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Mi Señor por CaedesDarkParadaise

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Lily Evans no solo era una cara bonita, sino que fue una de las primeras mujeres auroras de Gryffindor en convertirse en jefa de aurores.

La mayoría habían sido hombres serios y respetados por todos los Gryffindor, y Lily quiso formar parte de aquello por ciertas razones.

Cuando era una niña, su padre Mingus Evans, guardaespaldas del Rey y jefe de aurores, murió en uno de los ataques de mortífagos de la era de Thomas Riddle en la frontera de los Hufflepuff. Justo en el momento que Charlus Potter hacía negociaciones con el Rey de Hufflepuff para afianzar sus alianzas; un mortífago encapuchado disparó un hechizo mortal de improviso con una puntería hábil que le provocó la muerte instantánea.

Nadie sintió más la muerte de Mingus que la propia Lily.

Su padre y ella eran inseparables aunque Lily tuviera una hermana mayor llamada Petunia, pero esta era más apegada a su madre Rose.

Lily era una fiel copia de su padre, pelirroja, pecosa y de ojos verdes brillantes por lo que durante un tiempo dejo de mirarse al espejo. Casi nunca salía, ni jugaba con sus nuevos amigos, los recién nombrados Merodeadores. Hasta que un día parecieron hartarse de sus evasivas y acabaron secuestrandola cuando dormía. Ella ni siquiera se había dado cuenta pues se había pasado toda la noche llorando y los ojos acabaron por dolerle por lo que no tardó en caer exhausta.

En cuanto despertó en medio de la oscuridad de su jardín no tardó en regañar a sus amigos, quienes con una sonrisa de disculpa y muchos dulces en la mochila procedieron a regalarle un abrazo grupal.

- Muchas gracias. - les dijo Lily con los ojos rojos y brillantes. - Llevo tiempo sin veros. ¿Te ha crecido el cabello Peter? - revolvió el pelo castaño rojizo del pequeño. - ¿Otra cicatriz, Remus? Estas muy guapo. - Lupin se sonrojo. - ¡Vaya, James! Se te han vuelto a romper las gafas. - Alzó su varita y pronunció con cuidado "Oculus Reparo". - ¿Y el perro? Oh, estás ahí, Sirius. - Este soltó una sonora carcajada. - ¿Dónde está mi pequeño y torpe Frank? - Lilian oyó un golpe seguido de una maldición.- ¡Oh! Creo saber quien fue el ingenioso merodeador que tuvo la idea de llegar hasta mi casa de madrugada y trepar por mi ventana, ¿Verdad, Amos? - Este solo le dirigió una sonrisa brillante. - Tampoco he obviado el limpio agujero de cristal roto de mi ventana. ¿Algo que decir, Arthur? - Weasley no tardo en sonrojarse. - Cuando desperté sentí una picazón en la cara, ¿a quienes se le ocurrió la idea de ponerme el hechizo pica pica en la nariz? ¡Quién va a ser más que los Prewett! - Los gemelos chocaron sus manos. - ¿Y Kings?

- Mi primo nos ha ayudado a salir del castillo. - le informo James con una sonrisa. - Pero el ama de llaves le pilló cuando intentaba escabullirse por la ventana, le ha regañado y todo.

- Oímos los gritos de Minnie desde el bosque.- continuo Peter. - ¡Pobre, Kings! Me imagino el calvario que estará pasando.

Unos ruidos entre los arbustos les hizo enderezarse de inmediato, desenvainaron las varitas y apuntaron en todas las direcciones.

- Pues no te lo imagines tanto, amigo. - Kingsley salió de un arbusto justo donde la varita de Remus apuntaba.- ¡Eh, parad! ¡Soy yo, enanos! Tendría que haber traído el pañuelo blanco. - Los ojos marrones de Kingsley se dirigieron a Lily con felicidad. - Veo que estos pequeñajos te rescataron por fin de tu torre, Evans.

Lily se maldijo por no haber buscado antes a sus amigos, quien mejor que ellos para consolarla.

- Es una alegría verte, Kings. - Lily se abalanzo sobre él, y este no tardo en corresponderle. - Has vuelto a incumplir las normas. ¿Qué has hecho con Minnie?

Kingsley se rasco la mejilla mientras se sonrojaba.

