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Nada por PandoraBoxx

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Notas del capitulo:

Aquí la continuación, casi se me pasaba, lo siento por el horario jejeje...

 

Era el tiempo de indagar por su propia cuenta, después de todo, él no era la princesa en problemas y si así lo fuese, los dragones ni le asustaban al contrario, su poder, misticismo y sobre todo presencia le atraían, quizás y por eso, el pelirrojo se resistía a abandonar sus pensamientos.

Dos días, por increíble que parezca, se quedó parado en ese mismo sitio, no quiso regresar al lado del taheño, pensó en brindarle algo de soledad esa que obviamente necesitaba.

Simulando respirar profundamente, alzó la mirada y decidido miraba para todos lados, buscando la dirección del hospital. La única persona que le miraba y le ayudaría estaba detrás de él, sosteniendo un paraguas cubriéndose y, al mismo tiempo a él, de la lluvia.

—Ya sabia yo que me preguntarías por el hospital, —aclaraba Basil mirándolo de reojo — No dudes y ve, las cosas están por cambiar, lo que te puedo decir sin dudas es que, el dragón necesitará de ti y yo estaré aquí para ayudarte con lo que no puedas hacer.

El ente lo miró demasiado serio, y más cuando en su ultima oración “cosas que no puedas hacer” una tilde invisible fue remarcada.

“¿De qué estas hablando?” —preguntó.

—No puedo decirte más, el hospital queda por… —señaló a su propia espalda sobre su hombro con su pulgar — Allá, no esta lejos así que supongo que llegaras pronto.

Hawkins no mencionó nada después de eso, y el ente, por su parte ya sentía demasiada curiosidad y sobre todo la necesidad de saber todo o cuando menos lo indispensable sobre él.

Asintiendo inició con su recorrido por las calles de la ciudad, memorizaba el trayecto realizado por aquello de regresar con Eustass, eso claro si lograba borrar de sus pensamientos las palabras martirizantes que alimentaban la duda.

Y así, dudando, llegó sin siquiera fijarse cuándo al hospital como si su cuerpo recordara por su cuenta.

El barullo de la estadía de urgencias y sobre todo, gemidos de los quejosos que abarrotaban el espacio le despertaron de las dudas, se paró un rato en frente de la ventanilla de recepción, con las puertas cristalinas a su espalda esperando que su cerebro con todo ese ambiente, recobrara algo, cualquier cosa.

Veinte minutos se quedó estático los cuales fueron en vano ya que nada, ni una sola escena de su vida recuperó, ¿Quizás y ese hospital no era el suyo? Aunque, pensó al momento de querer salir, ‘Si merodeo no habrá problema… supongo’

Con es idea entró mas allá del área de urgencias, se desfiló por todas los sectores del nosocomio, desde la zona de partos, hasta los quirófanos sin resultado de nada. Miraba a todo el personal de cerca esperando recordar cualquier leve cosa, la chica del cabello azul celeste que atendía el vestíbulo principal, el chico castaño demasiado joven para ser un medico que atendía cariñosamente a todos los pacientes, la doctora que miraban con miedo y respeto ya entrada en edad que aun conservaba sus curvas femeninas, los enfermeros varios   y de todos ni uno sólo le causo nada.

Aprovechando que ya estaba ahí pensó en satisfacer su curiosidad y se pasó a los pisos superiores, sin entender bien el “Por qué”  se esperaba a que los elevadores abrieran para poder acceder a las diferentes plantas y eso le pintaba una sonrisa burlona, la cual se borró en cuanto las puertas del elevador se abrieron, un sentimiento muy ajeno a los que conocía apareció e inició a agitarlo violentamente, tanto que, tuvo qué doblarse un poco y apretar sutilmente con tal de aplacar esa horrible sensación en su estómago.

En el quinto piso algo le volvía loco; sentir el frío y calor al mismo tiempo, recordándole a cuando obligadamente tenía que vestir algo grueso por el clima le arrastró en un torbellino de colores, emociones,  nombres, voces, inclusive aromas, todos le percutieron en un instante.

El conjunto  mezclado le ocasionaba algo similar al dolor, al mismo tiempo que le incitaba a seguir buscando.

Caminando jorobado, apretando su estómago con una mano, al tiempo que se sujetaba las sienes con la sobrante, llegó hasta la  recepción particular en ese nivel. Al ver ese sitio se sujetó con mucha fuerza la cabeza, bueno, específicamente hablando al mirar al enfermero de gorra blanca, el dolor de cabeza se intensificó y, al escucharlo hablar secuelas claras de imágenes, acciones, palabras, énfasis, ¡Todo! lo estaba recordando.

