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Sol en media noche. por Matsumoto Yuki

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Los aires de sur a norte iban, de este a oeste, tan cargados con las preocupaciones mundanas que atestaban a las grandes potencias en ese mismo momento, en el globo.

 

Una guerra en el pacífico mundo había comenzado, por culpa del antes bélico Imperio Kou, y el más vivaz Reino de Sindria. ¿La razón, aparte de la competitividad latente entre ambos líderes de cada nación? Recaía, en esta ocasión, en la defensa territorial de ambas patrias, queriendo expandirse más allá en el horizonte.

 

Sindria, con su magi Judar; reclutado en uno de los pueblos cercanos al pie de la montaña, al verse descubierto sus poderes como el elegido del Rukh. Kou, por otra parte, no se quedaba atrás, manteniendo a su lado al más reciente Mago de la creación; Aladdin.

 

Sin esperar más de lo necesario, los batallones de armada partían al encuentro mutuo, sedientos de una victoria que traería el orgullo a sus Estados.

 

Con ocho candidatos a Rey a favor del Imperio, decidir a quién mandar primero no había sido un gran problema, en especial por el entusiasmo que mostraba el tercer hijo del hermano del anterior emperador. Kouha Ren, era el nombre del general a cargo del primer ejército mandado a la guerra.

 

Calculaban, tanto en Kou como en Sindria, que lo más probable es que se encontraran en las llanuras, prácticamente en un terreno baldío. Aun así, el de rosa cabellera se hallaba realmente decepcionado al avanzar por dichas tierras y no avistar ni por asomo un alma enemiga.

 

Sin duda su entusiasmo lo cegó, dejándolo perplejo al escuchar una horda de gritos exasperantes, clamando por una ayuda que no iba a ser capaz de llegar a tiempo. Los caballos alterándose, algunos correteando de un lado a otro, el general no alcanzaba a entender qué era lo que sucedía. De un momento a otro la mitad de su batallón se encontraba atrapado en un hielo que quién sabe de dónde había salido.

 

--Pero… ¡Qué…! --Vociferó Kouha, al percatarse de una diminuta silueta que se elevaba entre los cielos, con una enorme masa de agua a sus espaldas, titubeante.

 

Rumores le habían llegado, en efecto. Y por su cercanía con el magi Aladdin, gozó de la chance de poder ver su entrenamiento mágico en primera fila. Por lo mismo, estaba seguro; aquel no era un mago común, se trataba de un magi. El magi enemigo.

 

Una ladina sonrisa se adueñó de los delgados labios del jovencito andrógino, con un extraño sentimiento lleno de anhelo reposándole en el pecho. Descubría en sí una adrenalina y gusto jamás experimentado antes, hallándose deseoso de cumplir cada expectativa que mantenía en ese sentir.

 

Con rapidez dio la orden de separar las tropas; se trataba de un poder que esos humanos comunes y corrientes no podían manejar ni en sus sueños. De hecho, era muy probable que ni siquiera él pudiese hacer un mísero movimiento, pero era mejor intentar, a lamentar.

 

La estrella de ocho puntas brilló en el contenedor de rey, capturando por completo la atención de Judar, quien se mantenía a una distancia prudente del suelo.

 

--Vaya, vaya, pero qué tenemos aquí… --Musitó el joven de oscura cabellera, relamiéndose los labios al llevarse tal sorpresa. Lo cierto era que salió incluso antes que el batallón, sin escuchar ninguna indicación más que un «tienes estrictamente prohibido matar a alguien

 

¡Como si no lo supiera ya! Aquello podría desencadenar una guerra sin fin, y aunque de alguna manera los enfrentamientos bélicos le daban la impresión de estar en casa, no se perdonaría por ningún motivo que sus caprichosos motivos arrastraran consigo a su querido pueblo de Sindria, que con tanto esfuerzo había levantado junto a su candidato a Rey y ocho generales.

 

En efecto, si algo había que lo moviese más que ese sentimiento de calidez, era la misma que aquella gran familia le daba día a día, integrándolo como uno más de ellos, sin hacer distinciones.

 

Y entonces se encontraba con ese jovencito, vestido con el Djinn Equip de Leraje. ¿Por qué se le hacía tan familiar? ¿Por qué un creciente deseo de estar a su lado peleando, y no en contra, aparecía repentinamente en su ser? ¿Qué tenía de especial ese chiquillo?

 

Hizo falta ver su sonrisa retorcida, alcanzar a percatarse de lo agitado de su respiración al tan sólo imaginar que se enfrentaría a un mago de la creación. Compartían el gusto por la guerra, de una extraña forma. Sólo de esa manera encontraba sentido a que estuviesen en distintos bandos; para enfrentarse.

 

Un esbozo de sonrisa se formó con la parábola positiva que formaba la comisura de los labios de Judar, y este dejó caer su túnica de Sindria, que tan sólo le restringía en cuanto a movimientos se trataba. Un escalofrío del gusto recorrió la espina dorsal del Ren, y mientras se aferraba con ahínco a su guadaña, no podía evitar sentir que toda su vida se resumía en ese momento.

 

--Hey, mocoso… --Elevó su voz en eso, un muy confiado magi, penetrando con su carmesí mirada al menor. Una conexión hubo, un lazo que se unía. Un lazo que no importó por las circunstancias, y que tan sólo atribuyeron ambas partes a la excitación previa de una pelea. --Que sea un encuentro justo. --Pidió con una sonrisa socarrona, apuntando hacia el general la punta del rubí que yacía en su varita.

 

De un momento a otro la guadaña que Kouha mantenía en sus manos se hizo más grande, en lo que tomaba impulso para dar el primer golpe.

 

--Tomando en cuenta que no soy mago, ni amado por el Rukh… --Soltó en tono caprichoso, el primo de la familia real --No sé qué tan justo pueda ser ~

 

El sonido metálico de las armas chocando resonó, y tal cual como Judar había practicado, amplificó aquello, con tal de que se escuchase en ambas naciones en conflicto.

 

Completamente oficial, completamente justo; todos eran conscientes del comienzo de la Guerra. 

Notas finales:

Hey, hey, heey! No estoy muerta, ejéh.

 

Este es un JuHa muy, muy sutil. Y es que son taan estúpidos, y el contexto es tan específico, que no se alcanzan a dar cuenta de la naturaleza de sus sentimientos.

 

Aun así, me gusta cómo quedó, ¡Espero que a ustedes también!


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