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The thirst por Thelovearesick

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Notas del capitulo:

Eddie toma una decisión, estableciendo conversaciones con las diferentes ninfas del oasis, mientras que Waylon empieza a mostrar actitudes al respecto.

 

Sorry, había olvidado subirlo aquí xD. Y la locura continua xD, sigo diciendo: esto es muy divertido de escribir. 

 

El sonido del enojo del hombre se extendía por los alrededores del oasis. Las ninfas no pudieron evitar centrar su atención en la fallida interacción entre ambos, sin poder evitar reír ligeramente por la hosca y terca actitud del hombre, quien parecía más como un niño pequeño al patear ligeramente el agua dentro del lago. El hombre era en lo particular extraño, llamando la atención principalmente por la prominencia de su estatura y el particular tono de su voz. Era elocuente, agradable y un tanto melodiosa y, al mismo, tiempo, agresiva, imperativa y bastante imponente, como si poseyera ese tipo de cualidades en su personalidad.

Las ninfas femeninas y masculinas empezaban a acercarse a la orilla del lago, notando como el hombre se movía en línea recta, mirando al lago con determinación, como si ideara algo, notando su semblante molesto y sus puños apretados. Observaron como el hombre empezó a alejarse a paso acelerado, sintiendo curiosidad por su andar. Parecía como si estuviera buscando algo, sin poder entender muy bien su comportamiento. ¿Acaso ideaba el sacar a Waylon del agua? Eso era casi imposible. Waylon pertenecía a las aguas cristalinas, por lo cual era una tarea complicada de conseguir, más aun por la manera en la cual se ocultaba, pudiendo permanecer días enteros entre la inmensidad y la profundidad de las aguas.

Las ninfas estaban acostumbradas a sus comportamientos, siendo un tanto diferente al resto por la manía que tenía de permanecer apartado, como si quisiera mantener su distancia de los problemas. Había respeto, cariño y cordialidad entre todos, considerándose como una gran familia unida, por lo que respetaban los deseos e ideas de Waylon, pese a no lograr entender en su totalidad cual era el problema con estar en contacto con los viajeros o el panorama en general.

No era de sorprenderse entonces que la actitud de este hombre resultara ofensiva para el rubio, ya que este solía mantenerse al margen de ese tipo de situaciones, dejando la tarea de “seducción” para el resto de sus hermanas y hermanos, limitándose a tocar de vez en cuando algunas canciones o a llevar en su jarro parte de las dulces aguas para salpicar los alrededores.

Por su parte, Eddie se encontraba caminando por un sendero en dirección a los árboles frutales. Notó como unas cuantas ninfas de los bosques danzaban alrededor de los arbustos, mirando ocasionalmente en su dirección, sin prestar atención hasta lograr alcanzar con sus manos algunas cuantas naranjas y un par de mangos, volviendo al poco tiempo a sentarse frente al lago, sin cambiar su semblante ofuscado. “No me iré de aquí sin haber poseído a esa criatura…debo idear algo”, pensaba Eddie, empezando a retirar la cascara a movimientos rápidos, sintiendo como su mandíbula de apretaba cada vez más con sólo recordar la interacción que había pasado minutos antes.

¿Quién se creía esa ninfa que era para rechazarlo? Había escuchado las historias sobre las ninfas, quienes se acostaban sin tapujo alguno con cuanta persona o criatura se les pusieran en frente, teniendo una naturaleza volátil y cálida con los hombres, siendo coquetas, suaves y cantarinas, siempre dispuestas a mostrar los placeres de manera despreocupada ante el mundo.

¿Qué había pasado entonces con aquello? ¿Acaso todo era una mentira bien elaborada? Al apenas recordar esto, sentía que su sangre hervía nuevamente, empezando a apretar los frutos hasta que la pulpa salía a chorros por entre sus dedos, sin importar el desastre que estaba armando. Era más su molestia en ese momento que cualquier otra cosa externa.

