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Memorias olvidadas por Arawn87

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Notas del capitulo:

El segundo capítulo. Ahora es el turno de Afrodita.

Cap. 2: Escapadas.

Afrodita se alejó lo más rápido que pudo su compañero para que no lo siguiera interrogando. Se sentía incómodo ante su presencia, no sabía cómo tratarlo ahora que había vuelto a ser solamente Saga. Hasta hace poco, el gemelo mayor no parecía tener mayor interés en su persona, le molestaba que justo ahora se las diera de curioso con lo que hacía en su tiempo libre. Lo bueno es que al parecer también pensaba que solo se iba a emborrachar a los bares de Rodorio, de lo contrario no le hubiese pedido que fuera prudente con su comportamiento. Eso no era del todo falso pero tampoco del todo cierto, había ocasiones en que efectivamente salía de juerga; a veces solo, a veces con Death Mask, en ocasiones incluso el recto de Shura se les unía. Pero hoy no era uno de esos días.

Cuando al fin terminaron la reconstrucción del Santuario y la Orden volvió a funcionar con relativa normalidad, el pisciano comenzó a sentirse extraño, como si tuviera algo pendiente y que debía resolver en ese momento. En esos días tuvo un extraño sueño de épocas tan lejanas que creyó olvidadas, soñó con su familia en Suecia, sobre todo con su gemela Briseida, esas imágenes continuaron apareciéndole las noches siguientes. Solo entonces recordó que su hermana debía estar viva y esperando por él, antes de separarse habían prometido volver reunirse cuando fueran mayores ¿cómo pudo olvidarlo?... Claro, fueron demasiados años en que estuvo perdido bajo el dominio del falso Patriarca. Cuando se convirtió en el principal asesino de Arles decidió enterrar su pasado para que no hubiese nada que pudiera ocasionarle cargo de conciencia, por ello los recuerdos de su infancia quedaron sepultados en lo más profundo de su inconsciente, no fue sino hasta este nuevo renacer que encontraron una vía de escape y volvieron para atormentarlo.

El Santo de Piscis recordaba que tras la muerte de sus padres él y su hermana fueron traídos juntos a Grecia, pero en seguida le informaron que solo él se quedaría en el Santuario, ya que Briseida no estaba destinada a pertenecer a la Orden. A pesar de la negativa de ambos niños a ella la trasladaron a un Orfanato donde esperaban que fuera adoptada por una buena familia. Cuando llegó frente al Patriarca le suplicó que le permitiera volver a ver a su hermana y la respuesta de ese hombre fue que podría hacerlo una vez que obtuviera su armadura dorada, hasta entonces no debía tener distracciones. Afrodita sin mayores opciones accedió a las condiciones de Shion, se juró a si mismo que se convertiría en Santo lo más pronto posible para retomar el contacto con su gemela. Sin embargo, al poco tiempo de ganar la armadura de Piscis ocurrió el intento de asesinato a Atenea, la muerte de Aioros a manos de Shura, etc. Finalmente el asunto quedó en el olvido por lo que pareció una eternidad.

Gracias al periodo de paz que se vivía y al tiempo libre con el que recientemente contaban, Afrodita aprovechó de retomar la búsqueda de su hermana. No se lo había dicho a nadie, ni siquiera a su amigo Death. A pesar de que el cangrejo lo descubrió en una de sus escapadas a la gran ciudad no le contó el motivo y este respetó su silencio jurando además guardarle el secreto, el pisciano agradeció su comprensión, no quería involucrar a más personas, pues era un asunto demasiado personal y realmente no sabía cómo terminaría.

