Ilusión Octava. Furia de gigantes
9:42 a.m. Base de la estatua Lucky Roo, noreste del Castillo Saint Michel.
-Escuchen. Pueden echarme bebidas encima, pueden arrojarme comida, hasta pueden escupirme. Me reiré de todo eso, incluso de mi muerte a manos de unos desgraciados como vosotros, pero escuchen… ¡¡¡Nadie pero nadie le hace daño a mi familia!!!- la mayor determinación del mundo había sido grabada en sangre en esos momentos, la sangre del gigante que él acababa de asesinar por venganza y que cubría su cuerpo por completo. Pero sabía perfectamente que le escuchaban, sus mayores enemigos, y deseaba dejar claro cuales iban a ser sus intenciones de cara a la resolución de la batalla.
-Maldito bastardo de mierda, ¡¿cómo te atreves a asesinar a mi amigo Kasi?!- sentenció el hombre de gran estatura llamado Oimo- ¡Me las pagarás!
Con la fuerza de cien personas, aquel gigante enfurecido se abalanzó contra su diminuto objetivo. Agarró su gran mazo de madera pero su contrincante ni se inmutó. La expresión de éste, venida del mismísimo infierno dantesco, definía desde un principio el resultado de esta batalla.
-En realidad, siento pena por vosotros- afirmó el hombre pelirrojo ante el inminente ataque de su gigantesco enemigo.
-¡¡¡Cállate, maldita hormiga!!! No eres nada comparado con la raza gigante- gritó Oimo quien iba aumentando su cabreo- ¡Viking dekk Elbaf! (“Mazo del vikingo Elbaf”)
-¡Strike for the New World! (“Golpe por el Nuevo Mundo”)- el pelirrojo ni siquiera se defendió del golpe asestado, simplemente desapareció. Desapareció y apareció repetidas veces por distintos lados mientras asestaba filosos cortes en el gigante-¡Reality Cut! (“Realidad cortada”)
Con este último ataque, el pelirrojo remató a su enemigo. Allí, en las ruinas del que era su amigo, Shanks comenzó a llorar. No eran lágrimas por la pérdida de aquella estatua, sino que estaban dirigidas a sus dos enemigos que yacían muertos entre los escombros.
-Si al menos pudiera haberles regresado la realidad…- fueron las últimas palabras del pelirrojo antes de secarse las lágrimas y devolver su fría expresión- Debo detener al resto, sino todo será en vano.
El pelirrojo se subió encima del ave y del camello y partió a toda velocidad hacia su próximo objetivo. Mientras tanto, los nervios y la impaciencia comenzaban a aflorar entre los individuos que no podían salir del castillo.
10:03 a.m. Unidad Médica, interior del Castillo Saint Michel.
-¡Estoy harto de esperar sin hacer nada! ¡¿Acaso no se nos llamó para luchar?!- de nuevo, la impaciencia de Zoro le hacía perder los estribos.
-Cálmese señor Zoro, usted debe permanecer aquí al igual que el resto de Mugiwaras- intentó explicar la Dama del Lago, más conocida como Whitey Bay, pero sin lograr buenos resultados.
-Y por eso ese reno puede campar libremente y nosotros no, ¿cierto?- el peliverde se burló de los fallos en los planes de sus aliados.
-Olvídate de él, solo es un cabeza hueca que no entiende lo que está en juego- le insultó el compañero de la chica, el Guardián del Fuego Puzzle.
Enfurecido, el peliverde arremetió contra este cogiéndole por la camiseta.
-¡¿Qué me has dicho, capullo?!- sin duda, los nervios de Zoro habían llegado a un punto de no retorno.
-Venga, pégame si tienes lo que hay que tener- provocaba Puzzle al otro chico, de una forma que surtía efecto. Segundos más tarde, la cara del guardián del fuego presentaba un amoratado semblante mientras se enzarzaba en una pelea con el cabeza de marimo. A pesar de los intentos de los compañeros para separarlos, ninguno de ellos cedió. Sin embargo, toda la situación cambió cuando se escuchó una voz.