—Vaya impresión que ha recibido —comentó una suave voz a su lado, logrando que la azul mirada de Eddie girara en su dirección. Al fin algo había logrado captar su atención. La joven ninfa era de una belleza espectacular, teniendo largos rizos rojos que caían en cascada sobre sus pechos descubiertos, poseyendo ojos de un verde hoja, grandes y llamativos, teniendo una piel de una blancura casi resplandeciente, portando restos de hojas y flores por entre su cabello y ropaje, caminando de forma suave y volátil hasta quedar cada vez más cerca del viajero.

— ¿Qué acaso las ninfas tiene tal temperamento irrespetuoso y desafiante? —

—Oh no. No somos tan malas. Te topaste con la más complicada —comentó la chica, quien terminó por sentarse a su lado. Eddie capto el olor fresco de su carne, escuchando la dulzura de su voz al instante. La mujer era atractiva y deseable, supurando sensualidad, era algo que le quedaba muy en claro, más su mente estaba fija en algo más. En aquellos ojos, en aquel semblante, en aquella particular forma de deslizarse por las aguas.

—Sabes…todas hemos escuchado tus comentarios y tu historia, la forma en la cual llegaste y como te enfrentaste ante las adversidades del desierto. Quizás nosotras podrías ayudarte con aquello de la sed, somos expertas en ello —comentó con voz seductora, haciendo que uno de sus rizos se desviara por sobre su espalda.

El resto de las ninfas estaban prácticamente semidesnudas, revelando sus cuerpos sin pudor alguno, dejando que la tela se viera transparente al dejar que las aguas las cubrieran. Eddie no perdió detalle de esto, considerando más que atractiva la provocación, sin embargo, pese a saber que le invitación estaba abierta, lo único que hizo fue inclinar la cabeza, desviando la mirada de nueva cuenta al lago.

— ¿Cuál es tu nombre, cariño? —

—Mi nombre es Ágata. ¿Podría conocer tu nombre al menos? —

—Mi nombre es Eddie. Es un placer, Ágata. —

La ninfa parpadeo un par de veces, un poco confundida. No era usual que hubiera rechazo a los de su especie, al menos no de una forma tan marcada. Observó a Eddie por un momento, desviando la mirada en dirección al lago en poco tiempo. Una ligera sonrisa broto de sus rosados labios mientras volvía a acomodar su cabello, cubriendo nuevamente sus pechos.

—Y su nombre es Waylon, por cierto. Aquella extraña ninfa se llama Waylon. —

—Con que Waylon…. —repitió Eddie, sin dejar de admirar el lago con detenimiento. Era extraño. Como si se tratase de un particular capricho, quería conocer lo más posible su entorno entonces. Quería conocer sus costumbres, sus manías, debía analizar su comportamiento. Miró a Ágata por un momento, levantando la vista en dirección al resto de las ninfas, quienes permanecían cerca del lago, empezando a recostarse a su alrededor para meter los pies o las manos por sobre éste. Eddie volvió a centrar su atención en la joven, mostrando una ligera sonrisa ante ella.

—Y dime… ¿qué tan a menudo abandona el lago? —

—Bueno, es un poco impredecible. Puede permanecer días enteros dentro de las aguas, a veces un par de horas. Todo depende de que tan sociable ande. Le gusta los lugares tranquilos, sin mucho ruido, por lo cual se no acerca mucho a las danzas o festejos que llegamos a tener las demás durante las noches. —Eddie no perdía nota de aquello, como si realizara notas mentales en su mente. Tenía que ser rápido en memorizar cada costumbre de aquellos seres, puesto que no debía mantenerse mucho tiempo alejado de su pueblo. Era una prioridad el encontrar a aquella ninfa cuanto antes.

— ¿En qué zonas suele rondar? —

—La parte norte es su favorita. Le gusta estar cerca de las montañas y observar a los animales. Entre más cerca este uno de la montaña, más se puede escuchar el eco de las aves. —

Aquello era información importante. La sonrisa de Eddie se incrementaba cada vez más. Un plan se estaba ideando en su mente.

—Una disculpa Ágata, pero debo empezar a planificar algunas cosas. Ten por seguro que nos volveremos a ver pronto —comentó de forma amable, levantándose para limpiar sus manos por sobre las aguas antes de girarse y dirigirse a las profundidades del bosque. Debía tenerlo todo bien planificado, ya que serían pocas las oportunidades de ver a Waylon nuevamente. Esperaba que su berrinche de estar en las profundidades no durara mucho.

