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Camino al cielo por Aomame

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Camino al cielo

Km 9

Tat chan, flotando delante de mí, se enderezó y cruzó los brazos sobre su pecho traslucido. Avergonzado bajé la cabeza, había temido su regreso, temía a su venganza, pero, sobre todo, temía a su odio. Después de todo, era mi amigo y  jamás quise jugarle mal.

—Tat chan—dije encogiéndome en mi mismo—, lamento lo que pasó. No era mi intención besarlo…

—Está bien, Hyde chan, no estoy enojado contigo—me interrumpió.

—¿No? —levanté la vista y lo miré sorprendido.

Mi amigo, me sonrió levemente.

—Pero estaba en shock, no lo esperaba. Al menos, hubiera poseído tu cuerpo para disfrutar del beso—dijo haciendo un puchero que no le creí mucho.

—Tat chan, no creas que yo…

—Te gusta, ¿cierto? —Tat chan ladeó rostro y se elevó unos centímetros más—, al igual que a mí, Sakurai san te gusta. Está bien si lo admites, Hyde chan.

Suspiré y volví a bajar la vista. Tat chan no necesitó más y dio una voltereta.

—¡Está todo listo, entonces! —exclamó—. Creo que ya lo entiendo.

—¿Entiendes qué?

 —Yo no podía descansar porque no se trataba de mí, Hyde chan, se trata de ti.

—Pues yo no entiendo.

Tat chan rodó los ojos.

—¡Soy tu cupido! ¡Tenía que presentártelo, pero me morí antes, así que tengo que cumplir mi misión!

—¿Mi cupido?

Estuve seguro que Tat chan me habría dado un zape de haber podido.

—¡Sí! Por eso eres el único que puede verme—me explicó—. Tengo una misión, y esa es que tú, mi querido amigo, y Sakurai san, quien me gustó por tanto tiempo, sean felices. Porque ambos son muy importantes para mí.

Fruncí el ceño, algo dentro de mí también pareció acomodarse en su lugar. Yo no quería traicionar a mi amigo, pero él me decía que no lo estaba haciendo y que, al contrario, enamorarme de Sakurai san estaba bien, era aquello que le traería paz.

—Cuando estés con Sakurai san, entonces, podré irme al cielo—me aseguró mi amigo y sonrió—. Hyde chan, te gusta ¿verdad?

—S…sí—murmuré y sentí que mis mejillas se coloreaban de rojo.

—¡Genial!—Tat chan dio otra voltereta en el aire— ¡Ahora tenemos que hacer un plan!

—¿Un plan?

—Para que te confieses.

—Oh, eso… hay un pequeño problema.

Tat chan ladeó el rostro y me miró interrogante.

—Es que lo acabo de rechazar, tal vez, no quiera verme.

Tat chan se golpeó la frente y puso los ojos en blanco.

—¡No importa! Te retractarás—dijo con más convicción de la que yo pudiera tener alguna vez.

***

Tat chan se tomó muy enserio su misión. Ideó un plan que me ponía los nervios a tope. En esencia parecía simple, pero ponerlo en práctica no resultaba tan sencillo.

Con la canción terminada, me dirigí a la casa de Sakurai san. El pretexto sería mostrársela y después, en algún momento confesarme. El paso uno se ejecutó más o menos bien: llegar a casa de Sakurai san.

Me detuve frente a la reja de su casa y tragué saliva.

—Toca el timbre, Hyde chan—me dijo Tat chan al oído.

Asentí, pero no moví ni un solo musculo.

—¿Hyde chan?

—¿Sabes? Creo que sería mejor dejarlo así—dije y di media vuelta—. Seguramente, Ken chan, se lo mostrará, ya que tiene contacto con él…

Di dos pasos y entonces, sentí un baño de agua fría. Una vez más, me sentí fuera de mí mismo, tirado lejos de mi cuerpo por unos segundos, en los que Tat chan tomó el control y tocó el timbre del intercomunicador.

—¿Qué desea? —se escuchó una voz del otro lado de la bocina.

—Venimos a hablar con Sakurai san—dijo Tat chan con mi voz— Somos… soy... Hyde chan.

Arrgh, suspiré, ¿quién diablos se presentaba con el “chan” después de su nombre? Podía imaginar la cara de desconcierto de quien estuviera del otro lado del intercomunicador. Enojado por ello luché por volver a mi cuerpo y sacar de él a Tat chan.

