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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Skoll y Nyrn mantienen una relación, pero ahora, la deidad tiene un capricho que quiere que su sacerdote le conceda.

 

- - - - - 

Skoll y Nyrn siguieron su relación; noche a noche, el niño le pertenecía a su Dios en el lago y, las noches de luna llena, lo hacía en la cueva de las flores de sangre. La reputación del albino como sumo sacerdote fue conocida en todos los países, tanto así, que algunos reyes fueron a conocerlo en persona, incluso aquellos que no veneraban al dios de ese bosque. Skoll era el único sacerdote que, cada luna llena, era cubierto con flores de sangre y esa distinción era con lo que incluso, políticamente, la familia Eroim consiguió mucho más respeto que cualquier otra familia de la realeza.
 
Pero no solo entre los humanos era conocido el albino, pues las deidades de los otros bosques, estaban intrigadas en saber, por qué Nyrn era tan espléndido con ese niño; algo que el rubio no podía explicarles, pero él sabía que era alguien especial. Los Dioses querían conocerlo, pero era imposible, pues el niño no podía alejarse del bosque de Nyrn en ese momento y, las otras deidades no podían dejar sus hogares; aún así, la curiosidad los llevaba a enviar animales mensajeros, para conocer los secretos del menor, aunque el rubio evitaba que vieran los momentos que pasaba a su lado.
 
Los meses de invierno pasaron y Skoll se preparó para la primera luna llena de primavera; sería un ritual especial, ya que debía rogar para que las tierras fueran bendecidas, pues empezaría el tiempo de siembra.
 
El día llegó y, antes de entrar a purificarse, su padre habló con él.
 
-En cinco meses – el peliazul lo observaba con frialdad – cumplirás dieciséis años – dijo sin emoción.
 
Esa frase hizo temblar al albino.
 
-De entre todas las familias, el clan del bosque de Videk son los más interesados en unir lazos con nosotros – explicó – tienen lazos con la familia real de su país y han prometido una gran dote, pues tienen una sobrina en edad casadera con el título de condesa, perfecta para que la desposes dos meses después de tu cumpleaños – prosiguió sin dudar – cuando ella cumpla quince, así que, la conocerás pronto.
 
-Pero, no puedo… – el ojirrojo observó a su padre con miedo – soy sacerdote del Dios Nyrn, solo le pertenezco a él.
 
-¡Vas a cumplir mis órdenes y no se diga más! – sentenció Bartod – ve a purificarte.
 
Y con eso, finiquitó el asunto, alejándose de su hijo.
 
Skoll pasó el tiempo en el manantial, pensando y tratando de encontrar una solución, pero nada llegó a su mente; solo podía contárselo a Nyrn y esperar que tuviera una respuesta.
 
Después de la ceremonia, la cual duró más tiempo de lo normal, por ser la luna para bendecir las tierras, el albino se quedó solo; estaba ansioso, necesitaba sentirse protegido y para eso, solo podía estar en los brazos de su deidad. Cuando vio las luces en el bosque, se quitó el medallón, dejándolo en una de las rocas y fue al encuentro de Nyrn, pero, el ojiverde no iba junto con las luciérnagas.
 
-¿Dónde está? – preguntó con desespero, más no hubo respuesta, solo podía seguir a los insectos.
 
Caminó con paso rápido, tratando de no tardar en su trayecto. Era la primer luna llena en meses, que Nyrn no lo guiaba, pero, a diferencia de lo que pensó, las luciérnagas no lo llevaron al árbol en la roca, sino al lago.
 
El lugar estaba solo, Nyrn no estaba y, eso desilusionó al peliblanco, aún así, caminó por la senda de rocas ligeramente sumergidas, hasta llegar al árbol y se sentó a esperar.
 
Varios minutos después, el rubio llegó al lago, y, después de cruzarlo, estuvo al lado del ojijrrojo.
 
-¡Mi señor! – Skoll se incorporó de un salto, abrazándolo y sintiendo que sus ojos se humedecían.
 
-Hola, mi hermosa flor – el ojiverde lo besó en los labios, pero al notar que los ojos rojos estaban llenos de lágrimas, se sorprendió – ¿qué sucede?
 
-Yo… es que… no sé qué hacer.
 
-¿Por qué?
 
-Mi padre dijo que en siete meses, me casaré con una sobrina de la familia de Videk y, debo conocerla pronto – explicó – no creo poder evitarlo.
 
Nyrn lo abrazó con suavidad – ya te dije que no te casarás con nadie – aseguró – tranquilo – su voz sonaba condescendiente – ahora, necesito que estés calmado, porque hoy es un día especial…
 
-¿Especial? – el niño se limpió los ojos – ¿Por eso estamos aquí?
 
-Sí… – asintió el mayor, pero Skoll se dio cuenta que Nyrn tenía un semblante triste.
 
-¿Mi señor?
 
-Ven…
 
El ojiverde guió al albino hasta el árbol; después de sentarse en las raíces, recargado en el tronco, sentó al niño en su regazo.
 
-Skoll… – dijo con lentitud – eres mi sumo sacerdote y, eres al único que he apreciado tanto en todos estos siglos – explicó – por eso, quiero saber… ¿qué estás dispuesto a hacer por mí?
 
El ojirrojo se sorprendió por la pregunta, abrió su boca para responder, pero, guardó silencio; dudó, no sabía que debía decir.
 
-¿Por qué me pregunta? – indagó con cautela.
 
