22 – Beso – 325 palabras
Poco a poco nos fuimos haciendo adultos. Yo tenía catorce años, pero sentía que había vivido treinta y no había nada en todo el mundo que no me sintiera capaz de hacer. Éramos todopoderosos, fuertes, valientes, agresivos… e inocentes. Ninguno de los tres tenía idea de qué tan inocentes éramos. Hasta que Shura nos trajo ese conocimiento.
–En mi última misión, una mujer me besó.
No había sido una especialmente bonita, ni joven, pero le besó el borde de los labios y Shura había sentido temblarle todo el cuerpo. Death Mask estaba estupefacto y algo asqueado, yo sentí el deseo correrme por todo el cuerpo. Cuando nos habíamos abierto al mundo habíamos conocido las cosas que antes nos ocultaban, el amor y el romance eran una parte pequeña de ese mundo desconocido.
Death no quería saber más, pero yo le insistí, siempre íbamos iguales, no podíamos dejar que Shura tuviese una experiencia que nosotros no. Más que reticente, frunció la cara completa y me dejó acercarme. Aquel beso no fue como yo lo había esperado, no fue nada más que humedad y desazón. Shura se rió.
–Así no se hace.
Luego tomó la cara de Death Mask en sus manos –ambos estábamos extraordinariamente sorprendidos de que no hubiera sido la mía– y lo besó. Usó sus labios y su lengua de una forma totalmente innata, sin malicia ni técnica, pero con habilidad. Se introdujo en su boca y le acarició la nuca con los dedos. Yo estaba ardiendo, hasta la combustión, sólo de mirarlos.
Cuando se separaron para respirar supe que tenía que intentarlo de nuevo. Cogí a Death Mask, que seguía con los labios entreabiertos y traté de imitar la acción de Shura. Practiqué con él por horas antes de atreverme a besar a Shura, temí que se burlara de mi falta de pericia.
Por último tratamos de besarnos los tres al mismo tiempo, aquello no dio buen resultado y terminamos riendo a carcajadas.
23 – Pasión – 167 palabras
Después de ese primer encuentro las cosas se encendieron bastante. Nuestros cuerpos habían permanecido aletargados durante mucho tiempo y ahora explotaban en las manos ajenas. Éramos jóvenes, pero nos creíamos adultos, sin embargo nuestras acciones no llegaron a concretarse de la forma en que lo hacen entre adultos, principalmente porque no sabíamos la mecánica del sexo.
Tocarnos unos a otros era instintivo, besarnos también, pero no teníamos inventiva; jamás se nos habría ocurrido penetrarnos entre nosotros, éramos demasiado ignorantes. Aún así la pasión se convirtió en el eje de nuestras vidas, en todo lo que había dentro de nuestras mentes. Matábamos más a menudo, tan sólo para hacer las misiones más cortas y poder volver a reunirnos, dos o tres, y yacer juntos. Yo prefería cuando estaban ambos, pero no siempre era posible, tampoco me molestaba saber que ellos dos se habían visto a solas, la memoria de aquel primer beso me encendía, cuando era yo quien estaba en misión me los imaginaba juntos y me acariciaba.
24 – Página – 355 palabras
Cuando miro hacia atrás, no puedo recordar haber notado nada extraño, el santuario siempre fue para mí un lugar de horror y el patriarca su mayor verdugo. El cambio entre Shion y Saga me pasó por completo desapercibido y hubiera podido seguir así por siempre.
Fue Death Mask quien trajo aquella verdad a nuestras vidas, era medianoche y estábamos recostados en las gradas del coliseo, mirando nuestras constelaciones cuando él comenzó a hablar. Jamás lo habíamos escuchado tan serio, ni tan tenso. Comenzó hablando de la justicia, nosotros sabíamos lo imperfecta que era, lo dura que podía resultar; después nos habló del poder, era eso lo que nos había permitido sobrevivir hasta entonces, primero el poder físico, luego el mental y por último el de nuestros cosmos. A través del poder habíamos llevado justicia allí a donde se nos ordenara, en cada una de nuestras misiones; pero no debíamos obedecer a ciegas, dijo, debíamos saber el propósito final detrás de aquel que nos dirigía.
–El me dijo que haría un mundo donde la fuerza lo rigiera todo, donde la justicia estuviera en manos de los hombres y no de los dioses. Ha cumplido con su palabra. Es una de las pocas personas en mi vida que ha hecho eso.
Pude sentir la batalla dentro de Shura, ¿podía creer aquellas palabras? La lógica de Death Mask era innegable y sin embargo, dudaba. Yo en cambio no me sentí demasiado impresionado, no necesitaba razonarlo, ni necesitaba pruebas. A mí me habían instruido sobre la diosa a una edad bien avanzada y no tenía fervor por su causa. La única causa que a mí me importaba era la mía propia, y eso eran aquellas dos personas. Para mí ellos lo eran todo, si uno proponía algo, los otros dos lo seguíamos. Death Mask ya estaba metido en eso, yo no iba a dejarlo solo.
Una vez expresé mi determinación, Shura también dejó de dudar. No iba a abandonarnos. Quizá llegaría el día en que ambos lamentáramos aquella decisión, pero mientras íbamos a continuar, a pasar página y a mantenernos con vida, eso es lo único que podíamos hacer.