—¡No hagas eso! —le dije furioso.

—¡Es qué si no, no lo harás!

—Acabas de hacerme ver como un raro.

—Más raro te ves hablando con el aire—me dijo Tat chan y callé.

A mi alrededor, algunos transeúntes me vieron con asombro y reservas. Sonreí estúpidamente y me erguí.

—Todo es tu culpa—murmuré.

Tat chan rió por lo bajo y justo en ese momento la reja se abrió automáticamente. Tragué saliva y Tat chan me hizo señas con las manos para que lo siguiera.

—¡Vamos Hyde chan! —me dijo— ¡O volveré a ocupar tu cuerpo!

—¡Ni se te ocurra! —dije y atravesé la reja.

Sakurai me abrió la puerta de su hogar y me sonrió.

—Pensé que no volvería a verte—dijo.

—Yo…

Parte de mí quería dar media vuelta y salir corriendo, pero la otra mitad era consciente de Tat chan detrás y su amenaza, así como el deseo oculto que tenía de confesarme.

—Yo—intenté de nuevo—, quería mostrarle la canción.

Saqué el demo de mi bolso, trastabillando un poco y se lo tendí. Atsushi asintió, pero no sujetó el disco, se hizo a un lado y me señaló el interior de su casa.

—Pasa—dijo.

Tragué saliva y pasé junto a él, esa mera acción me provocó escalofríos. Tat chan me levantó los dos pulgares. Sakurai me llevó a la habitación donde había escuchado, por primera vez, un demo de mi banda. Me ofreció asiento y tras traer un par de copas y una botella de vino, se sentó frente a mí.

—Espero que esta vez, aceptes acompañarme con una copa.

Tat chan, flotando a un costado de él, me asintió brevemente, para después voltear a ver a Sakurai san con esa cara embelesada. Para mí era obvio que seguía enamorado, lo que estaba haciendo era una especie de sacrificio que le daría la entrada al cielo… bueno, eso era una invención mía.

Asentí y Sakurai san vertió vino en ambas copas. Brindamos, aunque yo estaba completamente rígido y apenas si le di un sorbo a la bebida.

—Bueno, veamos—me dijo él y me tendió la mano.

Dejé sobre ella el demo, mis dedos rozaron los suyos y estuve seguro que mis mejillas se habían coloreado de rojo. Creí ver que él me sonreía de medio lado y con disimulo, luego, procedió a poner el disco.

La música comenzó, luego, escuché mi propia voz. No es que me gustara del todo mi manera de cantar, pero no puedo negar que el producto final era muy bueno. Por un momento olvidé el instante en el que estaba, olvidé a que había ido realmente.

Sakurai san escuchó la canción sentado tranquilamente y con los ojos cerrados, mientras en una de sus manos agitaba suavemente el contenido de su copa. Definitivamente tenía una presencia increíble, era realmente muy guapo y elegante. Me mordí el labio inferior cuando la canción terminó y el abrió los ojos para esbozar una sonrisa amable.

—Encantadora—dijo—, es perfecta. La letra es magnífica y tu voz es su justa interprete.

—Gracias—murmuré cohibido.

Sakurai san retiró el disco del reproductor y me lo devolvió.

—Tengo algo para ti—me dijo y dejó por un momento la habitación.

Tat chan, aprovechó para fungir como entrenador de box, o algo así.

—Ahora que vuelva, te pondrás de pie—dijo—, le mirarás a los ojos, vas a parpadear así—parpadeó coquetamente, según él— y vas buscar su beso, así—juntó y levantó los labios como si fuera a dar un beso.

—No creo que…

En ese momento, la puerta se abrió. Sakurai san llevaba consigo un sobre amarillo sellado.

—¿Recuerdas que te invité a mi próximo concierto? —me preguntó.

Asentí.

—Bueno, aquí están las invitaciones, para ti y para tus amigos—dijo y me tendió el sobre.

Lo miré perplejo y luego, lentamente, sujeté el sobre.

—Ábrelo, si quieres—me dijo.

Asentí una vez más y deshice el lazo que lo mantenía cerrado. Esperaba cuatro boletos para el concierto, cortesías o algo así. No lo que había ahí dentro: una invitación de apertura para el concierto. Él quería que mi banda abriera su concierto. Volteé a verlo con la boca abierta del asombro.

