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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Skoll está mucho mejor, pero necesita descanso, por tanto, Nyrn es quien tiene que visitarlo esta vez.

 

- - - - - 

Nyrn llevó al albino a su palacete, mucho antes de que despuntara el alba; en esa ocasión, el menor no había dormido, lo que había sido un esfuerzo extenuante para él, ya que nunca se desvelaba. Cuando Skoll llegó a su habitación, dejó los libros en una mesilla, escondió la capa de telaraña en su armario y se lanzó contra el colchón, cayendo en un sueño profundo rápidamente.
 
El menor no se dio cuenta cuando Miley fue a despertarlo. La pelirrosa le llamó en repetidas ocasiones, sin recibir respuesta, así que, pidió la ayuda de Oren; pero ni siquiera el mayordomo pudo despertar al jovencito. De esa manera, ambos tomaron la decisión de bañarlo, aunque estuviera dormido, quizá con el agua de la tina, despertaría y, así fue; pero, aunque Skoll estaba demasiado adormilado, sus sirvientes pudieron darse cuenta de las pequeñas marcas que portaba en su cuello, hombros y pecho. Por respeto, ninguno dijo nada, pero temían por la seguridad del menor, en caso de que el padre del niño se diera cuenta, así que, eligieron la ropa más adecuada para ocultar dichas marcas.
 
El resto del día, Skoll realizó sus actividades, pero no pudo terminar algunas tareas en el templo, ya que sentía su cuerpo cansado; aún así, gracias a que los sacerdotes que lo instruían y guiaban, ahora le tenían más respeto, ninguno le dijo a su padre y, el menor se salvó del castigo.
 
Cuando estuvo en el manantial, se quedó dormido mientras flotaba; sentía una inmensa paz recorrerlo y, como nunca, pudo disfrutar completamente de esa sesión. Lamentablemente, debido a eso, la oscuridad llegó a la cueva y él no salió. Cuando abrió los ojos, fue por un ruido que llegó a su oído; la oscuridad era absoluta en la cueva y no podía ver más allá de su nariz. Nadó hacia una orilla y salió del agua, tratando de ubicarse e intentar salir de ahí; buscó una pared con su mano y con ello, encontró el sendero.
 
A medio camino, la luz de una linterna se miraba a lo lejos. Inconscientemente se estremeció; solo había una persona que podía entrar ahí aparte de él, su padre.
 
Cuando llegó hasta el peliazul, Skoll bajó la mirada.
 
-¿Por qué no saliste temprano? – preguntó con frialdad el mayor.
 
-Me quedé meditando y, se me fue el tiempo… – respondió casi en un susurro.
 
-Dejé mis actividades para venir a buscarte – gruñó.
 
-Perdón…
 
El hombre no dijo más, había pensado que el menor no se había bañado, pero, estaba completamente empapado y, al acercar la linterna a las manos del ojirrojo, pudo constatar que su piel estaba arrugada por la humedad, por tanto, debía haber pasado gran parte del tiempo dentro del manantial. Dio media vuelta y caminó a la salida, sin decir nada más. Cuando llegaron al exterior, los sacerdotes se llevaron al albino para cambiarlo, mientras su padre regresaba al palacete.
 
Cuando el peliblanco llegó a cenar, no hubo comida para él; era su castigo por haber hecho perder tiempo a su padre. Suspiró y fue directamente a su habitación; debía prepararse para ir al bosque, pero, lamentablemente, aún se sentía cansado y, al recostarse un momento en la cama, se quedó profundamente dormido.
 
La humedad en sus labios, consiguió que el albino abriera los parpados con lentitud; gracias a un solo farolito, que estaba encendido en una mesita a un lado de su cama, se dio cuenta que Nyrn estaba besándolo con suavidad. El menor correspondió el beso y cuando el rubio se alejó, le sonrió con dulzura.
 
-No llegaste a nuestra cita – reclamó.
 
-Yo… lo lamento, estaba muy cansado – se excusó el niño – y, no pude cenar, así que…
 
-¿De nuevo un castigo?
 
El ojirrojo asintió.
 
-Bien, me quedaré hoy contigo – Nyrn volvió a besarlo – supongo que no siempre podrás ir a verme – dijo con seriedad, después de morder el labio inferior del ojirrojo.
 
-Lo intentaré – aseguró el albino – es solo que, no estoy acostumbrado a desvelarme mucho…
 
-Está bien, puedes dormir en el lago mientras me acompañas, no tienes que quedarte despierto como ayer – el ojiverde le acarició el rostro y bajó a oler el cuello del niño, disfrutando del aroma y lamiendo la piel – hoy, hueles muy bien – susurró.
 
-Gracias…
 
El rubio desabrochó el cinto que mantenía la túnica del menor en su lugar, dejando el cuerpo completamente desnudo y expuesto; el albino no traía nada más aparte, pues esa era la ropa que usaba después de la purificación en el manantial, y no se había cambiado al volver. La mano fría del ojiverde, recorrió el pecho del ojirrojo, bajando con lentitud hasta el vientre, rozando con las yemas de sus dedos la piel e introduciendo un dedo en el ombligo, presionando con insistencia. Skoll gimió y se aferró a los hombros del otro; no entendía por qué la deidad gustaba de hacer eso, pero, debía admitir que era algo que le agradaba, tanto que su cuerpo empezaba a reaccionar solo. Nyrn sintió el miembro del menor, restregándose contra su cuerpo, así que se alejó, observándolo con curiosidad.
 