Comenzó en Atenas visitando el orfanato donde la llevaron, ahí le dijeron que Briseida había sido adoptada apenas un año después de su llegada por una pareja extranjera de mediana edad y que debía encontrarse en otro país, preguntó por el nombre y nacionalidad de la familia pero los archivos se habían quemado en un incendio que consumió el área administrativa hacía una década. Afrodita maldijo su suerte, su única opción era realizar una búsqueda internacional y eso representaba un gran problema, no podía partir a recorrer el mundo sin dar explicaciones y el Patriarca aún controlaba las salidas del Santuario, sin su permiso nadie podía dejar Grecia. Tampoco quería estar en boca de todos, era sabido que la palabra discreción no existía en el Santuario y realmente no confiaba en sus compañeros. Hasta ahora la existencia de su hermana era un secreto y deseaba que se mantuviera así.

El motivo de tanto misterio era que deseaba gestionar su salida de la Orden, no quería seguir siendo el Santo de Piscis, no le veía sentido. Ahora que las guerras habían terminado nada lo ataba a ese lugar. Extrañaría sin duda a su amigo Death y también a Shura, pero sabía que podrían seguir viéndose de vez en cuando. En cuanto al resto, no le interesaba si jamás volvía a verlos. Él no odiaba a sus compañeros, esos días habían quedado atrás, pero tampoco les tenía mayor aprecio, eran solo gente con la que convivía. El gran problema de su plan es que hasta el momento no existe la forma de abandonar el cargo por las buenas, la única forma es desertar y eso nunca llega a buen término.

Él deseaba otra cosa, quería experimentar lo que era la vida común, volver a vivir con su única familia como en el pasado. Cuando encontrara a su hermana se las arreglaría para utilizar el amor fraternal y convencer al Patriarca de que abogara por él, le pediría que cumpliera su promesa… y entonces volvería ser un civil, no le sería muy difícil, estuvo mucho tiempo viajando por el mundo cumpliendo las misiones de Arles y en varias ocasiones debió trasladarse como una persona normal para guardar apariencias.

Tras pensar en una buena solución para encontrar a Briseida sin que nadie se enterara se le ocurrió la idea “cliché” de contratar a uno de esos detectives privados, ¿qué podía perder? Estaba escaso de ideas y sentía que no podía perder más tiempo. Fue entonces que llegó con ese hombre, un retirado de la Interpol. Él siempre había sido bueno juzgando a las personas y le pareció que el sujeto era de fiar, lo contrató de inmediato haciéndole entrega de las pocas pistas que poseía y advirtiéndole que todo debía ser confidencial.

Dando un sonoro suspiro Afrodita se dijo a si mismo que debía enfocarse, lo primero era encontrar a su hermana, después podría planear con calma su salida pacífica del ejército de Atenea.

Pensando en todo lo ocurrido durante los últimos meses, en todo lo que quería hacer,  Afrodita apenas notó cuando el detective se acercó a él. Se reunieron en el café de costumbre al centro de Atenas, cerca de la oficina del hombre. El sueco llegó unos minutos antes y ya había ordenado una taza de té para beber mientras fumaba un cigarrillo. El detective se sentó frente a él y ordenó un café, esperaron a que lo sirvieran para dar inicio a la reunión.

-   Bueno, ya estamos aquí ¿qué novedades me tienes? –El hombre que debía bordear los 60 años le dedicó una sonrisa amistosa y bebió un sorbo de café antes de responder.

-   Algo mucho mejor que la semana pasada, aunque aún no damos con su paradero… te dije que sería difícil realizar una búsqueda internacional con tan pocos antecedes, aún para alguien con mis contactos –se apresuró a excusar el detective ante la mirada molesta que le dedicó el sueco.

-   Pero algo tendrás ¿no? Con toda la tecnología que hay no es posible que una persona desaparezca del mapa, menos alguien como ella que de seguro llamará la atención.

-   En eso tienes razón, por lo mismo logré obtener una buena pista. Tu hermana vivió varios años en un pequeño pueblo al sur de Italia, uno de mis contactos obtuvo los archivos de la escuela a la que asistió –el hombre sacó una carpeta, Afrodita la recibió y ojeó.

