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En el lugar del gruñón/idiota por desileo

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Aquí les traigo de milagro (en toda la calle la luz se cortó como por 3 o 4 horas TnT) el siguiente capítulo. Como la vez anterior, este tratará solamente de uno de los dos, en este caso Onodera. El siguiente le corresponde a Yokozawa.

Onodera caminaba hasta el departamento de Yokozawa, completamente agotado, tanto física como emocionalmente. No había esperado que Yokozawa le dijera todo eso a Takano ¡Estando en su cuerpo! Y gracias a eso, Takano lo invitó a tomar unos tragos en un bar.

Sumándose que, gracias a la preocupación de pensar en cómo acabaría toda la situación, por poco hecha a perder meses de trabajo de Yokozawa, ya que accidentalmente derramó café en la lap top del oso gruñón.

Afortunadamente, esta pudo sobrevivir al accidente con todos sus documentos intactos, sin embargo se llevó una reprimenda por parte del jefe de ventas.

Justo en frente de la puerta del departamento, Onodera soltó un suspiro frustrado, todavía pensando en lo que estaría pasando con Yokozawa y Takano, sobre todo por la poca resistencia que tenía el cuerpo de Onodera al alcohol y el poco conocimiento que tenía para zafarse de la situación.

Intentando sacar todas las preocupaciones de su cabeza, entró al departamento, sintiendo casi de inmediato la soledad del lugar.

Yokozawa no tenía muchas cosas, solamente lo básico, haciendo que Onodera se preguntara si realmente pasaba tiempo en el lugar o lo pasaba en el hogar de los Kirishima.

Fue directamente al armario, en busca del pijama del oso gruñón, pues ese era el lugar donde lo había encontrado y dejaba para no desordenar el lugar. Onodera pudo encontrarlo sin problemas, por lo que rápidamente lo saco, llevándose consigo un objeto un poco más pesado en el cual el editor no había reparado.

Curioso, fijó su vista en el piso, encontrándose con una revista un tanto curiosa, en el cual se podía apreciar que hablaba sobre personas exitosas.

Preguntándose por qué Yokozawa tenía una revista así, (Además de mantenerlo en el armario) Onodera comenzó a hojearlo, encontrando la respuesta casi de inmediato.

Yokozawa había dejado un pequeño dobles en el borde de la página en donde se podían apreciar las fotografías de Kirishima en un traje que, de cierta manera, aumentaba la presencia del hombre.

Ante esto, Onodera no supo si reírse o mostrarse sorprendido ante lo encontrado, puesto que esto representaba muy bien lo que Yokozawa sentía por Kirishima. Él lo amaba lo suficiente como para comprar una revista no dirigida al público masculino para poder ver a su amante.

Cuidadosamente, Onodera colocó la revista en la mesita de noche y, con pijama en mano, se dirigió a la ducha, mientras pensaba en la nueva información encontrada del otro.

Por lo visto, Yokozawa había superado a Takano, abriendo su corazón nuevamente a ese hombre el cual demostraba, de manera un tanto rara, que este era correspondido.

De cierta manera admiró a su superior por ser lo suficientemente valiente para abrir nuevamente su corazón, ya que a diferencia suya, seguía persistiendo ese miedo.

Una parte de él quería aceptar a Takano, pero la otra parte temía que fuera lastimado como en el pasado, por lo que siempre terminaba rechazando los avances de su jefe.

Eso dejó un cierto sentimiento de malestar dentro de él, por lo que cambió sus pensamientos a algo menos deprimente, como la cena.

En cuanto terminó de ducharse, se colocó la pijama y salió directamente a la cocina, en busca de comida y huyendo de sus pensamientos. Sintiéndose algo cansado para preparar algo, se dijo a sí mismo.

─ Espero que tenga algo de cocina rápida.

Una voz conocida respondió a eso, provocando que Onodera casi le diera un infarto.

─ Lo más seguro es que sí, para evitar que queme la cocina.

Su vista fue hasta el origen de la voz, encontrando a Kirishima sentado en el pequeño sillón, viendo directamente a Onodera.

Recuperándose de la sorpresa, Onodera preguntó, intentando no utilizar los honoríficos impersonales.

─ ¿Qué estás haciendo aquí?

Sin moverse de su lugar, Kirishima contesto como si del clima se tratara.

─ Hiyori se fue a dormir con unas amigas, así que para no sentirte tan solo, decidí visitar a mi lindo amante.

Onodera reformuló la pregunta, ya que esa no era la respuesta que estaba buscando.

─ Me refiero a cómo entraste aquí.

Acercándose a Onodera, Kirishima se burló descaradamente del que creía su amante.

─ Eres demasiado joven como para estar olvidando ese tipo de cosas. Tal vez me estés engañando y resultes ser más viejo que yo.

Onodera lo le hizo nada de gracia cómo Kirishima le había contestado, tal parecía que el hombre podía ser mucho más infantil que Takano. Si el hombre hacía ese tipo de comentarios seguido, compadecía a Yokozawa el tener que aguantarlo.

Continuando con su broma, Kirishima completó.

─ Para que veas que no soy tan malo, te recordaré cuando en mi cumpleaños te robé las llaves para sacarles una copia y así poder entrar a tu departamento.

Onodera maldijo mentalmente eso, pues no estaba acostumbrado a tratar con personas que fueran tan infantiles, es más, apenas y podía dominar el comportamiento mandón de Takano.

