7.- Primeras citas.
Concentré mi atención en el gran artículo del periódico publicado hace un par de días. Anunciaban mi desaparición y posiblemente la opción de un secuestro. Era una tontería esa teoría. El día en que discutí con mi padre le deje muy en claro que ya no dependería de él. Mi estado de ánimo en ese momento no fue el mejor y tampoco tome la mejor decisión pero no soy de las personas que se hacen para atrás o renuncian fácilmente.
Recordaba perfectamente la primera vez que vi a Haitani en esa ceremonia. Usaba un traje de gala y su esposo también. Me pareció intrigante que se le viera muy poco con su pareja. A comparación de mi relación con Takahashi dónde convivíamos diariamente. Y teníamos un estrecho vínculo. No sé en qué momento se nos complicaron las cosas. Parecíamos ir perfectamente. Había encontrado en ese tiempo la persona que hacia explotar mi interior pero siempre me pregunte muy adentro de mí si estaba haciendo lo correcto para que él fuera feliz.
Tampoco sabía lo que sentía por él. Estaba agradecido de que me diera hospedaje y de su ayuda. Pero eso no lo necesitaba, mantenía una cuenta en el banco para emergencias. Podía sacar dinero en cualquier momento para rentar un departamento. La única cosa clara que mantenía en estos momentos era que me hacía muy feliz su compañía. Apareció a un lado de mí. Observándome con curiosidad. Tomo aquella hoja para llamarme.
— ¿Qué quieres? —respondí de mala gana. Ni siquiera sabía porque estaba tan agresivo aquella mañana.
—Quiero salir contigo.
—La otra vez salimos. ¿Qué insinúas?—le pregunte confundido. Sus intenciones eran otras lo sabía, y me molestaba que algunas veces fuera indirecto.
—Quiero tener una cita. —Tomo el pan tostado para untarle mantequilla y comerlo. —Te divertirás, vamos acepta.
—No será que quieres hacer algo pervertido y sólo me estás llevando para cumplir tus propósitos.
—También. Pero lo que realmente quiero es salir contigo. ¿Qué dices? Cómo amigos.
—Está bien. Pero no harás nada extraño. —fue una advertencia.
—Te juro que no haré nada que tú no quieras.
—No estoy tan seguro de esa promesa. —comencé a comer mi desayuno. — ¿A dónde quieres ir?
—A comer fuera. Ayer abrieron un nuevo restaurante y me preguntaba si cierto niño rico quería ir.
—No me he sentido muy bien respecto a lo de la comida. ¿Podemos posponer esa opción?
— ¿Sentirte mal? En qué sentido Haruhiko —Se preocupó por mí. Después de todo esto era su culpa.
—He vomitado todo lo que como. Temo que si sigo así me deshidrate. ¿Y si es una consecuencia de la infección?
—No lo creo. Será mejor que te lleve al médico. —Insistió. —Yo nunca he vomitado por una causa de esas.
—Si me llevas al médico la prensa se enterará y será peor. —agarre el vaso con jugo de naranja y empecé a beber.
—Me arriesgaré y te llevaré.
Al final termine aceptando venir a esa “cita” de amigos. No podría salir tan mal. Acordamos ir sólo al centro comercial. No estaba de humor para comer. Agarramos el metro para que nos pudiera dejar ahí. Entre sus insinuaciones y “toques” accidentales
Caminamos por el enorme trascurso del centro comercial. Tomados de la mano. Me daba vergüenza estar de esa manera a su lado. Quiero decir no éramos una pareja pero actuábamos como tal y eso me daba miedo. Mis afirmaciones a un enamoramiento eran borrosas. Ni siquiera me había dado cuenta Entramos a una tienda de artesanías. Las antigüedades descifran las aventuras de los antepasados. Hasta la cosa más pequeña es un gran tesoro para quien lo guarda. Vi en el aparador un anillo de madera. Se acercó sin percatarme de ello por la total captura de concentración en aquel objeto. Giro mi cabeza con sus hábiles manos para robarme un beso.
— ¿¡Q-qué haces!? Estamos en público. —me separé rápidamente de él. La señorita que atendía se puso roja al vernos en esa “situación”. Este hombre me matará de un coraje… es un cretino.
—Sólo te doy el cariño de “amigo”. — sonrió victorioso. —Todas las personas se dan afecto.
—Los amigos no se besan Idiota. —me irrite con su actitud tan cómoda. Le parecía lo más normal del mundo. Cuándo ambos sabíamos que no era así.
—Nosotros sí.
No soportaba su arrogancia. Me sentí mareado. El ardor comenzó a subir por mi esófago y faringe, amenazando en que saliera algo. Tape mi boca y corrí directo a los baños públicos. Abrí la puerta de uno rápidamente para terminar vomitando lo que había comido en la mañana.
Me limite a proseguir. Agarre suficiente papel higiénico para limpiarme la boca, él estaba atrás de mí sobando mi espalda con suavidad.
—Ahg… No quería que vieras eso. —Que me viera de esta manera me avergonzó demasiado. Intente no ponerme rojo en un momento así.
— ¿Por qué no? Es una cosa normal. Te llevare al hospital pasado mañana—tomo nuevamente mi rostro para besarlo. —Haruhiko…
—No me beses, acabo de vomitar. Es asqueroso. —Fruncí el ceño. Siempre me sonrojaba al hacer estas cosas.
—Me gustas…
—Deja de estar bromeando. —Desvíe mi mirada. Él tomo mi mano para depositar un anillo en uno de mis dedos.
—Crees que bromearía con algo así. —vi mi mano sorprendiéndome. Era el mismo que había visto en aquella tienda. —Supe que te había gustado por la forma cómo lo veías.
— ¿Qué quieres de mí? No necesitas hacer eso.
—Yo sé que también te gusto. ¿Por qué no lo admites? —se puso serio.
—Porque no sé lo que siento por ti.