Así que Italia -murmuró Afrodita, pensando que no era tan malo. Gracias a Death Mask manejaba relativamente bien el idioma.

Cuando abrió la carpeta vio una ficha de ingreso con los datos de su hermana, había una pequeña fotografía de Briseida, de esas típicas formales para los registros escolares. No pudo evitar acariciarla con sus dedos, hacía siglos que no veía ese rostro. De pronto notó que en el lugar donde debía ir escrito su nombre decía “Catalina Tattaglia”, entonces comprendió porque el detective había tardado más de un mes en conseguir una buena pista.

-  Como puedes ver, la familia adoptiva no solo le puso su apellido, también le cambió el nombre, por eso nos fue difícil encontrarla. Sin embargo, con este nuevo antecedente las cosas deberían andar más rápido, ya que ahora contamos con datos concretos para seguir el rastro –El sueco lo escuchaba atentamente sin emitir comentario, por ello el detective prosiguió- La información que poseemos es que tu hermana estuvo en ese lugar hasta los 12 años. Mi contacto habló con una mujer que fue su profesora y le dijo que la familia Tattaglia se había mudado del lugar cuando “Catalina” terminó el equivalente a la escuela primaria, pero al parecer nadie sabe o recuerda a donde fueron.

-  Ya veo, pero de todos modos es una buena noticia –el detective sonrió ante el tono esperanzador utilizado por el joven frente a él.

-  Si lo es, ahora seguimos indagando en el lugar, tratando de encontrar algún conocido o amigo que nos pueda dar un indicio del rumbo que tomaron.

Bien detective, esta vez si se lo ha ganado –dijo el menor extendiéndole un sobre con sus honorarios- estaré esperando tu llamada por si hay alguna novedad, recuerda que no importa el día o la hora, si no contesto me envías un mensaje y te devuelvo el llamado apenas pueda.

Lo sé muchacho, me lo repites cada vez que nos encontramos, estaré viejo pero aún conservo mi buena memoria- le respondió divertido.

Ambos hombres pagaron su consumo y se despidieron con un apretón de manos. Afrodita comenzó a caminar hasta llegar a una gran plaza, ahí se sentó en una banca apartada del tumulto y sacó la pequeña fotografía que le había entregado el detective indicando que no la necesitaba para continuar con la investigación. Observó la imagen de su pequeña hermana, era tal y como la recordaba. De pronto las memorias de su primera infancia comenzaron a inundar su cabeza y sintió que una ola de nostalgia lo embargaba, por ello decidió guardar el retrato, no tenía intenciones de ponerse sentimental en ese momento.

Decidió pasar el día en la ciudad, almorzó en un buen restaurante y luego dio otro paseo por las calles. Finalmente dispuso que era hora de regresar, tomó el primer transporte disponible y tras acomodarse en un asiento enchufó los audífonos a su teléfono celular para que la buena música acompañara su camino. Por fortuna Atenas no estaba muy lejos, el viaje duraba menos de dos horas.

Llegó a Rodorio cerca de las nueve de la noche. La lógica le decía que debía ir directo al Santuario, pero no le hacía mucho caso últimamente y tampoco tenía prisa por volver a enclaustrarse en ese aburrido e inmaculado recinto donde vivía. Por ello en lugar de regresar fue a parar a uno de los bares que acostumbraba visitar en su adolescencia, una buena botella de vino era lo que necesitaba en ese momento, tal vez así podría controlar la ansiedad que sentía al verse cada vez más cerca de encontrar a su gemela. Sin perder tiempo ordenó el mejor vino, encendió un cigarrillo y comenzó a beber observando el movimiento del lugar.

Llevaba la mitad de la botella cuando vio una figura conocida hacer ingreso al bar. Afrodita observó con atención y notó que estaba solo, pensó en llamarlo pero el recién llegado justo desvió la mirada hacia donde se encontraba dedicándole una sorprendida y alegre sonrisa. El hombre se acercó en a su mesa y se sentó frente a él.

