19 – Fuego
Comprendí lo que sucedía menos de un mes después. El maestro estaba golpeándome por una afrenta que ya no recuerdo. Me exigía una disculpa, pero yo estaba solo y abandonado… no sentía muchas ganas de seguir viviendo. Él iba incrementando su nivel de violencia, cada vez más impaciente por mi terquedad; sentí la energía que desplegaba en su puño, iba a matarme. Cuando lo vi venir supe que no podía permitirlo, que a pesar de lo miserable de mi existencia no quería morir, tenía que detenerlo, pero él era un caballero de plata, casi invencible.
De alguna forma que aún hoy no puedo explicar, encontré mi cosmos y llamé a mi armadura; la sentí llenar mi cuerpo de un calor abrazante, terrible como el fuego del sol mismo; era doloroso pero también era mi salvación. Lo maté casi sin pensar, ocupado en sensaciones mucho más intensas. Era conectar con el universo entero a través del metal, llenarme de convicción por mi propio destino, me sentí más poderoso y pleno de lo que nunca antes.
Estuve por horas sumergido en aquella sensación y cuando terminó, me sentí extraordinariamente feliz, podría volver a estar con ellos dos, finalmente volvíamos a ser iguales. Fueron a buscarme al sentir el despliegue de energía y se explicaron con torpeza, no se habían alejado por una sensación de superioridad, sino porque no querían arruinar mi encuentro con mi armadura, no querían advertirme de cómo sería ser entregado al oro porque necesitaban que lo experimentara por mí mismo. Se los agradecí.
20 – Hogar
A partir de entonces pude apoderarme del templo de Piscis y convertirlo en un mi hogar. Pero no solamente el de Piscis, Cáncer y Capricornio tuvieron también las puertas abiertas para mí. Los primeros meses fueron fantásticos, pulir nuestras habilidades, divertirnos asustando a los mismos guardias que antes nos aterraban, pavonearnos vestidos de oro. Era todo precioso y perfecto, nos divertimos increíblemente, incluso bajamos al pueblo un par de veces para hacer las cosas que nunca habíamos podido hacer; como comprar ropa a nuestro gusto y comidas no saludables.
Siempre lo hacíamos todo los tres juntos, fuimos al cine y a los parques, robamos manzanas dulces y ayudamos a pintar una casa. Si a alguno de los tres se le ocurría una cosa, los otros dos lo respaldaban al momento; eran cosas variadas, de acuerdo a la naturaleza de cada uno; todas las disfruté, era increíblemente divertido.
21 – Aventura
Poco después comenzaron las misiones. Al principio estaba emocionado, seguro de que serían una gran aventura… como dije, era un ingenuo. Las misiones consistían en poner mi vida en peligro, emocionante, sí, pero no agradable. Yo creía que tendríamos asegurada la supervivencia si nos convertíamos en Caballeroa, mas no, nuestras vidas siempre iban a ser bienes negociables para el patriarca.
Le importaban más los pueblerinos anónimos de cualquier lugar, a nosotros nos enviaba a parar revueltas, a solucionar desastres naturales, a servir de mediador diplomático, cualquier cosa en la que pudiéramos arriesgar el pellejo. Nadie hubiera dado un centavo por nosotros –éramos demasiado jóvenes– de no haber llevado la armadura, pero la mayoría sabía lo que significaba y obedecían, rara vez teníamos que utilizar la fuerza y matar.
En cuanto volvíamos al santuario nos reuníamos los tres y contábamos todo a detalle, esperábamos que sabiendo los peligros que había allí afuera pudiéramos mantenernos con vida, de pronto nos encontrábamos de nuevo en la carrera por la supervivencia.