Boqui abierto lo miraba fijamente obligando a sus ojos a expandirse al máximo hasta que por fin, recobró sus recuerdos.

Se trataba de su hermano, Sachi. Se acercó por completo a él, extendiendo su mano intentando alcanzarlo, esperando que lo sintiese pero fue en vano. Ese joven lo traspasó dejándolo parado con el brazo extendido sin cambio alguno, justo igual que todos los demás.

Recuperó la postura y emprendió el camino muy de cerca al tiempo que le hablaba fuerte esperando que lo escuchase o lo viese, pero todos sus intentos de tocarlo y hablarle fueron inútiles, Sachi continuaba con su rutina despreocupadamente, bueno, atendiendo a sus pacientes como era de esperarse en un buen enfermero, a cómo él lo recordaba.

Sachi entró en la última habitación, pegada a una enorme ventana que señalaba la calle y ahí la realidad terminó por apuñarlo.

Al entrar se quedó pasmado de ver como, su cuerpo se mantenía existente gracias  a un respirador unido a su cuerpo por la tráquea, ese aparato marcaba un ritmo muy singular que se completaba con uno extra, uno que delataba al corazón en ese cascarón simulador de un cuerpo humano.

Tristemente vio que en sus manos los líquidos le mantenían con existencia, recordó además lo que cada uno de ellos le introducían al sistema y suspiró, suspiró de impotencia y por comprender, que por la gravedad de su accidente quizás nunca se recuperaría.

En shock y asustado de verse de esa manera temblaba como cuando niño pequeño que vio algo nuevo o escalofriante. Miró con cautela el semblante triste del enfermero en lo que recordaba lo que había ocurrido ese día, meses atrás ya.

Su hermano menor se encontraba demasiado deprimido a causa de que, en su relación amorosa la familia de su novio no aceptaba siquiera el verlo, de hecho ni siquiera le daban la oportunidad de que hablara de él.

Por su cuenta, actuando como hermano mayor atrabancado e impulsivo, uno que defendería a su familia a capa y espada, decidió ir y hablar con esa familia para tratar de hacerlos comprender, pero en el trayecto, el hielo en las carreteras más la alta velocidad fueron su verdugo. Las llantas de su auto no detuvieron su carrera loca y terminó por estrellarse en un poste, después de un zumbido muy fuerte, el frío, el dolor y la oscuridad, llegó la nada, bueno casi, Eustass apareció en el taller y  del “Por qué” a ese hecho continuaba siendo un misterio.

—Hey, ¿Cómo estas el día de hoy? —la voz de su hermano lo atrajo al momento, ya sabía el pasado ahora, tenía que saber cómo recuperar su estado de persona — Ayer me dijo Lily que durante tu baño de esponja notó como la ampolla debajo de tu codo estaba sanando, no te des por vencido Law.

“Trafalgar Law” —dijo el moreno apretando la cabecera de su cama.

—Eres fuerte y confiamos en que estarás bien, yo sé que saldrás de esta.

Terminó de inyectarle el medicamento y salió luego de besarle la frente.

Asintiendo miró por un largo rato el muñeco de carne que simulaba ser su cuerpo e intentó curiosearlo, esperando que con tocarse, sintiera algo.

Acarició sus pies, pero no logró sentir nada; deslizo su mano a través de sus piernas, intentando apretar sus muslos sin cambio alguno, según él trato de golpear su estómago pero su intangibilidad le mostró el por que no sentía absolutamente nada, aunque, ¿Por qué sería diferente con alguien mas si con su hermano no mostró nada?

Aparentó desplomarse en el sofá, cruzó manos y piernas y, así dejo pasar todo el día; observando como entraba el personal y en contadas ocasiones, su hermano a las horas que tenían que y luego, sin más y resignado a ello salía suspirando y entristecido.

Luego de pensarlo mucho, toda la noche de hecho, tomó la decisión de regresar al lado del único que le brindaba un poco de vida en esos instantes, total las palabras de Kid eso eran, meras palabras.

Pensando, no, analizando el día de su accidente por todo el recorrido llegó a su destino sin prestar atención a nada en la calle. Negaba  por la falta de precaución al momento de ese fatídico percance hasta que, al llegar al departamento de Eustass, el estruendo en el interior le regresó al estado de alerta.