-¡¡¡Zoro!!!- la rubia pareja, quien había permanecido al margen del enfrentamiento hasta ahora, decidía intervenir. Con ese grito y la posterior mirada endiablada detuvo los movimientos de su novio- Creía que lo habíamos solucionado…
Sanji, decepcionado, se marchó a uno de los rincones de la sala. Al poco tiempo, su amigo de anaranjados cabellos fue a consolarle. Mientras, Zoro se apartó de todo y de todos dejando de lado la furia que sentía hacia el guardián y evocándola ahora hacia su propio ser. Y aunque la pelea había estado bastante igualada, el hombre llamado Puzzle se encontraba magullado y adolorido por las heridas. Aprovechando esa debilidad, alguien se acercó a él.
-Puzzle, ¿desea que le miré esos moratones?- con una voz tímida y avergonzada, la joven de pelo moreno y de profesión arqueóloga se acercó a aquel hombre.
Puzzle no dijo nada, simplemente la ignoró. Desde el otro extremo de la habitación, el Guardián del Viento Izo observaba detenidamente la escena. Mientras tanto, Law había preparado todo lo necesario para una posible atención médica. Además, tenía la mejor ayuda que podía desear.
-Oye Luffy…- susurró al oído el médico a su pareja- ¿te duele ahí abajo?
Tras formular esta pregunta, el semblante de Law pasó a teñirse de un color rojizo.
-No, Torao fue mi cuidadoso conmigo- contestó con una melosa sonrisa el joven príncipe inglés cosa que sonrojó aún más a su pareja- Law, me da lástima verlos así.
-Pero no debemos meternos en sus vidas. Cada pareja tiene sus propios problemas- le respondió el siervo mientras organizaba algunos medicamentos y utensilios médicos de la unidad- ¿Entiendes, Luffy?
-Pero ellos dos están enamorados, como nosotros. Ellos no deben estar peleados- para Luffy, las cosas más difíciles de la vida resultaban la mar de triviales y sencillas- Ya sé, se me ha ocurrido una idea.
En ese momento Law tuvo miedo. Conocía de sobra la impulsividad de su amado y las nefastas consecuencias que ésta traía consigo. Pero su pavor aumentó cuando vio donde se dirigía su pareja. Luffy se paró frente al enfurruñado Zoro.
-Oye, te llamas Zoro, ¿no?- inició Luffy la conversación.
-¿Qué quieres canijo?- le contestó sin modales ni tapujos a pesar de que sabía quién era aquella persona.
-Necesito que vengas al frente conmigo y que te lo lleves a él- respondió el príncipe inglés señalando a la rubia pareja de la persona con la que conversaba.
-Jajaja, no me hagas reír- aquella proposición pilló por sorpresa al peliverde y de la misma forma le ocurrió al joven médico que observaba con atención aquella situación. Pero cuando Zoro quería responderle mandándole al carajo, no pudo. Algo en su interior le impulsaba a seguir a aquella persona- ¿Por qué? ¿Por qué debería seguirte? Aquí tú título no tiene valor.
-Porque le amas- le contestó sin rodeos Luffy sorprendiendo a Zoro con la respuesta. Inmediatamente, se movió de aquel lugar y se dirigió a donde estaba el rubio.
-Tú, Sanji, ven aquí. Nos vamos- le dijo Zoro al otro casi como una orden.
-No quiero- contestó Sanji como si fuera una respuesta de niño enfadado.
-Zoro, deberías dejarlo por ahora- le sugirió la pelinaranja, la amiga de su pareja.
-No te metas en esto. Él es mío- estás últimas palabras del peliverde provocaron un sigiloso rubor en las mejillas del rubio- Además, el nariz larga te está buscando.
Tras decir estas palabras y viendo que ninguno de los dos se movía, Zoro se acercó y cogió a su pareja como si lo llevara a rastras. De fondo, Nami no pudo hacer nada para detenerlo, aunque no era la única que era incapaz de detener aquellos actos impulsivos.
-Pero ¿qué haces Luffy? No puedes ir con ellos al frente- Law estaba realmente preocupado por la decisión que su inocente pareja acababa de toma porque sabía que él no podía abandonar su puesto médico- . ¿Quién te va a proteger?
-Siento que ellos dos darían su vida por mí. Además, no forman parte de mi tripulación…- dijo con una sonrisa Luffy mientras se ponía en camino con sus dos acompañantes- o al menos eso explicó Shanks.
Los tres jóvenes se marcharon de la sala sin que nadie los pudiera detener. Ya habían tomado su decisión y ni siquiera los guardianes se metieron con ella.
Puzzle ya había sido curado por la avergonzada Robin cuando se le acercó el conde de Gales y su pareja.