-Así que, ¿esta es una reacción natural? – levantó una ceja – interesante… – su dedo rozó la extensión del pequeño sexo de Skoll – el mío no reacciona por sí solo – dijo con seriedad.
 
El ojirrojo gimió audiblemente al sentir la caricia y se cubrió la boca con rapidez.
 
-Haces ruidos de hembra… – el rubio entrecerró los ojos.
 
-Perdón… – el murmullo apenas se escuchó, pues las manos del peliblanco, no permitían que se expresara con libertad, más no así su cuerpo, pues la punta de su sexo empezó a humedecerse.
 
Nyrn se intrigó al ver esa humedad cristalina; descendió hasta el pene erecto y lo olisqueó. El olor era distinto a todo lo que había percibido antes, pero lo hizo perder la razón con rapidez y su vista se nubló; aferró con su mano el miembro e introdujo la punta en su boca, degustando la humedad del menor.
 
Skoll se mordió los dedos. Si gritaba, los sirvientes y guardias podrían llegar a escuchar y lo que menos quería, era que lo descubrieran en ese momento, no por él sino por Nyrn, ya que el rubio no quería que nadie supiera que estaban en contacto. El ojirrojo se retorció contra la cama, sus ojos se humedecieron y su respiración se agitó; su cuerpo se tensaba ante la manera que el otro chupaba y, sin mucho preámbulo, llegó, por primera vez en su vida, al orgasmo. Skoll jamás se había masturbado, pues era algo prohibido para un sacerdote, aunque sabía perfectamente lo que era, pues había muchos libros que lo explicaban, pero estaba consciente que eso solo debía conocerlo, el día de su matrimonio; aún así, había sido una experiencia completamente nueva y maravillosa.
 
El ojiverde se incorporó – tu savia tiene un buen sabor – aseguró con una sonrisa.
 
El menor trató de enfocar al rubio, pero, le era difícil; pestañeó y un par de lágrimas escaparon de sus parpados. Nyrn se acercó y lo miró confundido.
 
-¿Pasa algo? ¿Te lastime al extraer tu savia?
 
-N… No – negó con debilidad – se… se sintió bien… – sonrió débilmente – pero… no… no es… ese líquido no es savia – dijo con vergüenza – es… bueno… es… semen…
 
-¿Semen?
 
-Es… Es… – Skoll pasó la mano por su frente, tratando de ordenar sus pensamientos – es… con lo que… un varón… fecunda a una mujer – dijo con rapidez – para… para tener descendencia.
 
-Semen – repitió el ojiverde – interesante… Cómo el mío da savia, pensé que era lo mismo para ti.
 
-El… ¿el suyo? – el ojirrojo buscó el rostro del rubio con algo de confusión.
 
-Sí, el mío – se alzó de hombros – ¿quieres probar mi savia?
 
Las mejillas del albino se tiñeron de carmesí; la pregunta había sido demasiado atrevida para él.
 
-¿Qué pasa? – el rubio levantó una ceja.
 
-Yo… – Skoll titubeó.
 
-Si no quieres no – Nyrn sonrió de lado, sentándose en la cama y dando por hecho la negación del peliblanco.
 
El menor no quería decepcionarlo, además, no iba a hacer nada malo, después de todo, su deber como sumo sacerdote, era complacer a la deidad del bosque, y eso iba a hacer.
 
-Si… si usted quiere… yo… puedo intentarlo.
 
El ojiverde lo miró de soslayo, sorprendido – ¿estás seguro? – preguntó con escepticismo – es decir, no tienes que hacerlo si no quieres, soy tu Dios, pero eso no significa que seas mi esclavo…
 
Skoll se incorporó y sonrió ante esas palabras – sí, quiero hacerlo – dijo con más confianza – al menos, haré mi mejor esfuerzo – se encogió de hombros.
 
El rubio no salía de su asombro, pero se dio cuenta que el menor hablaba en serio, cuando las pequeñas manos blancas se posaron sobre su ropaje.
 
-¿Cómo…? ¿Cómo lo abro? – preguntó el niño, pues no encontraba botones ni ataduras en la ropa que el otro portaba.
 
Nyrn sonrió, un chasquido de sus dedos y las hojas que formaban su ropa se “soltaron”; empezaron a resbalar hasta quedar en el colchón y dejar a la vista, su cuerpo. El ojirrojo pasó saliva; a pesar de que el rubio ya lo había visto desnudo, él jamás lo había hecho y, no se esperaba lo que descubrió.
 
El cuerpo de la deidad era perfecto, su torso tenía marcas como si se trataran de músculos trabajados por el ejercicio y parecía un humano completamente, aunque el color verdoso denotaba que no lo era; en su entrepierna, se mostraba un sexo masculino, mucho más grande que el del albino, a pesar de que obviamente estaba en reposo.
 