-Quiero saber… necesito saber…
 
-Mi señor… – el peliblanco sonrió con más confianza – de ser necesario, yo sería capaz de morir por usted…
 
El ojiverde sonrió con tristeza, bajó el rostro y depositó un beso en la sien del menor.
 
-Skoll… – susurró el nombre con suavidad – con cualquiera de mis sacerdotes, esas palabras me dejarían satisfecho – suspiró – pero no contigo – negó – yo no quiero que nada te pase, no deseo que sufras, pero estoy seguro que esto es, porque me siento diferente contigo – confesó – nunca, jamás, había sentido algo así con nadie, ni siquiera con las sacerdotisas con las que llegué a tener contacto…
 
El albino se sorprendió. Nunca antes habían tocado el tema, pero si Nyrn había tenido contacto con sacerdotisas, entonces, conoció a su hermana y había tenido contacto con ella.
 
-Y, por eso – el ojiverde prosiguió – solo por eso… quisiera intentarlo, aunque sé que es imposible, porque he pasado todos estos meses investigando, tratando de encontrar una pequeña esperanza a la cual aferrarme pero es algo que no tiene remedio… aún así, me gustaría probar, contigo…
 
-No entiendo.
 
-Skoll… – el rubio trató de sonreír, pero no pudo – quiero tener un retoño…
 
El ojirrojo lo miró confundido – un… ¿retoño? – preguntó a media voz, sin saber a qué se refería con esa palabra.
 
Nyrn se dio cuenta que el niño no lo entendía, así que, decidió decirlo de otra manera – quiero tener descendencia, como ustedes lo llaman – esa frase dejó atónito al albino – he pasado siglos buscando a la persona adecuada para portar mi semilla, pero no la he encontrado – explicó – por más que lo he intentado, ninguna ha germinado y después de siglos, he perdido la esperanza… pero, quisiera probar contigo, porque es un deseo personal, aunque… tengo miedo…
 
El peliblanco aún no salía de su asombro, pero se atrevió a preguntar – ¿Miedo?  ¿Miedo a qué, mi señor?
 
-Si algo te llegara a pasar, yo… yo no podría soportarlo – la mirada del rubio estaba llena de incertidumbre.
 
El albino se mordió el labio, aun no comprendía del todo, pero, tenía meses de estar al lado de su deidad y en ningún momento, había sufrido ningún daño, al contrario; su padre había dejado de castigarlo con frecuencia, los sacerdotes lo respetaban al punto de que, lo que él hacía o decía, era más que una orden y por si fuera poco, gracias a los cuidados del rubio, a pesar de que pasó noches de invierno en el exterior de su casa, jamás enfermó.
 
Skoll se movió, sentándose a horcajadas sobre las piernas del mayor y lo besó en los labios – mi señor, yo estoy dispuesto a hacer lo que usted desee, se que nada malo me sucederá – sonrió, consiguiendo que el ojiverde lo mirara con ilusión – pero, el problema es que no entiendo a qué se refiere con ‘portar su semilla’ y, bueno – se encogió de hombros – tampoco soy una mujer para poder darle descendencia.
 
-Mi hermosa florecilla – Nyrn abrazó al peliblanco – yo no soy de tu misma especie y por eso, necesito sembrar una semilla en el cuerpo de alguien más – explicó – el problema es que, por alguna razón, las semillas, jamás germinan…
 
-¿A qué se refiere con ‘sembrar’?
 
La mano del ojiverde se movió, hasta llegar al vientre del menor – introducirla aquí – dijo con lentitud, presionando por encima de la ropa – y tú debes protegerla, hasta que germine y, podamos trasplantarla en otro lugar.
 
-¿Eso es todo?
 
-Si… pero…
 
-¿Qué sucede?
 
-No sé si vaya a funcionar…
 
-¿Ya lo ha intentado antes? – el peliblanco sonrió, tratando de darle ánimos al mayor.
 
-Solo en las hembras – respondió el rubio.
 
-Y, ¿no funcionó?
 
-No… jamás…
 
El ojirrojo empezó a sentirse inseguro, si Nyrn ponía esa semilla en las mujeres, debía haber contacto físico y quizá, lo hubo con su hermana – mi… mi señor – apretó los parpados – ¿cómo…? ¿Cómo coloca la semilla?
 
-Introduzco la semilla por aquí – el dedo de Nyrn presionó el lugar exacto del ombligo del menor.
 
Skoll abrió los ojos con sorpresa – me… ¿me dice que nunca intentó…?
 
-¿Qué cosa?
 
El menor sintió que el calor subía a su rostro y una risita nerviosa lo invadió – pues… lo que hace conmigo… normalmente… tener… relaciones…
 
-¿Por qué iba a hacer eso? – el ojiverde puso un gesto de desagrado – las hembras no me gustan y nadie me había atraído como tú, ya te lo he dicho, además, yo no puedo preñar a ninguna de ellas, como lo haría un varón humano.
 
El albino sonrió ampliamente, con esa confesión, disipaba todas sus dudas; su Dios jamás había tenido nada que ver con alguien antes que con él y obviamente, tampoco con su hermana. Eso era suficiente para ofrecer su vida, con tal de cumplir su deseo.
 
-Entonces… – Skoll abrazó al rubio por el cuello – intentémoslo – susurró contra la oreja del mayor – yo, protegeré su semilla y daré lo mejor de mí, para que germine…
 
 
* * *

Notas finales:

Ahora si, ya vuelvo a tener solo 6 capítulos de desfase con mi página web; Si quieres leer más, en mi página web tengo hasta el capítulo 25 http://ojousama.weebly.com/natural.html 

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