-Aunque no fueron las formas muy acertadas, el señor Zoro tenía razón en su argumento- señaló el conde Usopp con muy apropiadas palabras- Ustedes nos pidieron ayuda y ahora parece que nos estemos escondiendo mientras el resto se deja la piel en las batallas. No es justo, ni para ellos ni para nosotros.
-Comprende la situación, señor conde, ustedes son la pieza clave para nuestra victoria y no deseamos que les ocurra nada malo- explicó la joven Whitey Bay- Fueron las órdenes que nos dio el general Shanks antes de marcharse.
-Entiendo la situación, pero ninguno de los que nos encontramos en la sala deseamos que ustedes se sacrifiquen por nosotros- insistió el conde de pronunciada- Déjennos que libremos nuestras propias batallas.
-Creo que no hay nada que podamos hacer para detenerles, Whitey Bay. Dejémosles que se marchen- contestó Puzzle- Pero cuiden de sus vidas, el futuro del mundo se lo agradecerá.
-Gracias…- contestó Nami de cara a los guardianes. Tras esto, la pareja también se marchó de aquella sala pero en dirección opuesta por la que partieron los otros tres.
-Espero que no estemos tomando una decisión errónea- afirmó la guardiana del agua al resto de sus compañeros.
-Eso es algo que ahora no podemos saber con certeza. Pero tienen razón en una cosa, necesitamos toda la fuerza posible para derrotar a los oscuros- dijo Izo quien sostenía un papel en sus manos- Nos acaban de informar que un escuadrón enemigo acababa de arribar a la costa oeste, a la Playa de los Cabos Gemelos.
-Pero allí no hay nadie para defender el terreno- afirmó asustada la guardiana del agua.
-Creo que es ahora de que prueben la fuerza de los guardianes- dijo Puzzle a los otros tres.
-Por una vez coincido contigo, Llamita- dijo en tono burlesco la joven Whitey Bay.
-De acuerdo, vayamos- se sumó a la decisión Izo, el guardián del Viento.
-Puzzle, ¿podemos hablar un momento?- nuevamente, Robin se aproximó con paso tímido al hombre.
Sus manos le temblaban, le sudaba la cara e incluso el miedo le impedía caminar correctamente pero aun así se decidió a hablar con el chico por el que sentía algo. Los otros dos guardianes se alejaron un poco para dar privacidad a la situación.
-¿Qué quieres? Ahora no tengo tiempo para hablar contigo- Puzzle intentó evitar aquella conversación.
-Puzzle… yo… yo te… yo te amo- por fin, la arqueóloga confesó sus sentimientos más guardados- Desde el día que apareciste en mi vida mi corazón se volvió loco y ahora, con esta guerra, no quiero perder la oportunidad de decirlo por si no nos volvemos a ver.
Tal declaración de amor no pilló desprevenido al joven Puzzle. No obstante, tuvo que coger aire para hacer lo que iba a hacer a continuación.
-Mira Robin, no quiero hacerte daño pero debo ser franco contigo. Ya tengo una persona a la que amó con todas mis fuerzas incluso tengo un hijo. Con tal de lograr mi misión, me acerqué a ti y tuve que hacer lo necesario para que estuvieras en esta batalla, para que aceptarás salvar el mundo. Lo siento de verás, pero eso es la realidad- Puzzle soltó la bomba de la verdad, la cual, sentó como un jarro de agua fría a la joven.
Robin no habló, no se enfureció, ni lloró, simplemente algo dentro de ella cambió. Se volteó y se marchó sin detener su paso.
-¿Estas bien, señorita Robin?- le preguntó su compañero Brook, el esqueleto viviente, pero no recibió respuesta alguna más que un fuerte suspiro perteneciente a otra mujer.
-¿Y a usted que le ocurre, señora Honey Queen?- preguntó de nuevo el esqueleto.
- Siento como un profundo dolor en mi pecho, como un mal presentimiento. Un presentimiento malo y familiar- reveló de forma inicerta aquella rubia mujer dejando confuso al esqueleto.
-En momentos así desearía estar muerto…- dijo entre risas el esqueleto tras escuchar aquellas palabras de la mujer de rubios cabellos- Yohohoho, sí ya lo estoy, yohohoho.
Tras las duras palabras, Puzzle regresó con sus compañeros guardianes.
-Si se enterara Vigaro estaría muy decepcionado contigo- recriminó Izo a Puzzle, el cual, era su cuñado en realidad- Esperemos que esto no perjudique nuestra labor.
