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El Juego De La Oscura Pasión por MeikoShion

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Notas del capitulo:

¡He regresado amores míos!

Un largo tiempo, sí. Y Nickii no ha subido un capítulo, sí, otra vez. Pero es que yo he andado de muy buen humor, hasta que me pasó algo que me lo cambió, aunque ese es otro tema, y al parecer Nickii tuvo un inconveniente y no puede escribir. Así que me dije, ¿por qué no darles un regalito a todos?

ES MUY IMPORTANTE QUE LEAN ESTO: Al inicio Tami es quién narra, luego vienen los tres puntitos que siempre marcan el cambio de escena, pero sólo por ésta vez (espero), no cambia de escena, sino, de narrador, así que estarán topándose con el sensual narrador omnisciente, jaja.

Lean las notas finales, por favor. De esto depende mi humor en los demás caps.

Sin más, ¡a leer!  

VIII

Súbito

 

Llevar la cuenta de los días es inútil, inevitable y más que nada; estresante. Es decir, ¿para qué quiero ir yo al dichoso baile ese?

No le hago caso a mi intuición nunca, pero ésta vez no me está gritando, sino, implorando que no vaya al mencionado “increíble baile” que dará nada más y nada menos que mi letal enemigo, porque no sólo le ha bastado con proponerle matrimonio muchísimo antes que yo al bellísimo Mitoki, al cuál por situaciones verdaderamente complicadas ahora llamamos “Kiryl”, cosa que ha sido un martirio, pero a la que ya me he acostumbrado por completo.

Entonces, resumiría la situación así: Mi enanita hermana, mí ya nombrado hermosísimo prometido Kiryl, y yo, iremos a un baile que dará mi rival en el amor.

Sería sencillo de contarlo sólo así, si no estuviera mi intuición gritándome “que no vaya” y de hecho sólo por esta vez se me ha dado hacerle caso, pero…

—“No tenemos razones para negarnos”— sentencia la enana pelirroja, mientras me mira fijamente, cómo si por primera vez en su vida hubiese adivinado lo que estoy pensando.

—“Es… es cierto”— la apoya el bellísimo Kiryl, mientras juega con sus dedos.

—“Tengo un mal presentimiento”— rebato yo, mientras observo fijamente los trajes que ha traído Touko.

—“Repito que no tenemos razones para negarnos”— insiste mi hermana, y se da media vuelta, algo así cómo insinuando ‘razona porque debemos ir’, cosa que ya he hecho, pero que me niego a recordar para seguir oponiéndome a la disparatada idea de ir a caer en la obvia trampa.

Resulta que si Kiryl no está relacionado con Mitoki, no tiene  razones para negarse. También, debemos ir porque sería una grandísima falta de respeto de La Unión para con la Sagrada Abadía, que no vayan ‘sus mejores cazadores’. Además, ya nos han invitado y levantaría sospechas que no vayamos, cosa que quiere Chitoge, pero no le daré ese placer, así que con las pocas ganas de ir que tengo, voy a tomar un baño, y con esa misma rapidez me visto con el traje, con una disposición que no tengo y que dudo tendré más adelante.

Y aunque simplemente ya no puedo tolerar el hecho de que tenga que llegar al punto de ser obligado a tal acción, la rabia se me esfuma en cuestión de milisegundos cuando observo al bellísimo Kiryl salir, con ese traje de gala que muy bien acentúa ese cuerpo que me tiene salivando como baboso.

Pero no, ahora ni siquiera tengo el derecho de delirar con ese cuerpo de ensueño que tiene, porque ahora mismo mi pelirroja hermana me dirige una mirada severa que dicta todo tipo de castigos si llego a hacerle algo a mi ya nombradísimo, y por supuesto, perfecto prometido, en caso de ponerle las manos encima y cumplir mis recónditas fantasías.

Suspiro, tratando de relajar a mi tenso cuerpo, pero eso me resulta imposible ahora mismo. Por supuesto que tengo razón, y aún más sabiendo que estamos cayendo en la mismísima trampa impuesta por el estúpido tramposo ese, que nada más ha llegado con intenciones de quitarme a mi futuro esposo, cosa que no le permitiré.

