Natural por Ojou_Sama_F

 
El cuerpo de Nyrn empezó a brillar con intensidad, su cabello rubio creció hasta su cintura, casi a la par que las lianas que brotaron de su cabeza; su cuerpo verde se revistió completamente de corteza y sus manos se cubrieron de color carmesí, un brillo que también destellaba en sus ojos, cambiándolos a un rojo intenso y dejando de lado el verde natural que siempre tenía. Con movimientos rápidos, empezó a eliminar a esos espíritus que intentaban acercarse a Skoll; sabía que no debía hacerlo, que estaba yendo en contra de todo lo establecido desde tiempos antiguos, pero no iba a permitir que se llevaran el alma de Skoll, a menos que pudiera irse junto con él.
 
Su árbol seguía brillando con fuerza, drenando la vida del bosque, para poder proteger el cuerpo inerte del albino, ya que sus lianas y raíces lo habían cubierto completamente, como si se tratara de un escudo; mientras, el rubio corría sobre la superficie del lago, concentrándose en eliminar a todos los espíritus que había, retrazando lo que parecía inevitable.
 
Nyrn sentía que su corazón latía acelerado, el esfuerzo excesivo que estaba haciendo, podían destruirlo en poco tiempo, pero ya no le importaba lo que sucediera con él; su mente se había nublado y sentía que había muerto ya, a pesar de que seguía respirando.
 
Una esfera azul alcanzó a acercarse al albino, pues el rubio estaba demasiado distraído; cuando alcanzó a verlo de soslayo, llegó con rapidez hasta esa luz, olvidándose de todo lo demás, pero, antes de siquiera alcanzarla, el espíritu tomó forma.
 
-¡¿Madre?! – Nyrn evitó golpearla, pero perdió el equilibrio y cayó en la orilla del lago, casi al lado de dónde estaba el cuerpo de Skoll.
 
El rubio respiró agitado, mientras volvía con rapidez a su forma natural; su cuerpo le dolía y lo sentía tan pesado, que parecía estar pegado a las raíces de su árbol. Se giró con lentitud para apreciar la forma etérea de su madre, quien lo miraba con desaprobación.
 
-Te has revelado… – dijo ella con tristeza.
 
El rubio sonrió con debilidad – ¿acaso… importa? – pasó la mano por su pecho, le dolía el corazón por todo el esfuerzo, posiblemente si hubiese seguido un poco más, ya hubiera estallado.
 
-Nyrn… – ella negó – no puedes ir en contra de la naturaleza, fue la primera enseñanza que te di…
 
-Pero… también me dijiste que… debía proteger a mi semilla cuando germinara – respiró profundamente para recuperar el aliento – y a su madre, eso estoy haciendo – reprochó.
 
-Nyrn… – el espíritu bajó el rostro con tristeza – tu semilla pereció y Skoll…
 
-¡No dejaré que se lo lleven! – gritó con toda la fuerza que tenía.
 
Hubo un momento de silencio; una segunda esfera azul se acercó, tomando la forma de Joric.
 
-Parece que alguien sigue siendo un niño… – sonrió la figura etérea.
 
-Creo que necesitaba que me quedara más tiempo con él – anunció Narn – aún no entiende y, tampoco quiere darse cuenta…
 
-Deberías decírselo, en vez de tenerlo tan temeroso, yo sé lo que es tener miedo de perder a quien amas…
 
-Pero es un Dríade, debe entenderlo por él mismo…
 
-¡Ey! – el rubio los llamo en medio de su dolor – aun estoy vivo y puedo oírlos… por primera vez en siglos, he de decir – dijo con desagrado – y ¿para qué? ¿Para regañarme?
 
-A pesar de más de dos milenios de existencia – Joric señaló al rubio – sigue siendo un niño – dijo para su pareja – ahora díselo, porque no tenemos mucho tiempo y lo sabes…
 
Narn sonrió para Joric y se acercó a su hijo, sentándose a su lado y acariciándole la mejilla, tratando de demostrarle todo el amor que le tenía, aun con todo ese largo tiempo de separación.
 