Después de estas palabras, los tres partieron para cumplir su destino y defender la costa de la llegada de enemigos. Pero este tiempo había permitido que Shanks llegará a su siguiente objetivo.
10:25 a.m. Base de la estatua Ben Beckman, sureste del Castillo Saint Michel.
-¿Con qué tú eres la persona que ha derrotado a Oimo y a Kasi?- preguntó una voz grave e intimidante- Si es así, debes pagar por ello.
-Así es hermano Broggy, le haremos pagar por sus actos. Nosotros somos los hermanos Dorry y Broggy, los líderes de la Tropa Gigante de la armada oscura y se nos ha encomendado destruir estas estatuas mágicas- explicó uno de los hombres colosos de nombre Dorry quien tenía apariencia de vikingo, casco con cuernos, melena oscura y una espada vieja como arma- ¿Comenzamos?
-Yo ya he empezado- contestó sin titubear Shanks, fijando la atención de los dos guerreros en él y viendo como tenía la espada medio desenvainada- ¡Second Reality: The beginning of a new adventure! (“Segunda Realidad: El comienzo de una nueva aventura”)
Un tajo filoso salió disparado desde donde se encontraba el pelirrojo y en dirección a sus dos gigantescos enemigos. Ese ataque tenía una intención y era desarmar a sus contrincantes para acabar antes la pelea pero el corte desapareció cuandoi impactó en ellos.
-¡Rustning Blå Troll! (“Armadura del Ogro Azul”)- un aura azulada repelió el afilado golpe del pelirrojo y salvó al gigante Dorry.
-¡Rustning Rød Troll! (“Armadura del Ogro Rojo”)- de igual forma, Broggy activó su protección rojiza contra aquel enemigo- No te va a ser tan sencillo acabar con nosotros. ¡Ataque combinado: Hakoku, starte gud Elbaf! (“Hakoku, invocación del dios Elbaf”)
Los dos gigantes comenzaron a fortalecerse hasta el extremo. Sus músculos se hincharon como si estuvieran dopados con alguna clase de droga. Sus ojos se volvieron rojos y con la mirada perdida. Pero lo más peligroso no era su apariencia, sino el descontrol de sus movimientos y de sus pensamientos después de haber activado este poderoso ataque. Dorry y Broggy atacaron a todo lo que pillaban por medio con su espada y su hacha, arrasando hasta con la mismísima tierra que tenían bajo sus pies. A Shanks no le quedó otra que retroceder y fue ahí cuando se descuidó. Aquellos incontrolables colosos acabaron lanzando sus dos armas contra él. Llevaban tal fuerza que apenas podía escapar de ataque, pero algo le dio la oportunidad de librarse. Eso era la estatua de su amigo, la cual se interpuso entre él y aquel poderoso ataque, quedando destrozada debido al impacto. Gracias a estos segundos ganados, Shanks pudo evitar el golpe y salir ileso de él pero la rabia le consumía al ver otro de sus amigos destrozado.
-Entiendo. Tendré que ponerme más serio- una mirada terrorífica mostró el pelirrojo a sus dos contrincantes- ¡Inferno Reality: A nakama death! (“Realidad Infernal: Muerte de un amigo”).
Los gigantes de Elbaf se quedaron aterrados. Era como si detrás de su enemigo estuviera el mismísimo diablo en persona. Un aura llameante, proveniente del golpe de espada que acababa de liberar el pelirrojo, comenzó a golpearles ferozmente. El ataque destruyó consigo las dos armaduras de los gigantes, pero dejó unas llamas de las que ninguno de los dos podía liberarse. Un fuego tan sofocante que en pocos instantes llevó a la muerte a aquellos dos hombres tan feroces.
Cuando Shanks acabó su batalla, miró dolido a la estatua de su amigo, derramó unas lágrimas por él e hizo amago de marcharse. Pero estaba tan inmerso en sus pensamientos, despidiendo la vida de su nakama, que no vio el ataque que se le venía encima.
-¡Gungnir! (“Lanza del héroe”)- un gigante de melena larga y vestimenta de gladiador, apareció de la nada y atacó al pelirrojo con su fiero puño-Yo, Hajrudin, debó defender el honor de la raza gigante hasta la última gota de mi vida.
