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Sol en media noche. por Matsumoto Yuki

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Los reflectores se apagaban tras una larga jornada en que cada periodista deseaba tener la primicia. Después de casi una década, el ahora presidente de una de las compañías de tecnología más influyentes del mercado, y en ese entonces vicepresidente, por fin se dignaba a acudir públicamente a una de las tantas fiestas honorarias organizadas por una compañía aliada.

Pero esa no era la razón completa del jaleo que se había armado, si no de quién era el anfitrión de la fiesta.

«Resurgiendo prácticamente de entre las cenizas, cual fénix, no es otra si no la compañía Balbadd la que se las dio de anfitriona, teniendo a la cabeza al más joven de los empresarios actuales, Alibaba Saluja, hijo en algún entonces ilegítimo del ex presidente de la anterior generación. Luego de tener percances y prácticamente llegar a la quiebra en manos de su medio hermano mayor, el joven empresario había llegado a aplicar múltiples reformas, y a pulso se ganó una reputación en el mundo de los negocios.

Entre sus numerosos logros, uno de los más destacables es la afiliación con una compañía del calibre de Kou, razón de la producida fiesta, con todos sus demás aliados invitados.

Por la alfombra desfilaron los presidentes de múltiples empresas reconocidas, como la de Sindria, Kina, y muchas más. El carisma de Alibaba es innegable, hasta el punto de que logró sacar a nadie más y nadie menos, ¡que Ren Kouen de su austera reclusión en sus dominios!

Pero esperen, ¡que eso no es todo! Nuestro fotógrafo logró captar el momento justo de la llegada del presidente de Kou, ¿no es adorable la mirada que comparte con el presidente de Balbadd? Y esa no fue la única vez en que se vio cierta cercanía entre esos dos lejos de la profesionalidad.

¿Será que por fin ha llegado una historia digna de seguir en el alto mundo? Las miradas no engañan, ¡Algo pasa aquí, y es deber de nosotros---»

La pantalla quedó en negro, a la par que el control era lanzado lejos en el sofá. No recordaba cómo había terminado viendo semejante programa de cotillas, pero apenas había visto a Kouen, supo que alguien iba a terminar mal allí. Probablemente él.

Y no se había equivocado.

Desde la noche de aquella fiesta, cierto peso no dejaba de inquietar su mente y corazón. Él también había asistido a aquella fiesta, no quedaba ajeno respecto a la proximidad de Kouen con Alibaba, pero ¿qué podía hacer? ¿encarar al pelirrojo y que terminasen peleando? ¿preguntarle a su amigo si es que ocurría algo más? No, no, y más no.

Eso no iba con él, tan fresco como una lechuga y carismático como él mismo.

Es sólo que… por primera vez, desde que salían juntos, cierto desagradable sentimiento se alojaba en su pecho. No desconfiaba de Kouen, para nada. Lo conocía al punto de poder afirmar que, si llegaba a gustar de otra persona, no tardaría en decírselo y dejarlo… Pero también sabía que era el tipo de persona que decía esas cosas a la cara… Y no se había visto desde aquella noche…

Terminó haciendo un lío aún más complicado en su cabeza, y suspirando minutos más tarde, producto a la jaqueca que comenzaba a insinuarse, se echó en el sofá de costado.

¿Así que esto es lo que siente Kouen cada que la prensa me hostiga…? —Lamentábase.

Prontamente negó, sabiendo que el pelirrojo nunca le había demostrado algo tan mundano como celos.

Tampoco es como si él le diese razones para ponerse celoso, no iba por la vida coqueteando con quien se le cruzara ni mucho menos, pero su carisma lograba que ciertas personas quedaran… prendadas de él. Sin olvidar que también, los rumores entre él y el futuro presidente de Reim crecían cada vez que lo escoltaba en las fiestas, permaneciendo a su lado como un protector.

Si antes lo hostigaban con Scheherezade, ahora lo hacían con su sucesor, ¿es que acaso no conocían la definición de lealtad? Todo lo tergiversaban, ya estaba harto… Había tenido que declarar en múltiples ocasiones su relación con la familia Alexius, siendo nada más que un allegado para los ojos de los ajenos.

Quizás por eso Kouen nunca le había pedido ninguna explicación al respecto. Era eso, o el maldito era demasiado seguro de sí mismo… Cierta envidia corroía a Muu, frunciendo como nunca el entrecejo.

