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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Nyrn ya le explicó algunas cosas a Skoll, pero aún, falta algo más...

 

 

- - - - -

 
Skoll estaba sentado en el centro del pequeño islote, observando los capullos de flor que no parecían querer abrir.
 
“…tú estás impregnado de ese olor… estás impregnado completamente, de mí…”
 
Las palaras que Nyrn le había dicho momentos antes, aun rondaban en su mente; tenía tres años conociendo las flores de sangre porque eran sagradas y, solo los sacerdotes tenían acceso a ellas, pero, aunque las usaban para hacer inciensos, a él no le parecía que su cuerpo desprendiera ese perfume. Inconscientemente acercó la mano a su nariz y aspiro el aroma del dorso.
 
-¿Aún no me crees? – Nyrn estaba a su lado, pero no había hablado, porque comprendió que Skoll necesitaba procesar la información que le había dado, especialmente porque aún tenía otras cosas que decirle.
 
-No, no es eso – negó – es que… – el peliblanco levantó el rostro – mi señor, creo que el olor de las flores no se parece al mío – confesó – he pasado tres años oliendo el incienso que se hace con ellas y, la verdad, es muy diferente.
 
El rubio empezó a reír y pasó la mano por su cabello – no, no – negó – aunque las flores de sangre tienen un agradable olor cuando están abiertas, no es el original – dijo con diversión – pero, estas flores – acarició un capullo que tenía cerca – cuando se abren, sueltan un polen rojo y tienen un olor característico, pero, nadie lo conoce, más que yo – explicó – porque muchas veces, yo estoy aquí, cuando ellas florecen y de todas maneras, tú mismo no podrías darte cuenta de ese olor en ti, ya que es muy sutil – aseguró.
 
-Y – Skoll seguía sin entender – ¿cuándo florecen?
 
El ojiverde sonrió de lado; sin responder, se movió con rapidez, dejando a Skoll, recostado contra las lianas y flores, colocándose sobre él.
 
-Eso depende, algunas lo hacen inmediatamente, otras tardan hasta tres o cuatro semanas en hacerlo, pero todas lo hacen antes de la siguiente luna llena – susurró contra los labios del menor.
 
-Y… por… ¿por qué tardan tanto? – la voz del peliblanco apenas se escuchó, su respiración se había agitado al sentir tan cerca a su Dios.
 
-Porque florecen, según mi estado de ánimo – apenas terminó de hablar, besó al ojirrojo.
 
Skoll correspondió el beso con ansiedad; había deseado un beso así durante semanas y ahora, podía disfrutarlo plenamente. Las manos del albino recorrieron los costados del mayor y le dio total acceso al interior de su boca; la saliva de ambos se mezclaba en medio de la húmeda caricia, mientras sus lenguas se entrelazaban, sin pudor. Nyrn se alejó y repartió besos en el rostro del niño; el peliblanco seguía con sus parpados cerrados, pero sus mejillas estaban encendidas.
 
-Me dijiste que – el rubio se alejó buscando observar el rostro del niño – las relaciones íntimas son permitidas entre humanos del mismo sexo – ante estas palabras Skoll abrió los parpados – pero, que se daban más entre hombres y mujeres para tener hijos, ¿cierto?
 
El menor asintió con debilidad.
 
-Estas últimas semanas, estuve leyendo de las sociedades humanas y – el ojiverde sonrió – encontré sobre esas relaciones – su mano acarició la mejilla del albino con suavidad – tengo veintiún siglos de existencia y, apenas me entero que está bien que dos varones estén juntos – explicó – y, después de lo que pasó en tu habitación, quiero experimentar, porque me gustó, porque jamás había necesitado sentir el calor de alguien y porque deseo unirme a ti…
 
Skoll abrió los ojos con sorpresa; no podía creer lo que el otro le estaba diciendo.
 
-Mi… Mi señor… – su cuerpo se estremeció, especialmente al notar que el mayor empezaba a desabrochar su túnica – yo… no… no debería…
 
Nyrn frunció el ceño – ¿no quieres? – preguntó con algo de decepción.
 
-No, no es eso – el menor negó – es solo que… yo soy su sacerdote – respondió con rapidez como si eso fuera la razón más valida – incluso, lo que pasó en mi habitación… para mí… está… está prohibido… – desvió la mirada avergonzado.
 
-¿Por qué?
 
-Porque yo… debo mantenerme puro… necesito ser puro… para usted… para servirle… – explicó – solo puedo copular con la mujer con quien me case, pero no por placer, sino para tener hijos que le sirvan después a usted – ejerció presión en los costados del mayor – yo… yo no quiero que me quiten mi lugar de sumo sacerdote – la mirada roja se humedeció.
 