—“¿Deberíamos tomar un taxi?”— pregunta Touko, mirándome fijamente; algo así como insinuando: ‘no quiero que lleves el auto’, cosa que sólo logra aumentar aún más mí ya pesado mal humor.

—“¿Por qué?”— pregunto yo ahora, mientras fijo mis ojos en esa enana que me alegra la vida, pero que por las mismas logra enfurruñarme, al punto en que he tenido que dejar la casa como por dos ocasiones.

—“De acuerdo, lleva el auto. Pero ya te advertí”— murmulla, y se da media vuelta, mientras toma a Kiryl de la mano, dirigiéndose ambos a la salida.

En estos momentos, ni gruñir por lo bajo me bastaría, no, por supuesto que no. Y es que en estos momentos, me dan ganas de tomar un vuelo hacia algún otro continente, y llevarme a Touko y a Kiryl mientras están dormidos, porque bien se que esos dos han comenzado a llevarse más bien de lo que deberían, tanto, que hasta han conspirado para acortar mi casi inexistente paciencia.

Pero lo puedo soportar, eso es lo que regresa a mi mente una vez que por el espejo retrovisor he logrado observar esos bonitos orbes verdes, y en efecto han cumplido su cometido, susurrarme sin decir nada que todo estará bien, y le creo, porque es él… y bueno, reitero que le creo, de alguna forma han pasado ya algunos días, ni siquiera nos conocemos muy bien, pero le creo, lo cual es ilógico, siendo yo esquivo y muy desconfiado por naturaleza.

En momentos como estos, son cuando el tiempo se hace muy, muy rápido, estoy nervioso, pero que el imbécil ese ni crea que es porque logra causarme miedo, que obviamente jamás va a existir en mí, y mucho menos de su parte. Lo que ocurre es que he ido manejando, literalmente con la cabeza en las nubes. Me parece un cándido milagro que hayamos llegado sin haber tenido un accidente automovilístico, porque muy idiota me he portado he de admitir, y más por andar divagando con un tema que está más que claro, porque no hay vuelta atrás en el hecho de que en efecto; tengo que ver al idiota ese, que muy buena competencia me hace.

Me estaciono en un lugar libre, y bajamos del auto, cosa que me provoca una ligera punzada de malestar. Y aunque la vista es agradable porque Touko luce hermosa con ese vestido lolita gótica, y Mitoki con ese traje gris que muy bien acentúa su figura, y hace ver aún más brillantes a ese par de benditos ojos, que me tienen delirando como idiota.

Y aunque vamos caminando callados, todos tienen muchas cosas que decir, que desahogar, yo más, porque decir un par de frases no me basta, sino, golpear a alguien y es definitivamente lo que haré si algún imbécil trata de cortejar ya sea a mi hermana o a mi bello prometido.

Con esas mismas ganas de matar, es que entro y miro a todos lados, para encontrar al muy idiota que creía que me iba a asustar. Le voy a mostrar la más galante de mis sonrisas, y con eso le haré saber que le he ganado en todos sentidos.  Y eso es lo que hago una vez que lo hallo, porque no sólo he tomado al bellísimo Kiryl de la cintura, sino, además el atrevimiento de plantarle un beso, logrando un precioso rubor en esas mejillas de porcelana.

—“Tami, Kiry… ¡ya les he dicho que eviten los besos en público!”— se ríe Touko, antes de saludar a mi muy odiado rival, el cual también le saluda de manera cortés, y, lo mismo con Kiryl y conmigo.

—“Qué honor tenerlos aquí. Espero que el evento sea de su agrado, siéntanse como en su casa…”— murmulla con esa voz elegante que tiene, y nos invita un whisky, que tomo por cortesía, porque odio beber.   

Y aunque no puedo responderle nada, sonrío de esa forma en la que nadie podría sospechar que pasa por mi disparatada mente, aunque he notado un detalle muy importante; otra vez tiene su mirada pegada en mi bello prometido, el que en efecto ha atraído muchas miradas sedientas de su belleza increíble. He escuchado algunos comentarios que Kiryl es incluso más hermoso que las mujeres de la fiesta, cosa que no contradigo para nada porque es la pura realidad, pero que sólo yo tengo derecho a decir.

Desvío la mirada, en un pequeñísimo intento de no saltar a matarlos a todos, porque en efecto se me está acabando la paciencia.