¿Qué estaba ocurriendo? ¿por qué se sentía tan ansioso? O sea, reconocía que estaba celoso, pero ¿de qué? ¿acaso no se sentía suficiente? ¿Kouen no le saba la seguridad de poder afirmar que nada pasaba?

Algo hizo click en su mente, y como un resorte quedó sentado en el sofá. Eso era. Le faltaba seguridad. Necesitaba seguridad, pues desde el principio su relación con Kouen no había sido común.

Escondiéndose de las cámaras, manteniendo el perfil bajo, siempre había complacido al pelirrojo con todas sus peticiones, en especial porque él era mucho más arisco a la prensa. ¿dónde quedaba su parte?

Decidido, se levantó, cogiendo las llaves de su auto, y mandándole un simple mensaje a su pareja.

«Voy en camino»

Ni siquiera esperó respuesta.

 

— o

 

Su molestia había aumentado, siendo camuflada por su muy ensayada sonrisa cordial. Era uno de los trucos de ese mundo, esconder todo tras una sonrisa que pareciese sincera. Al menos la de él sí que era convincente, aunque no a los ojos de todos. Kouen, por ejemplo, era una de esas personas que no se tragaba esa máscara.

Quizás fue por eso la mueca de extrañeza que planteó apenas el más joven entró a su casa, topándose con su amigo de años.

— ¡Oh, maestro! —Lo llamaba así de broma, pues no había sido otro si no Muu quien le había enseñado un buen de armas que debería usar a la hora de entrar a la boca del lobo, alias, mundo de los negocios.

Deteniéndose a pensar al respecto, si en ese entonces Alibaba ya hubiese sido objetivo de las cámaras de la prensa, probablemente ellos dos también hubiesen sido candidatos a “la pareja ficticia en turno, favorita del cotilleo”, pero el rubio no era conocido en ese entonces, pasando inadvertido.

—Hola, Alibaba. —Saludó el mayor, sentándose a la derecha de él. Se hallaban en la sala de estar. —No esperaba encontrarte aquí.

Pinta recriminatoria, dedicada al Ren.

—Yo tampoco a ti. —Rió por lo bajo el rubio, encogiéndose de hombros, a la par que Kouen se sumaba en la escena, sentándose en un sofá individual, frente a sus invitados. —En realidad, pasé de casualidad.

— ¿Es así?

—Sí. —Intervino Kouen, cruzándose de brazos. —Justo después de arreglar un par de detalles en el contrato, me topé con Alibaba en el estacionamiento y me ofrecí a llevarlo. No esperaba que no hubiese almorzado, así que lo invité.

— ¡Esto…! —Cierto sonroso se alojó en las mejillas del menor, viéndose expuesto ante Muu. Aunque no le importaba eso a este último, si no…

—No sabía que fuesen tan amigos —comentó, observando al rubio como si nada pasara, y luego tomando un peso diferente al mirar a su pareja.

—Oh, no, no, es sólo que congeniamos muy bien. —Aclaró Alibaba, manteniendo el perfil bajo. Aun así, teniendo más confianza con Muu, se acercó a la oreja de este, y susurró —En realidad, tus consejos me ayudaron mucho para lidiar con alguien como él. —Se alejó con una sonrisita en sus labios, disfrutando de esa complicidad que tenía con el pelirrojo más joven.

Kouen observó con cierto recelo cómo su pareja quedaba sorprendida, para luego sonreírle, esta vez sinceramente, al joven a un lado de él. Cuando su mirada se topó con la ambarina ajena, el joven se estremeció en su puesto, y se puso de pie, haciendo una pequeña reverencia.

—Va siendo momento de que me retire —anunció en alto, sonriendo con nerviosismo, y despidiéndose de su amigo. Posteriormente, agradeció como se debía las atenciones que su compañero de negocios le había prestado. —Espero podamos vernos pronto. —Declaró a ambos, aunque más orientado a Muu.

El joven pelirrojo no hizo más que despedirle con una sonrisa y un gesto de mano, acomodándose en el sofá de mejor manera, y esperando a que Kouen volviese de acompañar a la salida a Alibaba. Apenas sonó la puerta cerrándose, el semblante del joven cambió, elevándose y yendo al encuentro de su pareja.

