—¡Taxi!
—No creo que se detengan, ya son las cuatro de la tarde de un sábado.
—¡¡Taxi!!
—Además que no querrán llevar a seis chicos.
—¡¡Taxi!! ¡¡Taxi!!
—¿Cómo entraríamos ahí?
—¡¡TAXI!! ¡¡DETÉNGASE O YO MISMO LO ATROPELLO!!
Dos de los vehículos públicos frenaron en seco, uno en consecuencia de la parada brusca del primero, además de esperar también la oportunidad de transportar a esos chicos.
Luego de que el mayor indicara la dirección a donde querían ir se subieron de a tres en cada carro, de cualquier modo en uno solo nunca hubiesen entrado, no de manera cómoda o legal.
Minseok y Junmyeon se miraron decididos al momento de ingresar cada uno a un taxi. Tomaron a YiFan, cada uno sosteniendo un brazo ajeno, colocándolo en medio de ambos y ocupando el primer vehículo. El rubio no tuvo tiempo siquiera de procesar lo que sucedía para apartar a ese par que le llegaba a las orejas.
—Buenos días —saludaron al unísono, el restante apenas podía terminar de comprender que lo estaban raptando a medias.
—Ehm, disculpen, no es por ofenderlos —inició— pero no entiendo por qué estoy aquí con ustedes.
—Necesitamos hablar.
—Corrección, Minseok; necesitas hablar.
Entonces el peso de los años pasados recayó sobre los hombros de YiFan.
Sucede que hace dos noches nadie lo había visto, ninguno de los chicos pertenecientes a su reducido grupo supo de su paradero, ni siquiera su madre que desde China lo llamaba todas las noches para asegurarse que los coreanos no lo hubiesen discriminado.
Habían acordado hace tres días ir a la presentación y firma de autógrafos de Hi5, necesitaban saber cómo se encontraban los pertenecientes a ese grupo luego de tantos años, sobretodo tomando en cuenta la historia que enredaba a algunos. Y cuando nos referimos a algunos YiFan quedaba envuelto en el término.
Retomando el recuerdo de hace dos noches, tenemos que ir a un bar a unas cuadras del departamento del mencionado, no tan burdo ni muy elegante. Un simple bar que puedes hallar en cualquier lugar con luces neones y gente divirtiéndose o queriendo ahogar sus penas; él pertenecía al segundo grupo.
—¿Por qué fuiste a beber y no nos dijiste nada? —objetó el mayor de todos.
—Si es solo por eso les puedo invitar un trago a ambos luego, déjenme ir con los divertidos.
—Auch.
—Yo soy divertido.
—No tanto como los demás, Junmyeon.
—Déjalo, es su lado colérico el que está hablando —el mayor lo consoló con sus palabras.
El referido se cruzó de brazos molesto.
—No me estarían haciendo estas preguntas en el otro taxi.
—Pero estás aquí, así que deja de chistar y abre un poco tu corazón a nosotros.
Minseok le tomó la cabeza y luego de varios intentos fallidos, ya que el más alto tensó su cuello, logró bajar esta hacia su hombro izquierdo para así poder acariciar su melena de alguna extraña forma maternal.
—Estás en un lugar seguro —sonrió para sí mismo—, ahora empieza a contar.
Resistirse a soltar información no era una opción, no cuando el de mejillas abultadas mantenía su cuello preso entre sus manos, que a pesar de no ser grandes o muy venosas como el prototipo de hombre varonil, podían infringirle mucho daño si así lo necesitara.
—Hagan sus preguntas porque deseo mantener mi orgullo al no soltar toda la información de una sola—suspiró.
—Fue por Tao, ¿cierto? —inició el castaño con el interrogatorio.
Por supuesto que sabrían que se trataba de él, ese par era demasiado astuto, debió haber pensado mejor las cosas cuando colocó su celular en modo avión y decidió recordar a través de varias cervezas que lo dejaron sin dinero para el taxi de vuelta a su apartamento.
—Ya lo saben, pensé que preguntarían algo menos obvio.
El pelirrojo soltó por fin su cabeza, dejándolo seguir hablando ya que había empezado a presionar su garganta sin querer.
