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Mi Señor por CaedesDarkParadaise

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Remus Lupin gimió totalmente rendido junto a sus amigos y compañeros de desastres monumentales como estos. Se alejó de ellos aproximándose a la ventana para respirar un poco de aire puro y tranquilizarse.

- ¿Quién dices que es?- le pregunto Remus cerrando los ojos.

- El entrenador de Slytherin...uno de ellos.- murmuró Fabian perdido en sus pensamientos.- Un tal Regulus.

- ¿Regulus?

"Habían sido inseparables hasta que..."

Sirius se sobo la frente notando que un dolor horrible le punzaba en las sienes.

- Maldita sea.- masculló.

- ¿Te ocurre algo, Sirius?- El Black negó mientras tomaba unos sorbos de agua.- Esta bien.

Remus frunció las cejas, y respiró hondo tres veces antes de hablarles de nuevo.

- Seguiremos con el plan que ideamos.- James abrió la boca.- Lo haremos, James. No podemos retractarnos, sospecharan de nosotros a la mínima. Haremos del accidente de Sirius y Gideon un simple borrón y cuenta nueva. ¿Estáis de acuerdo?

James no pudo más que asentir con la cabeza, y los demás, dudosos, le siguieron.

- Ire con Fabian a la enfermería.- les dijo Remus.- Quiero ver a Gideon. Iros a vuestros aposentos, dormid. Mañana será un día muy largo.- suspiró y se fue con Fabian.

- Creo que Remus haría perfectamente el papel de rey.- comentó James con orgullo.

Frank dio una risita apagada, y Arthur le observó con extrañeza.

- Me retiro, amigos.- Amos hizo un cabeceo, y continuó los pasos de Remus

Lily, Peter, Frank y Arthur se despidieron de Sirius mientras James le colocaba en la cama.

- Estas un poco pálido, canuto.- James le tocó la frente.- ¿Seguro que...?

- Estoy bien, compañero.- le aseguro.- Solo es un dolor de cabeza. Ya lo sabes, James. Me pasa continuamente desde los ocho años.

La frente perlada de sudor de Sirius revelaba que no estaba para nada bien, pero James solo pudo buscar su bolsa de viaje y hacerle tomar algunas pociones que le dio Kings al salir de Gryffindor. "La precaución ante todo, Jamsie"- le dijo.-"Aunque no os llevéis bien". James le obligó a beber una poción sin sueños y para el dolor de cabeza, y en menos de un minuto Sirius dormía plácidamente.

James contemplo el cielo encantado de esa noche.

- Merlín ayúdanos o estaremos acabados.

Remus Lupin camino en silencio junto a Fabian, quien anormalmente estaba callado y pensativo. Al parecer el ambiente de Slytherin iba a cambiar muchas cosas de ahí en adelante y si no al tiempo.

- Remus.- le llamó Fabian.- ¿Algunas vez te has enamorado?

Remus trago saliva.

- No.- ¿A que venia eso?- ¿Estas enamorado, Fabian?

Fabian abrió los ojos.

- ¡No!- apretó los labios.- Es decir, nunca me he enamorado. Pero he estado pensando en todos nosotros, y nunca, que yo sepa, he visto que os hayáis enamorado. Atracción es atracción, pero no es lo mismo.

- Entiendo.- afirmó.- Nunca me he imaginado enamorado de nadie. Menos por mi condición

- No digas eso, Lunatico.- Fabian le miro seriamente.- El hombre que se case contigo será muy afortunado.

- Gracias.- le sonrió Remus, y continuaron su camino.- El único enamorado de los Merodeadores es Kings, y yo que creí que con ese carácter de gruñón jamás enamoraría a ninguna mujer. Y luego apareció Tonks.

- Un roto para un descosido.- y los rieron.

Cuando llegaron a la enfermería del castillo, se aseguraron de que Madame Pomfrey estuviera durmiendo y cerraron la puerta para que nadie entrara. Gideon estaba tumbado en la cama, con los cerrados y...roncando.

- Será...- Fabian se sobo los ojos con diversión, y Remus quiso ahorcar a Gideon.- ¡Despierta, Rómulo!

- Eh...- Gideon entreabrió los ojos.- ¿Que?¡La misión!

Remus y Fabian corrieron a cerrarle la boca.

- Estúpido.- siseó Remus.- Estás en la enfermería del castillo.

- ¿Cómo?

- Ese chico se cayó encima de ti, ¿Lo recuerdas?

A Gideon se le iluminaron los ojos.

- Te refieres al ángel.- le respondió. Los dos le miraron confundidos, y luego un brillo de entendimiento nubló la mirada de Fabian.- ¿Donde está? ¿Está bien?

- El ángel trabaja aquí.- Fabian recibió una mirada interrogativa de Remus.- En el castillo de Slytherin como entrenador.

