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Confesiones de un rubio pasivo NO adolescente © por Charly D

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Notas del capitulo:

Hola a todos, traigo el capítulo 2, lo último que sabrán de Charly D en este moribundo 2015, muchas gracias por sus lecturas y aclaro, es un capítulo algo intenso, pero necesario para el desarrollo de esta historia.

 

¡Gracias!

Algo no andaba bien, ¿Nick estaba engañando a Tina? ¡Por todos los cielos! Llevan muchos años juntos, casi los mismos que George y yo, a parte que ella está embarazada esperando su primer bebé. Esto no puede ser, pero si a ese sujeto  es empíricamente posible que le pegue en su masculinidad por hacer llora a mi amiga, increíble pero cierto, si alguien me hubiera dicho en la preparatoria que esa ex plástica y yo seríamos amigos me hubiera carcajeado sin parar…

 

-Tranquilízate por favor, ¿por qué piensas que te está siendo infiel?- trato de contenerla, espero hacer un buen trabajo porque yo estoy más a o menos en la misma situación.

-Es… es que…- el llanto no la deja hablar con claridad.

-Pero si ese miserable de tu amigo es digno compadre de tu marido, los dos son unos cretinos- mi tía Beth mencionó mientras me miraba con preocupación, mi madre estaba igual.

-Ya Tina, a lo mejor y estás equivocada…- trataba de hacerla entrar en calma

-Su teléfono lo contestó una mujer muy agitada- es todo, lo voy a matar, voy a matar a Nicholas. Mi cara algo mostró porque mi madre y mi tía se levantaron de inmediato

-¿Estás bien?- preguntó mi progenitora, asentí…

-Tina, no te preocupes, voy a tu casa y platicamos ¿de acuerdo?-

-Sí, no tardes, estoy muy triste y mi bebé también- mugre Nick, pero si en este momento te veo te pateo tu empírico trasero. Colgamos y tomé mi chaqueta, tenía que ir a verla.

-Mamá, ¿te puedes quedar con la nena? Voy con Tina y no quiero que vea cosas feas-

-Hijo, no vayan a hacer una locura, mira que yo también estoy muy molesta, pero eso no quiere decir que haga algo loco- la escuché mientras tomaba mis llaves.

-Tranquila má, no haré nada loco- ya me iba cuando…

-Pero yo quién sabe, vámonos Mikel- mi tía, ella me acompañaría

-¡Hermana! ¿A dónde vas?- mi madre la detuvo del brazo.

-Suéltame Rosetta, voy a partirle la cara al tonto de Nicholas- se movía como vaca lazada en un ruedo.

-¡Ya por favor! Mamá suéltala- les dije y ambas se calmaron

-¿Ves? ¡Por favor! Mikel requiere de mi ayuda- dijo Beth

-Sí mamá, mi tía es muy necesaria en este caso-

-Date cuenta Rose, soy una mujer importante en tos casos del corazón-

-No por eso tía, necesito alguien que tenga auto porque George tiene el mío… ¡Vámonos que tina me espera!- y sin decir más salimos.

-Má, cuando regreses de andar en tus cosas de viejas argüenderas me traes una hamburguesa-  le grito Francine justo cuando cerramos la puerta.

-Esa mocosa, no sabe que esto es serio, nadie le ve la cara a Beth Segovia, bueno, salvo mis  novios de la secundaria, la prepa, dos de la universidad y uno que tuve cuando empecé a trabajar- lo bueno que nadie le ve la cara.

-¿Quieres apurarte por favor?- le dije porque se detuvo para ver su teléfono.

-Pérame mijito, me llegó un “güats”- sacó sus lentes y se los puso para leer el mensaje- ¡Hombre desgraciado! Pero si me las vas a pagar, deja que te vea y no tendrás más motivos para presumir que eres fértil... Infeliz rata de alcantarilla- mi tía se puso furiosa.

-¿Qué pasa?- me alarmé al verla así.