Atravesó la puerta y llegó hasta la sala, en donde observó con sobresalto como Kid y Killer peleaban ferozmente, lanzándose puñetazos, patadas, estrellándose salvajemente contra la pared por turnos, primero Eustass estampaba su puño con fuerza demoledora en el rostro del rubio y luego, éste regresaba el golpe con la misma fuerza al estómago del pelirrojo doblándolo por instantes.

La contienda en apariencia, por los golpes, ya tenía rato de estar en proceso, la ceja de Kid y nariz, laceradas competían muy bien con la nariz y labio de Killer.

Se quedó viendo por unos segundos y cuando por fin decidió intervenir fue cuando, Kid sentado sobre el vientre del rubio amenazaba con molerle el rostro de un último y poderoso puñetazo.

“¡Qué bonito Eustass-ya! “ — gritó atrayendo la mirada del pelirrojo —Te dejo solo por unos días y decides matar a tu hermano a golpes.”

Kid alzó la mirada colérica e iracunda y la estancó en sus plateados ojos.

— ¡¿Qué estas haciendo aquí?! ¡Te dije que no quería verte más! — gritó sosteniéndole la fiera mirada aún con el puño alzado y el rostro de Killer sujeto por la mandíbula.

El rubio trató de ver por sobre su cabeza a donde la mirada del pelirrojo apuntaba, pero las cosas eran iguales, no veía nada.

“Es suficiente, en realidad ¿Piensas matarlo?” —preguntó Law, acuclillándose en frente por sobre la cabeza de Killer.

Suspirando erráticamente Kid se alzó azotando la cabeza de su hermano contra el piso como la agresión final; el rubio, mareado se levantó y limpió con el puño la sangre de su boca, tristemente se percató de que el fantasma estaba de vuelta ya que su hermano no era de los que dudaba en terminar algo.

—Esta… era la ultima vez que te pedía ese algo especial para mí… —dudaba en continuar, le dolía más la actitud de Kid que los golpes — ¡Puedes hacer lo que te venga en gana de aquí en adelante!

Killer le dio la espalda y se dirigió por su gabardina.

—No lo dejaré sólo porque tú no lo apruebas, él  me ama, y yo a él… y si tú no lo aceptas… —suspiró al momento de ponerse la prenda —Nos veremos luego.

Sin nada más Killer salió del departamento dejando a Kid sumido en la sombría y triste oscuridad de su solitaria casa.

Law no lograba comprender que había ocurrido; se acercó y rodeó al pelirrojo hasta estar en frente, el rostro de Kid aparte de golpeado, lacerado y amoratado estaba corroído por la tristeza, arrepentimiento y sobre todo recelo, en ese instante él comprendió que efectivamente, atinó cuando maquinó que ese chico no estimaba a su compinche, Kid amaba a Killer y nunca le dijo nada.

“Debemos atender esas heridas.” —dijo sonriendo el moreno.

Pero Kid permanecía estático, ni siquiera el leve tambaleo que ataca al cuerpo luego de rato de estar inerte lo movía.  Para Law verlo así le dolía más que el haber encontrado su cuerpo en semejantes malas condiciones. Con toda su fuerza y creencia el moreno estiró su mano en dirección del mallugado rostro consiguiendo algo fuera de lo habitual en ese par, bueno, habitual dentro de la rareza que los unía y sobre todo que marcaba una limitación entre ellos.

Creyendo firmemente en que sí lo conseguiría acarició su frente, moviendo el cabello escarlata logró quitarlo de una cortada profunda en la ceja izquierda de Kid.

El asombro fue el mismo por parte de los dos, tanto que Kid se sacudió al sentir el toque.

— ¡¿Pero que diablos?! —dijo saltando un paso atrás. — ¡¿Qué hiciste?! —agregó.

“Sólo estire mi mano, no quise asustarte.”— mencionó el moreno mostrándole ambas extremidades.

Se quedaron viendo directo a los ojos, Law observaba la mirada perdida que ahora radicaba en el pelirrojo, sus ojos ya no tenían ese brillo que antes le deslumbró, incluso, se atrevió a pensar que estaban mas muertos que los propios en ese instante.

Y Kid, bueno, él miraba sin ver, hasta que entendió que el rostro moreno en frente le pedía una explicación, cuando menos para entender bien la situación.

— Ya sabía que Killer estaba enamorado de otra persona y aun así… — hablaba sofocando el dolor, sin embargo, ese cavernícola no entendía lo de “contenciones” — ¡Aún así no pude sacarlo de mi mente! ¡Aún cuando yo sabia que él no pensaba en mí del mismo modo! ¡Aún cuando yo sabia que él no seria para mí! Yo… yo…

La rabia explotó de nueva cuenta en él e inició a romper todo en su casa, los sofás terminaron al revés, el estéreo se hizo pedazos al chocar contra el suelo, su móvil salió por la ventana quien sabe a donde mientras los cristales propios quedaron dentro, la mesa, las sillas, el refrigerador, la televisión nada se escapó de la ira de Kid.

