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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Skoll sigue enfermo, pero suceden otras cosas a su alrededor...

 

- - - - - 

Todos los siervos del palacio estaban alterados. Iban y venían con plantas medicinales, ungüentos, tés y todas las hierbas tratadas por los sacerdotes, para buscar alguna que tuviera reacción en Skoll.
 
El albino seguía inconsciente y la fiebre no parecía ceder; ya lo habían bañado con agua fría para tratar de disminuirla, pero el cuerpo no tuvo reacción alguna. Oren y Miley estaban al lado del menor, atentos a lo que Ulltek y Hakon les solicitaran para ayudar al peliblanco; Bartod estaba en la misma habitación pero no mostraba interés alguno, incluso, ni siquiera parecía preocupado de que su hijo no reaccionara.
 
-Deberíamos llamar a un médico de la ciudad – señaló Ulltek – si no podemos hacerlo reaccionar con la herbolaria, podría morir…
 
Ante estas palabras, todos los presentes observaron al peliazul, en espera de la respuesta.
 
-De acuerdo… – Bartod habló sin ánimos – enviaré un mensajero a caballo, es mucho más rápido que un carruaje – su voz sonaba seria – yo mismo escribiré la carta, para que no tarde en responder – dio media vuelta y salió de la habitación.
 
Hakon posó su mirada azul en el anciano; no creía en esas palabras, pues obviamente, al señor de esa casa, no le interesaba en lo más mínimo el destino de su hijo.
 
-No te preocupes – el peliverde sonrió, mostrando apenas sus dientes entre su espesa barba – no permitirá que le pase nada, nuestro señor Skoll aún no deja descendencia y, hay que cuidarlo para que no se pierda el linaje de la familia Eroim…
 
El pelimorado asintió, esas simples palabras le quitaron un peso de encima.
 
-Niña… – el anciano buscó a Miley con la mirada – envía a un siervo al templo, a ver qué sucedió con las flores, por si alguien más está enfermo.
 
-Sí – asintió la pelirrosa y levantó su larga falda, para correr hacia la puerta.
 
-Oren – prosiguió el peliverde – trae un mortero, escancel, polígala, aile y algo de ruda…
 
-En un momento…
 
Cuando los dos sacerdotes se quedaron solos, el ojiazul observó al más anciano.
 
-¿Cree que es algo de los pulmones?
 
-No lo sé – su voz sonaba preocupada – pero, mientras no encontremos la razón del por qué su fiebre no cede y su respiración es tan desacompasada, tendremos que buscar alternativas…
 
-Quizá, otro baño podría servirle – anunció el pelimorado.
 
-Sí, yo también lo pienso, pero sería mejor que lo tomara en el manantial – suspiró – lamentablemente, ninguno de nosotros podemos entrar y, creo que el señor Eroim no querría llevar a su hijo, al menos hasta que venga el médico…
 
-¿Por qué en el manantial? – Hakon parecía confundido.
 
-La primera ocasión, cuando la señorita Seren enfermó, su padre le trajo agua del manantial para beber, diciendo que eso podía curarla…
 
-Sí, es cierto – suspiró el ojiazul – y ella parecía ponerse mejor cuando la bebía, aunque de todas maneras no se le quitó la enfermedad…
 
-Quizá un baño le haga bien al señor Skoll, después de todo, últimamente su cuerpo ya no tiene esas marcas que antes portaba – prosiguió el anciano, observando como el peliblanco se estremecía ligeramente, por causa de la fiebre.
 
-¿Cree que sea por eso?
 
-No lo sé – negó – pero él – señaló al niño con el rostro – es muy diferente a su familia…
 
-Lo sé… – Hakon observó al niño con algo de ilusión y no pudo evitar sonreír, algo que no pasó desapercibido para su compañero.
 