El ataque iba a impactar y Shanks no estaba haciendo nada para detenerlo, pero tenía bien cubiertas las espaldas
-¡Haute Couture: Patchwork! (“Alta costura: Retales”)- un joven mini hombre cosió con su aguja a los dos gigantes derrotados y los unió al atacante de forma que al estirar de ellos, los tres individuos se estamparon. El peso de los gigantes derrotados sepultó al tercero, quedando éste inmóvil y sin la posibilidad de defenderse- ¡Ahora Tontattas!
Un grupo de mini hombres y mini mujeres se abalanzó contra el ataque y comenzaron a atacarle con una fuerza sobre humana, nada comparable a su tamaño.
-¡Tontatta Konbatto: Shipo Hammer! (“Combate Tontatta: Cola martillo”)- aquel grupo de enanos atacó con sus colas al gigante. La sorpresa fue que lo dejaron inconsciente.
-¡Leo, chicos!- Shanks se sorprendió de que sus diminutos soldados le habían salvado la vida- Muchas gracias, no sé qué haría sin vosotros.
-No tiene por qué halagarnos- aunque Leo dijo aquello, él y el resto de enanos estaban muy ruborizados por aquellas palabras de su general, casi como Chopper. Pero debían comunicar varias cosas importantes- Comandante Shanks, nos han informado que Chopper ya está a salvo y que se dirige al castillo. Pero me temo que el resto no ha aguantado la espera y han decidido marcharse al frente.
-Era algo que me temía- contestó frustrado el pelirrojo- Carue, Matsuge, necesito que vayáis a protegerles. Ustedes también, Tontattas.
-Sí, por supuesto- asintió Leo, el comandante de los enanos y de igual forma hicieron el camello y el pato- Hay algo más, comandante. La barrera, debe repararla. Debe usar eso- le advirtió Leo de lo que debía hacer su general.
-Sí, es cierto. Lanzaré ese ataque, pero después de activarlo no podré abandonar el interior de la barrera, sino esta desaparecerá de nuevo- explicó el pelirrojo a sus diminutos soldados- ¡Justu Shiki! (“Runas Mágicas”)
De repente, unas runas moradas de símbolos indescifrables y de una lengua antigua o incluso muerta rodearon todo el castillo y levantaron una barrera de runas mágicas. Esta era invisible pero impedía el paso de cualquier persona que el castillo considerara enemigo. La furia de los gigantes había sido sofocada y la barrera mágica restaurada, pero todavía quedaban numerosos enemigos por derrotar.
Batalla alrededor del castillo Saint Michel.
Pelea: Furia de gigantes Vs Furia del pelirrojo.
Vencedores: Shanks, y en último momento los enanos Tontatta.
Perdedores: La Tropa Gigante de la armada oscura.
Notas: Los sacrificios que estaba haciendo Shanks le hacían progresar en la contienda. ¿Será esa la única forma de ganar?
Pero aunque una ramificación de la armada oscura había sido erradicada, no era ni la peor ni la más numerosa. En estos momentos, un grupo de humanoides acuáticos hacían su aparición en la costa de los Cabos Gemelos.
-Hoy, demostraremos la supremacía de la raza gyojin sobre los humanos- el comandante de la tropa de los tritones cuyo nombre era Hody Jones, un hombre pez de tez blanca, afilados dientes y horribles pensamientos- ¡Acabemos con todos ellos!
-¡¡¡Sí!!!- exclamaron de euforia el resto de tritones que aparecían por la costa. La armada gyojin constaba de al menos una centena de soldados que estaban por encima de la fuerza humana. Y contra ellos, solo tres personas. Sobre un pájaro alado chispeante, los guardianes llegaban a la batalla para quedarse.
-No tan rápido. Los humanos también tenemos nuestra forma de defendernos- gritó la joven guardiana del agua- ¡Watery! (“Hada del Agua”)
-¡Windy! (“Hada del Viento”)- el guardián Izo también convocó su ataque.
-¡Firey! (“Hada del Fuego”)- de igual forma, Puzzle sacó a relucir su ataque.
Aquellos tres ataques tenían voluntad propia, eran como individuos aparte de su creador. Eran tres hadas, una convocaba los mayores maremotos, otra los tornados más feroces y la tercera provocaba los incendios para abrasadores. En un instante, las tres hadas acabaron con la mitad de la tropa gyojin, cosa que hizo enfurecer a su comandante.
Una nueva contienda estaba por acontecer, la batalla de los guardianes en la que veremos si realmente son dignos de llevar ese nombre o no.