Las horas pasaron, volviéndose de noche en poco tiempo. Eddie había armado un pequeño refugio para resguardarse, agradeciendo que la luz de la luna permitiera que la oscuridad se disipara por entre el bosque. Algunas otras ninfas, tanto hombres como mujeres, habían empezado a acercarse una tras otra ante Eddie, invitándolo y usando sus mejores armas en la seducción para que se uniera a ellos y liberara su “sed”, garantizando ante el hombre lo divertido que sería la celebración de aquel día, siendo rechazados uno a uno con amabilidad y firmeza. Había escuchado los cánticos de las ninfas a los alrededores, suponiendo que celebración había comenzado, cantando ante la luna como parte de sus rituales o algo parecido, optando por permanecer resguardado y descansar en ese momento, intentando recuperar su energía para el día siguiente.

Mientras tanto, las ninfas del bosque y del lago danzaban al compás de sus canticos, usando la luz de la luna como punto de referencia para poder iluminar aquella noche, empezando a tomar parte de sus instrumentos musicales para empezar con su celebración, siendo sorprendidas al ver acercarse a Waylon, quien habría brotado nuevamente, materializándose del agua al momento.

—Vaya, ¡qué sorpresa verte aquí, Waylon!, ¿acaso te unirás el festejo de esta noche? —comentó con alegría Ágata, quien se acercó a paso apresurado en su dirección para tomar sus manos con la plena intención de jalar al joven al festejo.

— ¿Ya se fue aquel extraño y temperamental hombre del oasis? —preguntó con curiosidad el rubio, soltando sus manos de la forma más delicada posible, mostrando una expresión sin emoción aparente, logrando despertar asombro en el semblante de Ágata.

—No. Está en el bosque. Lo hemos invitado de mil y un formas a que se nos uniera esta noche, pero parece mantenerse al margen de nosotras. Es muy extraño en realidad, Waylon. Es un hombre muy extraño. —

—Oh, ya veo. Bueno…pues que bueno, que este en el bosque solo —dijo el rubio, intentando mantener su seriedad, empezando a caminar por sobre el lago hasta un lugar más apartado. Ágata no perdió detalle de su reacción, mostrando una sonrisa al momento. Las cosas parecían ponerse cada vez más interesantes ante esta historia.

Por su parte, Waylon terminó por rodear el lago hasta dar con uno de los recintos más apartados y tranquilos. El paisaje era hermoso en ese lugar, teniendo la cascada a apenas unos metros de distancia, notando como la luz de la luna terminaba por posarse en el agua, de tal manera que pareciera que había dos lunas en ese momento, una encima de la otra al ser un enorme reflejo. Waylon se sentó sobre una piedra cercana a uno de los extremos, sin perder de vista el panorama. El sonido era relajante y armónico, provocando que el rubio terminara por relajarse cada vez más, sintiendo como una brisa agradable llegaba a su rostro y movía ligeramente su cabellera, sin poder evitar mostrar una sonrisa al momento. Recordó los sucesos de aquella tarde, en donde había tenido su primer enfrentamiento contra Eddie.

El hombre era bastante grosero a su ver, teniendo ese semblante de ansia en su rostro, que era la razón principal por la cual Waylon había tenido dudas sobre sus palabras y regalos. Era evidente que el sexo era la única motivación de los viajeros, sintiéndose bastante ofendido ante tal comportamiento por parte de Eddie, más aun al verse casi obligado a corresponder por su mero capricho, sin siquiera consultar o comprender que no estaba dispuesto a acepta su oferta. Era por eso que se sentía extrañado ante el rechazo que presentó ante las demás ninfas. El rubio sabía que Ágata no era del tipo que le diría una mentira semejante, aceptando y presumiendo públicamente sus conquistas por entre el lugar, resaltando la forma en la que sedujo al viajero y las múltiples posiciones y lugares en las cuales se satisficieron.