Law hizo lo único que pudo, quedarse parado observando esa escena y apretar los puños.

Ya entrada la madrugada, cuando las cosas para romper se le  terminaron al pelirrojo, cayó sentado, recargado en la fría pared, sostuvo su cabeza con sus brazos apoyados en las rodillas y se quedó dormido.

Que inútil se sentía el moreno en ese instante, quería consolar a Kid, quería abrazarlo y brindarle un poco de calor, quería, cuando menos arroparlo con su cobija y ni eso lograba hacer. Al mirarlo él comprendió que ahora, definitivamente estaba enamorado del huraño; era verdad que él no tenia problema en amar ya fuese a una linda chica o a un guapo chico, siempre y cuando, los sentimientos fueran reales y con Kid así lo eran.

La bisexualidad de la que gozaba en ese  momento fue una virtud y un castigo, pobre diablo, creyéndose demasiado en vida y ahora, intangible no era nada, en el sentido mas acorde a esa palabra.

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 Entre tanto Killer llegaba al bar, siendo sábado y estando a punto de abrir Bonney terminaba con los últimos detalles previos a iniciar la jornada.

— ¡¿Qué rayos te pasó?! —preguntó la joven al verlo recargarse en la puerta.

Nada grave. — respondió mirando al piso.

No insistió en saber nada, se aproximó y ayudándole lo llevó hasta la oficina, dentro buscó el botiquín y sin perder de vista el exterior del bar, comenzó con las curaciones al rostro magullado y sangrante del rubio.

—Esta de aquí —mencionaba presionando levemente una cortada sobre la nariz—Requiere atención medica, no dejará de sangrar.

—No puedo ir al hospital.

—Vamos Killer, la pelea de hace ocho meses ya nadie, excepto nosotros, la recordamos… estoy segura que podemos ir y te ayudaran…

— ¡No puedo ir! Él podría estar ahí y no quiero que lo odie.

‘¿Él?’ —pensó.

—Oye, no quiero parecer entrometida, pero, ¿Me contarías que ocurrió?

Killer la miró de reojo, meditando si decirle o no; el tener una relación gay no le asustaba ni le importaban los comentarios de los demás, si tenía la comprensión, amor y sobre todo cariño de su chico lo demás era un cero a la izquierda. Pero Bonney, bueno nunca le había mostrado detalles de que podía confiar en ella o no, decidió apostar por lo primero y respondió sin dudas.

—Tuve una pelea con Kid a causa de mi novio.

Bonney demostró demasiado controlada la sorpresa de saber eso, abrió momentáneamente los ojos sin dejar de atender las cortadas profundas en el rostro pálido, su sorpresa fue más que nada por que Kid para Killer lo era todo, y, luego porque él era frecuentado algunas chicas en sus horas de trabajo que obviamente intentaban ligárselo.

—Y puedo saber el porque…

—Hablamos de mi chico, se lo quería presentar para que todo fuese formal. —con eso, esperaba una respuesta negativa, sin embargo a él se le olvidó que los libros no son lo que aparentan.

—Por lo que veo no hablaron —Bonney no mostró el menor repudio, al contrario continuó como si el tema fuese de lo mas natural, —Lo que no entiendo es porque llegar al extremo de los golpes… digo, Kid es torpe, salvaje, desconcentrado, incluso idiota, pero ¿Golpearlo era tan necesario?

Mirándola como tiraba las gasas sucias en el bote, suspiró y decidió contarle la historia.

—Ya le había pedido antes, creo que tres meses atrás que quería que lo conociera, pero por una u otra cosa siempre me daba una negativa… y ayer bueno…

— ¿Perdiste la paciencia? — regresó y continuó con la curación.

—Algo así, es por que mi chico también esta pasando por una situacion crítica y en verdad, quería apoyarlo tan libremente como  lo hago con Kid pero, él insiste en negarse.

Tragó saliva y marcó una leve pausa, la culpa, aparte de las cortadas y moretones era demasiado notoria en su rostro, Bonney sonrió en lo que, con cuidado pero nada de delicadeza, juntaba la piel en el área del pómulo y colocaba véndoletas.

Luego, limpió la sangre extra e hizo presión esperando que el líquido dejase de salir.

— ¿Y  ayer también se negó?

