LELOUCH POV
Siempre, desde que tengo memoria he preferido dejar a un lado los cuentos de hadas y todos aquellos mitos del amor verdadero; incluyendo el destino. De algún modo me volví frío, a pesar de tener una familia que siempre me dio el apoyo que siempre necesite. Supongo que una persona nace así, ya sean habilidades, pensamientos, características, o análisis distintos al de los otros seres humanos.
La inquietud e inexperiencia de la vida me hizo cometer errores irremplazables, convirtiéndome en una bestia que solo se cegaba por la desgracia de los demás.
No fue hasta en secundaria que realmente me enamoré de una chica, su nombre era Shirley y desde que tengo memoria siempre fue una diva. Existían varios rumores acerca de ella, sin embargo la venda del amor se me puso en los ojos, bloqueando por completo cualquier tipo de señal de infidelidad y amargura hacia aquella chica.
Recuerda que varias veces la vi besándose con otros chicos, y a mí me dolía un montón, pero por desgracia el amor me volvía ciego ante aquellas visiones de engaño que solo ella me dio, y tan pronto volvía conmigo ambos hacíamos como si nada hubiese pasado jamás, y yo de idiota que me creía todas sus mentiras y engaños.
En el último año de secundaria Shirley me rompió el corazón y al poco tiempo me enteré de que ya se había acostado con mi ex-mejor amigo; Rivalz.
Todo ese año me la pasé tratando de olvidar a aquella que fue el amor de mi vida, pero me era inútil, puesto que con cada mínimo recuerdo, ya fuera su fragancia, su cabello, su cuerpo, sus besos, etc. Recordaba el mundo de dolor que me atormentaba día a día.
Pero… tan pronto llegó Rolo mi vida se pintó, no solo de un color o de dos, sino de cientos de colores.
Al apreciar cada pequeña sonrisa que el castañito me daba podía sentir que el mundo giraba y yo no notaba la presencia de cualquier otro ser. Era como magia, sin embargo aquel día amargo tuvo que llegar, desmoronando mi corazón, así como también mis esperanzas de un mundo lleno de resplandor y dulzura que solo Rolo podía ofrecerme.
Al poco tiempo me enteré de que Rolo había vuelto con su ex-pareja, y al sentirme tan destrozado por dentro empecé a beber como un alcohólico. No dormía, había días en los que no comía, ya no asistía a clases por miedo de verlo junto a otra persona, y en ese tiempo me empecé a meter con millones de mujeres sin siquiera preocuparme de las consecuencias, pero por suerte en ese momento no me pasó nada.
Un día fui a un nuevo bar, ya me encontraba bastante aburrido de hacer lo mismo, pero no tenía de otra, así que por lo menos cambié de lugar. Pero me encontré con la zorra de la fiesta.
-Hola guapo- dijo Shirley con una mirada retante y encendida como siempre.
-¿Qué quieres? ¿Te vienes a burlar de mí?-
-No, claro que no, yo solo vine a hacerte compañía- dijo la descarada para después sentarse en mis piernas y pegarme sus enormes pechos a mi cuello.
-Disculpa ¿podrías bajarte?-
-¿Y por qué habría de hacerlo?- Ya consumido por el alcohol tomé a la mujer de un brazo y la llevé a un cuarto del bar, la recosté en la cama y la empecé a tocar. Tomé con mis manos sus pechos y los apreté y moví sin descaro alguno a lo que la mujer solo se excitaba aún más.
Iba a seguir, pero luego recordé la imagen de mi tierno Rolo y me detuve temblando y con miedo de seguir cometiendo tantos pecados. Me levanté de la cama y me fui corriendo al baño, allí espera hasta que el alcohol terminara su efecto y me fui a casa a preparar las cosas del siguiente día. Tenía tantas ganas de asistir nuevamente a la escuela y ver a mi angelito, por eso me decidí.
A la mañana siguiente partí a la escuela, y llegando vi como mi enemigo le metía un golpe en la cabeza a mi ángel, el cual estaba algo golpeado de su rostro, y deprimido, lo notaba en su mirada la cual ya había enterrado aquel brillo que tanto me gustaba, y su cara se encontraba más pálida que la de un muerto, sus labios destrozados y completamente secos, mientras que alrededor de sus ojos morados se notaban los sollozos del día anterior.
Ante aquella escena mi sangre hirvió y no soporte tanta brusquedad hacia él, por ello sin miedo llegué y le metí un buen golpe en la cara a ese tal Meithan.
-¿Qué carajos te pasa?- dijo Meithan.
-Lelouch…- dijo con la mirada perdida ¡¿PERO QUÉ CARAJO HABÍA PASADO EN TODO ESTE TIEMPO?!
-¿Qué rayos le hiciste a MI ángel?- Dije golpeándolo aún mas. No terminé de golpearlo hasta que por fin no se podía levantar del suelo, y en eso aproveché para llevarme a Rolo a un aula vacía. Tan pronto llegamos no pude evitar el abrazarlo, y al cabo de un rato sentí un par de gotas de agua en mi hombro.
-Lelouch- dijo dolido. Me sentía tan impotente, tan adolorido, que no me pude contener y levanté su mentón besando y lubrucando aquellos labios secos de mi amado, a lo que él correspondió gustoso.
Después de aquellos momentos decidimos volver a empezar nuestra relación amorosa, sin embargo no teníamos en cuenta que el peligro apenas venía.