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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Después de lo que pasó entre Skoll y Nyrn, en la habitación, la deidad ya considera suyo al niño, pero aún no entiende algunas cosas y quiere conocer más de él...

 

 

- - - - - 


Nyrn salió del palacete antes de que saliera el sol, volviendo al bosque con la promesa de Skoll, de que haría lo posible por ir a verlo esa noche. Mientras tanto, el peliblanco se levantó de su cama a la misma hora de siempre, haciendo las actividades del día, aparte debía prepararse, ya que próximamente presidiría su primera ceremonia.
 
-Vendrán muchas familias importantes – explicó su padre en el templo, antes de que el niño fuera a purificarse – se dio la noticia de que fuiste aceptado con un manto de flores de sangre y muchas familias desean conocerte – su voz sonaba molesta – incluso, las familias que se disputan el honor de ser los futuros dirigentes del bosque de Yalk – habló con algo de desprecio, pues los Eroim se sentían muy superiores a las demás familias, debido a que su linaje jamás se había perdido – al parecer, en la próxima luna llena, se sabrá qué clan será elegido y, esperan que tú des tu apoyo a alguna…
 
El ojirrojo no entendía; él no podía ayudar o perjudicar a alguna familia, pues era el Dios del bosque el que elegiría a sus representantes.
 
-Obviamente, no debes permitirte mostrar preferencia pero, debes quedar bien con todos los clanes, así podemos reforzar lazos y con suerte, alguna mujer de de alguna de las mejores familias, puede llegar a ser tu esposa, aunque posiblemente, la casta elegida desee ese puesto.
 
Skoll pasó saliva, el no quería pensar en eso, no podía tener nada que ver con otras personas, pues estaba dedicado completamente a Nyrn, pero, ¿cómo explicárselo a su padre?
 
-He dispuesto que, cuando cumplas dieciséis, te cases con una jovencita de clase – sentenció el peliazul consiguiendo que su hijo levantara el rostro y lo mirara con susto – entre más pronto tengas descendencia es mejor y, debes orar para que tus hijos sean más fuertes que tú, no quiero que tu debilidad hunda más nuestro legado, ahora, ve a purificarte – con esas palabras dio por terminada la plática, se puso de pie y salió del templo.
 
Los sacerdotes ayudaron al menor a ponerse su ropa y lo dejaron ir al manantial. Skoll pasó todo ese tiempo en el agua, pensando, temiendo lo que podía ocurrir; tendría que pedirle ayuda a su Dios. Él sabía muy bien que era su obligación tener descendencia, pero no estaba listo para ello y además, le había dado su palabra a Nyrn de no aceptar a nadie más en su vida.
 
Después de las últimas actividades para ese día, y de cenar con sus padres, Skoll fue a la biblioteca, por un par de libros, sobre antiguas civilizaciones y sociedades de la humanidad. Esperó en su habitación hasta que todos se durmieron y, después de colocarse la capa de seda de araña, salió hacia el bosque con rapidez.
 
En las rocas sagradas, Nyrn ya estaba esperándolo, parecía impaciente, pero al verlo llegar, sonrió ampliamente; antes de que Skoll lo saludara, el rubio lo abrazó, levantándolo en vilo, acercándolo para poder hundir el rostro en el cuello del niño con facilidad.
 
-Hueles delicioso – susurró.
 
Una risilla asaltó al menor – gracias – dijo con nervios – traje… traje un par de libros – anunció cuando el rubio lo dejó en el suelo nuevamente.
 
-Eso está bien, vamos a leer – dijo con rapidez, sujetando la mano del peliblanco y guiándolo por el bosque.
 
-Mi señor… – llamó el menor, mientras caminaban – ah, tengo… Tengo una pregunta que hacerle…
 
-Dime.
 
-Con respecto a lo que me dijo hace un par de días, sobre que no deseaba que otras personas me… probaran…
 
Nyrn detuvo sus pasos y giró el rostro, observándolo con seriedad – ¿qué quieres decir?
 