-¿Por qué es tan importante? – el rostro de Nyrn mostró una mueca de molestia.
 
-Porque… Porque si fallo, ya no podré ser digno de verlo – sollozó – no quiero que me alejen de usted… no quiero estar sin usted…
 
El menor hundió el rostro en el cuello del rubio y empezó a llorar. Desde que se conocieron, Skoll se esforzaba por ser un mejor sacerdote y por ello, a pesar de lo que pasó en su habitación con la deidad, aunque en las noches sentía ese deseo de estimularse recordando a Nyrn, se obligaba a no hacerlo; él debía mantenerse puro en cuerpo y alma para su Dios. No quería fallarle y que lo obligaran a renunciar a su posición de sumo sacerdote, dejándolo de lado, en espera de que diera un nuevo heredero con rapidez, para después enviarlo lejos del palacio.
 
Nyrn sonrió condescendiente; había pensado que Skoll simplemente no quería estar con él, pero era todo lo contrario. Ese niño estaba dispuesto a sacrificarse por quedarse a su lado y eso, era algo que lo hacía mucho más especial aún.
 
-Eres mi sacerdote – susurró con calma – y debes obedecerme – prosiguió – yo quiero que seas mío y quiero unirme a ti, es mi deseo como tu deidad, así que, debes cumplirlo…
 
-Pero… ya no seré digno…
 
Nyrn besó los labios del menor con suavidad – tu, Skoll Eroim, eres el sacerdote más digno que he tenido en toda mi existencia – dijo con sinceridad – y nada de lo que hagas conmigo, manchara tu inocencia, mientras solo seas mío…
 
El albino sintió que su rostro ardía, pero, si su Dios decía que estaba bien, entonces, él no tenía por qué temer.
 
-Si… Si es lo que desea – su sonrisa tembló – entonces lo haré.
 
-¿No lo deseas tu? – indagó el ojiverde.
 
Skoll se mordió el labio; por supuesto que lo deseaba, durante días se había consumido por no sentir a ese ser cerca de él, ansiando sus caricias y besos, pero le era vergonzoso decirlo. Aún así, sabía que a Nyrn no le gustaban las mentiras, por tanto, debía ser sincero con él.
 
-Sí – musitó – lo… lo deseo… solo a usted…
 
El rubio sonrió satisfecho, antes de volver a besar al peliblanco. Ambos habían roto cualquier barrera que pudiera detener lo que iba a suceder, pero estaban plenamente seguros que no se arrepentirían de ello.
 
Nyrn desvistió completamente al menor, alejando la túnica del cuerpo blanco y, con un chasquido, él quedó en igualdad de condiciones. El rubio empezó a repartir besos en la piel banca; bajó por el cuello y degustó ese dulce sabor que el otro tenía y que tanto le fascinaba. Skoll era un chico tan perfecto para él, no solo por su olor, sino por sus pensamientos, creencias y su total entrega a servirle; jamás había conocido a alguien así y eso le gustaba. Sus manos se entretuvieron un poco en el vientre del menor, especialmente uno de sus dedos, que jugueteó en el interior del delicado ombligo, mientras su rostro siguió descendiendo hasta llegar al sexo del ojirrojo; semanas habían pasado desde que lo probó por primera vez y ahora, ansiaba degustar nuevamente de ese líquido que el niño le había regalado en aquella ocasión.
 
Skoll se removió contra la cama de lianas, hojas y flores, empezando a gemir, en respuesta a las atenciones que recibía; cuando el rubio empezó a estimular su erección, soltó un largo gemido. En su habitación, el albino había hecho lo imposible por controlarse, pero ahora, podía expresar sus emociones sin temor. El ojiverde se sintió satisfecho al escuchar los sonidos que el niño liberaba, solo por él y, mucho más, cuando el otro soltó la semilla en su boca.
 
-Eso fue rápido – sonrió el mayor al incorporarse, relamiendo sus labios.
 
El peliblanco respiraba con agitación, tratando de recuperar el aliento; sabía que había sido muy rápido, pero no pudo evitarlo, menos cuando él no podía desahogar sus deseos como quería, por tanto, toda esa ansiedad reprimida se desbordó en tan poco tiempo.
 
El albino pasó la mano por su frente y pasó saliva – desea… ¿desea que…?
 
-No – Nyrn negó – te dije que quiero unirme a ti – sentenció.
 