—“¿En dónde está su prometido? Me gustaría saludarlo”— murmulla Touko, sonriendo de esa forma muy adorable que me hace dudar muchísimo si es dirigida hacia mí.

Entonces de reojo observo al encuestado, y sonrío de lo lindo que se ha tornado todo esto. ¿Tensión? No, no. Es algo más emocionante, porque al parecer él está bien consciente de que soy su competencia. Sí se ha dado cuenta de Mitoki, es una tarea muy difícil de descifrar, pero tonto no me parece; así que en ésta ocasión tendré que mostrar mis habilidades para ganar pese a todo. Sonrío aún más, esperando su respuesta.

·

·

·

Frederick sonrió, mientras bebía un sorbo de la elegante copa.

—“Está alistándose. Suele ser muy melindroso al momento de arreglarse”— ‘cómo una mujer’, pensó Tamiya.

Y aunque el desagrado en la respuesta la fue muy profundo, su rostro mantenía la sonrisa. Miraba cauteloso a todas partes. Esos ojos azules y esa sagacidad digna del animal más astuto lo caracterizaban bien al momento de hacer o ejecutar cualquier cosa.

Cerró los ojos apenas dos rápidos segundos. No, no era el gesto de cansancio que creyó Mitoki, ni el efímero tiempo en el que quería huir de todo, qué creyó Touko. Eso era concentración. Tamiya era atractivo y excéntrico, no tonto.

—“Eso es algo justificable”— dijo el pelirrojo, mirando fijamente la copa entre sus dedos —“Él es la razón de este baile, así que debe verse despampanante”— había dicho eso por inercia, ajustando sus respuestas a la situación. Dudaba el hecho de que el impostor ese pudiera verse mejor que Mitoki.

Antes de qué los dos pudiesen intercambiar otra frase, Touko se disculpó, porque al parecer quería ir a pasear por el jardín y requería la compañía de Mitoki.

Ambos se marcharon, algo así cómo huyendo de la situación. A Tamiya eso poco le importó, aún tenía cosas por inspeccionar dentro de la elegante estancia. Ya había investigado las presencias de cada invitado, nada interesante, habían cazadores y otros seres sobrenaturales. Entre ellos pudo distinguir a un par de presencias conocidas, pero no era tiempo para socializar. Tenía que leer que carta estaba poniendo en la mesa Frederick. El hombre se le hacía muy listo, él podía reconocer a las personas dignas de su competencia, y este era uno de ellos.

—“Va a ser muy impertinente lo que le voy a preguntar, pero… ¿cómo fue que encontraron a su prometido? De verdad es una noticia agradable, pero a su vez, impactante”— había sido cauteloso al momento de preguntar.

—“Es cierto. Olvidé mencionar ese detalle. Cuando ya había ido a visitarlo, me informaron que ya habían indicios de en dónde podía estar, y al parecer lo recuperaron a tiempo, me lo dijo uno de mis ayudantes y por eso, encontré oportuno entregarle la invitación”— hubiesen sido un montón de incoherencias, pero no. Al parecer el Fray tenía el don telepático.

El cazador arqueó ambas cejas y dio un suave sorbo al contenido de la copa,, evitando esbozar una mueca de desagrado, mientras seguía pensando que había sido esa respuesta. Era mentira, lo sabía mejor que nadie, ¿de qué prometido le estaba hablando? Mitoki estaba todos esos días con ellos, y ahora mismo; con Touko.

Intuir le dolía la cabeza, pero su razonamiento era tan rápido como uno de sus parpadeos. Dirigió su mirada hasta una muchacha de cabellos verde agua, y ojos del mismo color. Y aunque el color violeta no era mucho de su agrado, el vestido del color mencionado realzaba la belleza juvenil que Chitoge exponía, y que dejaba a más de un hombre siguiéndola con la mirada.

Se esperaba la llegada de Chitoge, cómo la representante de La Unión, su presencia era indiscutible, pero eso sólo entorpecía cualquier movimiento que tuviese en contra. Chitoge era muy, muy lista, así que si ahora estaba siendo cauteloso, debería serlo el doble hasta que termine la fiesta.

—“Creí que no bebías”— la suave voz  femenina logró asustarlo, porque con tantas presencias cerca, no había ni sentido cuando la cabeza de La Unión se acercó lo suficiente para decirle eso, al oído.