-  Pero qué sorpresa nos trae la noche, el desaparecido Pez en persona –dijo divertido- ¿me vasa  decir que te escondiste aquí todo el día?

-  No necesito esconderme Death, y no, no estuve aquí todo el día… anduve paseando por aquí y por allá.

Déjame adivinar, otra de tus misteriosas escapadas a Atenas –comentó el Cangrejo- algún día tendrás que decirme que carajos vas a hacer tan seguido a la gran ciudad.

-  Algún día… no le has dicho a nadie ¿verdad?

-  Te prometí que no lo haría, así que no, ni siquiera Shura lo sabe… pero sigo sin entender porqué tanto misterio.

-  Ya lo sabrás amigo… por mientras acompáñame con una copa –ofreció el pisciano alzando la botella. El otro asintió gustoso, llamó a una de las meseras para que les llevara otra botella y una copa extra- A propósito ¿qué haces aquí solo? Me sorprende verte sin la Cabra.

-  Bueno, últimamente está muy de amigo con el arquero así que ni me molesté en invitarlo –respondió Death con gesto despreocupado. Aunque Afrodita notó un dejo de reproche en sus palabras.

No te molestes con él, sabes que siempre se sintió culpable por lo que tuvo que hacer, y dado el odioso sentido de justicia que posee nuestro amigo es lógico que ahora trate de redimirse –le defendió el pisciano tras soltar una bocanada de humo.

-  Que haga lo que quiera –comentó el italiano bebiendo de un sorbo el contenido de su copa, esta vez era clara su molestia. El menor solo meneó la cabeza de un lado a otro entendiendo que no valía la pena seguir con el tema. Prefirieron dejar de lado los asuntos densos y se dedicaron a disfrutar del momento.

Los amigos bebieron un buen rato, hablando de banalidades y a medida que aumentaba el alcohol en la sangre comenzaron a reír por cualquier estupidez que dijera el otro. Afrodita encendía un cigarrillo tras otro como si sus pulmones fueran inmortales, algo normal en él cuando bebía. Death Mask no se quedaba atrás y pronto acabaron con dos cajetillas. El sueco realmente disfrutaba las salidas con el cuarto guardián, era la única amistad verdadera que poseía y que había perdurado en el tiempo. Si bien con Shura también eran amigos su relación no volvió a ser tan cercana como en el pasado, algo que no le extrañó mucho, ya que en el fondo su compañero de Capricornio siempre había sido parte de los “niños buenos”, pero igual le tenía cariño.

Pasada la medianoche ambos santos emprendieron el regreso al Santuario. Los dos iban un tanto mareados y su caminar fue algo dificultoso. Death Mask parecía tener mayores problemas para coordinar sus pasos por lo que el pisciano lo sostuvo del brazo y así lograron equilibrarse un poco para aparentar dignidad.

Al llegar a la zona de los Templos se esforzaron por guardar la compostura y disimular su tambaleante andar. Si bien era probable que sus compañeros estuviesen durmiendo no querían arriesgarse a que los vieran en ese estado, preferían evitar posibles reprimendas de Shion. Todo salió bien en los primeros tres templos, se sentían victoriosos por haber llegado a Cáncer sin ser notados. Pero su felicidad no duró mucho, pues al ingresar al cuarto recinto escucharon pasos que venían desde la otra dirección. No alcanzaron a reaccionar lo suficientemente rápido y pronto se toparon con la persona que llegaba desde Leo.

-   Caballeros, que sorpresa encontrarlos levantados a esta hora.

“¡¡Mierda!!” fue lo que pensaron ambos santos al encontrarse con Saga de Géminis frente a ellos. El mayor los miraba con esa expresión severa tan característica de él, aquella que los hacía temblar en tiempos pasados y que en ese momento igualmente intimidaba. El de Cáncer fue el primero en salir de su estupor.

