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Siempre estaré a tu lado por JessJe

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Capítulo 2: Caos en la sala de emergencias

 

Risako tosía con fuerza. El humo que salía de la bodega era espeso, casi no podía ver, pero debía ser rápida. Salió del edificio y miró al resto, que ya estaba a salvo. -¿Qué… sucedió? –le pregunta a uno de los empleados. –Tembló… un terremoto –le respondió.

-¡Llamen a los bomberos!

-Ya lo están intentando, pero señorita, las líneas están caídas. La mujer volvió a ver el negocio de la familia, que se estaba consumiendo por el fuego. Su madre no estaba en Tokio y su padre se había ido temprano a reunirse con Shinobu.

-No podemos esperar, ¡necesito ayuda! Busquen cualquier recipiente o una manguera, debemos tratar de controlar el fuego antes que se extienda más, ¡rápido!

Mientras daba indicaciones a los empleados que aún quedaban en el lugar, se sentía angustiada por el estado de su familia. “Tienen que estar bien”.

 

A varios kilómetros, Shinobu intentaba sin éxito retirar los escombros a su alrededor. El sismo no les dio tiempo de salir. El viejo restaurante, tan popular en la zona, pero con una infraestructura antigua, había cedido. Con dificultad fue moviéndose y se acercó al lugar donde había visto a su padre por última vez. Finalmente sintió una mano entre la madera y fue retirando las ruinas, hasta que pudo encontrarse con el resto de su cuerpo.

-¿Papá? –apenas susurró. Le tomó el pulso, estaba débil. El muchacho siguió quitando escombros. E intentaba llamar por ayuda. Pero nadie respondía. Se sentía cansado y débil. Empezó a sentirse mareado, sintió humedad en su frente y se pasó la mano, pero se asustó al encontrar sangre en vez de sudor.

-Papá… papá, por favor, responde.

El mayor no reaccionaba, y el chico recostó su cabeza en su hombro. ”Miyagi… Miyagi, ¿dónde estás? Te necesito.”

 

En la universidad, Miyagi corrió hacia Hiroki. Se inclinó frente a él. Estaba en el suelo inerte, su ropa estaba sucia, tenía muchos cortes y golpeas en sus brazos. Dudó por un momento. Miró alrededor, muchas habían corrido a la calle, otros estaban apenas saliendo del edificio, pero ninguno estaba cerca. Sacó su celular y comprobó que no había señal. Finalmente se decidió y con cuidado le dio vuelta a Hiroki.

-¿Kamijo?

El castaño tenía hemorragia en su boca y nariz, la cual, empezaba a hincharse. Su muñeca se veía en una fea posición y tenía raspones en todo su cuerpo.

-Oh, Dios, Kamijo… ¿Kamijo?

Tomó con cuidado su mano buena y le seguía hablando, pero no había reacción.

-¡Ayuda! ¡Necesito ayuda, por favor!

Sus gritos desaparecían entre los otros gritos y lamentos que había a su alrededor. No había nada que hacer, en ese momento, estaba solo.

 

Usagi golpeó con rabia el volante. Estaba enfrascado en una presa, y no se había movido hacía varios minutos. Dejó su auto gris, y sin detenerse a pensar en la distancia, corrió hacia la estación del tren. “Mizaki… Mizaki”, era lo único que tenía en su mente. Se odiaba en ese momento por haberlo dejado ir solo. Pero su insistencia fue tanta, que tuvo que acceder. El timo de “Debes tenerme confianza”, había vuelto a funcionar para su desgracia. Y sin saber dónde estaba su amado Mizaki, Usagi sentía que su corazón iba a estallar.

En el hospital, los primeros heridos empezaron a llegar. -¡Doctor, doctor! Por radio nos confirmaron tres pacientes más de la Universidad de Touto señor… y parece que vienen más del centro.

-¡Empiecen a mover pacientes, los menos golpeados llévenlos a recepción, conformen vayan atendiendo pacientes, refiéranlos a los otros pisos, dejen las salas de atención prioritaria libres… Nowaki!

-Si Takamura San.

-Te encargas de los pacientes en recepción, trabaja rápido… despide a los que ves en buenas condiciones, no te detengas, ahora vendrá una oleada de pacientes de la zona oeste y necesitamos los pasillos lo más libres que se pueda, ¿entendido?

-Sí señor.

Nowaki fue con rapidez a recepción. El tiempo era crucial, ya que emergencias estaría caótica en pocos minutos tanto por pacientes como por familiares preocupados. Mientras corría, sacó su celular, y marcó nuevamente a Hiroki, pero aún no tenía línea. “Hiro-San, ¿por qué no me respondes?”

