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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 31: Los anónimos

-¿Y averiguaste algo? - escuché detrás de mí.

Estaba sentado en una banca del patio, viendo mi celular, cuando de pronto soy sorprendido. Al instante veo a Daniel sentándose a mi lado e indagando en mis ojos plateados.

-Parece que eres adicto a las intrigas... Aunque es obvio si pensamos en la historia de tu familia... - traté de hacer más amable la conversación.

Solo en ese momento me percaté lo mucho que me ha ayudado el rubio, y es que para ser alguien a quien no conocía, que apenas y sabíamos que éramos compañeros de curso, no tuvo reparos en cooperar con mi causa.

-¿Por qué lo haces?... ¿Por qué me ayudas? Cualquier otro al saber que su amigo es un asesino, hubiera dicho lo que sabía y se hubiera retirado, pero tú... Te quedaste a mi lado para ayudarme... ¿Por qué? - consulté sin reparos.

Desvió su mirada al cielo y pensó unos minutos. Le observé como si fuera una escultura, un modelo delante de un artista. En ese momento me percaté por qué Verónica se había interesado en él.

-Para ser sincero... Me recuerdas a mi papá, a Antonio Palmer. Siempre ha sabido defenderse y nunca dejó que nadie lo pisoteara, aun cuando todos creían que era una mala persona... - respondió finalmente, centrándose en mis ojos, como si quisiera corroborar sus pensamientos.

Me quedé un momento viendo sus ojos verdes, esos que se a la luz parecían la más clara de las aguas, su mirada es pura, como la de un bebé.

-Pero claro, no iba a pasar mucho tiempo antes que comenzaras a interesarte en él, ¿verdad? - escuché un reproche a lo lejos.

Frente a nosotros y llamando la atención de toda la Scuola, estaba Verónica, alegando por mi cercanía con quién ella ya marcó como su presa.

-Murió Vicente y te faltaba con quién coquetear, eres de lo peor... Tan solo espero que Daniel sea lo suficientemente inteligente para percatarse que no eres más que un cualquiera... - siguió con su ataque, mientras nosotros la mirábamos atónitos.

Y cuando la escena ya era novelesca, hace su aparición Borja.

-Hey tú, deberías controlar más a tu novio, porque sin descaro a tratado de coquetear con Daniel... - La Almeida encaró a quién no hace mucho fuera su pareja.

El feo observó la escena y en vez de seguir con el ardid de su amada, prefirió continuar su rumbo y entrar a clases.

Con el rubio decidimos marcharnos cada uno por su lado, no teníamos por qué seguir escuchando a esa pobre infeliz.

Me dirigí al baño, y observé mi rostro, unas ojeras han comenzado a aparecer en él y es que aunque sigo tomando lo recetado por el doctor, no puedo negar que el veneno sigue actuando en mi cuerpo.

De pronto, un fuerte dolor de estómago me hizo entrar a uno de los cubículos y vomité todo lo que estaba en mi interior. Creo que estuve media hora en aquel espacio reducido, intentando recuperar la estabilidad de mi cuerpo, todo me daba vueltas y parecía que nunca dejaría de estar así.

-No creo que podamos ganar, desde que no está Vicente no he podido jugar bien al tenis... Creo que era más importante de lo que pensaba... - escuché a alguien hablando por teléfono mientras ingresaba al baño.

No tuve que agudizar mucho el oído para darme cuenta que se trataba de Alonso. El moreno hablaba con un muchacho mientras orinaba. Luego colgó la llamada, se lavó las manos y se marchó.

No le di mayor importancia. Cuando me sentí mejor salí del cubículo y fui directo al lavamanos, necesitaba enjuagar mi boca y quitar el sabor asqueroso que había quedado. Estaba en eso, cuando veo un celular en la cubierta de mármol. Supuse que era de Alonso, por lo que lo tomé para devolvérselo en clases. Lo dejé en mi bolsillo y salí del cuarto.

Caminé por los pasillos desolados en horas de clases, no tenía ganas de escuchar al profesor, así que iba despacio, a mi ritmo.

Cuando estaba a punto de abrir la puerta, el celular de Alonso vibró una sola vez y solo necesité eso para que me invadiera la curiosidad. Vi la pantalla y me di cuenta que le había llegado un mensaje de uno de sus contactos, uno a quien había nombrado Ella. Al principio quedé en shock y es que el contenido del mensaje no podía estar relacionado con el moreno, era imposible.

Ella: Ya sé que eres tú quién le manda anónimos a Valentín, ¿acaso quieres que nos descubran?

 


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