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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Aquella madrugada, Madara y el resto de hombres y guerreros del clan Uchiha despertaron a Izuna en su dormitorio. Era la primera noche en mucho tiempo que no dormía con Kazuto, pero es que era imposible que la noche antes al día de su boda pudieran estar juntos. Los Namikaze y las mujeres del clan Uchiha se ocuparían de arreglar a Kazuto para su noche de bodas, a él le esperaba el gran desafío.


Como había ocurrido durante todas sus generaciones, el día en que debía demostrar su valentía y su fiereza para ser digno del acto sagrado del matrimonio tenía lugar a las afueras del clan. Kazuto estaba convencido que sería él y solamente él quien se casaría con Kazuto, nadie en el clan sería capaz de robar el matrimonio de uno de sus compañeros.


Izuna fue lavado a conciencia para pintarle entre todas las mujeres los colores de guerra en el rostro. Mientras le preparaban, Izuna no dejaba de mirar la máscara con forma de lobo que tendría que colocarse, aquella máscara que le esperaba encima de la pequeña mesa. Por una parte estaba feliz, finalmente estaría unido para toda la vida con el hombre al que amaba pero por otra parte… estaba nervioso, quería hacer bien todas las pruebas, quería ser digno del tan influyente apellido Uchiha.


Una vez preparado, las mujeres le tendieron la máscara y él mismo se la colocó. No volvería a quitársela hasta el día siguiente. Ni siquiera se la quitaría cuando tuviera su primera relación con Kazuto, algo que le asustaba. No habían vuelto a hablar de aquel tema desde la oficina de Minato aunque sabía, que Kazuto había estado hablando con Minato durante los últimos días tratando de entender todo lo que le asustaba de aquella relación tan íntima.


A veces, no podía dejar de pensar en cómo habría torturado a esa mugrienta serpiente que se había atrevido a mancillar, humillar y destrozar a la persona a la que más amaba. Quizá algún día le tendría frente a él, quizá algún día podría hacerle pagar todo el daño que le hizo a un pobre chiquillo de apenas dieciocho años que empezaba a vivir y que ansiaba ver el mundo exterior. Ahora Kazuto tenía diecinueve años y aún no había podido superar lo sucedido aquel día.


Se levantó de la silla mirando en el espejo frente a él aquellos ojos rojos ya activados con el sharingan. Su vista cada vez era peor, sabía que la estaba perdiendo y que paulatinamente se quedaría ciego, era la maldición de ser un Uchiha, siempre le acompañaría. Sacó de su bolsillo el bote de pastillas y se tomó una antes de empezar a caminar hacia la salida.


Su hermano le esperaba fuera de la casa para acompañarle hacia el centro de la plaza del clan. Caminaron en silencio hasta que Madara finalmente no lo aguantó más e inició la conversación.


- Se ha ofrecido voluntario Makao Uchiha – comentó Madara – el hijo del herrero. Hoy tenía el día libre en la policía.


- Me parece bien.


- ¿Recuerdas como va todo?


- Sí. Iré solo a cazar el jabalí y luego me enfrentaré en un combate contra Makao.


- Seguramente ni siquiera tendréis pelea. Se hace en el bosque, lejos de las miradas de la gente. Te dará el pergamino que necesitas y volverás al clan Uchiha. Ya sabes la cabaña donde se hace el ritual. Allí estará esperándote Kazuto.


- De acuerdo.


Izuna pasó entre los Uchiha allí reunidos. Todos al verle empezaron a abrirle camino, algunos le tocaban la espalda felicitándole por su matrimonio, otros aplaudían y le alababan pero todos tenían una cosa en común, se alegraban que por fin hubiera dado aquel paso decisivo. Al llegar al centro, Makao le esperaba en el centro con una gran sonrisa y con su máscara también colocada. Tan sólo su boca era visible. Le tendió la mano a Izuna y éste sonrió estrechándola.


- Enhorabuena por el matrimonio – le comentó Makao.


- Gracias.


- Al final… alguien te ha cazado – sonrió Makao mientras Izuna sonreía también.


- Eso parece.


Tras el discurso del líder del clan, Izuna salió en busca y captura de aquel jabalí mientras su contrincante se marchaba hacia el bosque cercano al clan para esperarle. Para Izuna todo esto tan solo era una prueba más, algo que había que pasar y nada más. Desde pequeños les enseñaban a cazar aquellos jabalís gigantes de la montaña, hasta Itachi había ido ya. Quizá el propio Itachi algún día le enseñaría a su hermanito pequeño cómo se cazaban igual cómo Madara y él le enseñaron a Itachi en su momento.


No tardó mucho tiempo en cazar uno de esos jabalís y arrancar uno de sus colmillos como prueba de que lo había logrado. Sin perder más tiempo, salió caminando hacia el bosque pensando en cómo estarían arreglando en aquellos momentos a Kazuto para llevarle al clan Uchiha, a la cabaña donde todo tendría lugar. Finalmente estarían casados y nadie podría impedirles aquello.


