Los niños pequeños, al desconocer el concepto de Amor, no saben cómo reaccionar a él.
-- ¡Vuelves a responder con insolencias y te quedarás en detención, jovencito! –Amenazaba el profesor, quien atribuía la mayoría de sus blanquecinos cabellos a ese chico problema.
-- ¿Otra vez? –Preguntaba con sorna el joven, ensanchando una sonrisa ladina en sus labios. -- ¿Por qué no mejor me dan pase para pasar todo el día en esa sala? Ni que entendiera algo en su mierda de clase.
Recurren a molestos trucos para llamar la atención de su interés amoroso, enfadados con ellos por el hecho de que les hagan pensar cosas «raras»
Avanzaba con paso jovial a lo largo del pasillo. Todavía no terminaba el primer bloque y ya estaba frente a su “sala favorita”, según algunos profesores, puesto que siempre se las arreglaba para terminar allí, sin importar qué tan paciente fueran los docentes a su cargo.
Llegó y entró, sin tener la modestia de tocar la puerta. Aunque, a decir verdad, ¿Quién más que él terminaría en detención a esas horas? Claramente, nadie.
El profesor delegado a detención frunció el entrecejo, mostrando una mueca en su blanquecino rostro. -- ¿En serio? ¿De nuevo? –Cuestionó a la realidad, con tono cansino.
El de rubíes por ojos tan sólo mostró una sonrisa con toque felino.
Pegar, insultar, pareciera ser que mientras peor se comportan, mejor creen que les irá.
El sonido metálico de la silla arrastrándose por la cerámica resonó por toda la sala, irritando la paz. Mas, paz no había, con sólo esas dos personas dentro.
--Maldición, Judar, ¿Tienes que ser así? Alguien puede venir. --Advirtió el mayor, sacándose los lentes para masajear el puente de su nariz.
El aludido tan sólo se encogió de hombros, restándole importancia.
--Ya sabes cómo me calmo ~ --Soltó, en un tono juguetón, que iba bastante con su personalidad inmadura y caprichosa.
Siempre me pareció un comportamiento bastante estúpido. Quiero decir, ¿Cómo se supone que le agrades a alguien si no eres más que un estorbo para él?
Ja’far mostró un gesto adusto. Agradecía, en serio, que en esa sala no hubiese cámaras. Eso, y que la primera hora de clases no fuese realmente la gran cosa en ese lugar.
--Solo uno. --Repuso, con la autoridad que parecían todos perder enfrente de Judar. Aquel no disimuló para nada la decepción en su expresión.
-- ¿Por qué? --Se apresuró a reclamar, completamente desconforme con ese consenso.
Sin duda, el Amor de niños es el más absurdo que he conocido.
Se había desacomodado la corbata un poco, dejando ver parte de la nívea piel de su cuello. Judar pasó saliva al poder apreciar cómo las marcas que antes había hecho en esa sección se veían con un color menos vivaz.
--Ya sabes… --Soltó Ja’far, con un tono sugerente que el de cabellos oscuros sabía perfectamente qué quería decir.
Antes de darme cuenta…
--Sólo si te portas bien, habrá premio mayor.
Las hormonas se vieron disparadas, en el temperamental chico problema.
Estaba atrapado en ese absurdo Amor.
¿Chico problema? Mejor dicho, niño domado.