—Si… desde que llegue estaba de mal humor, se sentía… raro, casi puedo culpar a… — ‘Pero ¿Qué estoy por decirle? ¿Que estaba raro por que el fantasma que lo seguía ya tenia dos días de no hacerlo? ¡Que torpe!’— se interrumpió a si mismo con ese pensar.

— ¿A quien? —preguntó Bonney.

Claro que no le diría que todo el mal humor del taheño se debía a eso y a como Killer lo venia viendo, si no estaban juntos el estar de malas de su camarada se acentuaba.

—A nadie… la verdad, no debí haber insistido.

—La verdad… —suspiró de nuevo la chica descubriendo la herida y continuando con la de la ceja, —Creo que esta celoso.

Killer se quedó boquiabierto, negando con una sonrisa nerviosa estampada e indeleble. La chica no sabía si continuar o no con sus curaciones, la ternura le iniciaba a ganar terreno. Limpió con cuidado la herida y, luego de dolorosamente estirar la piel, con el único fin de quitarle esa faz tan hipnotizante, continuó…

—Celos, después de todo, eres lo único que tiene, ¿no? Quizás y haya pensado que ya no lo frecuentarías o simplemente, pensó que lo olvidarías por completo.

Nunca Killer meditó algo así, es más, esa opción ni siquiera estaba en la lista, la verdad no tenía una; y ahora la culpa hacia acto de presencia a modo de sombra detrás de él, agachó la cabeza y comenzó a sentir la vergüenza.

—Dale unos días, estoy segura que tendrá que recapacitar, después de todo, los hermanos mayores queremos que, nuestros hermanitos sean felices, ¿No lo crees?

Le alzó el rostro y terminó de parcharlo, pobre Killer, golpes físicos y los similares en emociones, ahora si que estaba molido.

Con el único fin de cambiarle esa cara que apretujaba a su corazón, Bonney inicio un interrogatorio:

—Por cierto, ¿Cómo se llama tu novio? ¿Es de por aquí cerca? ¿Cómo lo conociste?

Killer comenzó a responder con lujo de detalles ahora si que podía confiar en ella.

—Bueno, trabaja en el hospital del centro y es enfermero, lo conocí precisamente por la pelea de hace ocho meses, en la que me fracturaron las costillas ¿Recuerdas?

—Claro que lo recuerdo, tuve un ojo morado por un mes y todo por culpa del idiota pelirrojo.

Carcajeando el rubio le relató con detalles —que Bonney disfrutó— lo ocurrido luego de llegar al hospital y ser atendido por ese chico tierno pero firme; atento, pero estricto; fuerte pero considerado. Ella comprendió al instante que fue amor a primera vista o, amor a primer golpe.

Aunque analizando a fondo supo ver que, si Killer estaba molido anímicamente, el pelirrojo estaría peor. Con la preocupación colmándola, hizo lo único posible: dedicarse de lleno a su labor nocturna.

Ya no le comentaría nada de Kid, capaz y el rubio saldría corriendo sin pensar en otra cosa que su hermano, era mejor calmarlo y esperar a que los humos bajaran.

Para el pelirrojo la situacion pintaba un tanto distinta en varios modos: tenía a su anhelo colmándolo al grado de la desesperación  y, en el otro a una “persona” que en verdad deseaba ayudarlo a tal extremo, que ofreció pago de indemnización a Hawkins con el único fin de llevarlo hasta su retiro de paz.

El rubio aceptó sin necesidad de pago monetario, los sentimientos a flor de piel que mostraba el moreno lograron sojuzgarlo a tal grado que cumplió con las sugerencias por su parte, a un principio Kid dudó demasiado en acompañarlos y más si no le decían ni a donde iban o que harían, pero algo en ese tipo raro rubio lograba sosegarlo, ni siquiera Law comprendía de que se trataba ya que con insistir en una única ocasión, Kid aceptó sin más.

Se quedó dormido en todo el recorrido hasta la casa del doctor.

Cuando por fin despertó, lo primero que notó fue el cambio de temperatura, se encontraba en un sitio demasiado cálido pero con aroma a abandono y, al sentarse lo que observó  fue al moreno intangible a un lado suyo, velando de su descanso.

“No te asustes, estas en mi casa, le pedí a Hawkins que nos trajera.” —declaró el mulato mirándolo fijamente.

—No debiste.

“Es un hombre muy discreto.” —respondió sosteniéndole el mirar.

—Será mejor que me vaya.