Sonrió, y se apartó un poco de esa cercanía que no quería sentir. Necesitaba ver los bonitos ojos de Mitoki para calmarse aunque sea un poco, lo cual resultaba imposible, porque había huido junto a su hermana.

—“Estaba entrando en ambiente”— bromeó, notando cómo con los altos tacones, Chitoge ya le llegaba un poco más arriba del hombro. 

—“Oh, eso parece”— sonrió ella también, mientras intercambiaba una sonrisa con Frederick —“Quería ver a su prometido, pero al parecer no está presente”— murmuró Chitoge, pensativa.

—“Aún no acaba de alistarse”— respondió Frederick, ladeando un poco la cabeza —“Pero lo iré a llamar, porque no hay invitado que no me haya preguntado por él”— se disculpó antes de retirarse de la pequeña reunión. Al parecer iba llamarlo él mismo.

Tamiya miraba por segunda vez hacia la ventana. Trataba de relajarse, porque sentía como sus hombros se tensaban más y más, y eso era una afirmación de que algo andaba ocultando.

—“¿Bailamos?”— interrumpió Chitoge, sus largas divagaciones.

Él sólo sonrió algo impresionado, mientras maquinaba una rápida respuesta negativa.

—“Por mí, encantado. Pero Kiry es celoso, y me va a matar después de la fiesta…”— se excusó, sonando tan creíble, que Chitoge apretó los labios y desvió sus exóticos ojos del apuesto pelirrojo.

—“Pero Kiryl no está aquí ahora. Lo vi, estaba paseando con  Touko en los jardines”— murmulló, e incluso infló sus mejillas, lo cual le pareció a Tamiya muy adorable.

Y aunque Chitoge era muy, muy hermosa, la imagen de Mitoki la opacaba por completo, lo cual era extraño, siendo Mitoki un chico.

¿Qué otra excusa debía dar? Huir era un problema.

—“De acuerdo, pero sólo una pieza”—  contestó, mientras se perdía con la chica en el lugar dónde las demás parejas bailaban.

Se tomaron de las manos. Ella posó su otra mano en el hombro de Tamiya, y aunque él había bailado cómo máximo tres veces, posó sus manos en la cintura, casi con miedo.

Chitoge sólo lanzó una risita.

—“¿No sabes bailar?”— le molestó, lanzando otra risita. Tamiya también rió.

—“Sé bailar, lo qué no sé, es que me va a pasar si Kiryl me ve”— dijo en broma también, aunque tenía un tanto de veracidad. Mitoki sabía muy bien lo que Chitoge sentía por Tamiya.

—“Pero no estamos haciendo nada malo”— lo peor de todo es que era cierto. Sólo estaban bailando, aunque eso a Tamiya poco le importaba. Prefería evitarse cualquier malentendido.

—“Es qué tú no conoces a Kiryl”— dijo, incómodo, antes de comenzar a bailar sincronizado junto a  Chitoge.

—“¿Y tú sí?”— la respuesta lo dejó helado por unos segundos.

—“Por supuesto. Es mi prometido”— no estaba mintiendo, o no del todo. En esos días que habían pasado juntos, había estudiado completamente a Mitoki/Kiryl. Su forma de actuar, cómo hablaba respecto a alegres anécdotas o cómo fruncía el entrecejo y no miraba en un punto fijo cuando contaba experiencias dolorosas. Le gustaban mucho los animales, y en especial las arañas. Esa elegante forma de comer, sin siquiera chocar los cubiertos con los platos de pulcra porcelana, la forma en la que bebía en pequeños sorbos los líquidos. Cómo mordía su labio inferior cuando se sentía nervioso, o cómo sonreía ampliamente cuando decía alguna broma. Todo en Mitoki le parecía perfecto, hasta esos golpes que le lanzaba cuando se propasaba.  

—“Es muy extraño verte enamorado. ¿Eres así sólo frente a él? Yo te he notado extraño desde que te envié a… esa misión”— lo último, lo susurró, casi inaudiblemente.

Tamiya sonrió, y aunque él estaba nervioso, no lo dejaba notar. Ella era lista, estaba haciéndole saber que se mantenía alerta ante todo, porque sospechaba que Mitoki Y Kiryl, en efecto no eran tan distintos, sino, el extraviado prometido.