Y Remus jadeo.

- ¿Le estas llamando ángel?

- Por un momento me pareció que lo era.

Gideon se sobo los ojos, y le vino un dolor en la cabeza.

- Me trajeron aquí por él, ¿no?

- Si.- afirmo Fabian.- Descansaremos aquí esta noche. Gracias a tu golpe, el tal Regulus nos ha ofrecido un puesto para entrenarnos en la guardia. Así que ya puedes recuperarte.- Remus asintió.

- Descansa, Rómulo.- Remus suspiró.- Mañana será un día largo. Ponle al día, Remo.- Este le deseo buenas noches y vieron cómo desaparecía tras la puerta.

- ¿Ángel, eh?

- Oh, cállate.

Remus cerró la puerta de la enfermería con un temblor en las manos. Desearía haber estado en la seguridad de su cuarto, leyendo uno de sus libros y una taza de té como compañía. Pero se encontraba ahí...Contemplo las estrellas con ese deseo envolviendo su alma y mente. No había más remedio, tendría que resignarse a servir al Lord Lucius Malfoy hasta que descubrieran la manera de acabar su ataque contra Gryffindor y terminar con ellos.

- ¿Que hace observando la luna como un lobo, sirviente?- Remus se tensó de nuevo.- ¿Me estás oyendo?

Lord Malfoy.

- Mi señor.- Remus le regaló una sonrisa afable al darse la vuelta.- ¿Le puedo servir en algo?

Lucius arqueo una ceja. Ese sirviente tenía bipolaridad o simplemente era extraño.

- No cree que debería estar acostado.- le dijo.- Los sirvientes se levantan muy temprano, y ya son las once y media. Y si usted no rinde, mi habitación no brillara como los chorros del oro.

Remus apretó los labios para no responder ante ese tono arrogante que le ponían de los nervios.

"Maldita sea la estirpe de los Malfoy"

De pronto Remus sintió los pasos de Malfoy avanzando hacia él, y se quedó de pie, con la espalda recta y la varita preparada en su antebrazo. Noto que un olor a menta entraba en sus fosas nasales furiosamente, Remus no tardó en alzar la mirada de frente sin ninguna actitud de sumisión en ella. Lucius quiso gemir al leer en sus ojos dorados un poder excitante que dejaría caer de rodillas a cualquiera.

Ese sirviente iba a ser la horma de su zapato.

- ¿No lo cree usted?

- No lo creo, mi señor.- masculló Remus conteniendo la voz.- Yo rindo incluso cansado. Usted no se preocupe por la limpieza, de eso me encargare yo.

Lucius sonrió divertido.

- ¿Se siente mal?- Remus se alejó unos pasos de Lucius, y le miro confundido.- Lo digo porque acaba de salir de la enfermería.

- Oh.- Remus escondió las manos en su espalda.- Me he perdido, solo eso. Aún no conozco los pasillos.

- Se acostumbrara.- Remus asintió y pasó a su lado preparado para marcharse.- Por cierto.

- ¿Sí, mi señor?

- Hay unas cosas que debes saber antes.

- ¿Cuáles, mi señor?- siseó con una amabilidad que no quería dar.

- Despiértame a las siete, y abreme las cortinas para despejarme.- Lucius acomodo su capa sobre sus hombros.- Prepárame un baño, planchame la ropa que dejaré colgada en el armario, límpiame los zapatos y a las ocho quiero el desayuno en mi habitación. No tardaré mucho por lo que mi cuarto tiene que estar impoluto cuando vuelva, y eso incluye el baño. Comere a las dos en el comedor, así que te quiero ver ahí por si necesito algo. Lo mismo ocurrirá con la cena. Tomo un aperitivo en mi despacho en la sala oeste cada tarde a las cinco, dejamelo antes de que llegue y recógelo a las seis. Ah, sí. Cada noche tienes que cerrar las cortinas antes de ir a dormir.

En esos momentos Remus quiso cruciar a Lord Malfoy.

No había cambiado nada.

- ¿Alguna pregunta con lo dicho?

- Solo una.

- ¿Cuál?- le preguntó curioso.

- ¿Porque se fue el anterior sirviente?

- Se jubilo. ¿Porque?

- Le compadezco.- respondió, y se marchó sin más dejando a Lucius petrificado.

"Lo ha hecho de nuevo. Se ha burlado de mi"

- Remus, eh. Serás toda un enigma por descubrir.

Dia 1

A la mañana siguiente, Remus Lupin se despertó a las seis de la mañana y no a las acostumbradas ocho por lo que estaba más gruñón que de costumbre. Los Merodeadores se habian despertado con tres cuartos de lo mismo, y en el desayuno apenas hablaron y solo escupieron un "Buenos días". Robert Wood, Zacharias Finnigan, Argus Filch, Molly Weasley y diez sirvientes más comían en la cocina o engullían el plato para salir rápido a hacer sus tareas.

