Natural por Ojou_Sama_F

Skoll estaba en su habitación, a pesar de que al despertar se estaba muriendo de hambre, no se acabó los alimentos en el desayuno y, ahora tenía la comida frente a él sin siquiera tocarla del todo, solo comiendo un poco de pan con miel; su mirada estaba perdida y, solo acariciaba su vientre con insistencia, por encima de la delgada túnica que portaba, pues se había quitado la anterior mucho antes de la comida.
 
“Lo siento…” su mente no había dejado de pensar en lo que había sucedido y ahora tenía miedo, “… si mi padre me castiga, y si algo malo llega a pasarte, yo…” se mordió el labio, no quería pensar en eso o se pondría a llorar.
 
Miley y Oren no lo habían dejado solo ni un minuto, manteniéndose alertas por lo que el niño pudiera necesitar. Un sonido en la puerta hizo que el menor se sobresaltara; Oren fue a abrir, después de que el peliblanco le hiciera un ligero ademán.
 
Skoll aguantó la respiración, pero al ver que eran Ulltek y Hakon los que entraban a su alcoba, y no su padre como esperaba, respiró más tranquilo.
 
-Mi señor – ambos hicieron una reverencia al llegar a su lado y se quedaron así, en espera que el niño les diera el permiso de incorporarse.
 
-No tienen que actuar así – dijo el ojirrojo con vergüenza – lamento como me comporté en el ‘salón azul’ – se disculpó con rapidez, pues jamás le había hablado de esa manera tan altiva al anciano peliverde, ya que era uno de sus maestros – ¿cómo está la condesa?
 
-Ella está bien, mi señor, igual que sus acompañantes, quienes solo tienen algunos rasguños – sonrió el mayor y aceptó la silla que Oren le acercó – lo único que quedó inservible fue su vestido, pero lo importante es saber, ¿cómo se encuentra usted?
 
-Bien… – su sonrisa tembló.
 
-Oren nos comunicó que no ha querido comer – dijo Hakon con preocupación, observando la charola casi intacta y se sentó en otra silla, mientras Miley y Oren se retiraban a la estancia de la gran habitación, para dejar al menor platicar con sus tutores.
 
-No tengo hambre – musitó mirando con un poco de desgano sus alimentos – solo… me siento mal por lo que sucedió.
 
-Pero usted no hizo nada – Ulltek negó con rapidez – fue una manifestación del Dios del bosque y usted, pudo controlarla y terminarla, antes de que pasara a mayores, ha sido una demostración de poder muy superior a cualquier otro sacerdote en la historia – explicó.
 
-Cuando se les comunique a los otros templos, su reputación aumentará – anunció el pelimorado con emoción – es obvio que no va a casarse con cualquier persona – sus palabras sonaron ansiosas, esperando en el fondo, que pudiese desposar a quien lo quisiera de verdad, como él.
 
Skoll suspiró – ¿qué ha dicho mi padre?
 
-El señor Eroim va a devolver la palabra de compromiso como es debido – sonrió el mayor – pero si lo que preguntas es por su estado, se ve algo… asombrado – sonrió condescendiente, por lo menos con eso, el padre del niño no lo lastimaría, sabiendo que tenía la protección de su Dios.
 
El ojirrojo respiró con tranquilidad, al menos eso significaba que no iría pronto a castigarlo.
 
-Está bien – sonrió – me sentía un poco mal por lo sucedido, yo no quería que la condesa sufriera, pero no pensé que esa manifestación llegase a ser tan agresiva – explicó con lentitud.
 
-Ya no se preocupe más – Hakon negó.
 
Skoll le sonrió el pelimorado, Hakon siempre lo había tratado bien – gracias – dijo con total sinceridad – por cierto, mañana iré al santuario – anunció el menor con un poco más de ánimo.
 
-Pero aun debe descansar – Ulltek negó – apenas se está recuperando de su enfermedad.
 
-Realmente me siento bien – aseguró con rapidez – además, estar todo el día en cama no es bueno y, no sé cuánto tiempo se quede la condesa, no quisiera importunarla con mi presencia – explicó y sujetó un cubierto, para comer un poco de verduras cocidas.
 
-Ella no tiene que salir de la alcoba que le designaron, después de todo, está de huésped y no puede ponerse exigente, mucho menos ante un Sumo Sacerdote cómo usted – el peliverde habló con orgullo, sabiendo lo que el menor podía hacer.
 
El albino rió ante esas palabras – gracias – dijo con diversión después de pasar el bocado – pero, también, quiero bañarme en el manantial – se mordió el labio con suavidad, agarrando un poco de carne con el tenedor – tal vez no vaya desde temprano, pero si a medio día… ¿creen que esté mal hacerlo?
 
-Pues…
 
Los sacerdotes se miraron entre sí, no podían negarle nada.
 
-Si eso desea – Hakon asintió – estaremos esperándolo para prepararlo.
 
-Además, quisiera solicitar algo especial, si es posible, claro… – Skoll bajó el rostro y sus mejillas se tiñeron de rojo.
 
-Qué necesita, mi señor – Ulltek se intrigó por la manera en que lo dijo.
 
-En cinco meses… bueno, yo… cumpliré años – sonrió emocionado, pues también, en cinco meses, debía sembrar la semilla que traía en su interior – así que… quisiera… si es posible – su mano ejerció presión en el cubierto – tener una túnica especial…
 
Los dos hombres sonrieron ante esa petición tan infantil, parecía un niño solicitando su regalo por adelantado.
 
-¿De qué tipo? – preguntó el peliverde.
 
-Pronto les diré tanto el color, como la forma – suspiró – es que, será un día muy especial…
 
 
* * *