Sabía que el hombre estaría dentro de sus intereses, pues la apariencia de éste era en lo particular diferente y agraciada de muchas maneras. Waylon tenía que admitir que era realmente atractivo, con sus facciones fuertes, su altura, el tamaño de sus manos, lo atlético de su cuerpo que se notaba pese a estar cubierto de pies a cabeza y sobre todo la intensidad de aquella mirada, que era de un color llamativo, claro, suave, contrastando completamente el resto de su constitución. Sumando a esto estaba su voz, que era grave, varonil y suave a la vez, no pudiendo entender muy bien como esos elementos podrían mezclarse al mismo tiempo, dando resultado a uno de los especímenes humanos más particulares que habían visto sus ojos. Waylon negó con la cabeza.

Prefería volver a concentrar su vista en el lago nuevamente. Este sin duda era uno de sus lugares favoritos, no permitiendo que el pensamiento de aquel hombre lo distrajera nuevamente para darse la libertad de buscar entre su jarro una pequeña arpa de color azul celeste, acomodando sus piernas de tal manera que quedaran contrarías, siendo un soporte para su instrumento, cerrando los ojos en poco tiempo. Los movimientos de sus dedos eran lentos y delicados, causando que el sonido armónico del arpa resonara por los alrededores. Ágata siguió a Waylon con detenimiento, sin querer que se diera cuenta de su presencia, notando como el rubio tocaba con tal tranquilidad y serenidad, como si disfrutara del panorama y celebrara al mismo tiempo.

La pelirroja era una de las ninfas más cercanas al rubio, conociendo de antemano que eran contadas las ocasiones en las cuales Waylon se expresaba de tal manera, siendo esto un acto exclusivo para las ocasiones en las que celebrara por alguna razón. Era evidente que algo estaba pasando en su humor, puesto que ese semblante reflejaba algo mucho más marcado y profundo de lo que realmente quería mostrar. Esperaba poder comprobar su teoría con el pasar de los días.

A la mañana siguiente, un muy determinado y enérgico Eddie se levantaba a primera hora esa mañana, estirando sus brazos y piernas mientras empezaba a buscar algunas cosas en su pequeño refugio. Sabía que probablemente no sería fácil el encontrar a Waylon por los alrededores, por lo que la paciencia sería su aliada en su tarea, mostrando una sonrisa de medio lado al empezar a caminar de vuelta al lago. Las cosas debían resultar para bien de alguna forma u otra.

Waylon, por su parte, había salido del lado al sentir los primeros rayos del sol brotar sobre las aguas. Se sentía particularmente lleno de energía, como si la noche de canticos, seguida de un buen descanso, hubiera logrado el despertarlo con un buen humor, sintiéndose incluso extrañado de aquello. Encaminándose a la orilla, el rubio terminó por salir completamente del lago esta vez, girando su dirección hasta escuchar algunos pájaros cantando por entre las ramas de los árboles, intentando localizar con la mirada al viajero, estando atento por si escuchaba su andar por entre los arbustos o las plantas. Parecía que todo estaba tranquilo en ese momento, salvo por los animales y el sonido del viento.

Aquello fue el incentivo suficiente para empezar su andar por entre los arbustos, empezando a caminar a paso lento y suave,  intentando mantener ese ritmo para permitir el apreciar la naturaleza a su alrededor, siendo un aficionando a admirar la vida animal que les rodeaba, quedándose fascinado ante las madrigueras de los conejos y los nidos de las aves. Siendo una criatura de agua, eran extraños y muy dispersos los momentos en los que se permitía caminar en tierra realmente, sintiéndose un tanto más aletargado y débil a medida que su cuerpo se alejaba más y más de las aguas que lo vieron nacer, siendo esto una de las principales razones por las cuales no se mantenía muy alejado del lago, necesitado de la fuente de la cascada para mantener sus energías en alto. Pese a ello, admirar la fauna a una distancia razonable le era bastante agradable, dándose esas pequeñas libertades durante las mañanas, sabiendo que sus energías estaban renovadas al haber disfrutado de las placenteras noches en las profundidades, más aún al mezclar su esencia con las aguas.