El ojiverde levantó la cadera del menor y le abrió las piernas; acercó el rostro a la pequeña entrada y su lengua empezó a humedecer el anillo.
 
Skoll se mordió los nudillos, su rostro se tiñó de carmesí y su cuerpo se tensó; se sentía vulnerable, especialmente porque sus piernas estaban al aire y su deidad estaba viendo una parte muy íntima de él. Un gemido escapó de su garganta, al sentir que algo se abría paso con dificultad.
 
Nyrn seguía depositando algo de su saliva, mientras su dedo entraba en el menor.
 
-Tibio… – musitó el rubio con algo de interés.
 
El ojirrojo estaba tan perdido en todo lo que el otro le estaba haciendo, que no podía hacer nada más que retorcerse de placer, mientras algunas lágrimas humedecían su piel y sus gemidos aumentaban de volumen.
 
Un segundo dedo se abrió paso y el cuerpo del niño se tensó. El rubio estaba entretenido lamiendo la piel que estaba cerca; dejó marcas en los muslos al morder con suavidad y, estimuló los testículos del menor, pero se mantenía atento por si había algún cambio, que denotara molestia.
 
Minutos después, Nynr depositó nuevamente el cuerpo del albino en el lecho; se acomodó entre sus piernas y se inclinó hasta besarlo. Skoll recibió el beso con necesidad; sus dedos se enterraron en el cabello rubio y por eso, se dio cuenta cuando las pequeñas enredaderas brotaban de ahí, cayendo como un delicado manto verde. La piel del ojiverde también empezó a sufrir el cambio que había visto la primera vez; el tenue brillo se hizo presente, mientras la corteza cubría ciertas partes del cuerpo desnudo, pero, lo que hizo estremecer al menor, fue sentir el miembro del mayor, empezar a despertar cerca del suyo.
 
El sexo del rubio se irguió completamente, mientras la pareja aun estaba besándose; el mayor se movió sin romper esa caricia y se acomodó en la entrada del ojirrojo.
 
-Skoll – susurró contra los labios – después de esto, solo podrás ser mío…
 
-Solo suyo – repitió el menor – mi señor…
 
-Nyrn – dijo el ojiverde – solo dime Nyrn, cuando estemos así…
 
-Nyrn – el albino saboreó el nombre, por primera vez podía llamarlo sin tanta formalidad, sintiéndose parte de ese ser superior – solo seré… tuyo…
 
Ante esas palabras, el ojiverde empezó a penetrar el cuerpo virginal con extrema lentitud. El peliblanco hizo el rostro hacia atrás y arqueó la espalda, alejando las manos de Nyrn para estrujar las plantas que estaban bajo su cuerpo; las hojas y flores se movían por las sacudidas desesperadas de los brazos, mientras buscaba a dónde asirse, pues el menor sentía que necesitaba aferrarse a algo, mientras era invadido completamente. Los gemidos del ojirrojo hicieron sonreír al mayor, quien esperó hasta llegar a lo más profundo para buscar la piel tibia y volver a probarla.
 
Cuando el rubio estuvo completamente dentro, besó al niño en los labios y empezó a salir; el peliblanco gimió en la boca del otro y sus músculos se tensaron. Nyrn también soltó un gemido ronco, que apenas se escuchó, porque seguían besándose; sintió como Skoll apresaba su miembro y le había gustado esa sensación. El ojiverde se alejó, sosteniendo su cuerpo con sus brazos, empezó un rítmico movimiento de cadera para entrar y salir del cuerpo del menor.
 
La piel de la deidad empezó a brillar con más intensidad, estaba gozando tanto que no se contuvo, iniciando un vaivén más fuerte; disfrutaba la manera en que el interior del albino se rendía ante él, permitiéndole el paso con mayor facilidad, así como los gemidos de placer que hacían eco en ese recinto que era sagrado para él. Buscó el cuello del niño, degustando el sabor que ahora tenía; era dulce y salado a la vez, nunca había probado algo así. Skoll estaba transpirando y su cuerpo se llenó de perlas de sudor. Al sentir la frialdad del cuerpo del otro tan cerca, sus piernas se enredaron en la cintura del mayor y sus brazos se sostuvieron de sus hombros, intentando exponerse más; quería entregarse completamente a su Dios y, era la única forma que pensaba en ese momento y, posiblemente, la que más disfrutaría.
 
Skoll empezó a gemir con más fuerza estaba por llegar al orgasmo de nuevo; sus ojos se llenaron de lágrimas y su respiración era agitada.
 
