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ADVERTENCIA: La Belleza es Peligrosa por jotaceh

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Día 78: Aliados y enemigos

 

 

Evidentemente la familia Palmer no se quedaría con los brazos cruzados después de mi táctica. No se pronunciaron frente a los medios de comunicaciones, prefirieron ser más silenciosos y fueron directamente al meollo del asunto.

Era de noche, estaba en mi oficina dentro de la mansión Almeida, cuando la sirvienta me informó que tenía visitas.

- ¿De quién se trata? - pregunté.

-El señor Palmer...- respondió la mujer.

A mi mente vino el rostro de Antonio, tal como lo vi la última vez, aquel día en su hogar, cuando todo se acabó con su hijo, cuando revelé su secreto más escondido. Esperé a que trajeran a la visita, tenía que ser serio, aun cuando por dentro me llenaba de alegría. El gran Antonio tuvo que bajar del Olimpo para rebajarse a mi nivel, desesperado. Era un momento glorioso.

La puerta de la oficina se abrió, levanté la mirada para encontrarme con el hombre que me buscaba y grande fue mi sorpresa, al encontrarme de frente con la cabellera rubia de Daniel.

-Tengo que hablar contigo...- fue lo primero que me dijo, sin ni siquiera saludar.

Quedé pasmado ante su presencia, jamás pensé que le volvería a ver tan pronto, y es que en estos diez años él ha hecho todo lo posible para no toparse conmigo. En los diversos foros empresariales, toda vez que soy invitado, él declina su asistencia.

-¿Qué es lo que quieres? ¿Qué buscas atacándonos? - se ubicó en el asiento frente a mi escritorio, mirándome todo el tiempo a los ojos sin titubear.

-¿Qué te importa? Hago lo que quiera y no tengo por qué darte explicaciones... ¿o acaso eres mi esposo como para decirte todo lo que hago? –no me rebajaría ante su presencia.

-A ver Valentín, no te conviene enfrentarnos... a ti ni a nadie, somos la familia más poderosa del país y si queremos destruirte, lo haremos...-jamás en mi vida le había visto tan duro, tan... malvado.

Mi corazón se detuvo al ver que aquel muchacho gentil que conocí hace más de una década había desaparecido. Ya no queda nada de amabilidad en sus ojos, ni mucho menos en sus palabras. Antes solía sentir calma al verle, cosa que ahora se ha transformado en molestia, como si mi sola presencia le repugnara.

-Háganlo, nunca les he temido, y ahora no será diferente... Aunque, debería ser al contrario... ¿Qué sucedería si contara todo lo que sé de ustedes? ¿O acaso creíste que Francisco me contó solo lo de tu madre?... Claro que no, sé muchos otros secretos de tu padre... ¿te gustaría saberlos? –me levanté de mi asiento para comenzar a acercarme poco a poco al rubio.

-Cuéntale al mundo lo que sabes, no nos importa... el dinero puede servir para esconder todo... ¿crees que nos va a afectar tus chismes? – no tomaba en serio mis palabras.

-Tú controlas los puertos... Nosotros todo el resto, ¿quieres que hagamos con tus empresas lo mismo que tú con las nuestras? Deja de atacarnos y así te salvarás de ser destruido...- formuló la amenaza finalmente.

-No lo haré... -no fue necesario decir nada más, todo quedó cerrado con mi respuesta.

Daniel se levantó ofuscado, evitó mi presencia y luego se marchó. Tal como llegó, se fue sin despedirse, como si fuera un demonio amedrentando a un pecador.

Esa noche no pude dormir tranquilo. Por mi cabeza pasaban todas las posibles represalias que el Grupo Palmer podría cometer contra mí. Supuse que sus empresas financieras dejarían de darme crédito, que las importadoras de insumos no me venderían más, que sus mineras no contratarían mis servicios de ingeniería. Y no solo ellos, sino que también sus aliados, como toda la familia Lancáster, la segunda más grande del país. Yo, la tercera fortuna, me enfrentaría a las dos más grandes familias. ¿Qué podría hacer?

-Una cosa es el poder económico y otro el político... En el primero, todos aman a Antonio, pero... ¿en el segundo? –comentó Eunbyul al otro día, cuando le comenté sobre la visita de Daniel.

-Tienes que hacerte amigo de los enemigos de los Palmer, ¿y quienes lo odian? Pues muchos diputados y senadores conservadores, que odian que él haya promulgado tantas leyes "pervertidas" ... -la coreana es muy inteligente.

-Pero eso significaría que me tendría que aliar con quienes también me detestan, recuerda que también soy homosexual... -sonaba irrisorio.

-Lo tomas o lo dejas... Tan solo te diré que ahora necesitas aliados, y eso es algo que no tienes... ¿quieres ser destruido por Antonio? –tenía toda la razón.

Como era de esperar, Antonio incumplió todos los contratos de sus empresas con las mías. De pronto, me había convertido en un paria de la economía local. Obviamente, las empresas exportadoras no se atrevieron a cuestionarme, pero ellas son las menos y dentro del país, todo el resto comenzó a excluirme, a obviar que mis sociedades existían.

-Buenas noches señor Pfeiffer...- me saludó una mujer muy bien vestida, con traje de dos piezas, collar de perlas cultivadas y zapatos de taco bajo.

Se trataba de la senadora Mariana de Lérida, una de las más férreas defensoras de las leyes conservadoras del país. La mujer que siempre aparece en los noticieros alegando por los proyectos impulsados por la Fundación Palmer, aceptó reunirse conmigo en un lujoso restaurante alejado de la ciudad.

-Y dígame, ¿qué quiere negociar? –luego de un par de minutos platicando banalidades, de Lérida fue directo al grano, tal como siempre se ha caracterizado.

-Está bien, seré directo... Usted no es la persona que más me agrada. De hecho, por ser homosexual, detesto todo lo que usted defiende... pero eso no quita que usted odie a la misma persona que yo... La sociedad ha avanzado lo suficiente, ya no necesitamos más derechos... podemos casarnos, adoptar, demandar a quien nos discrimina. Con eso me siento satisfecho... Por eso ahora, no necesitamos más a Palmer... Así es que le propongo deshacernos de él... en la política, claro está. Usted sabe mucho de las historias detrás del parlamento y no le costará averiguar todas las irregularidades que Antonio ha hecho para aprobar las leyes que le favorecen... Y yo, tengo el dinero suficiente para comprar la lengua de cualquiera que desee cooperar... ¿entiende a lo que me refiero? - hablé decidido.

Mariana sonrió levemente mientras me oía hablar, parecía dichosa de conocer mis planes.

-Aunque no creas en la fe católica, déjame decirte que Dios te ha puesto en mi camino para obrar en favor de la verdad... Estoy dispuesta a cooperar contigo, aun cuando peques de la misma manera que Palmer... ¿por dónde comenzamos? –la senadora cayó finalmente en mis redes.

Todo salió perfecto aquella noche, estaba siendo atacado, pero de todos modos había encontrado una luz en medio de la oscuridad. Tenía la oportunidad de atacar a Antonio de una forma certera, eliminado sus nexos con la política, debilitándolo al no poseer más ayudas.

-¿Qué haremos ahora?- Eunbyul me esperaba en la limusina luego de mi cena.

-Ahora investigarás a esa perra, no me parece de confianza y mejor será que tengamos una garantía que no nos traicionará... Si conozco a la gente, estoy seguro que ella esconde algo muy grande...- claro que no voy a confiar en una fanática religiosa.

 


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