-Le pregunté a Víctor cuando llega y me contestó que dentro de tres días, según mi cría, él está aquí…- eso para nada coincide con lo que mi prima dijo, pues según su versión, el tío llegó ayer.

-Calma tía, no le hagas caso a tu hija, ya sabes como es Francine- le dije

-Por eso me preocupa, sé cómo es mi hija, es una grosera, irrespetuosa, depresiva, haragana y chismosa como la que da los espectáculos en la tarde, pero no es mentirosa- Punto a su favor, esa niña desde que nació me ha metido en problemas, me entrega siempre que puede, pero lo hace diciendo la verdad, ella no es mentirosa… ¡Ay Santo Clos! Yo también ya estoy preocupado.

 

 

De camino a casa de Tina yo manejé, mi tía estaba muy molesta y algo decaída, no sé si sea fortaleza o que soy un gran actor, pero trataba de mantenerme tranquilo, por dentro estaba muy preocupado, pero por fuera por el bien de mi tía debía ser todo paz y serenidad. George, espero que no sea cierto todo lo que te acusa.

 

 

Llegamos y Tina nos abrió la puerta, su pancita de siete meses mostraba que pronto sería mamá, tenía la nariz sonrosada y los ojos hinchados de tanto llorar. Nos dejó entrar y llevó a la sala. Ahí, en la mesa de centro tenía un montón de fotografías regadas, de aquellos años en los cuales iniciaron su noviazgo, cuando se casaron, cuando pasaron su primera navidad como esposos, Nick en la cama de un hospital recuperándose de una intoxicación por comer algo que le preparó Tina cuando recién comenzaba a cocinar, me acuerdo muy bien de eso.

 

-Tina, lamento esto que pasa...- comencé a hablar con cautela.

-¡Pero deja que lo encuentre y le corto lo que le sobra a ese hijo de su tal por cual!- y entra mi tía con un comentario que dejó con los ojos abierto a mi amiga.

-¡Tía!- dije entre dientes y dándole un codazo- No le hagas caso, está en sus días- sonreí- pero cuéntanos, ¿Cómo pasó todo?- luego de arreglar lo que mi acompañante hizo, procedí a que la chica hablar.

-Pues… pues es que- las lágrimas volvieron a salir- De unos días para acá Nick se ausenta mucho, cuando lo llamo me manda al buzón de voz o si me contesta lo hace rápido y diciéndome que está ocupado, de repente cuando estamos juntos le llaman por teléfono y él no quiere contestar, dice que regresará la llamada después- y como si me pincharan la espalda me sobresalté, mi corazón comenzó a latir fuertemente, si hago memoria eso es justo lo que hace mi esposo- Hoy le llamé, y…- no pudo seguir hablando, el llanto la traicionó, me duele verla así, soy un sensible y llorón de lo peor.

-Tranquila hija, cálmate, no le hace bien a tu bebé- mi tía se levantó para abrazarla, yo estaba estático, no me movía, mi propio temor a algo similar me petrificó.

-Me contestó una mujer… agitada, como cansada… me dijo que Nick no me podía contestar en ese momento porque estaba ocupado…- decía entre sollozos- y… y luego… y luego colgó- volvió a llorar, no pude evitarlo más y mis ojos se aguaron, no me gusta ver a la gente sufrir, y menos si son personas queridas para mí.

-Ya, ya… todo estará bien, solo tranquilízate porque el angelito de ahí adentro- sobó su vientre- siente tu dolor y también sufre-

-Si amiga, calma… todo estará bien- con los ojos llorosos trataba de darle ánimos, de esos que a mí me faltaban en ese momento.

 

Luego de un par de horas con ella tratando de calmarla, dejó un poco su ansiedad, por su bien y el de su bebé, lo mejor era que no estuviera sola, y como no sabía hasta que hora se aparecería mi posiblemente futuro ex amigo, le sugerimos ir a casa de su mamá, cosa que aceptó. Empacó un pequeño veliz y abrigándola bien, pues eran ya las nueve de la noche y estaba muy frío el clima, la llevamos con su progenitora. Una vez hecha nuestra labor yo debía ir por mi princesa y regresar a mi casa. Estaba muy inquieto, no sabía por qué, pero mi corazón presentía algo.