Su padre, líder del clan Uchiha fue quien le abrió la gran reja que daba acceso al bosque en cuanto enseñó el colmillo del jabalí. Orgulloso como estaba su padre, le felicitó con una gran sonrisa apoyando su mano en el hombro de su hijo antes de darle acceso al bosque donde le esperaría su última prueba, Makao Uchiha.


El bosque estaba en completo silencio, parecía como si los propios animales supieran lo que allí ocurriría, la batalla que tendría lugar. Izuna caminó entre los arbustos y los matorrales hasta llegar al claro del bosque. Frente al lago se encontraba Makao esperándole con su máscara puesta. Involuntariamente, la mano de Izuna se movió al mango de la katana a su espalda cogiéndola con fuerza sin llegar a desenvainar.


Makao sonrió y se giró para mirar aquellos ojos rojos iguales a los suyos. Para él también era la primera vez que se ofrecía voluntario para algo así, pero Izuna y él habían sido amigos desde pequeños, era lo mejor que podía hacer por él. Movió su mano hacia la empuñadura de la Katana pero no llegó a cogerla para sorpresa de Izuna. Siguió su camino por la cintura hasta el pergamino que llevaba anudado al cinturón desatándolo. Con un rápido movimiento, lanzó el pergamino hacia las manos de su amigo.


- Ve con él – le sonrió Makao.


- ¿No quieres ni siquiera intentarlo? – preguntó Izuna con una ligera sonrisa.


- Eres mi mejor amigo, sé cuánto amas a ese chico y sinceramente… me conformo con saber que he sido como tu padrino. Te estoy dando la bendición para que vayas con él. Venga… no pierdas más tiempo conmigo y ve con Kazuto. Te está esperando.


Izuna miró el pergamino en su mano y sonrió aún más segundos antes de levantarlo ligeramente para mostrárselo a su amigo.


- Gracias.


- Vete, antes de que me arrepienta de ponerte las cosas tan fáciles – le sonrió su amigo – no quiero que llegues a tu primera noche magullado.


Con una gran sonrisa, Izuna empezó a caminar en dirección contraria alejándose de su amigo. Kazuto ya debía estar esperándole. Era tarde, el sol estaba cayendo y pronto sería de noche, puede que incluso antes de que él consiguiera salir de aquel silencioso bosque.


 


Todo el clan estaba expectante de lo que ocurriría aunque la mayoría sabían que Izuna sería el vencedor. Nadie en su sano juicio se opondría a un matrimonio voluntario entre ambos participantes. Pese a saber todo aquello, Kazuto caminaba nervioso siguiendo a las mujeres Uchiha hacia la cabaña que habían preparado para él.


En aquel paseo, sus ojos llegaron a cruzarse con los de Minato quien trató de tranquilizarle con una sonrisa. No podía evitar estar nervioso, ni siquiera comprendía por qué estaba haciendo algo como aquello, cómo hasta su mejor amigo pudo pasar por algo así. No soportaba la idea de no ver a Izuna. Ya le habían violado hacía un año y lo menos que quería era entregarse a alguien a quien no podía ver. Al menos Izuna sabía lo difícil que iba a resultar todo. Quizá esos nervios se los había pasado también a su futuro esposo.


Siguió a las mujeres al interior de la cabaña  y miró cómo preparaban la cama. Subían las mantas encima de aquel gran colchón. En cuanto le explicaron el funcionamiento de aquella noche, le indicaron que se desvistiese y se metiera bajo las mantas para dejarle solo. Estar allí solo le hacía ponerse más nervioso todavía.


Sus manos se agarraron a la manta con fuerza fijando sus ojos en el otro extremo de la estancia, mirando aquella puerta por la que en cualquier momento, la hoguera iluminaría a la persona que entraría. Sólo esperaba que de verdad fuera Izuna.


Los minutos pasaban con lentitud, el sonido de las llamas consumiendo la leña no cesaban pero sólo podía pensar en el momento en que aquel hombre entraría por la habitación, aquel momento que tanto había temido. Sus manos no podían dejar de agarrar aquella manta. Sudaban sucumbiendo a la tensión que su cuerpo estaba manteniendo y apretó con mayor fuerza al ver la sombra de una figura a través de la puerta. Las cortinas se movieron dejando ver a un chico alto con el cabello recogido en una coleta alta, cubierto con la máscara y con el tatuaje de ANBU en su brazo derecho.


Kazuto se tensó y ni siquiera se atrevió a incorporarse de aquel colchón. Sus dedos se habían agarrotado sosteniendo la manta hasta que el chico se aproximó a él cogiendo la manta para tirar de ella tratando de soltarle las manos. A Kazuto le costó soltar aquel trozo de tela que cubría su desnudez pero finalmente lo dejó resbalar entre sus dedos viendo como el joven dejaba uno de los pergaminos a su lado en el suelo mientras se recostaba sobre él apartando también la katana para dejarla junto al pergamino a su lado.


