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[]+[]+ El camino de un destino. +[]+[] por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Quiero agradecer a las personas que siguen el transcurso de esta historia que va de parte mía con mucho cariño. Agradecer los comentarios pasados y futuros (si los hay) Y desearles como siempre que disfruten la lectura, se les quiere. <3

Capítulo III.

 

Habían pasado casi tres meses desde que volviera de Italia a Grecia junto con su hermano, llevaba dos meses y medio en la universidad y cabe decir que para Damien, no había sido nada fácil ese corto periodo de tiempo.

 

Le gustaba su carrera, la universidad en general era buena, se había hecho de algunos amigos entre ellos Camus de Acuario, el joven francés que sabía era pareja del hermano de su ex de adolescencia. Además de eso, se había encontrado con sus antiguos amigos pero estos estudiaban carreras diferentes, todos se alegraron de verle y le reprocharon el que se hubiera marchado sin siquiera despedirse.

 

Afrodita, Mu, Shaka, Alde y Saga le habían explicado lo ocurrido y él consideró bueno sincerarse también. Tras explicarse, todos lo comprendieron y lo lamentaron ya que no conocían su versión de los hechos. Ahora habían vuelto a ser el buen grupo de amigos que en antaño.

 

Pero había otro detalle…

 

Kanon y Aioria si estaban asistiendo a la universidad, salvo porque estaban en secciones diferentes; en la que Kanon estaba, quedaba cerca de la suya y a veces chocaban dado el horario de las materias. Damien fingía no verle y la verdad ni siquiera le importaba ver al gemelo menor, éste por su lado reconoció a su ex novio desde la primera vez que lo vio charlando animadamente con Camus en una de las tantas zonas verdes del campus.

 

El griego sintió que el corazón se le detuvo al ver al italiano, no sabía cuándo había vuelto pero se alegró de que lo hiciera. Sabía que no tenía perdón lo que le había hecho cuando estaban en bachillerato y que acercarse a él no sería nada fácil en especial sabiendo lo que se decía de Damien. Algunos chicos de otras facultades le llamaban Deathmask.

 

Kanon se preguntó el por qué de semejante sobrenombre y lo que le respondieron fue que aunque el chico tuviera un rostro por demás hermoso, era la misma muerte para cualquier ilusión amorosa que se hicieran con él. Ya que Damien los mandaba de paseo sin escuchar más.

 

Y tenían razón.

 

Damien no aceptaba a nadie, y no era por sentirse superior, sino porque no quería que volvieran a lastimarlo.

 

♋♏♋♏♋♏

 

Miércoles en la mañana, Damien y Manigoldo se encontraban tomando el desayuno en medio de un sepulcral silencio por parte del más joven. El mayor para tratar de romper ese incomodo y pesado ambiente, dejó escapar unas tranquilas palabras para ver si su hermano se animaba un poco pues lucía muy apachurrado...

—Y… ¿Qué tal va la universidad?

 

Manigoldo no sabía que pensar. Miraba a su joven hermano sentado frente a él en la mesa de la cocina jugando con su desayuno. ¿Estaría enfermo?

 

—Bien… —fue la cortante respuesta.

 

El italiano mayor arqueó una ceja incrédulo.

 

—¿Seguro?

 

Damien soltó de mala gana el tenedor que tenía un trozo de sandía clavado y suspiró pesadamente antes de preguntar:

 

—¿Recuerdas a Kanon?

 

Manigoldo rodó los ojos aún mientras tenía la taza del café pegada a los labios. Al alejar la taza alegó:

 

—Uff, como olvidarlo… ¿Pasa algo con el infeliz ese? ¿Te está molestando? —preguntó alterado de sólo pensarlo.

 

Damien negó.

 

—No… aunque he sabido que ha estado preguntando por mí a quienes me conocen...

 

—¿Aún lo quieres…?

 

—No… eso fue hace mucho tiempo —refutó con el ceño fruncido—, ya no estoy para eso. Me hago viejo y eso de la sensibilidad me queda cada vez menos.

 

El mayor rió de buena gana. Damien arrugó el entrecejo aún más, no le hacía gracia aquella situación.

 

—¿¡De que te ríes!? —cuestionaba con un tono de indignación palpable.

 

—De nada pequeño. No importa cuántos años tengas, lo importante es que lo que sientas valga la pena por quien también lo merezca.

 

El universitario bajó la cabeza con pesar.

 

—¿Y si nunca nadie lo merece? ¿Si siempre serán mentiras…? —susurró con tono cansado.

 

—Eso nunca lo sabrás si insistes en seguir escondido en tu concha, cangrejo ermitaño —rió.

 

—¡Oye! —Damien subió la mirada de golpe, mirando al mayor con reproche.

 

—Oh... ¿No me digas que prefieres Deathmask? —sonrió con burla levantándose de la silla con la intención de abandonar la habitación.

 

—¿¡Cómo es que tú…!? —abrió los ojos sorprendido de que su hermano supiera de aquel sobrenombre que algunos universitarios le pusieron luego de rechazarlos.