—“¿Sí?”— preguntó Tamiya, curioso —“Yo pienso que no me ha pasado nada. Siempre he sido así, frío al matar… ¿acaso he estado haciendo mal alguna de las misiones? Y sí, siempre me dicen que me porto cómo estúpido cuando estoy con Kiryl, es que no sé… es así desde que nos conocimos”— Chitoge sonrió, ocultando la rabia al oír la frase.

La canción aún no terminaba. Y Tamiya lo deseaba más que a  nada, no porque haya sido una interpretación mala, sino, porque bailar junto a alguien intuitivo y muy tajante se le hacía incómodo, tanto, que hasta la tarea de bailar se le hacía descomunal.   

Por fin la canción se acababa y ambos hicieron una reverencia. Chitoge observó a Mitoki llegar, junto a Touko, y cautelosa de qué el aún no divisaba a su supuesto prometido, tomó la mano de Tamiya, dirigiéndose a el lugar en el que estaban antes.

—“Dijimos que sólo una pieza”— musitó Tamiya, tratando de zafar el suave pero firme agarre en su mano.

—“¿De verdad quieres dejarlo ya?”— respondió ella, sonriendo incrédula —“Nos complementamos bien y más al momento de bailar”— Tamiya sonrió nervioso, sin tener idea de cómo apartarse.

—“Sí, pero eso va ha hacer que Kiryl me mate si nos ve tomados de la mano”— bromeó, aprovechando para liberarse de la mano de Chitoge —“¿Deseas una bebida?”— cuestionó de manera cortés, pues él iba a beber un poco de agua, en verdad odiaba el sabor del alcohol. Chitoge negó con una sonrisa.

 —“En vez de eso, me gustaría hablar más en privado”— admitió, acomodando su largo y sedoso cabello.

Tamiya desvió la mirada, pensando en qué responderle.

—“¿Sí? Pero estamos fuera de La Unión, dame un respiro”— volvió a bromear, y ya se estaba cansando de efectuar el papel del muchacho gracioso y cortés. Podía serlo, claro qué sí, pero esa noche él ya había llegado con muy mal humor.

—“¡¡Tami!!”— gritó Touko a lo lejano, mientras enseñaba una bolsita. Obviamente, a su lado estaba Kiryl, enseñando una mal fingida sonrisa. Chitoge ladeó la cabeza hasta el lugar de dónde había provenido ese chillido.

—“¿Encontraron algo interesante afuera?”— preguntó Tamiya, soltando un suspiro de haber sido interrumpido de tan incómodo momento.

—“¡No vas a creer lo que pasó!”— exclamó Touko, enseñando una bolsita de color turquesa —“Estábamos Kiryl y yo, caminando por los jardines, cuando nos encontramos con una sirvienta que nos dejó entrar al ‘Salón de las Rosas’. Resulta que ahí el Gran Fray se inspira para escribir sus muchos poemas, ¡y mira que no es para menos, el lugar está precioso! Había rosas de todos los colores que puedas imaginar y el aroma era estupendo, y lo mejor de todo, es que podías hacer perfumes con las rosas que desees. Y también, nos han regalado muchas semillas, Kiry dijo que iba a ayudarme a plantarlas en nuestra casa, ¿cierto Kiry?”— había contado aquello muy rápido, mientras movía sus manos, interpretando con éstas el lugar indicado.

Mitoki rió suevamente, mientras asentía con la cabeza.

—“Además, nos dijo que volvamos cuando queramos, ¡tienes que venir! Ahí los tres podemos…”— se detuvo cuando notó la presencia de Chitoge, o eso fue lo que les hizo creer a sus oyentes. Ella desde la ventana ya había divisado la peculiar compañía de Tamiya, así que decidió ayudarlo un poco —“Chi–Chitoge, no te había visto, disculpa”— se disculpó falsamente, mientras abrazaba a Tamiya y lo alejaba de ella.

—“Descuida”— la ironía de Chitoge fue latente —“Pero es bueno que nos hayamos reunido”— afirmó, o mejor dicho; mintió. Touko era molesta, y aún más cuando interrumpía en los momentos más imprecisos.

Repentinamente, sólo la suave interpretación de los instrumentos de cuerda se hizo oír en la sugestiva y muy sofisticada estancia. El Fray estaba bajando con su prometido.