Los ojos de Kazuto no dejaban de mirar hacia el torso, se moría de curiosidad por confirmar que era Izuna. Sabía que no podría quitarle aquella máscara, sabía lo que le tocaba hacer aquella noche, cuál era su papel pero aun así, necesitaba confirmar pese a sentir el aroma de su novio, que era él realmente y no lo habían cambiado como le ocurrió a Minato Namikaze.


Sus manos temblaban inevitablemente mientras las movía hacia el kimono Uchiha abriendo levemente la parte delantera del torso. Cerró los ojos unos segundos sintiendo los suaves labios de aquel hombre en su cuello tratando de relajarle. Sólo abrió los ojos cuando las yemas de sus dedos tocaron aquella cicatriz que cruzaba el pecho de Izuna. No pudo evitar dejar escapar una sonrisa al darse cuenta, que sí era Izuna, sólo él tenía esa marca. En aquel momento, finalmente consiguió relajarse escuchando el sonido de la mueca de sonrisa que Izuna había realizado al darse cuenta de lo que había estado buscando Kazuto.


Izuna se incorporó levemente encima del cuerpo de Kazuto para buscar en el cinturón de su pantalón uno de los kunais. Sabía que estaba prohibido quitarse la máscara, pero necesitaba besarle, así que cortó la parte que cubría desde su nariz hasta el mentón para arrancar esa parte de la máscara y dejar finalmente su boca libre.


Desanudó el cinturón tirándolo a un lateral junto al resto de las cosas dejando también el kunai allí con el trozo de máscara que había cortado. Volvió a recostar el cuerpo con suavidad dejándolo caer con dulzura sobre el de Kazuto a medida que sus manos recorrían la suave piel de su esposo. A Kazuto le habría gustado decir que no tenía recuerdos de aquella vez, pero no era cierto. Por mucho que supiera que era Izuna quien estaba allí, seguía sintiendo aquellas lascivas manos de Orochimaru y sus compinches sobre él. Cerró los ojos tratando de mentalizarse que era Izuna, tan sólo él estaba allí y por fin iban a estar juntos, era lo que él había deseado.


Izuna al verle tan nervioso, decidió besarle con ternura, un beso lento y tremendamente doloroso para él por no poder sacar toda aquella pasión que llevaba dentro. Se moría por estar con Kazuto pero sabía que debía controlarse, al menos esa vez necesitaba sacar toda su concentración para no precipitar las cosas y empeorar el trauma de su esposo.


Por mucho que Izuna quisiera que ese chico estuviera bien, sabía que no lo estaría, al menos no hoy. El no poder hablar por la tradición, el no poder decirle cuánto le quería, cuánto deseaba estar allí con él le torturaba una y otra vez. Pensó por un segundo qué hacer, sabía que aquel momento tan esperado por ambos no lo iban a disfrutar, era imposible con el temor de Kazuto. Resopló antes de besarle nuevamente y decidió acabar ese acto cuanto antes para evitar que siguiera pensando en aquel día. Ya hablarían al día siguiente del suceso y trataría de solucionar su trauma con más tiempo, una vez afianzado su matrimonio y legalizado.


Lamió los dedos de su mano introduciéndolos en la entrada de un nervioso Kazuto que cerró los ojos al instante tratando de no pensar en el peor de sus días, aquel día que debió morir. Se mentalizó una y otra vez que era Izuna, que acabaría pronto todo aquello, que él no dejaría que le hicieran daño de nuevo, él no se lo haría.


Kazuto enrolló una de sus piernas en la cintura de Izuna para facilitarle la entrada aunque ni siquiera quería abrir los ojos. Notaba como cada músculo de Izuna se movía sobre su piel buscando una mejor colocación hasta que sintió un punzante dolor que le hizo morderse el labio inevitablemente. Se agarró al cuello de su esposo volviendo a unir sus labios, callando aquellos quejidos a la vez que Izuna comenzaba a moverse lentamente en su interior.


Izuna se concentró en acabar cuanto antes, no soportaba ver el dolor en ese chico. Sabía que el dolor físico había pasado hacía unos segundos, pero el emocional seguía allí, su esposo seguía absorto y perdido en aquel mar de recuerdos del que no conseguía salir. Con los últimos empujones, el jadeo salió corriéndose finalmente en un sudoroso Kazuto que seguía manteniendo los ojos cerrados.


Salió de él para colocarse a su espalda y abrazarle uniendo la espalda del rubio a su pecho. En aquella posición y mientras acariciaba el cabello de Kazuto dejando que derramase silenciosas lágrimas, se hizo una promesa… todos los que una vez le hicieron daño, pagarían por aquello, él mismo se ocuparía de eso. Kazuto agarró con fuerza las manos de Izuna que rodeaban su pecho acercándole al calor de su cuerpo y trató de dormir pensando en que ya todo estaba arreglado. Quizá el sexo seguía siendo un impedimento para él, un impedimento que estaba dispuesto a solucionar por su esposo, porque ahora… estaba casado con un Uchiha. Iba a ser perfecto para él aunque le costase la vida en ello, no deshonraría el apellido Uchiha y mucho menos… sería una carga para Izuna.


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