Shinobu finalmente se decidió, no podía quedarse ahí, a esperar. Tomó a su padre, que era más pesado que él, y haciendo un gran esfuerzo, lo puso sobre su espalda, poniéndose de pie. Tambaleó un poco, pero mantuvo el equilibrio y camino entre madera y piedra hacia la salida. Escuchaba algunos gemidos, pero no podía detenerse, su padre necesitaba atención inmediata. Finalmente llegó hasta el marco de la puerta y se resbaló, cayendo pesadamente él y su padre. Shinobu volvió a ponerse de pie, pero su cabeza seguía dándole vueltas y tropezó. Empezó a llorar, pero no podía tirarse al suelo, como un pequeño niño. “Siempre han estado ahí, tu, Miyagi, para protegerme y chinearme. No puedo seguir siendo un niño llorón, debo comportarme como un hombre”. Se limpió el rostro y gateo hasta su padre, respiró profundo, y nuevamente lo puso en su espalda. Se pudo de pie y siguió caminando. Llegó hasta el auto de padre, que milagrosamente solo tenía un poco de polvo encima. Buscó las llaves, abrió y puso a su padre en el asiento de los pasajeros. Fue hacia el lado del volante y encendió. Recordó las lecciones que Miyagi le había dado de conducir. No era muy bueno tras el volante, pero debía llevar a su padre a recibir atención. Con valor pone la llave y arranca.

 

 

-¡Ayuda, ayuda por favor! –seguía gritando Miyagi sin éxito. Finalmente escuchó una ambulancia. Volvió a ver a Hiroki, que seguía inconsciente en el suelo. –Iré por ayuda Kamijo, no te preocupes, no te dejaré solo.

El hombre corrió hacia la calle y la primera ambulancia en llegar estacionó frente a él. -¡Necesito ayuda! Mi compañero… un grupo de chicos le pasaron por encima, no sé ve bien.

-¿Está vivo?

-Sí, respira, ¡vamos!

Dos paramédicos siguieron a Miyagi hasta donde seguía inmóvil el cuerpo de Hiroki. Empezaron a atenderlo, vigilados de cerca por Miyagi. Volvió a sacar su celular y gruñó al ver que no tenía señal. Recordó el restaurante en donde lo había dejado minutos antes. Sentía la necesidad de ir hacia allá, pero también le preocupaba la condición de su amigo. Los paramédicos con rapidez intentaban estabilizar a Hiroki. Al poner su brazo en un soporte, y colocarle el collarín, movió los párpados y se quejó. Miyagi se inclinó cerca de él, -Kamijo, ¿me oyes? Soy Yoh, ¿me escuchas?

Seguía moviendo los párpados. Abrió un poco los labios y después de un leve gemido apenas pudo susurrar, -Nowaki.

-¿Nowaki? ¿Es su familia?

-No tengo idea.

Los paramédicos lo pusieron finalmente en la camilla, y fueron hacia la ambulancia. -¿Cómo está? ¿Díganme algo, por favor?

-Tiene al menos dos costillas rotas, además de la fractura en su mano y demás heridas y raspones. Y hay posibilidad de hemorragia interna, así que necesitará cirugía. Trate de contactar a su familia, está en condición grave.

-Pero… pero…

Miyagi vio como introducían a su compañero a la ambulancia, e insistía. –Yo… no conozco a nadie cercano a él… ¿Dónde lo llevan?

-Al Central. Es el más próximo.

Cerraron la puerta y la ambulancia se fue con rapidez, al mismo tiempo que otros vehículos de emergencia llegaban al lugar. Miyagi se sentía desesperado, pero ahora debía tranquilizarse. Debía encontrar a Shinobu. Fue hacia su auto, y arrancó. El restaurante no estaba lejos de ahí, solo a unas cuantas cuadras. Se pudo estacionar a 100 metros, ya que varios vehículos de emergencia le obstruían el paso. Corrió hacia el lugar y se angustió al ver la mitad del restaurante en el suelo.

-¡Shinobu! ¡Shinobu! –gritaba mientras buscaba entre los escombros, sin resultado.

 

 

 

Nowaki terminaba de atender a varios heridos leves, cuando una de las enfermeras le llamó, -¡Doctor Kusama! ¡Lo necesitan en urgencias, el personal no da abasto con la cantidad de pacientes que están llegando!

-En un momento enfermera.

Nowaki dejó a sus pacientes con un asistente y fue hacia emergencias, pero antes de entrar se recostó en una pared. Volvió a sacar el celular, pero seguía muerta las líneas. Nunca antes había sentido tanta la necesidad de salir corriendo del hospital. Se sentía impotente al no saber nada de Hiroki. “Él está bien. Seguro viene hacia acá, a buscarme… Tiene que estar bien.”

-¡Dr. Kusama, rápido!  -le indica otra enfermera al ver entrar un nuevo paciente. Éste respira profundo y va hacia la los paramédicos.