-Nyrn – dijo con suavidad – perdiste a tu semilla, una semilla muy especial, aunque no lo creas… – esas palabras consiguieron que el dolor volviera a hacerse presente en los gestos del rubio y, sus ojos se humedecieron – tu y Skoll alimentaron a esa pequeña con más que solo nutrientes, el amor que ese niño le tenía era tan grande, que esa semilla aceptó sacrificarse por él y por ti, sin siquiera dudarlo… – con esas palabras llamó la atención de su hijo – por eso, le entregó su vida a su madre… a Skoll… sin luchar… a pesar de que podía haber sobrevivido, prefirió morir, si con ello, Skoll podía seguir a tu lado…
 
-¿De qué… hablas? – el ojiverde parecía confundido.
 
-Nosotros no queremos quitarte a Skoll – dijo su padre con seriedad – al contrario… Tu semilla, al morir, liberó todos sus nutrientes en el cuerpo de tu pareja y, ahora, su savia y la sangre de Skoll, están unidas, por eso, queremos devolvértelo…
 
-De… ¿devolvérmelo…? – el rubio no podía creer esas palabras
 
-Quita la barrera Nyrn – pidió su madre – deja de intentar morir o harás que Skoll se entristezca…
 
Nyrn dudó, pero en el fondo, quería creer que lo harían, después de todo, por algo no pudo hacer nada él. Su árbol dejó de brillar; las lianas y raíces dejaron al descubierto el cuerpo del albino con lentitud.
 
El espíritu de Joric se acercó y levantó al niño con sumo cuidado, mientras Narn se mantenía con su hijo.
 
-¡¿A dónde lo llevas?! – Nyrn intentó ponerse de pie, especialmente al ver que otras esferas azules se acercaban.
 
-Tranquilo… – su madre le sonrió – solo debe llevarlo a tu árbol y tu también tienes que ir…
 
Narn ayudó a su hijo a ponerse de pie, para que pudiera seguir a su padre, junto con ella; Joric acercó a Skoll al tronco del árbol de Nyrn.
 
-Anda – su padre le hizo una ademán con el rostro al rubio – tienes que cuidarlo dentro… aunque claro, vas a tener que dormir fuera durante un mes – sonrió con diversión.
 
Nyrn frunció el ceño y su madre le tocó el hombro – solo hazlo – dijo con premura.
 
El rubio pasó la mano por el tronco y éste se abrió; dentro, estaba el lecho que ocupaba desde que había nacido, aunque, debido al tiempo que había pasado, era muchísimo más grande que cuando era un árbol de solo cincuenta años.
 
Joric depositó el cuerpo del niño, acomodándolo en posición fetal y después se alejó; el tronco empezó a cerrarse de nuevo. Las luces azules rodearon el árbol con rapidez, mientras el campo de fuerza se iba desvaneciendo, con eso, los otros doce Dioses pudieron acercarse sin problema, pero lo hicieron con algo de recelo.
 
-Cuídalo… – Narn se acercó a su hijo y depositó un beso en su mejilla – es un regalo, así que, no lo desaproveches – se alejó y empezó a desvanecerse, para unirse a las demás uces que danzaban alrededor.
 
-Tendrás más tiempo – Joric le movió los mechones rubios a su hijo, como si se tratara de un niño – pero no te confíes, ahora debes cuidarlo más que nunca, porque a pesar de todo, será tan frágil como una flor… Tu más preciada flor… – le guiñó el ojo y se desvaneció también.
 
-Mi más… preciada flor – repitió el ojiverde y el latido de un corazón lo estremeció.
 
Puso la mano en el tronco de su árbol y lo sintió; Skoll estaba volviendo, lentamente, pero lo estaba haciendo. Sus hermanos llegaron hasta él y también pudieron sentirlo, sin necesidad de tocar el árbol; el albino estaba vivo, débil, pero vivo.
 
El árbol de vida brilló con intensidad, las flores doradas cambiaron de color y se volvieron tan blancas como la nieve; una explosión de luz azul destelló en todo el lugar, desvaneciéndose con lentitud, mientras se perdía en el interior del bosque. Las flores abrieron en ese preciso instante, liberando su polen rojo y mostrando un color rojizo con blanco, en el interior de sus pétalos.
 
 
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