Kid se levantó de la cama y apenas puso un pie en el suelo sintió el frío profuso, inclusive el clima le jugaba en contra ya que, poniéndose de su lado para el aislamiento, desató una lluvia torrencial imposibilitando su regreso.

“No puedes salir, Basil-ya apenas logró regresar a su tienda, nosotros podemos estar aquí hasta que pase la tormenta, no te preocupes, la nevera esta llena y tenemos la despensa bien surtida, sólo reposa hasta que tus heridas sanen.”

Pensó en todo al momento de llevarlo a su casa, no se le escapó detalle menor; pero Kid no estaba de acuerdo, asomándose por la ventana fue cuando se cercioro de que en realidad, por días no lograría salir de ese lugar; después de todo  el agua simulaba un arrollo agresivo; menos mal que la casa del medico estaba muy bien diseñada.

Se sostenía por unos fuertes pilares manteniéndola en alto y alejada del paso del agua. En realidad la casa de Law era un caprichoso diseño de dos pisos por sobre la plataforma de cimientos, con un pequeño puente de concreto que se mantenía firme para lograr el nexo del terreno con la casa.

La cual estaba muy alejada de la ciudad. Para llegar solamente la entrada principal de la propiedad se tomaba una desviación de un kilometro de distancia de la autopista aledaña, y, de esa entrada otra hora de distancia la separaba de la puerta principal de la mansión, pero la vista no era para nada mala y bien valía la pena la lejanía.

Bien  se podría decir que vivía en el bosque y ese argumento sería lo más acertado aunque por el momento su patio era letal.

—Como sea. —dijo al salir de la alcoba.

Curioseando la casa se dio cuenta de algo muy importante que le dejó petrificado por instantes, luego, recobró la postura ruda e insensible.

— ¡¿Cuándo recordaste quien eres?! —preguntó desde la cocina.

“Haa, bueno… fui al hospital, atinaste cuando mencionaste lo de ser medico” —de repente se quedó mudo, Law  esperaba que Kid asomara la cabeza de cualquier habitación, perdió el rastro cuando se aventuró en el inmenso pasillo del segundo nivel, ese que resguardaba  alcobas que seguramente era para los invitados. Al mirar dentro se notaba que nunca, o casi, se usaban.

— ¿Lo eres? — cuestionaba el  pelirrojo tratando de que esa noticia no le afectara, que ese chico no interviniera más en su vida — Pero eso no responde el porque diablos pareces fantasma. —replicó el universitario saliendo de la habitación dedicada a juegos en el mismo nivel.

“Pues si lo soy, medico neurocirujano especialista en cáncer, epilepsia y todo lo referente al cerebro.” —respondía el moreno esperando y mirando atento como, dentro de la casa, Kid continuaba cubriéndose con una cobija que resultó ser una cortina.

“Podemos subir un poco mas la calefacción, si gustas.”— con esas palabras un tic nervioso en su ceja se manifestó.

—No hace falta, —contestaba, obvio no comprendió la indirecta de que dejara las cortinas en su sitio — Y… no has respondido mi pregunta de porque eres un fantasma.

Continuó hablando en lo que bajaba por las escaleras en forma de espiral, con diseño poco convencional ya que, el espacio funcionaba a la perfección como una repisa de esa manera, todo el vacío se ocupaba.

“Bueno, tuve un accidente en auto, mi cuerpo está conectado a un respirador, me sustentan con plasma y sangre…” —la voz del medico no sonaba a lo usual, ¿Y como podría luego de verse en tan horribles condiciones? Kid supo ver eso de inmediato, pero aún así, mantuvo la calma.

—Y… —ocultó así la sorpresa — ¿Cuál es tu nombre? —terminó el interrogatorio en la cocina, hurgando en el refrigerador.

“Trafalgar Law” —respondió serio.

Kid cerró el refrigerador y se le aproximó con mucha seguridad en lo que limpiaba una manzana; la verdad Law ya no conseguía ocultar el nerviosismo de ver semejante escultura de hombre y, para Kid, ese chico representaba una curiosidad atrayente que tarde o temprano, reconocía en su interior, le atraparía como ratonera.

—Mucho gusto Trafalgar, Eustass Kid —le dijo extendiendo la mano, como si Law pudiera corresponder del mismo modo, el medico alzó la mano, esperando que con querer y desear apretarla lo conseguiría, pero ya no pudo hacerse sentir, aun así mantuvo la postura. —Y no es un gusto conocerte, tampoco te ayudaré con lo que necesites. —agregó con una leve risilla, similar a sus coqueteos previos.

“Gracias” —fue todo lo que el moreno respondió.

