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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Aún sigue el entorno de Skoll y su familia...

 

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Los sacerdotes del templo estaban impacientes, esperando al menor. Cuando Skoll llegó; tres de los doce hombres, lo vistieron, colocándole la túnica especial que usaba para su baño, peinaron su cabello, atándolo en una coleta tras su nuca y, después de pasar un poco de incienso alrededor de su cuerpo, lo enviaron solo al manantial, como siempre; al ser un lugar sagrado y reservado para los de sangre pura, sólo Skoll y su familia, podían acceder.
 
El manantial estaba en lo más profundo de una enorme cueva. El agua era tan fría, que helaba todo el cuerpo; las primeras veces, el ojirrojo no quería meterse, pero, si no salía completamente empapado de ahí, no le permitían volver a su casa, y, además, un par de ocasiones su padre fue informado, lo que consiguió enfurecer al peliazul. Siendo Bartod el único, aparte de Skoll, en poder entrar a la cueva, hubo ocasiones que lo acompañó para obligarlo a sumergirse en el agua; pero, esas mismas ocasiones, el menor aprendió a temerle con mayor razón, ya que, intentó ahogarlo más de una vez. Así, aprendió a soportar las bajas temperaturas, a pesar de que muchas ocasiones enfermó, todo para que su progenitor no lo castigara más.
 
Cuando Skoll estuvo dentro del agua cristalina, se puso a flotar en la superficie, observando el agujero en la parte más alta de la cueva, por el cual, entraba la luz natural del sol; si no salía de ahí antes del ocaso, la cueva era como la boca de un lobo, tan oscura que, sus más profundos temores lo asaltaban. Esa había sido otra de las razones para aceptar introducirse en el manantial y acabar rápidamente, el rito de la purificación; le daba miedo la noche, especialmente la oscuridad y no quería quedarse en ese lugar más de lo necesario.
 
“La noche no tiene nada de malo, ni aterrador, Skoll…”
 
Esas habían sido las palabras de su hermana, cuando él era más pequeño.
 
Su hermana era una joven bastante amable, risueña y gentil, cinco años mayor que Skoll y la única  amiga que el niño tenía; eran muy unidos y, aunque la fecha de cumpleaños del albino, siempre era opacada por la de ella, al ser muy cercanas, él jamás se sintió mal, pues, aunque sus padres no le ponían atención, su hermana lo llenaba de cariño.
 
Seren era de una hermosura apabullante, su cabello era azul celeste y sus ojos verdes, por ello, tenía muchos pretendientes, que esperaban tener la oportunidad de desposarla algún día, aunque su padre no le permitía familiarizarse con los jóvenes de su edad, asegurando que tenían que buscarle un esposo digno; todos los que la conocían la adoraban, pero, cuando cumplió quince años y se convirtió en la suma sacerdotisa, tenía tantas responsabilidades, que su tiempo se redujo considerablemente. Se distanció de algunas personas, incluso de Skoll; pero, siempre mantuvo un estrecho lazo con su padre, quien la educó ara ser su sucesora y además, la adoraba.
 
Casi un año después de la ceremonia de suma sacerdotisa, una noche de tormenta, el albino tenía miedo, así que, se levantó en la madrugada y fue a la habitación de su hermana; pero al llegar al lado del lecho, no la encontró. Apenas iba a salir a pedir ayuda, a los guardias que cuidaban de Seren durante el día, cuando ella entró por la ventana de su balcón. El ojirrojo estaba tan asustado que lloró en su regazo casi una hora, pero, cuando se calmó, ella le pidió que no le dijera a nadie y que, como recompensa, ella le contaría un secreto.
 
“Algunas noches, voy a orar para el dios del bosque, y tengo que hacerlo a solas, porque él así me lo pidió, una vez que habló conmigo durante un ritual, pero no le digas a nadie, por favor…”
 
Para Skoll, en su inocencia, había sido la noticia más maravillosa del universo; el peliblanco le preguntó sobre la deidad, pero ella le dijo que no podía decirle mucho, pues era su deber, mantenerlo protegido.
 
Pero las cosas no fueron para bien.
 
Casi a la mitad de sus 16 años, Seren enfermó. Nadie entendía qué podía ser y, su padre decidió llevarla a ver un médico de renombre en otro país; cuando volvió, ella estaba completamente curada y parecía que nada había sucedido. Pero a pesar de que todo había vuelto a la normalidad, poco después del cumpleaños doce de Skoll, cuando su hermana cumplió 17, ella desapareció.
 
Bartod y Didik la buscaron día tras día, rogando al Dios del bosque, para que les ayudara, pero jamás hubo respuesta; por eso, Skoll dudó que su hermana hubiese recibido indicaciones de la deidad, posiblemente ella escuchaba a otra persona, quien seguramente la había engañado y la había raptado. Con esa idea en mente, le contó a sus padres, quienes rezaron con más ahínco, creyendo que podrían ser escuchados, pensando que podrían obtener un milagro.
 
Skoll no entendía esa lógica y jamás la entendió; él hubiese buscado en otros lugares a su hermana, como en las villas o ciudades cercanas, pero, no podía disponer de nada, mientras su padre siguiera siendo quien ordenaba, solo podía obedecer.
 
-Debo salir ya… – dijo con debilidad, al ver que la punta de sus dedos, estaba azul.
 
Nadó a la orilla y salió del manantial; con paso lento, fue a la entrada de la cueva.
 
 
* * *

Notas finales:

Tercer capítulo corto.

Si quieres leer más, en mi página web tengo hasta el capítulo 9 http://ojousama.weebly.com/natural.html Pues tendré un desface de 6 capítulos con esta página.

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