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Sol en media noche. por Matsumoto Yuki

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Kouen no lograba entender por qué había accedido a entrar a una Universidad con dormitorios. Bueno, al ver una foto de su familia en uno de sus muebles, sí, lo recordó bastante bien. Había creído que sería sumamente genial no verlos ni a sus problemas por toda la semana, y decidir casualmente los fines de semana si ir de visita o no. Supuso que tendría una libertad indescriptible, aquella que siempre quiso, lejos de su familia y sus dramas.

 

Nunca creyó estar tan equivocado.

 

Lo de la familia fue genial, en un principio. Luego captó la importancia de Koumei en su vida, las babosadas de Kouha que le hacían reír, y las casuales tardes con su hermana, Kougyoku, donde intentaba subirle la estima. Lo aceptó, los extrañaba.

 

Pero no era justamente por eso que su estadía en los dormitorios no era de ensueños. Su razón tenía nombre, y apellido.

 

Apellido que ahora mismo no recordaba.

 

La quinta lata de cerveza fue lanzada contra la alfombra del dormitorio, y Kouen ya no se explicaba cómo ese tipo seguía en las instalaciones. Aunque, se le contagiaba algo. Él iba por la tercera.

 

—Y, y sabes, el ingenuo de Sinbad creyó saber las reacciones químicas mejor que yo, y entonces ¡Boom! —El rubio se hizo hacia atrás, simulando una explosión con sus manos. —Le saltó en la cara, con espuma y todo. —Se echó a reír, como si no hubiese un mañana, sólo del recuerdo.

 

Kouen admiraba la capacidad de su compañero de parecer estar muriéndose de la risa, pero aún así poder abrir una lata completamente bien, aún algo ebrio. Porque para él, Yunan parecía algo ebrio.

 

—Ese idiota no sabe hacer nada. —Juzgó el pelirrojo, dándole un sorbo a su cerveza.

 

—A que sí. —Yunan apoyó su codo en la mesa de centro, y de allí se afirmó, bebiendo de su sexta lata. Una sonrisa boba yacía en sus labios, mientras poco a poco se iba el rojo de su rostro ante tanta risa.

 

Al pelirrojo le pareció extraña esa situación. Después de todo, estaba frente a una de las mentes maestras del campus, en el área de bioquímica.

 

—Oi Yunan —Se aventuró a preguntar.

 

— ¿Sep ~?

 

— ¿Cómo le haces para parecer siempre tan despreocupado?

 

—Ohoho, algún día alguien preguntaría ~ —Aceptó, con una media sonrisa. Entonces dejó sin cuidado su lata apoyada en la mesa. — ¡El secreto está en ser despreocupado!

 

Una gota sudorosa apareció en la sien de Kouen, quien ahora se cuestionaba por qué siquiera creyó que tendría una respuesta seria de parte de ese ebrio.

 

—Y hablando de secretos —Dio otro trago a su cerveza, profundo. —Aquí entre nos, estás más bueno que él.

 

Por unos instantes, el pelirrojo no entendió a qué iba eso. Aunque la poca elocuencia siempre iba de mano de… la ebriedad.

 

— ¿Qué quién? —Se atrevió a preguntar.

 

—Que el idiota ese… —Trató de recordar el nombre, observando su lata como si ella fuese a tener la respuesta. Al parecer, si la tenía. — ¡Sinbad!

 

Kouen fijó bastante bien su atención en eso. Cada que el rubio hablaba de él, sentía cómo lo hacía en un punto de vista de alguien que era cercano. Era cierto que eran compañeros de ciertas materias pero… Iba más allá. Esperó que en tal situación, Yunan rebelara, o más ben, cediera algo de información.

 

Después de todo, el pelirrojo gustaba de saberlo todo.

 

— ¿Ah, sí? —Preguntó, preparándose para la indagación más profunda. Ese senpai, estaba lleno de secretos, misterios que le gustaría desenterrar.

 

—Sep ~ —Respondió simple.

 

— ¿Cómo lo sabes? —Por más que intentara no ser directo, simplemente, no podía.

 

—Tengo mis secretos, Kouen ~

 

Esa respuesta otra vez. El entrecejo de Kouen se frunció enormemente ante eso. Veía tan vulnerable al rubio en ese estado… ¡Y aún seguía diciéndole eso! ¡La misma respuesta que cuando estaba sobrio, sólo que más juguetona!

 

Dio un leve sorbo a su lata de cerveza, y la dejó de lado. Quiso darle un susto.

 

— ¿Quieres tener uno conmigo? —Ofreció, junto a una sonrisa.

 

Apenas Yunan le miró, se mareó.

 

En menos de lo que esperaba, estaba tumbado en el suelo, y Kouen encima de él, con sus fornidos brazos a los lados del mayor.

 

La leve sonrisa que Kouen mantenía en sus labios desapareció a la vez que veía la reacción del rubio. Mantenía sus ojos bien abiertos, estando sorprendido ante esa supuesta broma. Al parecer, hasta el mareo del alcohol se le había pasado ante esa precipitada acción, y el rubor que permanecía en sus blanquecinas mejillas no era otro que el de la vergüenza.

 

Por unos instantes se perdieron en la mirada del otro, sin actuar, o decir algo.

 

Hasta que la puerta del dormitorio se abrió, logrando que ambos jóvenes giraran abruptamente su mirada hacia ella.

 

Se les había olvidado por completo que ese joven vendría, cortesía de Yunan, a compartir unas latas de cerveza. Mismas que en ese mismo instante cayeron de sus manos, quedando estupefacto.

 

Los rubíes ojos de Judar se abrieron hasta no poder más, mientras quedaba boquiabierto ante un escena como esa.

 

El rubio fue el primero en reaccionar.

 

—Esto… —Comenzó como un susurro. — ¡Esto no es lo que parece! —Gritó luego, en su defensa.

 

Kouen entonces frunció el entrecejo, y carraspeó con la lengua. —Claro que sí. —Sin más, capturó los labios del rubio en un beso.

 

Y aunque ya no era un secreto sólo entre ellos, dudaba que el pelinegro lo divulgara. Después de todo, había cerrado la puerta de golpe, tratando de procesar qué era lo que había pasado.

Notas finales:

¡OS dedicado a mi linda Seira! EnYu, por si no se notó. [?]

 

Hasta la próxima ~


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