 

Manigoldo sabiendo a lo que el otro se refería, lo interrumpió diciéndole:

 

—¿Qué cómo lo sé? Pues, tengo mis contactos... —le guiñó un ojo mientras se alejaba.

 

Damien no cabía en su asombro. ¿Cuántas cosas sabría Manigoldo, y él no sabía que aquel si...?

 

 

♋♏♋♏♋♏

 

 

Al mismo tiempo esa misma mañana en una cafetería cercana a la universidad. En una mesa en la zona de la terraza del local, se podían ver a tres apuestos hombres. Saga, Camus y Milo habían ido a aquel acogedor lugar a comer algo ligero antes de entrar a clases porque al griego de ojos verdes le encantaba el café con chocolate que ahí preparaban. Pero en lo que los chicos conversaban, Saga tocó el tema de su hermano y sus sentimientos renovados por el bello siciliano, narrándoles a su amigo y a su pareja que Kanon le había confesado que intentaría acercarse a su ex con la esperanza de que lo perdonara y pudiera darle otra oportunidad para demostrarle cuan arrepentido estaba por lo que le hizo cuando estaban en segundo de bachillerato.

 

Como resultado de aquello, Milo había explotado en furia ante la descarada actitud del gemelo menor.

 

—¡Es que no puedo creer lo cínico que es! ¡Voy a matarlo! —Milo no podía con su enojo. Estaba furioso.

 

—Milo, por favor tranquilízate —pedía Camus a su amigo sin éxito de tranquilizarlo.

 

—¡Es que no me cabe en la cabeza como al idiota de Kanon se le ocurre querer conquistar a Damien! ¡Qué ya se le olvidó lo que le hizo, o qué! —Milo golpeó la mesa fuera de sí. Camus agradeció que ellos fueran los únicos en esa parte del local.

 

—Créeme Milo, lo mismo le dije yo —comentó Saga dando un suspiro.

 

—Dile a tu hermano que es hombre muerto —amenazó el oji-turquesa.

 

—Milo, cálmate, no me dejarás sin cuñado —opinó Camus ya un poco frustrado—. Mira, si Damien no ha querido a nadie cerca desde que está aquí. ¿Qué crees que le va a hacer querer a Kanon?

 

Milo se tranquilizó de golpe al escuchar las palabras del peli-turquesa. Era cierto, nadie afirmaba que el italiano volvería a caer con el gemelo. Y si ese era el caso. Él trataría de conquistarle primero, aunque le llevara un buen tiempo, aunque lo rechazara infinidad de veces, enamoraría al canceriano para amarlo como el chico se lo merecía.

 

Fue así que Milo vigilaba a Damien fuera por donde fuera en el campus de la universidad, Camus le había ofrecido ayudarlo pasando tiempo con el italiano para que Kanon no mirara una oportunidad de acercamiento y también para conocer los gustos e intereses de su nuevo amigo.

 

 

♋♏♋♏♋♏

 

 

Era lunes de una nueva semana, el receso había comenzado para los estudiantes de la universidad. Muchos aprovechaban ese lapso de tiempo para ir a comer algo, o concluir con alguna tarea que no habían terminado y se entregaba ese mismo día. Otros por el contrario lo aprovechaban para ir a ver a sus parejas en otras facultades o para estar con amigos. Aunque también habían otros como Damien que disfrutaban su tiempo libre en las mesas que estaban dispuestas para las personas en la parte verde del campus, donde estaba muy a gusto leyendo un libro.

 

Camus que pasaba por ahí para ir a comprar una botella de agua en un chalet cercano, le vio solo en una de aquellas mesas pintadas de blanco con espirales purpuras. Por lo que con una sonrisa se acercó al joven venido de Italia para conversar un poco.

 

—Hola, amigo… —saludó el de Acuario, Damien volteó a verle con una sonrisa.

 

—Camus, hola. Siéntate si gustas —ofreció el de Cáncer sonriéndole al otro que aceptó la invitación sentándose sobre el asiento al lado derecho del peli-azul en aquella mesa cuadrada.

 

—Veo que te gusta leer, Damien. ¿Qué género te gusta más?

 

Camus se sintió tentado a preguntar al ver al peli-azul hundido en una fascinante lectura. Damien desvió la mirada al libro entre sus manos y con una sonrisa más grande que la primera respondió:

 

—Sí, así es —sonrió—. Pues creo que aunque es un poco absurdo dado la fama que tengo, me gustan las tramas con algún romance…

 

—No creo que sea absurdo. Tienes todo el derecho de ser como tú te sientas más seguro, amigo —Camus le dijo con sinceridad.

 

—Te lo agradezco Camus, de verdad que sí —sonrió honesto.

 

—¿Te podría preguntar…?

 

Damien adivinando las intenciones del galo, le respondió:

 

—¿Por qué soy como soy?

 

—… Pues… sí…

 

Damien suspiró.

 

—Supongo que Saga te contó que yo salía con su hermano cuando estaba en segundo de bachillerato. ¿Verdad?

 

Camus asintió.

