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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 70: Una cita

Cada vez me convenzo más que Antonio veía en mí a un sucesor, y es que luego de rechazar su ayuda, no volvió a acercarse a mí.

-Creo que está decepcionado... ¿Qué sucedió entre ustedes? - me confesó Daniel cuando nos juntamos en casa de Eunbyul.

Estuve tentado a decirle lo que pasó en la cárcel, tan solo que dudo que su padre le haya comentado algo sobre aquel sujeto a quien ha mutilado.

-No acepté su ayuda, sólo eso.... Supongo que don Antonio es muy orgulloso como para soportar un rechazo. - es todo lo que dije al respecto.

-Esto suena a que el suegro no aceptará al yerno... Que complicado.... - bromeó la coreana al respecto.

El visitar ese cuarto me hizo recordar mi vida antes del secuestro. Era como si nada hubiera cambiado, y al mismo tiempo, como si estuviera viviendo mis primeras vivencias con mis amigos.

-Qué aburridos son... ¿Me van a decir qué hay entre ustedes dos?.... ¿No sucede nada acaso? - siguió Eunbyul entre risas.

En ese momento vi el rostro de Daniel, quien comenzaba a sonrojarse, parecía un muchacho cohibido.

-Somos socios... Él tiene mi dinero y tiene que devolverlo... - dije serio, no entrando en las bromas de mi amiga.

-¿Solo eso? - la coreana hacia pucheros.

-Y me gusta, pero eso ya no viene al caso... Porque alguien no ha hecho nada para seguir avanzando... - disparé mi veneno.

-¿Y tú? Tampoco has hecho algo... - Daniel rompió su silencio.

-Salir con vida de un secuestro.... ¿Acaso te parece poco? - le alcé la voz aunque en todo momento sonreía.

Hace tanto que no bromeaba, que todo parecía resplandecer a mi alrededor. Fue como si mi corazón comenzara a descongelarse. No, ni siquiera eso. Es como si por primera vez, ocupara aquel músculo.

Es extraño, después de lo que sucedió tendría que estar deprimido, triste y pensando solo en lo malo que me han hecho, pero al estar rodeado de las personas que amo, solo he tenido tiempo para reír.

-Vale, vale... ¿Qué puedo hacer para ganarme tu corazón? - el rubio se dio por vencido.

-Quiero una cita... Nunca he tenido una de verdad, una en que no sea solo para tener sexo después, o con alguien que en realidad quiere envenenarme porque cree que maté a su hermana... Eso quiero, una cita normal... - y es que he tenido muy mala suerte en todo.

-OK... Juntémonos mañana en la tarde, en el centro comercial de la torre Palmer... - quería hacer un trato.

-Está bien.... - dije sin más, no quería arruinar el momento recordando todo lo malo que ahí ha sucedido.

Como un niño, llegué a mi departamento, donde Consuelo me esperaba con la cena.

-¿Y por qué estás tan feliz? - se sorprendió al verme sonreír.

-Porque mañana tendré mi primera cita con Daniel... - alardeé a mi galán.

-Que bien, me alegro mucho por ti... Además te tengo otra buena noticia, para que estés aún más feliz.... - mencionó la mujer, sentándose a la mesa. - A Marcela la han encontrado bien de salud, así es que pronto le darán el alta... - y como había dicho, mi felicidad aumentó.

La anciana que compartió conmigo mis peores días, ha estado encerrada en el centro de salud todo este tiempo y es que tratar su débil estado de salud ha sido sumamente difícil. Por lo que saber que todo ha salido bien para ella, me alegró mucho.

-¿Y qué sucederá con ella? - preguntó Consuelo un tanto preocupada. -Ya no tiene familia ni debe tener amigos, después de tantos años encerrada... - prosiguió.

-Debería venir a vivir con nosotros, ¿verdad? - tenía esa idea desde hace mucho

Y ese fue nuestro trato, ya que ambos queremos lo mejor para una persona que ha sufrido mucho en su vida.

La noche transcurrió rápido y sin darme cuenta ya había llegado la hora de partir a mi cita. El día estaba hermoso, la luz del sol estaba en su apogeo y teñía todo el ambiente de un dorado magistral, como si el cosmos quisiera entregarme el mejor escenario para aquel acontecimiento. 

Daniel no suele andar por centros comerciales, o por lo menos no en aquellos tan concurridos. Él está más acostumbrado a ir al distrito del lujo, al otro lado de la ciudad o simplemente viajar al extranjero para encontrar lo que desea.

Tuve el privilegio de nacer, mejor dicho, de haber sido adoptado por una familia con recursos, por lo que estoy acostumbrado a estar rodeado de ciertos lujos, que no son  nada en comparación con los que goza el rubio, más que mal, es el heredero de la mayor fortuna del país. Incluso yo, o Eunbyul, somos pobres en comparación.

Por ello, es que el verle en medio de la multitud esperándome, sin guardias ni nadie que le vigile, me pareció tan extraño.

-¿Llegaste hace mucho? - le pregunté tan solo al verle.

-Para nada... - me sonrió antes de saludarme con un beso en la mejilla.

Es demasiado educado como para recriminarme por haber llegado media hora atrasado.

-¿Quieres tomar un helado? - me señaló ante el silencio que se produjo entre ambos.

Acepté su oferta y caminamos por los pasillos de aquel enorme centro comercial, atestado de gente.

Le sonreía en todo momento, y es que vivir toda esa situación me parecía un sueño, aunque solo fuera un simple helado.

-Creo que esto se hace en las citas, ¿no? Es lo que he visto en las películas... - terminó confesando Daniel.

-Eso parece... ¿Y los nervios también los finges para que se parezca a una película? - quise bromear un poco.

Durante gran parte de la cita, el muchacho parecía muy rígido, como si estuviera siendo regañado por su profesor.

-Para ser sincero, no... Estoy nervioso de verdad... - apenado confesó, solo con esa confesión me conmovió.

Siempre me ha parecido muy tierno, todo lo contrario a mi antiguo prototipo de chico atractivo. No se parece en nada a Vicente, un hombre rudo y agresivo.

-¿Acaso me tienes miedo? - me alegraba mucho hablar sobre eso.

-No, para nada... Tan solo que quiero que todo salga bien... Y... Para ser sincero.... Me siento un poco abrumado con tu forma de ser... - mencionó en voz muy baja, sin mirarme a los ojos.

-¿Qué? ¿Por qué? - me sorprendió de verdad.

-Me gustabas antes, cuando estábamos en el colegio... Y me gustabas porque eras decidido, directo, siempre ibas y tomabas lo que querías.... Y ahora... Ahora eres más amable, gentil... Hasta divertido. El otro día te vi acariciar al perrito de Eunbyul, cuando antes lo más probable es que lo hubieras pateado... - mencionó sin mirarme, aunque le pude ver sonreír.

-¿Entonces ya no te gusto? ¿Quieres que sea como antes? - me preocupé.

-No, al contrario.... Ahora me gustas mucho más... - y levantó la cabeza para mirarme fijamente.

Ambos sonreímos como dos imbéciles, obnubilados con todo lo que sucedía. Y como si pudiéramos leer nuestras mentes, entendimos lo que el otro quería. En ese momento nos besamos, un bello beso con sabor a helado.

Aquello fue sencillo, mágico en todo su esplendor, y es que éramos dos chicos rodeados de gente, un punto ínfimo en el cuadro y a la vez, nuestras almas eran enormes, tan grandes que repletaban el mundo entero.

 


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