- Me llevo a las cocinas con la amenaza de decirle a mi papa lo que estaba a punto de hacer. Yo estaba aterrado. ¡Por Merlín! ¡Es mi papa! - Los demás niños se estremecieron conociendo de antemano el carácter endemoniado de Pollux Potter de Schackelbolt, hermano menor del Rey Charlus, que no se mordía la lengua para soltar verdades y pegar gritos que ahuyentarían al mismo demonio. - …l puede dar mucho miedo cuando quiere, y más si no está padre para calmarlo. - todos suspiraron a la vez. - Bueno, Minnie me llevó a las cocinas, y se propuso hacerme sentir mal con esa mirada severa que te hace arrepentirte de tus pecados. Una vez que se canso de gritar, se sirvió un vaso de agua y aproveche para sacar la varita y...- se rasco la cabeza con nerviosismo.

James miró a su primo con incredulidad.

- ¿La obliviaste?

Los merodeadores jadearon cuando Kingsley cerró la boca fuertemente.

- Solo un poquito.

- ¡Eres mi héroe, amigo! - bramaron emocionados los gemelos, James y Sirius pues los demás hasta el propio Kings les miraban enojados con los brazos cruzados.

- ¡Venga! Queremos mucho a Minnie pero a veces se pasa de gruñona. - dijo James con una sonrisa conciliadora. - Me imagino que Kings con lo inteligente que es no habrá realizado el hechizo mal. Ni siquiera se dará cuenta mañana cuando se despierte.

- Si. - asintió. - La lleve a su dormitorio y la cubrí con la manta. Duerme plácidamente.

- Eso espero, Kings.- le advirtió Lily, pero luego su cara mostró una expresión de culpabilidad. - Os quiero pedir perdón.

- ¿Por qué? - preguntó Peter asombrado. - No nos tienes que pedir perdón.

- Por supuesto que sí. – le dijo con cariño. - He sido muy mala merodeadora y amiga al evitaros, no quería hablar con nadie desde....bueno. - los ojos verdes comenzaron a picarle. - Mi padre murió. Debo aceptarlo haciéndome a la idea de que nunca más lo volveré a ver. - sollozo. Y Remus le pasó un brazo por los hombros. - Estoy harta de llorar. A mi padre no le hubiera gustado que estuviera triste.

- Estoy completamente seguro de eso, Lily. - Frank le apretó la mano.

- Tu padre era un hombre muy alegre. - prosiguió Sirius. - Se que no hubiera querido que su pelirroja llorara su muerte sino que se riera de los buenos momentos que pasaron juntos.

- Tenéis razón. - Lily se limpió las lágrimas con un pañuelo de James. - Volveré a ser la Lily de antes.

- Eres la Lily de siempre solo que un poco “resfriada”.

Lily se rió por las corteses palabras de Arthur.

- Venga, Lily. - le insto Amos. - Los gemelos han ideado un plan para limpiar la pastelería del castillo sin que nos vean y esta semana hacen tu postre favorito: Pastel de chocolate con nata.

- Te encantará, Lily. - exclamó Gideon con los brazos abiertos.

- Pillaremos los mejores postres para ti. - Fabián revolvió su pelo como sabía que a ella le molestaba pero esa vez Lily río. - ¡Oh, Gideon tenemos permiso para molestarla!

- Oh, vamos, Fabián.- se quejo Remus. - Prometiste darme los pastelitos de chocolate a mí.

- No seas goloso, Rem.- rió James.

- Y lo dice el que coge las galletas de la pastelera con la boca porque en la mano ni le cabe. - comentó Kings para avergonzar a James.

Los Merodeadores rieron como mucho antes no lo hacían, y Lily no podía estar más feliz. Y hubo un momento que una ráfaga de viento le acarició la mejilla izquierda tal cual lo hacía su padre en vida para tranquilizarla. Lily se permitió sonreír con melancolía.

Mingus Evans podía descansar en paz.

Lily aprovechó todos esos años para cumplir su gran sueño: convertirse en auror.

Practicaba la oclumancia, el sigilo y el rastreo con sus amigos e incluso realizaban duelos ilegales en mitad del bosque. Y llegó al punto de ser una de las auroras más consideradas de los tres reinos pues también servían de ayuda en caso de problemas internacionales. Luego vino el momento en que la nombraron jefa de aurores en Gryffindor.

Lily casi gritó de emoción en mitad de la ceremonia.

Rose Evans no paraba de llorar de felicidad y su hermana Petunia de enfurruñarse.