-Nyrn… – gimió – voy… voy…
 
El rubio lo levantó como si fuese una pluma, sentándolo sobre su regazo, mientras él quedaba hincado; el ojirrojo hizo el rostro hacia atrás y sin pensar, su cadera se movió con desespero, buscando la sensación que se había detenido, pues el mayor dejó de penetrarlo. El ojiverde sonrió complacido y sus manos acariciaron la piel de la espalda; se sentía feliz en ese momento y, debido a eso, algunos capullos de flor, empezaron a abrir a su alrededor.
 
El polen rojo era liberado al viento; cada que una flor se abría, era como una pequeña explosión que expulsaba el polvo hacia arriba, liberando al mismo tiempo su perfume.
 
Skoll no se enteró de ese espectáculo que había a su alrededor; él seguía moviéndose, buscando los labios de su amante, tratando de llegar al orgasmo de nuevo. Pero, aunque Nyrn estaba también perdido en ese deseo que lo había envuelto, pudo darse cuenta de algo; el polen de las flores de sangre, se pegaba al cuerpo del albino, debido al sudor que lo cubría y ahora, la piel blanca tenía tintes rojos, cubriéndola casi por completo, incluyendo el cabello.
 
El olor, el sabor y por sobretodo, los sonidos que el ojirrojo estaba soltando, hicieron perder la razón al rubio; sin miramientos, lo levantó, alejándolo de su miembro, lo hizo girar y lo puso en cuatro sobre el lecho de plantas. El niño no supo que era lo que pasaba hasta que volvió a sentir al otro dentro; incluso, parecía más grande, pues lo sentía llegar más profundo. A pesar de eso no le dolía, al contrario, gimió con más deseo, arqueando la espalda y moviéndose para recibirlo más plenamente, mientras sentía las manos frías de la deidad en su cadera.
 
Una mano del ojiverde fue a estimular el sexo del menor y, con ello, Skoll no pudo sostenerse más, recostando su pecho contra las plantas. El albino gimió con fuerza, especialmente, porque llegó al orgasmo con rapidez, sintiéndose plenamente dichoso. Nyrn siguió penetrando al niño, pero, las contracciones que el pequeño cuerpo sufría, parecían apresar su miembro, como si no quisiera que se alejara; jamás había sentido eso, ni cuando el menor había usado su boca para estimularlo y por ello, no tardó mucho tiempo en terminar también.
 
Un gemido ronco anunció que el rubio estaba llegando al clímax, pero Skoll solo pudo prestar atención a la sensación en su interior; el peliblanco se mordió el labio, disfrutando el placer que recorría su cuerpo, al sentir su interior expandiéndose, gracias a la ‘savia’ de su deidad.
 
Nyrn tardó mucho más que la primera vez en liberar todo el líquido viscoso, pero, al final, se recostó sobre Skoll con cuidado; mientras su cuerpo volvía lentamente a la normalidad.
 
-Fue…
 
-Maravilloso… – terminó el menor con dificultad, pero una sonrisa adornaba su rostro.
 
-Sí – asintió el rubio, besando los hombros del niño, lamiendo y disfrutando el sabor del menor, mezclado con el polen de las flores – jamás pensé, que pudiera sentirme tan bien, en una sola noche…
 
-¿Qué…? – el peliblanco ladeó más el rostro pero los mechones de su cabello no le permitían ver bien.
 
El ojiverde seguía aún sin salir del interior del niño, pero ya se había recuperado del cansancio, a diferencia de la primera vez; así que, al ver que el menor parecía más fatigado, decidió que era el momento de tomar un respiro, antes de seguir. Con sumo cuidado, salió del delicado cuerpo, lo hizo girar y lo recostó en el lecho con todo el cuidado del mundo; movió la mano quitando el cabello del rostro de Skoll.
 
-Casi todas las flores abrieron hace un momento – dijo después de darle un beso en los labios y lamer una mejilla, que, como todo el cuerpo blanco, tenía rastros del polen adherido.
 
El albino miró alrededor; el recinto parecía haberse teñido de rojo y, el polvo flotaba en el aire como si fuesen delicados copos de nieve carmesí, que caían hasta el pequeño lago.
 
-¿Ahora lo entiendes? – Nyrn sonrió – esta agua, lleva el polen hasta tu manantial y tú te bañas en él, por eso, hueles y sabes a mis flores – depositó un suave beso en los labios del niño – tu color blanco original, es teñido con mi rojo día a día… eres  mi flor más preciada, Skoll – le acarició la mejilla, consiguiendo que el peliblanco suspirara – y no puedes ser de nadie más…
 
 
* * *

Notas finales:

Espero hayan disfrutado el capítulo...


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