 

-Tu también hijo, tranquilízate, ese méndigo es inocente hasta que se le demuestre lo contrario- Beth habló mientras yo manejaba.

-Sí tía, gracias- falsamente sonreí.

-Ay Mikelito, eso es lo bueno de ti, eres un fracaso mintiendo- mordí mis labios en afán por no llorar. El resto del camino estuvimos en silencio.

 

 

Llegué a la casa de mi madre y despidiéndonos de ella nos marchamos, ya eran casi las diez de la noche y mi papá aún no llegaba, algo andaba mal, sin embargo ella siempre ha sido una mujer fuerte y esta ocasión no era la excepción.

Llegué a mi casa, y bajé del auto a mi niña, la cual ya estaba profundamente dormida.

-Gracias por el aventó tía- me despedí de ella.

-No es nada hijo, te hablo para ponernos de acuerdo con unas cositas que tengo pendientes.

-Si…- asentí, no entendí muy bien de qué cositas hablaba- Hasta mañana Francine- la adolescente que llevaba sus audífonos puestos pensé que no me escuchaba, sin embargo, y como muy poco común en ella, se bajó del auto, y acercándose a mí me dio un beso en la mejilla.

-Nos vemos mañana- Beth y yo nos quedamos sorprendidos, pero, para no echar a perder el momento, preferimos hacernos los locos.

 

 

Entré a casa con cuidado pues las luces estaban apagadas, mi casa no parecía el hogar de siempre, estaba oscuro y frío, me acordé de aquellas veces en las que  llegábamos de noche, luego de cenar o tomar un café con mis papás, y mi amado George cargaba a la nena que se quedaba dormida, yo abría y entrábamos los tres. Juntos íbamos a acostar a nuestra hija… será que eso está a punto de acabar, con cuidado, como los últimos días, llevé mi princesa a su cuarto, tenía una mejillita roja por estar mucho tiempo recargada en mi hombro. La miré más hermosa que nunca.

-Eres mi mejor motivo hija, lo más bonito que he tenido en mi complicada y rubia vida… Te amo…- le di un beso en la mejilla. Ella se removió un poco, segundos después se quedó quieta en su cama. La arropé bien y con cuidado salí apagando la luz.

 

El reloj marcaba cerca de las doce de la noche, otra vez llegaba muy tarde. Escuché el ruido de la camioneta, era él. Me acosté en mi lugar de la cama. Escuché como entró a casa, luego a nuestra alcoba, tomó su ropa para dormir, se fue a la ducha. Yo fingí estar dormido para saber qué hacía, muchas veces lo hice y sentía como me besaba la frente y me decía que me amaba más que a nada en el mundo. Terminó su baño unos minutos después y sin más se acostó a dormir. Me quedé quieto, esperando, sin embargo cuando comenzó a roncar ligeramente supe que se había quedado dormido, las lágrimas contenidas durante el día salieron en ese momento, en la oscuridad de mi recámara, en voz muy baja le di las buenas noches y me dispuse a descansar.

 

Al día siguiente, la rutina, arreglé a la niña para llevarla al colegio, mi marido se despertó de muy mal humor, como últimamente.

-George, apresúrate que se nos hará tarde- entre a la recamara, ya había concluido con la nena, yo me ponía los zapatos.

-Ya voy, esta corbata que no puedo amarrarla- batallaba con ella, me incorporé y le arreglé el nudo.

-¿Y cómo te fue ayer? ¿Dónde estuviste?- pregunté tratando de sonar casual-

-Trabajando, ocupado…- me contestó secamente.

-Está bien… si no estás listo en diez minutos tomo un taxi y llevo la niña solo- no siempre puedo ser un manso corderito, tengo mis límites y la actitud de George me está colmando la paciencia. Salí sin esperar una respuesta.