Se toparon en la entrada a la sala de estar, y sin perder ningún segundo, Muu agarró la corbata de Kouen, atrayéndolo a sí mismo, y plantándole un beso más agresivo de lo normal. Ni siquiera esperó a que el mayor le diera permiso de entrar a su boca, él mismo se abrió paso, siendo cada vez más demandante.

Lo sabía, estaba besándolo con cierta impotencia, como un estúpido. Cada vez que sucedía aquello, Kouen terminaba apartándolo con algo de fuerza, molesto y dispuesto a enfrentarlo, pero esta vez no fue así.

Si bien, Kouen posó su mano en la camisa ajena, y lo separó un par de centímetros, apenas se miraron a los ojos, volvió a unir sus labios, esta vez con mucha más fuerza que la anterior. Muu fue avanzando hasta topar la espalda ajena contra la pared, en lo que pegaban más sus cuerpos, y la necesidad en el ambiente era palpable.

El preciado aire logró que tuviesen que separarse, no sin sus respiraciones agitadas.

—Así que son amigos, ¿eh? —Fue el mayor quien habló, manteniendo su mirada tosca, pero su cuerpo dispuesto a seguir.

En ese momento, Muu enarcó una ceja, elevando sus labios en una sonrisa de medio lado. — ¿Qué? —Dijo con simpleza. Era una frase demasiado parecida a su anterior reclamo, cuando el rubio en cuestión seguía en el departamento.

Kouen bufó, soltando la camisa ajena, y arreglándose la corbata. —Al parecer tienen la confianza de andarse con secretos en casa ajena.

Ese tono recriminatorio. Esa mirada pesada. Esa seguridad era la que Muu necesitaba, celos recíprocos. Cuando se percató de ello, no pudo hacer nada más que reír, llevándose una mano a cubrir parte de su cara, y echándose al sillón más cercano.

El mayor le observaba frunciendo el ceño, ya no pegado a la pared, pero sí cerca de esta, manteniéndose reacio a acortar la distancia.

— ¿Qué?

—No lo puedo creer —seguía riendo Muu.

Una mueca de desagrado se asomó por la expresión de Kouen, disgustado al no saber qué pasaba por la mente del menor.

—Si te vas a seguir riendo de mí, será mejor que te vayas antes de que te eche.

Aquel tono logró que Muu dejara de reírse, o al menos lo intentara, levantándose nuevamente y tomando por la mano al adverso, impidiendo que se fuese de allí.

— ¡No, no! ¡No es eso! —Decía, entre entretenido y contrariado.

— ¿Entonces qué es?

—Estás celoso.

Silencio.

Kouen no era idiota. Si bien era de cierta manera, un poco más lento en ciertos temas, en especial si se trataban de la sentimentalidad de los demás, sabía reconocer la molestia en su pecho como algo más que sólo molestia. ¿Celos? Sí, podía ser.

— ¿Y? —Bufó.

Muu volvió a sonreír sinceramente, como le gustaba a Kouen que lo hiciera. Los dedos de sus manos se vieron entrelazadas.

—Estás celoso. —Repitió, retrocediendo hasta el sofá más amplio, y sentándose en él. En todo momento, su mirada estaba conectada a la ajena. —Nunca habías estado celoso.

¿Eso era cierto? ¿por algo como eso el menor estaba feliz? Kouen hizo una mueca. ¿En serio le gustaba que sintiera algo tan desagradable como eso?

—Eres un idio-

No tuvo momento de completar la frase. Nuevamente su corbata fue tirada, y terminó teniendo que agacharse para juntar sus labios con los adversos. Y si bien, la molestia anterior de aquel beso poco afectuoso se había desvanecido, la necesidad seguía allí, logrando que Kouen cediese ante un beso más fogoso, en el cual sus lenguas se entrelazaban en busca una de la otra.

La incomodidad de estar agachado se incrementaba, y Muu lo sabía, tomando aquello a su favor.

Acariciando los muslos ajenos con su mano libre, lo incitó a sentarse en su regazo, a lo que el mayor accedió con tal de que su espalda no doliese. La mano que antes estaba en la corbata se había deslizado hasta la nuca del mayor, agarrándose allí y aumentando el ímpetu del beso.