Petunia y Lily no es que se cayeran mal pero su relación no era tan estrecha como la que tenía con los merodeadores. Lily había hecho incluso malabares para hacer reír a su hermana pero ella la despachaba, tal vez creía que su tiempo era más valioso que estar juntas. Sobre todo después de conocer a Vernon Dursley, un muggle londinense que se había mudado en los límites de la frontera "no mágica" y mágica. A Lily no le caía bien ese hombre por obvias razones, pero a Petunia parecía encantarle todo lo que a ella le disgustaba.

Lily aún no se rendía en estrechar lazos.

Ahora Lilian Evans iba hacia la habitación del tal Lord Rabastan Lestrange, mortífago y seguramente ayudante del tirano rey si le ponían su propio sirviente personal. Tendría que cumplir sus caprichos y no había cosa que disgustara más a Lily que los niños mimados.

Pues se iba a enterar.

Lo conocería y lo analizaría como aprendió en su curso de aurores. Le llevaría un tiempo pero lograría hacerse con el enemigo.

Con un suspiro procedió a entrar a la habitación del Lord, esta solo iluminada por la luz de la luna no parecía fuera de lo común.

Excepto, tal vez, por las ropas, los zapatos y los calzoncillos esparcidos por todos los rincones habidos y por haber de ese cuarto.

- ¡Merlín! Es un cuchitril. - masculló Lily.- ¡Qué asco! Ahora ya sé porque tengo que abrir las ventanas.

Los pies de Lily volaron hacia las ventanas y un resoplido de aire entro por ellas balanceando el vestido y despeinando su cabello.

Así la veía Rabastan Lestrange desde la puerta del baño con un brillo lujurioso en sus ojos castaños. El cuerpo voluptuoso de la extraña mujer se fundió en los rayos de luz y el viento le dio un aspecto etéreo a su melena de fuego.

- ¡Por fin! - agradeció Lily. - Un primer trabajo hecho.

- En el segundo yo te puedo ayudar. - le sugirieron a sus espaldas. Lily se tenso como un palo de escoba mientras empezaba a desenfundar su varita de la manga. - Me imagino que mi hermano Rodolphus te ha traído para alegrarme la vista. ¡Maldito bastardo! Nunca he estado con una pelirroja pero empieza a gustarme la elección. - Se acercó lentamente al cuerpo de Lily, y poso sus manos en la estrecha cintura de ella. Llevo la nariz a su cuello lechoso e inspiró el dulce olor de las lilas. - Llevo demasiado tiempo sin una mujer hermosa como tú. – Un estremecimiento de placer recorrió el cuerpo de Lily cuando las rudas y callosas manos del hombre subieron a sus hombros. Tenía que pararlo. Y se separó de un saltó en el momento que sintió que comenzaba a desabrocharle el vestido. - ¿¡Qué te ocurre, pelirroja!?

- ¡Mire usted es...- le apuntó con un dedo furioso y los ojos en llamas. - un auténtico desvergonzado! ¡Quien se ha creído para tocarme!

Rabastan amplio los ojos y prendió las luces de la habitación con la varita.

Jadeo al vislumbrar la bonita y enfada expresión de aquella mujer, jamás en su vida había contemplado unos ojos esmeraldas tan vivos y excitantes.

Pero ella parecía excitada aunque no por placer.

Lestrange tuvo que tragar en seco.

- Yo creí que eras una de mis...amigas.

"Amigas" - bufo Lily escondiendo su varita sin intentar repasar el duro y trabajado torso del arrogante Lord.- "Y un huevo"

- Pues no lo soy. - le dijo Lily entre dientes. - Soy su nueva sirvienta. Me llamo Lily.

"Lily"- pensó Rabastan entretenido.- "Precioso nombre para suavizar su duro carácter"

Rabastan volvió en sí. No podía comportarse de forma tan débil frente a ella.

- Si has venido a limpiar, hazlo. - ordeno. Lily frunció los labios. - Olvida lo de antes.

- Eso haré. - musito con un gruñido, paso por su lado y comenzó a recoger las ropas con furia.

Rabastan alzó una ceja negra.

Jamás en su vida se había encontrado con una mujer de armas tomar, ni siquiera su madre una mujer fría y despreciable que se dejaba llevar por los desvaríos de Reagan Lestrange. Rabastan no había conocido a ninguna mujer que fuera distinta excepto sus fieles amigas. Yvana Lestrange nunca les había dado cariño, más bien se llevaba por las apariencias.

Rabastan y su hermano mayor Rodolphus nunca sintieron un mínimo amor por sus padres, excepto entre ellos mismos. …l tenía a su hermano, y Rodolphus a él. No necesitaban a nadie más.

Así había sido siempre.

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