Empezaron los comentarios de la belleza que resultaba ser ese chico. Elegante, sonriente, digno de ser llamado  prometido del Fray. Lucía un traje negro, una corbata azul con rayas oblicuas. Su cabello púrpura entre peinado y alborotado le daban una imagen espléndida. Y esos ojos verdes, más que tiernos, eran coquetos. Una sonrisa algo tímida, pero que expresaba confianza. En sus perfectas manos, se hallaba un reluciente anillo elegante, que hacía juego con la sortija del Fray. Era en verdad, un chico muy hermoso.

—“Cielos… sí que es lindo”— comentó Chitoge, mirando fijamente al muchacho que bajaba las gradas junto al hombre alto, refinado.

Touko, Tamiya y Mitoki miraban paralizados, algo boquiabiertos y con los ojos desmesuradamente abiertos.

—“¿Quién te parece más bonito, Tami? ¿Kiryl o el prometido del Fray?”— interpeló Chitoge, sorprendiéndose un poco de la expresión de Tamiya.

—“P–Por supuesto que Kiry”— contestó instantáneamente, nervioso.

—“Uh, Kiry… al parecer a Tami ya no le gustas mucho desde que miró al prometido del Fray”— bromeó Touko, en un intento de permitirles a ambos chicos salir del trance.

—“Tal parece, Touko…”— se recompuso Mitoki, esbozando una sonrisa burlona, aunque su respiración era algo agitada y su corazón palpitaba desenfrenado.

—“¡No, no! ¿¡Cómo crees, Kiry!? Él es hermoso, pero tú eres perfecto”— se defendió Tamiya, siendo sincero, y frunciendo un poco el entrecejo.

Touko y Mitoki rieron, al parecer habían cumplido bien su objetivo de enojar a Tamiya. Pero pese a esas risas, ambos estaban asustados. ¿Qué significaba eso? ¿Habían engañado al Fray, trayéndole a un chico muy similar al Mitoki que vio cuando niño? Tamiya ya no sabía si eso era bueno o malo.

—“Los dejo un momentito, voy a ir a dejar el regalo. Ustedes deberían hacer lo mismo”— Chitoge rió un poco y se alejó.

Cuando ya la observaron lo suficientemente apartada, se permitieron respirar para tranquilizarse.

—“¿Qué significa esto? ¿Él de verdad cree qué encontró a su prometido?”— Touko había dicho eso precipitadamente, respirando agitada —“¿Acaso eso no es bueno?”— Tamiya no respondió. Él tampoco sabía la respuesta.

—“No sé, pero esto es confuso”— admitió, cubriendo sus ojos con una mano.

—“Se parece a mí, al parecer lo engañaron, ¿en verdad no es bueno?”— susurró bajito Mitoki, mientras miraba a todos lados.

—“Es sospechoso”— dijo Tamiya, acercándose aún más a su prometido y a su hermana.

—“¿Por qué?”— preguntó en un susurro Touko, sin encontrar respuestas que le ayuden a sopesar la respuesta de su hermano.

—“Porque si lo hubiesen engañado, él… él no debería tener un anillo de compromiso, o no uno igual al que el Fray llevaba el día en que nos fue a visitar”—

Mitoki y Touko intercambiaron miradas. Tamiya era muy listo y había notado aquel pequeño, pero importante detalle. Era cierto, los anillos se parecían.

—“¿Aún no traen el regalo?”— interrumpió Chitoge el tenso momento, mientras sonreía —“Deben darse prisa, luego el Fray su prometido se verán acorralados, y no tendrán tiempo de darle el regalo”— comentó pensativa, mientras veía a Tamiya asentir con la cabeza.

—“Lo olvidé en el auto. Espérenme aquí…”— dijo Tamiya, antes de retirarse.

—“Touko…”— murmulló Chitoge muy cerca del oído de la pequeña pelirroja —“Cuando salí, sentí una presencia extraña, ¿puedes ir a inspeccionar por mí? Al parecer, anda merodeando, pero no puedo identificar cuál es, ya que hay cazadores aquí, quizás planea ir a un lugar, aprovechando que no estamos en guardia”— expresó algo preocupada.  