Cuando sus labios se separaron, la frente de Kouen reposó en la adversa, mirando fijamente a Muu. Recién se percataba de que había quedado a horcajadas encima de él. Un atisbo de sonrisa se asomó por sus labios, a la cual el menor correspondió.

Chico listo.

Si bien Muu no había ido al departamento de Kouen con esas intenciones, si se daba la oportunidad, no la rechazaría. Y más ahora que se había dado cuenta que su novio estaba celoso… como él.

Sus manos, luego de posarse en los muslos adversos y acomodarlos con tal de estar más juntos, subieron a sacar la corbata adversa, y desabotonar los botones de su camisa.

— ¿Sabes? —habló, en lo que Kouen también hacía su parte, desnudando su torso. —También estaba celoso.

El mayor rodó los ojos, como si no lo supiese ya.

—Cada vez que te pones celoso me besas así. —Hizo la observación, dejando un poco en vergüenza al menor.

—O sea, sí, pero… —Enfurruñado, no tuvo cómo llevarle la contra. Así que, apenas estuvo el cuello adverso descubierto, fue a asaltarlo, como pequeña venganza por dejarlo expuesto.

Kouen gruñó ligeramente al recibir una mordida que dejaría marca, pero no se quejó. Es más, ese tipo de cosas lo encendían, logrando que se pusiese de cierta forma ansioso. Su torso descubierto se pegó al adverso cuando Muu comenzó a juguetear más con su piel, dejando una senda de besos, mordidas y chupones.

Ambas entrepiernas comenzaban a cosquillear, aumentando el número de suspiros escapados de sus labios. Las manos del mayor se aferraron a la espalda adversa, obligando a Muu a volver a besar los labios del mayor. Aun así, sus manos no se mantenían tranquilas, posicionándolas en la cadera de Kouen para que sus cuerpos se frotasen y encendiendo más la lujuria que los rodeaba.

—Mhm…

El quejido de uno era correspondido por alguno del otro, mientras seguían devorándose mutuamente.

El mayor para ese momento ya se hallaba impaciente, deslizando su mano al cinturón de Muu, e intentando desabrocharlo. Cortó el beso recibiendo un bufido como respuesta, pero ni tonto ni flojo, el menor fue a desabrochar también el pantalón adverso. Ambos bultos comenzaban a hacer presión, no era suficiente con besos mojados, necesitaban juntarse, fundir el calor de ambos cuerpos en uno solo.

Poco les importaba mancillar el sofá en la sala de estar, no es como si no lo hubiesen hecho ya en un lugar distinto a la cama, el deseo carnal entre ambos era demasiado. Las erecciones que ahora se erguían entre ambos era la pura evidencia de ello.

Al rastro de ropa que se desparramaba por el suelo se sumó pantalones y boxer, manteniéndose Kouen encima de Muu, mirando este último con un ápice de ruego, no pudiendo aguantar ante la escena que se hallaba frente a él.

Pero Kouen negó, tomándose la libertad de marcar esta vez el ritmo. Rodeó con su mano el falo adverso, y comenzó a subir y bajar su mano, estimulándolo. De los labios de Muu salió un jadeo profundo ante esa sensación, dejando su cuerpo a merced del adverso, así como esperaba que él luego le permitiese a él tomar el control. Aun así, de momento no parecía ser posible aquello, pues se hallaba demasiado excitado.

Comenzó a repartir caricias en la cadera adversa, queriendo hundirse por fin en él. Sus manos peligrosamente se iban acercando a la entrada del mayor, y al percatarse, Kouen posó todo su peso en las rodillas, dejando de estar sentado en las piernas de Muu, y negó levemente.

—No tocar.

Muu mordió su labio inferior, aguantándose las ganas, pues el miembro de Kouen había quedado a centímetros de su boca. Estuvo a nada de comenzar una felación, pero la cadera adversa volvió a descender, chasqueando la lengua el menor.

Hasta que se dio cuenta, su propia entrepierna estaba dispuesta para que Kouen se sentase encima de ella. Cierta preocupación afloró, y paró al adverso por la cadera.

— ¿Estás seguro? —Lo ronco de su voz hacía difícil para Kouen decir que no.

