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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 43: Un par de meses

La muerte de Alonso me destruyó, estaba convencido que vencería a Verónica, que estaba acorralada, tan solo que me equivoqué porque ella es más fuerte.

Asistí a tribunales sabiendo el veredicto, reconociendo que la Almeida no pagaría por sus fechorías. Sin embargo, otros sí fueron culpados por el daño que cometieron.

Mis padres fueron sentenciados a tres años de presidio, aunque como tienen dinero e influencia, lograron que fuera dentro de su domicilio, nunca van a pisar la cárcel.

Elena fue destituida de su cargo en el colegio cuando mis acusaciones fueron públicas, y la justicia determinó que por cuasidelito de homicidio debía cumplir dieciocho meses en prisión. Intentó matarme y la justicia sólo le dio un castigo menor.

Víctor, él ni siquiera fue a la cárcel y es que Elena se inculpó de todo, por lo que él sólo quedó con medidas de firma mensual.

La justicia habló y la educación acabó. Terminó el año escolar y con ello la educación. Los últimos días fueron una agonía, tenía que ver el rostro de triunfo de Verónica, quien se burlaba de mí con su mirada altiva y su sonrisa malintencionada.

Así, solo en un año, mi vida se destruyó por completo. Ya no pertenecía a una familia, estaba viviendo solo sabiendo que mis padres jamás me quisieron. Ya no tenía amigos y es que Eunbyul se alejó de mi al sentir que fui el culpable de toda su desgracia. Y el amor, eso que jamás conocí. Eso ya es historia aparte.

Debo reconocer que la única persona que se mantuvo a mi lado en aquellos terribles meses de soledad fue Daniel. Él me acompañaba en los recreos, almorzábamos juntos y de vez en cuando me visitaba en mi departamento nuevo.

¿Y qué tal si él era mi alma gemela? Lo comencé a creer tras cada abrazo, tras cada despedida, tras cada latido incesante de mi corazón al siquiera tenerle cerca. ¿Acaso me había enamorado?

Daniel fue amable, gentil en el momento más desolador de mi vida y eso me llevó a creer que le amaba. Y con esas ideas en mi cabeza, me armé de valor para declararle mis sentimientos.

-Bueno, yo no estoy acostumbrado a hacer esto... Pero, Daniel... Creo que me he enamorado de ti... - fui al grano un día en mi casa.

Después de clases le invité a ver una película y tras ella, lo miré fijamente a los ojos para luego abrir mi corazón. Ya era tiempo de un poco de felicidad, de creer que la vida me tenía deparado más que tristeza. Grande fue mi error.

-Valentín, lo siento... Creo que ya te lo había dicho antes, pero... No me gustan los hombres. Lo lamento.... - respondió a mi confesión de amor.

-¿Pero si no te gusto por qué me has ayudado tanto? - proseguía con mi humillación.

-Eres mi amigo ¿no?... Eso es lo que hace un amigo cuando el otro te necesita... - respondió un tanto apenado.

-¿Te di lástima?... No me lo niegues, eso fue... Claro, como fui tan tonto...¡Vete! No necesito la lastima de nadie... - me enfurecí a tal punto que lo eché de mi casa a empujones.

Ese día me quedé completamente solo, aprendí que en esta vida no tengo a nadie más que a mí para confiar y que si voy a surgir de entre las cenizas, va a ser solo por mi determinación.

Y así, mi vida comenzó a girar en torno a una sola persona: Verónica Almeida. No podía pensar en nada más que no fuera su destrucción, en vengarme por todo lo que me ha hecho y en especial por acabar con la vida de la única persona que se preocupó por mi, Alonso.

¿Y cómo podía lograrlo? ¿Qué tenía a mano? Y ahí me percaté que tenía un gran arma en mi poder: las acciones de Fisher and Oldman.

-No estoy de acuerdo... Creo que no es momento para expandirnos... - comenté en la primera reunión de accionistas a la que asistí.

Me informé muy bien y logré convencer a los inversores minoritarios que la economía no estaba pasando por su mejor momento y que por ello, no era tiempo para gastar tanto dinero en expandir la compañía.

-Apenas eres un niñato ¿y me quieres retar? - me amenazó Leonardo Almeida tras la tercera reunión en que lograba impedir sus intenciones.

-¿Qué tengo que hacer para me apoyes? - siguió el padre de Verónica.

-Hazme compañía esta noche... - dije sin siquiera pensarlo, arrepintiéndome de inmediato.

Ese mismo día me percaté que la gente de negocios no tienen amor por nada más que no sea el dinero. Mis padres me vendieron por ello, y desde esa misma noche Leonardo hizo lo mismo, se enredó con el enemigo de su hija tan solo para conseguir sus planes.

 


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