin de semana contra el partido de Seirin de quedarás en el banquillo.

 

- ¿Qué? – pregunté – no puede hacerme eso, soy el mejor del equipo y nadie del equipo puede parar a Kagami y a Tetsu juntos excepto yo.

 

- Qué lástima, entonces perderemos y tendrás que explicar a tus compañeros por qué sacaste un uno. Que pases un buen día Aomine.

 

Vi a Kise caminar hacia clase sin siquiera haber venido a ver su nota y salí corriendo hacia él. Intentó huir pero yo fui más rápido y le cogí del brazo evitando que se marchase. Lo metí en el cuarto de los utensilios de limpieza y cerré la puerta tras nosotros evitando a gente curiosa.

 

- ¿Se puede saber por qué me esquivas? – pregunté.

 

- ¿Y tú? – preguntó él – Te besé vale, lo siento… pero no entiendo por qué saliste así de rápido y encima vas y…

 

- ¿Y?

 

- Y besas a esa chica después de besarme a mí.

 

- Estas celoso – le dije sonriendo y él trató de marcharse pero yo le bloqueé el paso – era eso. Kise… yo sólo tengo ojos para ti.

 

- Y para ciento cincuenta y tres chicas más.

 

- ¿Qué?

 

- Eso pone en el registro, hay ciento cincuenta y tres chicas en este instituto.

 

- ¿Enserio Kise? ¿Has mirado el registro? Vamos… esa chica se me abalanzó, ni siquiera me dio tiempo a reaccionar. Soy el capitán del equipo de baloncesto y presidente de estudiantes, la mitad de chicas me odian y la otra mitad se quieren acostar conmigo, eso no significa que yo quiera algo con ellas.

 

- ¿Entonces no quieres nada con ellas?

 

- No, quiero algo contigo, de hecho… venía a invitarte a una cita pero no podrá ser.

 

- ¿Por qué?

 

- Porque tengo que estudiar. Si no apruebo el examen del jueves no podré jugar el partido del viernes contra el Seirin y es un partido importante.

 

- Pídemelo.

 

- ¿El qué? ¿Qué juegues?

 

- No idiota, que te ayude a estudiar – me dijo sonriendo.

 

- Yo no necesito ayuda – le comenté.

 

- Pues que te vaya bien chupando banquillo – dijo marchándose.

 

- Está bien – le dije cogiéndole del brazo antes de que abriera la puerta – ayúdame a aprobar ese examen.

 

- Hecho – me dijo sonriendo.


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