En realidad, era lo que él quería, así que, liberándose del agarre que le detenía, terminó por buscar su entrada con el glande ajeno, y apenas sintió aquella sensación característica, comenzó a bajar, sintiendo al intruso hacer estragos en su cuerpo.

Necesitó de respirar con fiereza para poder aguantarlo, logrando en pocos minutos unirse por completo con Muu. Las expresiones de dolor de ambos eran casi equivalentes, aunque la del menor era por no poder moverse. El estrecho interior ajeno lo descolocaba, sentía la necesidad de moverse, de destrozarlo, de hacerle sentir el placer que corría por su cuerpo, pero también lo amaba, no quería hacerle sufrir ni mucho menos.

Sólo le quedaba aguantar, intentar normalizar su respiración, y que Kouen se acostumbrara. Normalmente no tardaría mucho, si le hubiese dejado prepararlo.

A veces creía que Kouen tenía algo de masoquista, pero eso mismo también le gustaba.

Ante un movimiento de cadera, el movimiento se reanudó, aprovechando el mayor la posición para elevarse un poco, y dejarse caer para que la gravedad hiciera lo suyo. Un espasmo recorrió su cuerpo, logrando que jadeara.

El calor subió a la cabeza de Muu, empujando a Kouen a un costado, y permitiéndose quedar encima de él, deleitándose con la vista. Comenzó a dar duras estocadas mientras una sonrisa se ensanchaba en sus labios, disfrutando el placer que le daba cierta sensación eléctrica.

Las piernas del mayor rodearon la cadera ajena, dándole el impulso para que llegara más al fondo en su interior. La excitación lograba hacerle sentir como si se derritiera, queriendo que cada vez Muu le diera más duro. Sus uñas clavándose en la espalda ajena le gritaba que quería más, aunque ya estuviese siendo extasiado.

¿Quién era él para negarse a los deseos de su novio?

Ni siquiera lo dudó, posando sus manos en la piel de Kouen, lo sujetó para embestirlo con más fuerza. El sudor comenzaba a volver resbaladiza la piel, logrando que se aferrara con tal fuerza que dejaría más tarde marcas en la piel adversa, pero poco importaba, así era como le gustaba, rudo. Y así también le gustaba sentirse él, dominante de semejante semental, siendo tan sensual en una vista que era sólo para él.

Bajó su torso con tal de repartir besos y mordidas en el adverso, logrando robarle un par de suspiros y uno que otro gemido al mayor, deleitándose con su voz. Cada vez perdía más la cordura, tironeando su piel, e incluso llegando a molestar los pezones adversos, haciendo que se estremeciera.

—Muu… —Jadeó ronco, siempre que atacaba su pecho existía la probabilidad de que lo hiciera eyacular, era un estímulo demasiado potente después de acostumbrarlo con los meses.

El menor tan sólo sonrió, y subió a besarlo, comenzando un nuevo beso mojado con lascivia. El ritmo de las estocadas aumentaba, el sofá rechinaba y aquella sensación de pronto acabar inundaba sus sentidos. Aún si Muu no quería, sabía que acabaría, por tanto, entre beso y beso con sus lenguas entrelazándose, comenzó a masturbar a Kouen.

Quería que se corriesen juntos, amaba llegar al clímax a la vez, y ahora tenía el truco para poder lograrlo.

La dureza del falo ajeno le hizo entender que estaba a punto de correrse, pero lo apretó, negándole la salida. Kouen gruñó, sintiendo espasmos de un doloroso placer, mientras seguía recibiendo embestida tras embestida.

Arqueó su espalda, quedando su cuello al descubierto, justo al tiempo que Muu iba a correrse. Mordió sin reparo el cuello ajeno, sintiendo cómo Kouen se corría entre el abdomen de ambos, y él soltaba su semen en el interior de Kouen. Luego tendría que limpiarlo.

Jadeantes, destensaron sus cuerpos, quedando Muu encima de Kouen, reposando su cabeza en el pecho ajeno, y sintiendo su palpitar furioso.

Esta vez, fue Kouen quien rió, logrando llamar la atención del contrario.

— ¿Hm? —Lo interrogó con la mirada, depositando un dulce beso en su pecho.

Kouen simplemente negó, encogiéndose de hombros.

 

—Está como para ponernos celosos de nuevo.

Muu sonrió.

Si otra ronda era lo que quería, no se negaría.


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