-No me refiero a sus características físicas – la voz del peliverde tomó un tinte serio – sino a un sentido espiritual y único, pero aun así, más vale que empieces a borrar cualquier pensamiento que tengas inadecuado hacia el señor Skoll – esas palabras hicieron sonrojar al otro – tu deber es respetarlo, cuidarlo y protegerlo, nada más – sentenció con firmeza, para que su acompañante se diera cuenta que no era secreto para nadie, que esa ‘admiración’ que sentía por el albino, sobrepasaba los límites permitidos.
 
-Disculpe – el pelimorado desvió la mirada – no era mi intención…
 
-Lo sé – prosiguió el mayor – pero él es inalcanzable para ti – su voz disminuyó de volumen – él es el Sumo Sacerdote, tu solo eres uno de los otros doce y – suspiró – la verdad, si no puedes sobrellevar ese sentimiento, tendré que solicitar que dimitas de tu trabajo.
 
El ojiazul se asustó ante estas palabras.
 
-Yo ya estoy viejo – sonrió el anciano – en poco tiempo, me retiraré de mis obligaciones porque ya es necesario que otro ocupe mi lugar y, había pensado en ti – suspiró – pero me temo que tendré que reconsiderarlo, no me gustaría que pasara algo de lo que me arrepintiera, debido a que tu no pudieses controlar tus sentimientos…
 
-Jamás me atrevería a hacerle daño al señor Skoll – el ojiazul negó con efusividad – ¡jamás! – aseguró.
 
El anciano sonrió y asintió – te creo – dijo con debilidad – pero a veces, los hombres somos débiles y terminamos cediendo a nuestros deseos… Tal vez, en unos años más, no puedas controlarte y, las cosas podrían ponerse muy mal…
 
-Le aseguro que no – repitió el pelimorado.
 
-Yo creo que, deberías renunciar y buscar una pareja, una mujer – dijo el otro con total sinceridad – nosotros tenemos prohibido casarnos…
 
Hakon bajó el rostro, él sabía que podía formar una familia, muchos sacerdotes buscaban pareja y se casaban, aunque tenían que renunciar al templo, pero recibían una buena dote por sus servicios. Solo aquellos que superaban los treinta años, podían aspirar a ser el líder de los doce, pero muy pocos llegaban a esa edad en un santuario; a él ya le faltaba solo un año para cumplirlos y ahora más que nunca quería ser el líder de los doce, pues, cuando Skoll llegara a la mayoría de edad, se encargaría de todos los temas relacionados al santuario y no solo a los rituales, por eso, podría pasar tiempo a su lado.
 
-Piénsalo – sonrió el anciano de manera condescendiente – porque ese cariño que tienes, no puede, ni debe ser correspondido, ¿entiendes?
 
-Sí… – asintió el ojiazul.
 
Ambos guardaron silencio en el instante que Oren volvía con las cosas que le habían encargado. No volvieron a hablar del tema mientras realizaban su trabajo, pero ninguno se dio cuenta que, gracias a un ventanal abierto, un pequeño colibrí había ingresado a la habitación desde hacía mucho tiempo y había puesto atención a esa platica; Nyrn lo había enviado para estar al tanto del estado de Skoll, pero ahora, el rubio estaba enterado de lo que ese sacerdote de cabello morado sentía por el albino.
 
No quería que ese hombre se acercara al menor, y haría lo que estuviera a su alcance, para alejarlo, pero primero, debía ayudar al ojirrojo, quien seguramente estaba así por su culpa; posiblemente el cuerpo de Skoll estaba rechazando la semilla que había recibido la noche anterior y, si no se apresuraba a quitarla, podría morir.
 
Ya había visto reacciones adversas en los cuerpos dónde depositó su semilla, pero, generalmente, sucedían varios meses después; ahora entendía muy bien, que un varón jamás podría concebir, ni siquiera con la ayuda de su poder.
 
 

 


* * *

Notas finales:

Espero hayan disfrutado este capítulo, y, desde ayer vuelvo a tener solo 6 capítulos de desfase con mi página web; Si quieres leer más, en mi página web tengo hasta el capítulo 28 http://ojousama.weebly.com/natural.html 

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