—“De acuerdo, iré a inspeccionar”— aceptó Touko, tomando la mano de Mitoki.

—“¿Estás segura de querer llevarlo? Tami dijo que él era humano y no se relacionaba con La Unión ni con nada, no lo vayas a exponer”— Touko miró estupefacta. Había olvidado ese detalle, y mentirle a Chitoge no podía, tampoco podía llevarse a Mitoki, ya que habían mentido que era un humano ignorante al tema de La Unión Legendaria.

—“Kiry… ya vengo, ¿de acuerdo? Quédate aquí”— Mitoki observó el miedo en aquellos orbes azules. Ella le dijo muchas cosas, que él no supo interpretar —“No salgas”— le advirtió, corriendo hasta la salida.

Mitoki y Chitoge se quedaron solos. Ella le regaló una sonrisa antes de ir a dejarle el regalo al prometido del Fray. Y aunque él le sonrió de vuelta, no supo identificar el significado en aquella sonrisa.

Suspiró, esperando la llegada de Tamiya. Pero no podía quedarse a esperar, no cuando había escuchado claramente que Touko salió sola en la noche, a buscar a una entidad amenazante.

Caminó hasta la salida también y comenzó a buscar a Touko, en medio del jardín que ya no estaba iluminado. Intuyó que se debía al espectro transeúnte.

Se asustó, porque no sentía la presencia de Touko cercana. Eso le dio algo de culpabilidad. Touko era muy encantadora, tanto, que no soportaría si algo le llegase a pasar.

Buscó alrededor de toda la mansión, y al no hallar nada, y al mucho menos no saber qué le diría a Tamiya sobre la repentina desaparición de Touko, le hacían sentir horrorizado.

Sus ojos se volvieron llorosos, y suspiró, antes de posarse al lado de un arbusto. Permaneció ahí apenas diez segundos, antes de ser arrastrado a la oscuridad.

—“Cabellos plateados, ojos dorados… pero aún sigues siendo seductor y terriblemente hermoso”— dio un respingo, mientras trataba de levantarse, no podía ver claramente en medio de esa oscuridad, aunque identifico apenas un par de orbes negros.

—“Usted…”— murmuró Mitoki, asustado y nervioso —“¿No debería estar con su prometido?”— no supo que más decir. Ese encuentro fue inesperado, aún más, con el Fray en un lugar tan extraño.

—“Lo estoy”— respondió el apuesto hombre de cabellos oscuros —“Y aquí estás tú, mi prometido, Mitoki”—

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ya he oído que me odian y todo eso, pero con mi lemon no se metan…

En Hotmail me han pedido la imagen, que gustosa les he pasado, pero he leído otros… de verdad que si tienen una crítica, que sea constructiva, por lo menos. Si el lemon les pareció fuerte (lo que a mí no, perdonen) pues lo advertí, así que no hay excusas. De todos modos, si desean, pueden dejar la historia, porque no habrá un lemon más así, sino, muchos otros, porque ésta historia va para largo.  Sí hago mención al aparato reproductor masculino, (el pene, no se hagan XD) es porque así se llama, no voy a ponerle sobrenombres zafios, lo cual si me parece algo vulgar.

Les pido POR FAVOR LEER otra vez las advertencias, y más si les desagrada el sadomasoquismo (el cuál combina los términos sadismo y masoquismo, en donde una persona obtiene placer al ser dominado o maltratado durante el acto sexual), el m-preg (que es el embarazo de un chico, UN HOMBRE), y por supuesto, el ya mencionado lemon (dónde se muestran relaciones sexuales entre los personajes), lo repito LEAN BIEN.

Y yo de verdad quería escribir las curiosidades de la otra novela, pero estoy terriblemente molesta. Así que se los prometo para la próxima. Si les interesa, Nickyu ha sacado otra novela; con el papi de Mitoki y su prometido "La Apología De La Estupidez Y El Amor", ¡está monísimo!, y creo que ese fue el motor para que yo me adelante con este cap. >////<

Un agradecimiento enorme a quienes leen mi historia, y a  quienes comentan, ¡los quiero bombones! ♥ De verdad que quiero mencionar a quienes me dejan sus adorables rws, pero esto de los correos con “reclamos” me han dejado molesta, en fin.

Cuídense amados míos, y nos leemos en la próxima.

Meiko Shion


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