Skoll suspiró y bajó el rostro, no sabía cómo explicar lo que su padre le había notificado ese día.
 
-¿Qué…? – pasó saliva – ¿Qué pasará cuando yo tenga que desposar a alguien?
 
El ojiverde ejerció presión en la mano que sostenía, se giró para quedar frente al menor, soltó los libros y lo sujetó por ambas muñecas, recargándolo contra un árbol con rapidez.
 
-No puedes desposar a nadie – su voz era un susurro, pero se notaba su enojo.
 
-Pero… mi… mi señor – el ojirrojo sintió la presión en su piel y apretó los parpados, empezaba a dolerle – debo casarme y tener… descendencia…
 
-No – dijo el mayor con seriedad – nadie más puede probarte, eres mío – disminuyó la fuerza de su agarre con lentitud, pues notaba el dolor reflejado en el delicado rostro de Skoll – entiende – su voz tomó un tinte extraño, mientras se acercaba a besar la piel que había sujetado con fuerza – no quiero que nadie te pruebe – parecía una súplica.
 
-Pero… – el peliblanco entreabrió los ojos, buscando la mirada del otro – mi padre… él ya dispuso que me case pronto…
 
-¿Cuándo?
 
-Cuando cumpla dieciséis, el otro año.
 
-No lo harás – señaló con frialdad el rubio, se inclinó para recoger los libros y volvió a sujetar la mano de su compañero, con delicadeza, para guiarlo al lago.
 
Skoll suspiró y lo siguió sumisamente. Aunque Nyrn dijera que no quería que se casara, no podía ir en contra de su padre y, mientras el Dios del bosque no externara sus deseos, nadie podía contradecir al peliazul; pero el rubio no quería contactar a nadie más y de esa manera, para el albino era imposible hacer su voluntad, ya que no podía revelarse a su padre.
 
Cuando llegaron al lago, Nyrn se sentó bajo el árbol, recargándose en el tronco y Skoll lo hizo a un lado de él. Como siempre, las lianas se movían a voluntad del rubio, llevándole alimento al menor. El ojirrojo observaba de soslayo a la deidad; parecían haber finiquitado el asunto, del futuro matrimonio, pero él no quería dejarlo así.
 
Skoll se armó de valor y decidió explicar, de alguna manera que Nyrn entendiera.
 
-Mi señor… – llamo en un murmullo, manteniendo la vista en un durazno que iba a morder, pero se quedó a medio camino de tal acción, perdiéndose en el color amarillo con rojo, tan parecido al cabello del mayor.
 
-¿Si? – respondió el otro, sin apartar la mirada del grueso libro que tenía en manos, parecía demasiado concentrado y ya casi llegaba a la mitad.
 
-Usted, bueno… es la deidad de este bosque – jugueteó con el durazno en sus manos – pero, ¿sabe que también hay otros bosques sagrados?
 
-Sí – respondió rápidamente – aparte de este, hay doce bosques sagrados en el mundo, de los cuales, cada uno tiene un guardián – su respuesta sorprendió al menor – ¿por qué?
 
-Usted… – Skoll lo miró atónito – ¿conoce a esas deidades?
 
-No físicamente – prosiguió mientras pasaba las hojas con rapidez – pero nos mantenemos en contacto por el viento, el agua y, especialmente la tierra… somos seres en contacto con los espíritus naturales, por tanto, debemos poder comunicarnos, por cualquier eventualidad.
 
El ojirrojo pasó saliva – entonces… ¿conoce al Dios Yalk? O, ¿ha escuchado hablar de él?
 
-¿Yalk? – Nyrn levantó una ceja y miró al menor – ¿te refieres a Yuol?
 
-Me refiero al Dios del bosque Yalk…
 
-Ah sí, entonces es Yuol – dijo sin importancia volviendo a la lectura – si, sé quién es, es un guardián relativamente joven, tiene – levanto la mirada, parecía hacer cuentas – poco más de diecisiete siglos siendo el guardián de Yalk, pero el bosque sigue llevando el nombre de su antecesor.
 