—¿Qué… qué? ¿Por qué?

—Porque me gusta lo que hacen, no será un concierto de música clásica, así que, me pareció adecuado—Sakurai me sonrió—. Además, quiero verte de nuevo.

Bajé la vista en cuanto dijo eso y tragué saliva.

—Gracias… Ken, Tetsu y Yuuki estarán muy contentos. No sé cómo agradecerte.

—¿Qué tal un beso?

—AHHH—Tat chan simuló que se desmayaba a unos pasos de mí, luego se levantó y se echó aire con la mano—, ¡dáselo, Hyde chan!

Yo lo miré con el ceño fruncido y negué despacio.

Sakurai san rió.

—Está bien, lo entiendo—dijo malinterpretando mi gesto—. No te pido nada a cambio. Lo merecen. Eso es todo.

Lo miré paralizado. Agradecido y, al mismo tiempo, avergonzado.

—¡Vamos, Hyde chan! —me dijo Tat chan.

Respiré profundo y me puse pie.

—Sakurai san—dije como un robot—, yo… yo…

—¡Eso, eso, tu puedes Hyde chan! —A Tat chan sólo le faltaba sacar banderitas con mi nombre para darme su apoyo, eso aligeró el momento y la tensión bajó.

—Yo te mentí—dije y Sakurai san ladeó el rostro, claramente confundido por mis repentinas palabras sin contexto. Así que me apresuré a aclararlo—. Lo que dije en el estudio… no… no era cierto.

Él dio un paso hacia mí, vislumbré una sonrisa en su rostro.

—Creo que no te entiendo, Hideto—me dijo y la sola mención de mi nombre en su voz, me estremeció.

—Quiero decir que… en verdad me gustas. Yo creo que… que… estoy enamorado de ti. No, no pude decírtelo, porque sentí que estaba traicionando a mi amigo, pero… ahora sé que no es así.

Volteé a ver a mi amigo, quien asentía y sonreía con aprobación. Le devolví la sonrisa por un momento y desvié mi atención hacia Sakurai.

—Sé que esto tenía un sentido, su asunto pendiente… era yo. Me llevó a ti y eso… se lo agradezco.

Sakurai san entreveró mi cabello para, después, acunar mi rostro entre sus manos. Estaba tan cerca de mí que, sin darme cuenta, me aferré a su saco.

—También yo se lo agradezco—dijo e inclinó el rostro hacia mí.

Por reflejo, cerré los ojos y separé mis labios para darle cabida a los suyos. Nos besamos suavemente. Sus manos abandonaron mi rostro para abrazarme contra su cuerpo, yo me apoyé en él y me dejé llevar por el calor y movimiento de sus labios. Se sentía bien, más que bien. Una especie de globo se hinchaba en mi pecho, una alegría tal que no podía reprimir.

—¡Ahh!—escuché muy cerca de mi oído—, Hyde chan, si tienen sexo déjame poseerte tantito.

Eso me cortó por completo las ganas, me aparté de Atsushi y sacudí la cabeza aferrándome, eso sí, todavía a las solapas de su saco.

Él me revolvió el cabello y me besó la frente.

—Has leído mis intenciones—me dijo—. No te preocupes. Vayamos lento. Está bien por mí.

Quise decirle que no era exactamente eso, pero me mordí la lengua y opté por hundir mi rostro enrojecido en su pecho.

Pasé la tarde con él y con Tat chan. Escuchamos música y vimos algunas películas en la sala de su casa y me llevó a mi casa después de cenar.

Antes de dormirme, esa noche, volteé a ver a mi amigo, quien flotaba a mi lado.

—¿Estás bien con esto, Tat chan? ¿Estás seguro?

Él asintió y me sonrió.

—Claro que sí, además, yo ya estoy muerto, no hay nada que pueda hacer.

—No digas eso así.

—Ja, ja, ja, pero es así.

—Gracias, Tat chan—le dije zanjando la situación.

Tat chan se fue mientras dormía. Por fin había completado su camino al cielo. Al mismo tiempo, yo había comenzado mi romance. Mi propio camino al cielo.

FIN

Notas finales:

Espero que les haya gustado. 

Perdón por la tardanza. Pero aquí está, por fin el fin jaja. 

O más o menos, porque falta el epílogo. Así que ahí les veo.

 

¡Nos estamos leyendo!


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