 

En menos del tiempo indicado mi marido estuvo listo, como todas las mañanas, pasamos por Francine.

-Hola George-

-Hola preciosa, buenos días- lo miré sin comprender, le contestó de buena manera ¿acaso su actitud era solo conmigo?

Dejamos a mi hija, luego a Francine, y ahora era mi turno.

 

-Oye, hoy quiero que cenemos en casa- le dije a mi esposo, el cual manejaba rápidamente.

-No puedo, tengo trabajo pendiente- cerré la boca, esto se está poniendo más feo que yo cuando era joven.

Llegamos a mi trabajo, descendí del vehículo. Antes de irme, como ya es costumbre no se despidió amorosamente, volví mi rostro hacia él para hablarle…

-Cuando en tu apretada agenda haya tiempo para mí y para tu hija me avisas, quizás pueda sacar una cita de nueve a nueve treinta- sin más azoté la portezuela.

 

 

Le llamé a mi tía Beth, dijo que teníamos cosas pendientes, yo no estaba de mucho humor, tan es así que hoy no presté atención a las bromas que mi amigo y compañero Henry me hacía. Al hablar con la loca de mi pariente me dijo que nos veríamos a las tres en una esquina antes del trabajo de George, que la operación “Cazadoras de pilines fáciles” comenzaría hoy. No sé si esto sea bueno, pero en fin.

 

 

La hora marcada llegó, fui presuroso a mi encuentro con la tía. Llamé a mi madre antes para que pasara por mi hija al colegio. Ahora estábamos dentro del auto de la mamá de Francine.

-Tía, no sé si esto sea buena idea- le dije mientras mirábamos hacia mi camioneta que estaba estacionada afuera del trabajo de mi marido.

-Tu tranquilo que yo nerviosa, volveremos a los viejos tiempos en los que íbamos a ligar hombres-

-Lo cual nunca pasaba por cierto- le respondí

-Eso era porque estabas feo, ahora que ya no eres tan feo tenemos más posibilidades- me dijo.

-Tía, concéntrate, estamos aquí para… ¿para qué? No me dijiste, ¿A qué te refieres con eso de pilines fáciles?-

-Tú sigue viendo tu camioneta y no la pierdas de vista, debemos saber a dónde va tu marido-

-no creo que George salga, dijo que tenía trabajo- eso dijo ese amargado panzón.

-Pues no lo sé… ten ponte esto, debemos pasar desapercibidos- me entregó un gorro de lana color negro y unos lentes oscuros, los vi con cara de fuchi- Ay no seas tonto, es para no llamar la atención-

-No me hagas mucho caso, pero creo que no sabes mucho sobre ser discreta- sin embargo me puse el gorro y los lentes-

 

Minutos después de las cuatro de la tarde una muchacha rubia, que vestía un pants color verde, blusa blanco y una gorra se recargó tranquilamente en la puerta del pilo de mi camioneta. Mi tía y yo la vimos, no quisimos pensar mal, probablemente estaba ahí solo esperando para cruzar a calle o algo así. Pero a los pocos minutos apareció George, se iba peleando con la corbata, aquella rubia, se acercó con cuidado se la quitó, mi esposo le sonrió, ella lo besó… mi corazón comenzó a latir muy, pero muy fuerte… se separaron y le abrió la puerta del copiloto, pude a lo lejos ver que se reían, no sé quién es esa mujer, nunca la había visto, encendió el auto y se marcharon, una lagrima comenzó a escurrir de mi ojo derecho…

-Lo voy a matar, lo voy a matar…- Repetía furiosa mi tía Beth

-George….- mencioné su nombre, ¿Será que mi cuento llegó a su fin? Comencé a llorar, y ya saben qué pasa cuando lloro…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Gracias por su apoyo en estos tres años! Les mando un cordial saludo y que el inicio de este nuevo ciclo sea bueno y exitoso para cada uno de ustedes, nos leemos en 2016!!


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