Skoll abrió la boca con sorpresa al saber esa información, no entendía a que se refería el otro, pero, eso podría significar que, antes de los Dioses de los bosques actuales, había otros y eso era algo completamente desconocido para él; en ningún lado se había conocido de cambios de nombres de bosques, no había registros.
 
-¿Por qué preguntas? – la voz del rubio sacó de su ensimismamiento al menor.
 
-Ah… – sacudió la cabeza, para tratar de pensar con claridad – porque… porque hace poco, la familia que cuidaba el bosque de Yalk, bueno, se… se extinguió – dijo con tristeza – no hay más descendientes y la sangre se perdió, ni siquiera quedan parientes lejanos…
 
-Sí, lo sé también – prosiguió el otro – Yuol está buscando un nuevo clan, para que lleve sus rituales.
 
-No creí que estuviera tan enterado – susurró el menor.
 
-Solo sé lo necesario – dijo sin mucho interés – Yuol ya ha pensado en una familia especial, para convertirlos en sus sacerdotes…
 
El peliblanco se mordió el labio; pero sabía que al otro no le gustaba que le mintieran, así que, no lo haría.
 
-Mi padre tiene la esperanza de que… me case con alguna joven, quizá de la casta elegida – dijo con rapidez.
 
-Ya te dije que eso no va a pasar – Nyrn ni siquiera se inmutó – tu padre no va a casarte con nadie…
 
-Pero me lo dijo hoy, en el templo, antes de mi purificación…
 
-El que te lo haya dicho antes de… – el ojiverde no terminó la frase, levantó el rostro, frunció el ceño y volteó a ver al menor – ¿purificación?
 
-Sí – asintió el ojirrojo – antes de purificarme habló conmigo, siempre que lo hace, es para darme indicaciones y, esta vez no fue la excepción.
 
-Eso no me interesa, ya te dije que no harás nada – alegó el rubio – lo que quiero saber es, ¿qué es eso de la purificación?
 
Skoll mostró un gesto de sorpresa, no tenía idea de que su Dios no supiera de la purificación de sus sacerdotes.
 
-Ah, pues… Es lo que todos los sumos sacerdotes hacemos casi diario y especialmente, antes de los rituales – dijo como si fuese lo más normal – nos purificamos en el manantial y después, podemos hacer nuestro trabajo.
 
-¿Manantial?
 
-Sí – el ojirrojo asintió – el que está en la cueva sagrada, a un lado del templo.
 
-Cueva al lado del templo… – repitió el ojiverde, parecía intentar recordar algo, pero no lograba dar con ello, aún así, estaba intrigado – y tú, ¿te bañas ahí?
 
-Sí – asintió el menor – todo el tiempo – respondió como lo más obvio – todos los sumos sacerdotes lo tenemos que hacer…
 
Nyrn pasó la mano por su barbilla, parecía procesar esa información; soltó el aire por la nariz, pero no dijo nada más. Se quedó en silencio y terminó el libro, pero su semblante no había cambiado. Dejó el libro de lado y se movió; sujetó al menor y lo acomodó sobre su regazo.
 
-Quiero ir al manantial contigo – dijo con firmeza – hoy no, pero mañana, en vez de venir aquí, iremos a esa cueva.
 
-¿Por qué? – indagó el ojirrojo, quien aun traía el durazno en manos, pero la fruta seguía intacta.
 
-Tengo curiosidad, nada más – sonrió el rubio – ahora, antes de proseguir con mi lectura, creo que tomaré un descanso, tengo ganas de probarte un poco – sin más preámbulo, besó al menor en los labios.
 
Skoll correspondió el beso, disfrutando la caricia y jugando con el cabello de su señor. Él era feliz de esa manera y, quería confiar en que el otro no permitiría que se casara, para poder quedarse a su lado; aunque estaba consciente de que tarde o temprano, tendría que cumplir con su deber.
 
 
* * *

Notas finales:

Espero hayan disfrutado el capítulo...


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