-¿Qué tenemos? –les pregunta mientras toma la tabla.

-Hombre de entre 25 y 30 años, con laceraciones múltiples en brazos, piernas y abdomen, con fractura en brazo, al menos tres costillas rotas, fractura de nariz, contusión y posible hemorragia interna.

-¿Alguna reacción?

-Por unos segundos.

Al entrar a la sala, le entregó la tabla a una de las enfermeras y sostuvo la camilla, junto con los enfermeros.

-A la cuenta de tres, uno, dos…

Al mismo tiempo cargaron la camilla y pusieron el cuerpo en la cama. Nowaki se acercó al rostro para ver si había ruta para entubar pero se quedó inmóvil al ver su rostro.

-¿Doctor? ¿Sucede algo?

El pelinegro se quedó sin aire y sin saber cómo reaccionar.

-¿Doctor Kusama?

Finalmente, volvió a ver a la enfermera que lo llamaba. –Emmm… tubo endotraqueal. Quiero placas, llama… llama a cirugía, ¡rápido!

Se colocó detrás de su cabeza y con cuidado la empujó hacia atrás, abriendo su boca.

-Hay… hay mucha sangre, separador por favor.

Con delicadeza, puso el separador e introdujo el tubo para ayudarlo a respirar. Después de algunos segundos, quito el protector del tubo y puso la bomba de aire. Fue hacia el torso y revisó su abdomen.

-¿Llamaron a cirugía?

-Sí, pero no hay cirujanos disponibles…

-¿Cómo está el pulso?

-Estable por el momento, doctor.

Nowaki observó con atención… -Ok, los subiremos.

La enfermera de mayor edad se quedó asustada, -Pero doctor, necesitamos el visto bueno…

-No hay tiempo, su abdomen está flácido, tiene hemorragia. Hay que subirlo ahora.

Las enfermeras no entendían que pasaba, pero rápidamente acomodaron todo y siguieron sus órdenes.

El jefe de emergencias vio como Nowaki llevaba la camilla con dos enfermeras más al ascensor.

-Kusama, ¿qué haces?

-Este paciente necesita cirugía ya.

-No puedes subirlo sin antes ser visto por un cirujano…

-¡’Tiene hemorragia interna doctor! ¡No podemos perder tiempo!

-Espera, Kusama…

-¡Va a morir si no se le opera ya! –le grita. El médico se quedó impresionado por su reacción, así que no insistió más. Los tres entraron al ascensor. Con cuidado de no ser visto por las enfermeras que lo acompañaban, acercó su mano a la de su paciente y acarició sus dedos. “Vas a estar bien… aguanta por favor.”, le decía con un profundo dolor al ver a su amado Hiroki entre la vida y la muerte.

 

Al mismo tiempo, Shinobu acompañaba al médico y las enfermeras que ponían a su padre en la camilla. -¿Tiene alguna enfermedad de cuidado? ¿Presión alta, diabetes, alguna contraindicación? –le pregunta el médico al joven. Shinobu no quitaba su vista de su padre. Estaba pálido, y no había reaccionado. –Yo… no sé.

-¿No te han visto esa herida en la cabeza, verdad, hijo? –le pregunta al examinarlo con la vista. El muchacho no le responde.

-Enfermera, busca un médico, que atienda a este niño, por favor.

La mujer lo toma del brazo, pero Shinobu se resiste.

-¿Qué? No… tengo que estar con él, por favor.

-Chico, escucha, por ahora no puedes hacer nada por él, deja que nosotros nos encargamos.

-No, no entiende… él es mi padre, debo estar…

-Necesitas atención, ve con la enfermera, te prometo que apenas tenga noticias te buscaré, ¿de acuerdo?

Shinobu finalmente accedió. La mujer lo llevaba con cariño del brazo y trataba de hablarle, pero estaba retraído. Lo sentó y pidió ayuda a una doctora. La mujer se acercó y le habló con dulzura, -Hola cariño, te voy a examinar, ¿de acuerdo?

Al no ver ninguna reacción, revisó sus pupilas. –Las tiene dilatadas, hay que dejarlo en observación.

-No hay lugar doctora.

-Pues búscalo. Este chico tiene una conmoción, debe estar bajo cuidado. Llévalo a que le hagan un TAC apenas haya campo, quiero estar segura que no hay un daño que atente contra su vida…

Mientras Miyagi seguía buscando algún indicio de Shinobu, Usagi corría por las calles. Estaba ya a unas cuantas cuadras de la estación del tren. “Debes estar bien Mizaki. Resiste.” Y muy lejos de ahí, los primeros rescatistas llegaban a atender a los heridos del accidente en tren. Vecinos del lugar estaban ahí ayudando en lo que podían, pero el lugar era una tumba real para algunos, que, lastimosamente, no volverían con sus seres amados.

 


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