Natural por Ojou_Sama_F

Skoll se quedó solo en las piedras, como cada mes, pero, en esta ocasión, a diferencia de los otros, no tuvo el deseo de ir a buscar a Nyrn con tanta rapidez. Se sentía triste y, lamentablemente, el recordar a su hermana, lo había puesto más nervioso de lo que pensó; tantos meses que había pasado con Nyrn y jamás le preguntó sobre Seren. Cierto que se había imaginado que Nyrn colocó su semilla en el cuerpo de su hermana pero, hasta ese día, que Naruk lo mencionó, recordó cuando Seren enfermó y la llevaron a la ciudad; pero ella no murió por eso, ella desapareció tiempo después, pero Nyrn le dijo que nunca había funcionado la germinación en ningún cuerpo dónde puso su semilla, por tanto, no tendría por qué haberle pasado nada a su hermana.
 
El albino seguía en sus cavilaciones cuando el mayor llegó a las piedras.
 
-¿Skoll? – llamó con suavidad, al notar que el niño ni siquiera había escuchado sus pasos.
 
-Nyrn… – el ojirrojo levantó la vista y sonrió automáticamente, aunque, el rubio pudo notar un dejo de tristeza en su semblante.
 
-¿Pasa algo, mi hermosa flor? – el Dios lo ayudó a incorporarse – ¿te sientes mal?
 
-No… yo… – suspiró – pasó algo en el manantial, tuve que expulsar a uno de los sacerdotes por decir que lo que tengo… la semilla… es una maldición y… – sus ojos se llenaron de lágrimas.
 
Nyrn lo abrazó con suavidad y besó el cabello blanco – lo sé, tranquilo, está bien, hiciste lo correcto – aseguró – no te pongas triste…
 
Skoll se aferró al cuerpo del otro, hundió el rostro en su pecho y respiró profundamente, armándose de valor, para poder preguntar.
 
-Nyrn – susurró y levantó el rostro – usted… puso su semilla en mi hermana, ¿cierto? ¿Eso la enfermo cómo a mi, al principio? – un par de lágrimas escaparon con rapidez.
 
El ojiverde se sorprendió por la pregunta; respiró profundamente y después miró al cielo – sabes que no me gustan las mentiras, ¿cierto?
 
-Sí – asintió el menor – me lo dijo desde la primera noche que nos conocimos.
 
-Entonces Skoll, antes de cualquier otra cosa – dijo con seriedad – déjame contarte la verdad – pasó los pulgares por las mejillas del niño, donde las lágrimas había humedecido – pero quiero que entiendas que, aunque puede ser mi culpa, yo no lo hacía con esa intención…
 
Skoll no comprendía esas palabras, pero esperó paciente a la explicación.
 
Nyrn fijó su mirada en los ojos rojos del niño – durante siglos, me acerqué a las sacerdotisas de tu familia, buscando quien pudiera portar mi semilla, que esta germinara y poder plantarla – explicó – eso te lo dije desde el principio – el niño asintió – lamentablemente, ninguna germinó y sí, ciertamente, todas ellas enfermaron y murieron a causa de mi semilla…
 
El susto se reflejó en los ojos del albino al escuchar esa confesión.
 
-El cuerpo de las mujeres rechazaba mi semilla, algunas lo hacían al día siguiente y otras tardaban meses, pero no germinaba, por eso no las retiraba, hasta que ellas demostraban que estaban enfermas – explicó con cansancio – a pesar de eso, quedaban secuelas y, todas las mujeres de tu familia, morían… Ciertamente, se puede decir que es una maldición para las mujeres Eroim, pero sucedía lo mismo en todas las demás familias, en los otros bosques…
 
-¿Esa es la maldición? – Skoll había escuchado esa leyenda, pero nunca le había puesto atención, sabiéndose varón, no la consideraba peligrosa para él – entonces… Seren murió por… – el terror se hizo presente en su voz.
 
-No – Nyrn negó – yo no me acerqué a tu hermana como con las otras sacerdotisas – los ojos verdes se mantenían fijos en el peliblanco, para que entendiera que no le mentía en lo más mínimo – solo una vez, solo una – repitió – me acerqué a ella, porque, así como tú, Seren tampoco creía del todo en mí, pero, te aseguro Skoll – su mano acarició con suavidad el mentón del menor – nunca puse mi semilla en ella, jamás…
 
El albino respiró aliviado; sonrió nerviosamente y abrazó con fuerza a Nyrn. Se sentía estúpido por haber pensado lo peor, pero, lo que en realidad lo había llevado a esa idea, eran los celos; jamás había sentido celos de esa manera, pensando que Nyrn había compartido las noches con su hermana, pero ahora estaba mejor.
 
-Lo siento – sonrió tristemente – es solo que… bueno… Naruk dijo que era algo malo y que mi hermana también enfermó de algo parecido… así que…
 
-Mi hermosa flor – Nyrn besó las mejillas húmedas – si tu hermana enfermó aquella vez, ten la seguridad que no fue por mi culpa, te lo aseguro.
 
-Entonces – el niño aceptó las caricias con emoción – ¿usted sabe, dónde está Seren?
 
El rubio suspiró cansadamente y asintió – sí, yo sé dónde está Seren.
 
-¡¿De verdad?! – la cara de Skoll se iluminó de emoción – Dígame dónde está, por favor, quiero verla, quiero decirle tantas cosas… Además, mis padres la han extrañado todo este tiempo y…
 
Nyrn lo besó en los labios para calmar su ansiedad y cuando sintió que el cuerpo del albino se relajaba se alejó, colocando la frente contra la del menor.
 
-No puedo decirte ahora mismo, mi pequeña flor – aseguró – pero, cuando sembremos la semilla y que tú estés en perfecto estado, podrás verla, lo prometo…
 
Skoll sonrió, quizá se había alterado por la noticia, pero, saber que podía ver a su hermana, lo había hecho inmensamente feliz.
 
-Ahora, vamos, te llevaré a un lugar muy especial – el rubio sujetó la mano de su pareja para poder guiarlo.
 
-¿No iremos a la cueva de las flores? – indagó al dar los primeros pasos.
 
-No, ya están listas – respondió el ojiverde – florecerán solas, no te preocupes – sonrió confiado – esta noche, voy a mostrarte algo mucho más importante – le guiñó un ojo y lo guió al interior de sus dominios.
 
 
* * *