—Bueno, ya cuando menos sabes eso, ¿Recordaste todo, todo?

Preguntaba curioso, y tratando de morder una manzana, en ese momento fue cuando Law le pidió algo que él consideraba imperativo.

“Tenemos que atender esas heridas, es necesario que se suturen de lo contrario te quedaran cicatrices.”

—Y… ¿Me quitaran lo lindo? —cuestionaba burlón, y sin prestarle el menor cuidado a la sangre que goteaba de su rostro, específicamente de su labio inferior.

“Si… algo así, pero aquí tenemos un leve problema.” —mencionó Law abriendo y cerrando sus puños.

—Lo sé, no me molestan las cicatrices, así que no te debes preocupar por cosas insignificantes.

“Bueno, pero cuando menos, pongamos unas véndoletas, no me gusta el aroma del agua mezclado con la sangre y de continuar manchando mis pisos, tendrías que limpiar de ese modo.”

—Seee… —respondía burlonamente, rascándose la cabeza.

“y deja las cortinas en su sitio, los cobertores, edredones y mantas están en cada habitación, toma  una de cualquiera.” —le recriminaba molesto Law.

Aunque el pelirrojo alcanzó a ver bien la preocupación en el rostro del medico —contrario a sus palabras sarcásticas— y fue esa misma, la que doblegó el carácter fiero de Kid, asintiendo paso por su lado y saliendo de la cocina, se quedó parado, no sabía a donde ir.

Alzó su mano izquierda y miró a ambos lados, esperando que le dijera el rumbo. “A la derecha, a tres puertas.”—señaló el moreno.

Caminó en esa dirección. Extrañamente de todas las habitaciones esa era la única cerrada con llave, la cual estaba colgada en un pequeño clavo a un lado, al costado de un cuadro que enmarcaba la fotografía de un hombre rubio.

— ¿No escondes cadáveres, verdad? No quisiera ver algo asqueroso.

“Claro que no, a veces me gusta trabajar en completo silencio y este es mi lugar privado, pero pasa eres bienvenido.”

Entró de un modo cauteloso.

“Alza tu mano derecha, el apagador se sentirá de inmediato.” —dijo Law esperando a que se adentrara por completo. Al encender  la luz  notó una copia casi exacta de un quirófano claro mucho más pequeño, pero con todo lo que este conlleva: bandejas plateadas, el olor a antisépticos y alcohol, la luz del mismo blanco y lo lustroso del sitio, siguió de cerca al pelirrojo.

Abriendo todos los cajones encontró agujas, jeringas, catéteres, mangueras, etc, etc, hasta que, al fondo de uno encontró lo que buscaban.

“Las tijeras están ahí.” —señalo al estante contrario del que registraba Kid, particularmente, un pequeño rectángulo con liquido y muchas pinzas de diferentes formas.

—Entonces, Trafalgar, ¿Cuántos años tienes? —preguntó Kid, sacando el utensilio del líquido antiséptico y sacudiéndolo para quitarle el exceso.

“Veintiséis, ahora, corta  un trozo de cinta, un rectángulo y, luego formas dos triángulos unidos por la punta central, cuida que no se pegue entre si.”

— ¿Soltero, casado, viudo, divorciado? — cuestionaba Kid moviendo sus  manos, efectuando lo que Law le decía al pie de la letra.

“Soltero, sin compromisos…. Con cuidado, pega un extremo de la cinta de un lado de la cortada y luego, estiras con firmeza para que se cierre la zanja, y pegas el resto del otro lado.”

Kid miraba en el amplio espejo como el moreno se mordía el labio, tal vez pensaba que le dolía mucho, un tic y no lo sabia o no lo notaba, cualquiera fuese el caso, las muecas del medico le causaron un leve estrujón sentimental, Law se preocupaba mucho por él.

“En el labio me temo que tendremos que ser un poco mas severos… ¿le temes a las agujas?”

Kid abrió sus ojos y resolló profundo, luego movió la mandíbula de un lado a otro, “Me doy cuenta de que, quizás y si, ¿Verdad? No te preocupes, te prometo que no dolerá.”

—Espero. —respondió.

“Bueno, mira, en esta gaveta hay algo llamado lidocaína, búscala y luego continuamos.”

Entre tantos frascos y todos con la misma forma, inclusive en color se tardo casi cinco minutos en conseguirlo; luego lo curioseó levemente en lo que Law continuaba con las explicaciones.

“Para que no te duela ni el primer pinchazo, saca un poco con cualquier jeringa y sin aguja, vierte unas gotas directamente en la herida, no tragues lo que escurra, te sentirás mal si lo haces.”