El rubio terminó por inclinar su cabeza al escuchar un par de pisadas sobre la hierba, notando como un pequeño erizo se acercaba a paso lento ante sus pies, sin poder evitar inclinarse hasta quedar completamente agachado, llevando sus dedos por sobre su cabeza.

—Creo que te has perdido de tu madriguera,  ¿no es así? —comentó con suavidad mientras intentaba localizar la posición del erizo madre, tomándolo entre sus manos para llevarlo lentamente hasta donde se encontraban sus hermanos, siendo recibido con alegría por el resto de la manada, mientras el rubio ensanchaba una sonrisa en dirección a aquello, disfrutando bastante la interacción de los animales con sus crías.

Estaba tan concentrado en mirar aquella escena que no se dio cuenta de cuando una enorme manta de tela terminaba por posarse sobre su cuerpo, siendo restringido sus movimientos en poco tiempo al ser llevado como si de un costal se tratara, escuchando la gutural risa, antes de sentirse ser llevado a paso apresurado por entre el bosque.

— ¡Y creías que no lograría atraparte, ninfa de las aguas! —comentaba con júbilo mientras se alejaba apresurado, acercándose al recinto en donde se encontraban sus posesiones resguardadas, intentando acelerar el paso para poder, al fin, dar rienda suelta a lo que su instinto dictaba.

Waylon se removía con molestia dentro de la bolsa. Se sentía bastante estúpido de no haber prevenido su llegada, sintiendo además una genuina impotencia por no poder usar su poder para cambiar de forma. Sabía que si se derramaba sobre las plantas y los árboles sería mucho más complicado, por no decir casi imposible, el volver a su forma original, ya que las plantas terminaría por absorberlo y retenerlo, dispersando sus restos al esparcirse por los alrededores. Quizás había subestimado a este humano, quien había resultado tener cierta astucia sobre el tema.

— ¡Déjame ir! Creo que te deje muy en claro ayer que no me interesas para nada —

—Y yo creo que te deje muy en claro que esta sed mía no se me quitará con nada, cariño. Ahora sólo mantente muy quieta para mí, ¿quieres? —la voz de Eddie sonaba como si de burla se tratara, haciendo que Waylon terminara por enojarse cada vez más ante ello. Debía pensar en algo pronto, sino terminaría cediendo ante esto, ya que pese a mantener su perfil bajo, la naturaleza de las ninfas predominadaba en su haber, no confiando en el raciocinio de su mente que contrastaba con las reacciones de su cuerpo. Fue entonces cuando se le ocurrió.

— ¡Necesito de su ayuda! —grito con todas sus fuerzas, sorprendiendo al mismo Eddie por la magnitud de su voz, que lograba atravesar la tela pese al grosor de la misma. El viajero escuchó entonces como si las ramas de los árboles empezaran a moverse, sintiendo como algo empezaba a trepar por entre sus piernas, notando como un par de enredaderas y ramas terminaban por obstruir su andar, siendo seguido por otro par de ramas que lograban aprisionar sus brazos, provocando que la bolsa terminara por resbalar de entre sus dedos.

Waylon se levantó al poco tiempo, girando su dirección a Eddie, quien era aprisionado por el espíritu del bosque, mostrando una gran confusión y enojo en su semblante mientras notaba como la ninfa sonreía con triunfo, sintiendo la rabia volver a brotar de entre su pecho.

—Si el desierto tiene vida propia, debes saber que el bosque también tiene vida propia, no debería sorprenderte entonces que esté dispuesto a ayudarnos si nos vemos en problemas, Eddie. Y te lo repetiré de nueva cuenta por si no te ha quedado claro: no estoy interesado en tener sexo contigo. —

— ¡Ya verás cuando te atrape! ¡No caminaras durante días! ¡Deja nada más que me libre de esto y me las pagaras, maldita ninfa! —comentaba con molestia mientras movía tanto los brazos como las piernas, notando como Waylon caminaba con tranquilidad de regreso al lago, mientras disfrutaba del cantar de los pájaros y del sonido de la brisa por entre las hojas. Aquella sin duda era una mañana muy hermosa.

Notas finales:

Espero lo disfruten xD tanto como yo al describirlo


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