—¿Qué quieren que les diga? No fue lindo que rechazara mis sentimientos en ese entonces y ustedes saben mejor que nadie cómo lo tomé —respiró profundo, como si el aire comenzara a faltarle—. Nunca hablamos de eso, Baekhyun y Sehun creen que sí, pero solo nos alejamos y listo, no hubo ningún debemos dejar de vernos por un tiempo de cortesía.
Pasó sus manos por su rostro, relajando sus hombros que hace unos segundos estaban tensos.
—Hey, no te sientas mal —el castaño le frotó la espalda—, ya es algo que quedó atrás, ¿no? —se relamió los labios— Minseok está muy tranquilo —indicó.
—¡Exacto! Hay que permanecer serenos y---
—¿Acaso no te estás muriendo de nervios porque verás a Jongdae?
Abrió la boca para aludir algo en su defensa pero las mejillas se le tiñeron de un rojo intenso. Cerró los ojos con fuerza e intentó que su rostro dejara de quemarle, pero también era inútil.
—¿Lo ves, Junmyeon? Puedo darme el lujo de sentirme mal —se cruzó de brazos.
—¡Minseok! —exclamó enojado.
—¡¿Por qué me gritas a mí?! —chilló.
La historia del mayor con Jongdae era extrañamente linda; Minseok luego de haber permanecido en su cuarto encerrado para terminar un reporte de un curso alternativo que había tomado a inicios de su carrera pudo ir con sus amigos a comer algo, y ¡oh sorpresa!
Como esos momentos clichés de series para adolescentes el mayor vio a ese joven de sonrisa felina llegar con cinco chicos más. Diablos, sus ojos eran hermosos y su cabello debía ser muy sedoso, ¿acaso utilizaba acondicionador? Eso no interesaba; ese sujeto era perfecto.
—¡Nunca se supera a un amor platónico! ¡¿Entiendes?! ¡Nunca! —dijo bastante exaltado mientras movía su dedo índice en el aire con el rostro bañado en tonalidades rosadas y carmesís.
—Creí que serían de ayuda.
—Yo pensé que querías ir al taxi divertido —escupió el castaño.
—¿Y tú tampoco estás algo nervioso?
Junmyeon frunció el ceño, resaltando aún más sus cejas pronunciadas.
—¿Nervioso? ¿Por qué? —habló extrañado.
—Ajá —los dos restantes rodaron los ojos.
—No comprendo —bufó.
—Como si ver a tu casi novio no te afectara en nada —el rubio enarcó una ceja.
Se rio con ligereza, negando con la cabeza.
—¿Cuánto van a entender que nosotros nunca---
—¡Calla! ¡Ustedes sí se gustaban! —volvió a chillar el de mejillas abultadas.
Junmyeon no tuvo de otra que guardar silencio, ni siquiera luego de esos años haría comprender a sus amigos que Yixing y él nunca compartieron algún sentimiento romántico, solo se llevaban muy bien. Y sí, tal vez sentía un pequeño cosquilleo al final de los dedos, pero eran solo ansias de saludar al chino.
—Ya llegamos —indicó el hombre que conducía el vehículo deteniéndolo.
Dieron las gracias y pagaron la suma respectiva del servicio, a continuación bajaron del carro encontrándose a los tres restantes esperándolos en la acera entre algunas risas y empujones.
—Se los dije; el taxi divertido —susurró YiFan antes de salir huyendo de las garras de Minseok.
Jongin se encargó de callar al par de hiperactivos que habían venido con él, cubriéndole las bocas con sus propias manos.
—Ya puedes hablar, Junmyeon —indicó.
—Gracias —soltó una pequeña risa—. Veamos, según el foro del programa la presentación es en el patio principal del centro comercial —explicó observando la pantalla de su celular.
—Tengo hambre, ¿podemos comprar algo antes? El área de comidas está ahí mismo —dijo Baekhyun logrando liberarse de la censura impuesta por su menor.
—Primero lleguemos, ¿te parece? —atajó el mayor del grupo.
—Eres un aburrido —balbuceó—. Parece que tendré el doble de hambre antes de ver a Chanyeol —dijo con ese tono pervertido que ya comenzaba a pasar como normal.
Sehun se rio como hiena detrás de la palma de su contemporáneo.
—En fin, —aplacó sus bromas— ¿listos?
Todos asintieron con la cabeza antes de girar hacia la gran entrada del centro comercial y confundirse con el resto de la gente.