Kid no objetaba nada, tampoco cuestionaba; cumplía con las instrucciones justo al tiempo que decía el moreno y justo como se lo decía.

“Estira un poquito la piel del labio y dime si aun te duele.”

—No, ya no.

“Bueno, ahora, pon la aguja pequeña y delgada, una de las que están en esa gaveta de nuevo en la jeringa y con cuidado, por favor olvida tu brutalidad característica y hazlo con sumo cuidado, introduce la aguja en el costado de la cortada, inyectas un poco del liquido y luego repites el paso con el otro extremo.”

Ni siquiera el primer piquete sintió, eso le brindó la confianza suficiente para que sus movimientos fuesen mucho más seguros, Law miraba demasiado atento, conocía muy bien los riesgos de lo que estaba haciendo, la anestesia no era cosa sencilla ni simple, menos mal que el huraño contaba con la fortaleza necesaria para el proceso.

“Bueno, aquí esta el material para suturar, los guantes son para que no se te resbale la piel por la sangre, la aguja, bueno todas tienen la misma forma de anzuelo, usaremos la mas pequeña, toma el hilo azul, ese se caerá por su cuenta en unos seis días.”

Asintiendo, se puso los guantes, enhebró la aguja y esperó a que le dijeran lo que seguía.

“Con fuerza, atraviesa la aguja en el borde de la herida, no tomes la orilla, se puede desgarrar mucho mas, trata de que la aguja baje un poco del borde…”

Su nerviosismo podría cortarse con cuchillo de ser tangible en el instante en que el crujido propio de la aguja en la piel de Kid se escuchó, ambos se miraron por instantes y, luego de que Law sonriera, continuaron. Para el pelirrojo fue toda una revelación ver como el hilo pasaba por su piel y no le dolía.

“Alto, deja hilo afuera, es para el nudo, ahora haz lo mismo con el frente de la herida, con cuidado…”—hablaba con pausas y movía sus manos, retrayéndolas, apretando los dedos y puños, inclusive sus muecas a Kid le parecieron de lo mas tiernas y cándidas.

“Ya que tienen hilo los dos bordes estira con cuidado de ambos hasta que la piel se una y luego haz un nudo cualquiera.”

El pelirrojo miraba en el espejo y, por primera vez se percató de que estaba haciendo algo, que según él nunca de los nuncas habría echó, pero, recordando, era la segunda vez que trabajaba de ese modo. Se sintió poderoso, y muy capaz de hacer todo lo que quisiera en ese instante, esa pequeña reconstrucción facial le ayudó para levantar el ánimo y mostrarle que, con paciencia y un buen maestro lograría hacer lo que quisiera, quizás y ahora tendría que aprender a querer lo que fuera bueno para él y sobre todo, lo que estuviese cerca y en ese momento, lo más cerca era un medico de ojos plateados intangibles que miraba muy atento sus movimientos.

Tres puntadas fueron necesarias para unir la piel, Kid, luego de que el efecto de la anestesia pasara, con su lengua jugueteaba con los puntos, le gustaba la sensación del plástico unido a la piel y sentir las coyunturas propias, inclusive las puntas de los hilos.

“Basta, desharás los nudos.”

—Puedo comer de todo, ¿no?

“Si, en especial helado, para que se baje la inflamación.”

—Pero quien carajos quería comer helado con este clima.

“Es una sugerencia.”

—Al carajo con esa.

Sonriendo Law observó como su invitado-secuestrado miraba dentro de la nevera sin tomar la decisión. Únicamente estaba ahí con el final de pensar que hacer de ahora en adelante, y sobre todo, por la ansiedad.

“Si necesitas deshacerte de la energía de sobra, el gimnasio quizás te ayude.” —declaró Law desde la entrada.

— ¿Gimnasio?

“Claro, necesito estar en forma y mantener mis músculos en condición, las cirugías no son cosa fácil y menos cuando se extienden por mas de ocho horas.”

—Eso explica el porque de tu silueta, pero, ¿No tienes mucha vida social, verdad?

“Se parece un poco a la tuya, creo.”

—Bueno, en donde esta tu gimnasio.

Demasiado sereno lo guió por las habitaciones, al mismo tiempo que le mostraba que había en cada una y sobre todo, en lo que disfrutaban de la compañía mutua en lo que afuera, la tormenta continuaba.

Notas finales:

Bueno, nos vemos la siguiente semana, se cuidan y ya saben, amenzas de muerte por email ejejejeje


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