 

—Pues la verdad es que yo me enamoré como un completo estúpido de Kanon… pero él siempre estuvo enamorado del que yo creía mi mejor amigo en ese entonces —sonrió con burla—. Vaya iluso… luego de ver con mis propios ojos el engaño, me regresé a Sicilia con mis padres y hace poco volví aquí, el mismo día que decidí irme, me juré a mí mismo que nunca nadie iba a volver a jugar conmigo como lo hicieron esos dos… —concluyó con rabia en la voz.

 

—Damien… no te culpo por ser como eres, comprendo que es una medida de seguridad. Pero, no deberías encerrarte, podría haber alguien amándote de verdad pero temiendo que lo rechaces, sufre en silencio.

 

—Camus, para ti es fácil decirlo. Nadie jugó contigo…

 

Camus debido a las palabras que le acababa de decir Damien, bajó el rostro hasta que su flequillo cubrió su mirada, creando una sombra de oscura remembranza en sus finas facciones. El italiano lo miraba como temiendo algo que dijo, pero no quiso decir más por temor a seguirla embarrando.

     

—Se nota que no me conoces —Camus había susurrado tan bajo que Damien no pudo entenderle bien...

 

—¿Cómo…? —le había preguntado no muy seguro.

 

—Lo que escuchaste. No me conoces… —apuñó sus blancas manos con fuerza sobre sus piernas, finalmente tras un par de minutos, alzó el rostro mirando un punto fijo de la mesa de piedra.

 

El peli-azul notó tristeza en las facciones del francés. Dedujo entonces que había tocado algo en Camus que a éste le causaba dolor. Titubeante, el oji-azul le cuestionó:

 

—¿Qué te ocurrió, Camus...?

 

Silencio…

 

Exhalación cansada...

 

—Yo era como tú…  —comenzó a relatar el galo— era frío, distante, inclusive llegué a ser cruel. No podía confiar en nadie, no dejaba que alguien me tocara o me hablara de amor... al igual que tú, yo también me enamoré como un tonto.

 

—¿Tan... malo fue?

 

—… Perdí mi pureza a los quince… el maldito me dijo que me amaba y yo como un niño tonto caí. Me entregué y cuando tuvo lo que quiso de mí, simplemente me botó...

 

La mirada del bello peli-turquesa se había vuelto congelante y llena de odio. Damien no comprendía la seriedad de lo que él estaba haciendo hasta que vio a Camus recordando su pasado.

 

—Salí de Francia para alejarme de esos horribles recuerdos que me atormentaban, todo me recordaba a ese tipo y no podía soportarlo. Al llegar aquí conocí a Saga, no quería confiar en lo que él me decía. Pero al final, el luchó y luchó y no se rindió para llegar a mi corazón, me ayudó a sanar y sé que a ti podría pasarte lo mismo si te dieras una oportunidad con alguien diferente. Ya eres mayor, no sentirás las cosas de la misma forma, eres más fuerte ahora, Damien.

 

—Camus… lo siento, no sabía que tú habías sufrido algo parecido, yo…

 

—No te disculpes —interrumpió—, te lo cuento para que reflexiones sobre ti mismo, la soledad es buena en breves situaciones, más no para siempre.

 

—Comprendo lo que estás diciéndome, ¿sabes? Recuerdo… que en ese momento tan triste no estuve solo... Milo estuvo a mi lado y me ayudó a escapar para no tener que ver a Kanon o Aioria —sonrió alegre.

 

Camus notó como Damien había sonreído al recordar a Milo, y viendo aquella valiosa oportunidad, el galo cuestionó:

 

—¿Milo te agrada?

 

Damien se sonrojó furiosamente por tal pregunta. Pero debía admitir que aquello era verdad.

 

—Si… es un buen tipo, pero… solo lo vi una vez y honestamente, Camus, cuando estuve en Italia nunca lo olvidé. Su sonrisa y su voz, los ojos con los que me miró ese día que me ayudó a fugarme del instituto… siempre soñé volver a verle pero, no creo poder llegar a más que a saber que volvimos a vernos —bajó la mirada con tristeza.

 

—¿No te has puesto a pensar que quizás se encontraron de nuevo por alguna razón? Mira que Milo pudo haberse ido a Francia el resto de su vida…

 

—¿A Francia? ¿Qué haría él en Francia?

 

—Pues Milo tiene unos familiares ahí, son griegos como él, pero viven ahí, yo los conozco, eran mis vecinos por eso es que conozco a Milo, su padre lo llevaba de visita allá ya que era buen amigo del mío.

 

—Ya veo… ¿Tú qué crees, Camus?

 

—Creo que te deberías dejar conquistar. Milo está decidido a conquistarte y créeme, es mejor que sedas por las buenas —sonrió.

 

No sabía si era una amenaza o una advertencia. Le gustaba Milo, eso era seguro pero no por ello se iba a dar tanto color. Si el griego quería conquistarle, entonces que se preparara porque tendría que hacer mucho para probar que merecía una oportunidad de su parte.

 

 

Notas finales:

Bueno, ya habrán notado que este es basicamente el capítulo dos, pues con las modificaciones, se convirtió en el cap 3. Espero les haya gustado con los arreglos que se le hizo. Un saludo.


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