Soltando un suspiro frustrado, Onodera se anotó mentalmente el sugerirle a Yokozawa que le quitara las llaves al hombre, pues parecía que este tipo de comportamiento era muy frecuente.

Tan concentrado estaba en sus reflexiones que no se dio cuenta que Kirishima se había acercado a él peligrosamente, poniendo sus brazos alrededor de su cuello desde la espalda, colocando su cabeza entre el cuello y el hombro.

Con tono sugerente, Kirishima preguntó.

─ Yokozawa, ¿Qué tal si vamos a tu cuarto?

Onodera estaba totalmente perdido en lo que debería de hacer, puesto que Kirishima estaba fuera de su experiencia.

Antes de que pudiera idear una manera de salir indemne de la situación, se escuchó un crujido de hambre, provocando que Kirishima retrocediera un poco con sus insinuaciones.

Rápidamente, Onodera argumentó.

─ Lo siento, no he comido nada, así que si me das tiempo, puedo preparar algo rápido.

Kirishima se quedó callado, reflexionando lo que había dicho el otro, haciendo que Onodera quedara totalmente nervioso. Después de varios minutos, Kirishima contestó.

─ Está bien, pero espero que seas rápido.

Onodera simplemente asintió, aliviado de poder hacer tiempo mientras se le ocurría alguna otra manera de quitárselo de encima. Rápidamente huyó a la cocina, mientras que Kirishima comenzaba a vagabundear por todo el departamento.

Onodera pensó en hacer una comida lo suficientemente elaborada, en un intento de hacer tiempo, pero sabía que sus habilidades culinarias no eran equiparables con las de Yokozawa, por lo que simplemente se preparó un cereal.

Mientras comía, su cabeza intentaba dar con la solución a su problema, sin tener buenos resultados, por lo que finalmente se rindió con un plan sencillo; fingir que su celular sonaba, decirle que era del trabajo y que no podía posponerlo para que este se fuera o al menos darle la oportunidad de correr del lugar.

Una vez resuelto eso, Onodera terminó el cereal, lavó el plato y la cuchara que utilizó y fue a buscar a Kirishima, para poner en práctica su plan.

Deambulando por todo el departamento, finalmente lo encontró en el cuarto, leyendo la revista que había dejado en la mesita de noche, con una sonrisa burlesca.

En cuanto lo sintió entrar, Kirishima bromeó.

─ No puedo creer que todavía tengas la revista, aunque no es de sorprenderse, nunca te pudiste resistir a mis encantos. Pero no deberías haber comprado eso si tienes al real frente a ti.

Antes de que Onodera pudiera defender su caso, Kirishima dejó la revista de lado y se acercó rápidamente a Onodera, tumbándolo al piso por la sorpresa.

Antes de que pudiera hacer algo más, Kirishima se posicionó sobre este, cerrándole cualquier vía de escape. Sin tardar mucho, Kirishima comenzó a explorar el cuerpo de su amante, provocando que Onodera se sonrojara, ya que su cuerpo comenzaba a reaccionar involuntariamente.

Todos los puntos que tocaba Kirishima nunca le habían provocado ese tipo de reacción, pero tal parecía que el cuerpo de Yokozawa trabajaba de diferente manera al suyo.

Kirishima comenzó a morder el cuello, haciendo que Onodera se perdiera con las sensaciones que este provocaba. Involuntariamente, Onodera comenzó a mascullar el nombre de la persona que siempre sacaba esas sensaciones.

─ Takano…

En cuanto soltó ese nombre, Kirishima se detuvo súbitamente, provocando desconcierto en el editor. Poco a poco, Kirishima se separó de Onodera, con una cara que, sin conocerlo muy a fondo, sabía que era peligrosa.

Con un tono serio y tranquilo, Kirishima preguntó.

─ ¿Me podrías decir por qué salió ese nombre en este momento?

La cabeza de Onodera era un total caos, ya que la respuesta a esa pregunta era muy complicada, al mismo tiempo que implicaba admitir sus sentimientos. Finalmente, después de reflexionar por unos momentos, contestó.

─ Porque él hace que mi corazón lata como loco en momentos como este.

Kirishima lo vio con una mezcla de sorpresa o ira, Onodera no pudo definirlo con exactitud, cambiando su cara a una neutral rápidamente. Continuando con su interrogatorio, un poco más agitado, Kirishima le preguntó.

─ ¿Lo sigues amando a pesar de todo lo que te hizo? ¿Qué te apartara como si nada de su vida?

Sincerándose, Onodera contestó.

─ Realmente, ambos tuvimos la culpa en ese sentido, por no tener la suficiente comunicación entre nosotros, así que no importa el tiempo que pasó, yo siempre lo seguiré amando.

Kirishima oscureció su mirada mientras se levantaba, sin ver ni una sola vez a Onodera. Una vez que sus piernas lo sostuvieron, avanzó rápidamente hacia la puerta, soltando un escueto.

─ No te molestaré más.

Después de eso, Onodera pudo escuchar cómo cerraba la puerta de la habitación y del departamento, dejándolo aliviado.

Sin embargo esta no duró mucho, pues en ese momento, recordó que no estaba en su cuerpo sino en el de Yokozawa.

Había arruinado la relación del oso salvaje de Marukawa y, junto con eso, había cavado su propia tumba.

¿Qué iba a hacer?


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