Las manos blancas titubearon para tocarlo, pero al hacerlo, se encontró con que el cuerpo estaba tan frío, como siempre lo estaban las manos del ojiverde, cuando lo tocaba; Nyrn no desprendía calor corporal y eso sobresaltó al peliblanco.
 
-¿Quieres que se levante? – preguntó el mayor.
 
-Ah, yo… supongo que tengo que estimularlo… – sonrió nerviosamente.
 
-Te dije que el mío no reacciona por sí solo…
 
El rubio recargó la cabeza contra la cabecera de la cama y cerró los parpados; lentamente, su pene empezó a erguirse, poniéndose completamente duro y aumentando el tamaño. Pero eso no fue todo lo que sorprendió al ojirrojo; el cuerpo de Nyrn, empezó a desprender un ligero brillo. Los hombros del rubio, así como los costados de su torso y el exterior de sus muslos, fueron recubiertos por una formación opaca que, parecía la corteza de un árbol; de su cabello, unas hebras verdosas empezaron a crecer, llenándose de pequeñas y delicadas hojas, que caían como cascada hasta el colchón.
 
-La savia ya está saliendo… – susurró el mayor sin siquiera dignarse a ver al menor, consiguiendo que Skoll posara su vista en el miembro despierto.
 
El albino pasó saliva, observando como algunas gotas brotaban de la punta. El menor estaba maravillado; jamás pensó que podía ver algo así. Con sumo cuidado, sus manos acariciaron el cuerpo del mayor, consiguiendo que Nyrn abriera sus parpados para observarlo con curiosidad; el rubio no entendía, por qué el ojirrojo estaba haciendo eso.
 
Skoll titubeó, no sabía si podía hacerlo, pero, no quería romper el momento, así que, se arriesgó. Se inclinó besando el cuerpo de su Dios, bajando por el torso, rozando con la yema de sus dedos; descubriendo que el cuerpo de Nyrn, físicamente, era idéntico al de un humano, excepto por la piel y no era solo por el color. Bajó más, apreciando los cambios en la textura de la piel del otro; lo que parecía corteza, efectivamente, tenía esa textura rugosa, pero, la mayor parte del cuerpo, era tan suave, como la piel de un durazno.
 
Cuando llegó al pene erecto, probó con timidez la ‘savia’, sacando la lengua y recogiendo el líquido con la punta. El sabor era extremadamente dulce y, sintió que su boca se llenaba de ese dulzor, como si estuviese comiendo miel; se relamió los labios y sin pensar, engulló el miembro, succionándolo con desespero, tratando de obtener más de esa deliciosa ‘savia’ que el otro le había ofrecido.
 
Nyrn apretó los parpados. Más de veintiún siglos tenía de existencia, y casi veinte de ser el Dios del bosque, y nunca había hecho eso con nadie; a pesar de que sabía que debía expulsar su savia de vez en cuando, no era una necesidad biológica para él, pero, por alguna razón, en esta ocasión lo estaba gozando. Entreabrió los ojos y observó al menor disfrutar de una parte de él; no imaginaba que el peliblanco pudiese verse tan lindo de esa manera. Sonrió y su cuerpo empezó a reaccionar, de una manera que no previó, por primera vez en toda su existencia.
 
Su piel brilló con más intensidad, la corteza que cubría algunas partes de su cuerpo, empezó a forrarse de verde, como si fuese recubierto por una delicado musgo y las lianas de su cabeza se llenaron de capullos de flor en un tono amarillo que florecían y caían en la cama con rapidez; su respiración se agitó, un sonido gutural se ahogó en su garganta y, no supo la razón, pero sintió que algo en su interior se desbordaba y era muy diferente a cuando lo hacía por obligación.
 
Skoll sintió su boca llena de savia, y tragó la miel con placer, sin objetar, solo disfrutándola; tardó un momento en que el Dios dejara de expulsar ese líquido, pero el ojirrojo no se desesperó, pues lo estaba disfrutando.
 
-Eso estuvo… delicioso… – sonrió al alejarse y limpiar sus labios con sus dedos.
 
El rubio no respondió, solo levantó el brazo, lo sujetó del cuello y lo acercó hasta besarlo en los labios. El peliblanco respondió a ese beso con toda la entrega que le era posible, pues, no sabía cómo expresar los sentimientos que ese ser, había despertado en él.
 
-Es… la primera vez que… me siento tan cansado – dijo el ojiverde al separarse del menor.
 
-Perdón, es mi culpa…
 
-No, está bien – sonrió – solo… necesito reposar un momento…
 
Nyrn cerró los parpados y su piel volvió a la relativa normalidad, quedando solo ligeramente verde; las lianas de su cabello empezaron a encogerse y su miembro volvió a ponerse en reposo. Skoll se sentó a su lado y recargó la cabeza en el hombro del otro; el rubio movió la mano y lo obligó a recostarse en su pecho, de esa manera, ambos se dispusieron a descansar.
 
 
* * *

Notas finales:

En este capítulo tuve que cambiar la clasificación de mi historia, lo lamento... Pero, espero que lo hayan disfrutado.


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