-  Hola Saga… si, verás, venimos de nuestro paseo nocturno… el aire fresco es bueno para la salud ¿sabes? –Death Mask hablaba torpemente producto del litro de vino que había tomado, algo que el gemelo notó.

-  El aire fresco tal vez, pero el exceso de alcohol en días de entrenamiento dudo mucho que lo sea –reprochó el guardián de Géminis.

-  Bueno eso…

-  Espero que al menos se hayan comportado -interrumpió el heleno. Realmente no le gustaba la falta de disciplina que mostraban sus compañeros- A estas alturas deberían conocer el protocolo de los Santos de Oro.

-  ¡¡Oh por favor!! corta el drama, no hicimos nada para dejar en vergüenza a tu querido Santuario, solo fuimos a distraernos un poco –intervino por primera vez el de Piscis. Si bien el mayor le intimidaba ya lo tenía harto con el discursito de la disciplina, no era posible que ni siquiera en tiempos de paz pudiesen disfrutar un poco de la vida.

-   Cuida el tono conmigo Piscis… -advirtió el de Géminis entrecerrando los ojos.

-   Solo estoy diciendo la verdad, el que tú seas un amargado no significa que los demás debamos actuar igual… Géminis -Afrodita intentaba sonar desafiante pero en el fondo sabía que debía cerrar la boca de una vez. Algo lo impulsaba a hablar más de lo recomendable.

El tercer guardián endureció aún más su expresión y comenzó a acercarse al sueco sin quitarle la vista de encima. Afrodita sintió como Death Mask se alejaba de él a medida que el mayor se acercaba… “maldito traidor” pensó ante la actitud de su amigo. Saga se detuvo frente al pisciano demasiado cerca para su gusto, dejaba en evidencia la diferencia de estatura y complexión haciéndolo sentir pequeño a pesar de su 1.83 mt de estatura. Pocas personas en el mundo lograban intimidar al peli celeste como lo hacía el hombre frente a él.

-  Si tienes algún problema conmigo este es el momento para que me lo digas de frente -retó el mayor. El otro intentó mantenerse sereno a pesar de la mirada penetrante que le lanzaba.

-  No tengo ningún problema en particular contigo, no eres tan importante… -susurró con desdén- solo me gustaría que nos dejaras en paz si no hemos quebrado las reglas.

El mayor intensificó aún más su mirada sobre el otro, no dejaba de sorprenderle la repentina actitud desafiante del pisciano, eso no podía ser causado solamente por el alcohol. Lo observó atentamente y pudo reconocer un dejo de rencor en sus ojos, no le gustó la sensación que aquello le produjo ¿qué le había hecho a Afrodita para que actuara de esa manera con él?

Ambos santos mantenían silencio retándose con la mirada. El gemelo estaba desconcertado por la insolencia del pisciano y este último algo asustado por la posible reacción del mayor frente a su actitud, pero los dos disimulaban bien sus emociones y solo se mantenían quietos sin apartar la vista del otro. El ambiente estaba tan tenso que podía cortarse con tijeras, por eso el Cangrejo, quien hasta el momento se mantenía de espectador, deicidio intervenir.

-  Y dinos Saga ¿Qué te tiene deambulando por los templos a esta hora? Según recuerdo tú te acostabas con las gallinas –comentó el italiano en tono bromista, intentando poner fin a la tensión entre sus compañeros. Para su fortuna el mayor pareció reaccionar y suavizó su semblante al mismo tiempo que se alejaba unos pasos de Afrodita.

Estuve ayudando a Shion con el papeleo administrativo, aún queda trabajo que hacer para el reclutamiento de aprendices de Plata, y ya que Dohko viajó a China me toca reemplazarlo… –contó el de Géminis para hacer conversación. Realmente no tenía intenciones de iniciar una pelea y menos aún con la persona frente a él, siendo que esa misma tarde se había propuesto mejorar sus relaciones.

