4 – Mirada
Las siguientes semanas fueron más de lo mismo, un desayuno frugal sobre el suelo de la cabaña, correr todo el día, caer agotados a la noche. Una y otra vez repetíamos lo mismo y cada vez éramos menos. Yo no podía dejar de mirar aquellos dos, fuertes a su manera. De vez en cuando los imitaba, arrancando un pan para después compartirlo, pero nunca me sentía demasiado orgulloso de mis pobres intentos de ser fuerte.
Finalmente llegó el día en que nos sacaron de allí, ya para entonces teníamos los pies tan endurecidos que podíamos caminar durante horas sin sentir nada, nos llevaron a una fortificación de madera donde al menos había literas de cemento donde dormir y comenzaron a enseñarnos el idioma. Por cada palabra que decíamos correctamente nos daban un trozo de pan o de queso y la competencia siguió tan aguerrida como antes. Por primera vez me encontré peleando por la comida, aprendía rápido y acaparaba una buena parte de los víveres.
Shura se aproximó entonces a mí, incitándome a compartirla Death se acercó también, queriendo robármelos. Esa fue la primera pelea entre nosotros; recuerdo que terminé con los labios rotos y un ojo hinchado. Es uno de mis recuerdos más preciados.
5 – Grito
Death Mask no podía con el idioma, a mí me parecía bastante absurdo, creía que el italiano tenía por fuerza que parecerse al griego, porque en mi ignorante mente infantil sonaban a lo mismo. Sin embargo conforme pasaban los días, él seguía sin a prender y se iba debilitando por la falta de comida, ya no tenía fuerzas siquiera para arrebatarles a los demás un bocado. Llevado por un interés extraño y autónomo me le acerqué y le di un trozo de pan. Se lo tragó de inmediato, pero luego comenzó a gritarme, a insultarme en su lengua natal.
Yo le contesté en sueco primero y después en griego, para burlarme. Cuando se dio cuenta trató de golpearme de nuevo y Shura intervino. Habló en español y no me enteré de nada, pero algo en su postura me hizo sentir ofendido: yo podía defenderme solo, no necesitaba un protector. Lo ataqué. Death Mask comenzó a reír, burlándose y lo golpeé también a él. Creo que ambos me respetaron más después de ese día.
q95;6 – Unión
Fingiendo resistirse a cada paso, Death Mask aceptó que le enseñara el griego. En aquellos primeros días no se llamaba así, ni yo tampoco me llamaba Afrodita, sin embargo nuestros nombres fueron solo una de las muchas cosas que debimos dejar atrás.
Shura se unía a nosotros cada vez que le era posible, en parte para vigilarnos y en parte para no estar solo. Como unidad éramos invencibles, y sencillamente llamábamos ‘tú’ a aquel con quien hablábamos y ‘él’ para el que faltara. No nos interesaba nadie más aparte de nosotros tres; creo que eso fue lo que nos mantuvo con vida.
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