- Soy Robert Wood.- se presentó el cocinero a los demás Merodeadores.- Y el es mi amigo Zacharias Finnigan. Frank y Arthur ya nos conocen. ¿Y vosotros?

James, con cara de muerto, se adelantó como hacía siempre.

- Me llamo James.- se presento.- Ellos son Sirius, Remus, Peter, Amos y Lily.

- ¿Os conocías de antes, James?

Este actuó sin ningún nervio, compuso una sonrisa tirante y dijo:

- No, solo es que nuestras habitaciones están unidas, y decidimos que ya que íbamos a trabajar juntos no podíamos llevarnos mal.

Los demás asintieron, aunque Lily fulmino a James cuando no la miraban por ser tan bocazas.

- Eso está muy bien, muchachos.- aplaudió Molly.- Cuantas menos peleas entre sirvientes haya, mejor.

Amos y Remus suspiraron, y Sirius continuó devorando las tostadas.

- ¡A trabajar, chicos!- bramó Molly con una sonrisa tierna en sus labios.- ¡Tened buen día!

- Si tú lo dices.- murmuró Remus, se despidió de sus amigos y con los pies pesados ando hasta la habitación de su pesadilla personal. La alcoba estaba totalmente a oscuras, en la cama Lucius Malfoy dormía plácidamente y tan hermoso que Remus sintió envidia porque él al despertar su rostro era de muerto viviente. Suspiro, y decidió abrir las cortinas, recoger la ropa del suelo y despertarlo sin mirarle antes de entrar al baño a calentar el agua de la tina. Remus sabía lo que tenía que hacer, pues estuvo un año sirviendo al que ahora descansaba en esa cama de algodón.

Las manos de Remus abrieron las cortinas con la necesidad de hacer mucho ruido con ello. Lord Malfoy se removió en su cama, y Remus cogio aire antes de gritar:

- ¡Es la hora, mi señor!- Remus logró recoger la ropa, y pasar por el lado de la cama para adentrarse al baño, sabiendo que Lucius le miraba con ojos adormecidos pero atentos.- Ayudame, merlín.- susurró para sí.

Cuando se aseguro de que el agua estaba tibia y no ardiente como quería se obligó a regresar al cuarto. Y en menos de lo que quiso se encontró aprisionado por unos brazos abrasadores que envolvieron su cintura sin ningún recato.

Lucius Malfoy se había despertado con el grito de Remus, y apenas abrió los ojos para verle moverse por su habitación con pies ligeros. Parecía adormilado, pero con la espalda rígida y el cabello castaño un poco despeinado. Lucius jamás había visto a un joven tan hermoso en su vida. Se lamió los labios pensando en ese sueño del que le había despertado y que mismamente tenía que ver con el sirviente. Y ya no diría que fuera para menores de 10. El único pensamiento que le llegó a la cabeza es que tenía que tenerlo en su cama, gimiendo su nombre y gritando de placer. Dominarlo. Dominar ese carácter impredecible.

Y Remus se adentro en el baño sin mirarle a los ojos.

Aquello molestó enormemente a Lucius.

Le estaba ignorando.

En cuanto notó que salía del baño, se adelantó y pillandolo por sorpresa le tomó de la cintura. Estaba sorprendido y ruborizado.

Vulnerable.

- ¿Intentas ignorarme, sirviente?- Remus entreabrió los labios, y Lucius se lamió los suyos de nuevo.- No te servirá de nada esta táctica.

Remus decidió no hablar porque tartamudearía como un niño.

- Ahora eres mudo.- sonrió.

- Podría sol-soltarme.- logró decir.

A pesar de la cómoda posición le dejó ir sintiendo la pérdida de un calor que no había sentido antes.

- No me ignores.- Lucius se inclinó milímetros de su boca.- Detesto que me ignoren, y menos tú, mi sirviente.- siseó, y a Remus le pareció que había usado un tono posesivo.

Y se alejó hacia el baño dejando a Remus con un sofoco y un color rojo en sus mejillas que no volvieron a la normalidad hasta que terminó sus primeras tareas, y se alejó a la seguridad de la cocina. Frank, Arthur y los cocineros estaban haciendo el desayuno y le sonrieron dándole apoyo.

- ¿Que me ocurre, merlín?- Remus contó sus días hasta luna llena. Faltaban dos semanas.- Debe ser que mi humor está cambiando. Es eso.- se auto convenció.

Le indicaron que el desayuno estaba servido, Remus tomó la bandeja y se alejó sabiendo que se estaba metiendo en la boca del lobo.

Solo rezaba para que no le engulliera.

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