-  Vaya, supongo que es el precio a pagar por ser el líder de los Santos de Oro… suerte que nosotros solo somos del montón ¿verdad Dita? –preguntó Death Mask a su amigo para ver si conseguía que dejara de fulminar con la mirada al gemelo. Pero este pareció no escucharlo y se mantuvo fijo viendo al mayor.

-  Bien, no los entretengo más. Los veo temprano en el entrenamiento… Buenas noches –Se despidió sin más el tercer guardián retomando el camino hacia su templo. El de Cáncer le devolvió las “buenas noches” y lo observó perderse en las escalinatas, solo entonces pudo respirar tranquilo.

Cuando estuvieron seguros de que Saga ya estaba lejos Death Mask tomó a Afrodita del brazo y lo arrastró hacia sus estancias privadas. Ahora que el peligro había pasado pudo reprocharle su actitud.

- ¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA PEZ? –Le reclamó molesto- ¿porqué tenías que desafiarlo así?... Bastaba con que nos disculpáramos y nos dejaba en paz.

El pisciano le daba la espalda a su amigo, se mantenía en silencio, esto hizo que el de Cáncer se molestara aún más y se acercó dispuesto a golpearlo si era necesario, pero cuando estaba a medio metro de él se detuvo en seco y su semblante de molestia cambió a uno de sorpresa. A pesar de la escasa luz, pudo notar que Afrodita temblaba y con manos nerviosas intentaba encender un cigarrillo. El cuarto guardián volvió a hablarle, pero esta vez con suavidad.

-  Afrodita ¿qué está pasado?... –el sueco dio un par de caladas a su cigarrillo antes de responder. Su voz sonó ligeramente temblorosa.

-  Nada Death… hace mucho que no estaba tan cerca de él y simplemente no supe cómo reaccionar –El pisciano aún le daba la espalda y el Cangrejo pensó que había algo más en todo ese asunto.

-   ¿Eso es todo?... disculpa pero me parece extraño,  es decir, a mí también me inquieta su presencia y aún no termino de acostumbrarme al hecho de que es Saga y no Arles quien está entre nosotros –confesó antes de continuar- Pero la forma en que actuaste… tu no sueles perder el control así… y no me digas que es el alcohol porque te he visto aparentar frente al mismísimo Patriarca en peores condiciones etílicas que ahora.

-   Death, ahora solo quiero dormir… necesito dormir.

Espera, primero responde lo que te pregunté ¿porqué actuaste así frente a Saga? –El menor finalmente volteó a verlo y le dedicó una mirada de advertencia.

Dije que necesito dormir ¿me prestarás tu cuarto de invitados o me largo a mi Templo? –preguntó irritado ante la insistencia de su amigo.

El de Cáncer parpadeó repetidamente, se sentía desconcertado, hacía mucho tiempo que no veía al pisciano tomar esa actitud ¿todo era por el breve encuentro con el gemelo mayor? Decidió no seguir indagando esa noche, por su bienestar físico y mental prefería no arriesgarse a alterar a su amigo. Finalmente le invitó a quedarse y el sueco se dirigió de inmediato a la habitación de huéspedes.Death Mask lo imitó y también se fue a dormir, pero no pudo calmar la preocupación por la actitud del menor.

Por su parte, el de Piscis hizo esfuerzos sobrenaturales para poner su mente en blanco y no pensar más, quería olvidar todo lo referente a Saga. Sabía que no era culpa del gemelo, pero no podía evitar lo que sentía en ese momento. Realmente hubiese preferido que el mayor continuara ignorándolo, se había equivocado al pensar que su presencia no le afectaría. Tras batallar un buen rato con sus emociones logró quedarse dormido hundiéndose en un mar de sueños intranquilos.

Notas finales:

Fin del segundo capítulo. 

Saludos.


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