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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

ATENCION!!! Quiero dar mi mayor agradecimiento a Lorcan Lyssander99 por haberme sugerido el nombre del bebé, confieso que ese espacio lo tenia en blanco pues no se me ocurria un buen nombre para el nene y por lo general no suelo aceptar ningun tipo de sugerencia a la hora de escribir, pero esta idea me parecio tan genial que no pude ignorarla, asi que una vez mas gracias Lorcan Lyssander ^^

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            Llegaron a Slytherin tres días antes de la boda, siendo recibidos por Perseus Parkinson, gobernador de Slytherin y padre de Pansy.

            -Majestad, es todo un honor –exclamó inclinándose cuando Harry bajo del camello- todo está dispuesto para su llegada, espero poder satisfacer sus necesidades como corresponde.

            -Gracias señor Parkinson, deseo que sea a mi concubino a quien se le atienda primero, el viaje ha sido agotador para él.

            -Y así será majestad –respondio haciéndole una seña a sus siervos para que se acercaran a guiar los camellos del concubino a su villa- si gustan seguir a mis siervos, toda su familia será atendida como debe ser.

            Toda la caravana fue guiada a la villa del gobernador, por lo que las mujeres y los niños pronto estuvieron cómodamente instalados.

            -¡Pansy! –exclamó Luna levantándose al ver a Pansy entrar a su cuarto.

            Pansy corrió hacia ella y se estrecharon en un fuerte abrazo, ambas llorando de sentimiento.

            -¡Oh querida te he extrañado tanto! –exclamó la rubia con el rostro de Pansy entre sus manos.

            -Y yo a ti… o Luna… -respondio volviendo a abrazarla- ¿Y Minerva?

            -Esta en la otra habitación cuidando a Scorpius.

            -¿Y las niñas?

            -Con otra sierva, no quisieron quedarse aquí, quisieron ir a revisar todo el lugar de inmediato y a buscar a Baasima, ya sabes como son, parece que nunca se cansan.

            Las dos se sentaron en la cama sin soltarse las manos.

            -Luna, tengo tanto que platicarte…

            -Te ves feliz hermana… -dijo Luna sonriendo mientras le tocaba un  mechón de cabello- tus ojos brillan como nunca.

            -Y es que soy feliz como nunca lo había sido –respondio sonriendo.

            -¿Y tu padre, como reaccionó a todo esto?

            -Uy ya te imaginarás… me abofeteó cuando le conté de mi divorcio, pues no hubo tiempo siquiera de enviarle una carta para avisarle; me tuvo encerrada por un par de días pero Baasima fue una gran ayuda, mi padre la adora y no tuvo más remedio que levantarme el castigo, pero estar ya lejos del rey, del palacio y de todo me ayudo mucho.

            -¿Y qué hay con tu prometido? –pregunto sonriendo picara- ¡debes contarme hasta el último detalle!

            -Oh Luna, Blaise es un hombre maravilloso.

            -Cuéntamelo todo.

 

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            Al igual que las madres, las niñas se abrazaron felices de verse de nuevo, mientras Blaise hacía el intento de ver a Draco.

            -Está descansando, lo siento –dijo Ron cuando recibió la petición de Blaise- pero le daré tu mensaje al rey para cuando esté dispuesto ¿te parece?

            -Sí, te lo agradezco.

            Pero con quien si pudo hablar fue con su amigo Gregory Goyle, quien junto con Vincent le daban la bienvenida.

            -Blaise, cabrón de mierda ¿casarte con la ex concubina del rey? Solo a ti podía ocurrírsete semejante idea.

            -Ya ves –respondio encantado alzándose de hombros.

            -Tomemos un trago, lo merecemos –intervino Crabbe.

            -Vamos.

 

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            Mientras tanto, el doctor de la ciudad visitaba al doctor de la familia real para ponerse a su disposición.

            -Puede usar nuestras instalaciones médicas para el parto del doncel.

            -Gracias, pero no será necesario, será atendido en la villa del gobernador –respondio Dumbledore.

            -Bueno, pero si necesita mi ayuda puedo permanecer aquí estos días.

            -No se preocupe, yo estoy perfectamente calificado para atenderlo.

            Después de que el médico de Slytherin se fuera, Dumbledore regresó a su habitación a seguir haciendo anotaciones sobre el embarazo de Draco y es que realmente estaba emocionado y feliz de poder ser él quien atendiera el parto del doncel, pues ningún médico en todo el país de Hogwarts había atendido nunca un parto semejante.

            Fue hasta el anochecer que Blaise por fin pudo ver a Draco, obviamente con su marido presente.

            -Majestad –saludo Blaise inclinándose ante Harry.

            -Adelante, te está esperando impaciente.

            Blaise pasó a ver a Draco, quien se encontraba en la cama, recargado en la cabecera rodeado de almohadas.

            -¡Blaise, hijo de puta! –Saludó Draco feliz de ver de nuevo a su amigo, quien se conformó con solo darle la mano- oh vamos, él no dirá nada.

            Dudando tan solo un instante, Blaise termino por darle un abrazo.

            -Estás enorme Draco –dijo sentándose en una silla junto a la cama.

            -Sí, lo sé… creo que esta vez sí pariré un camello –respondió sobándose la panza.

            -Te dije que yo entendería si no venias, te arriesgaste demasiado y lo sabes –dijo con gesto serio.

            -No jodas tú también, me siento bien.

            -Bien jodido dirás.

            -No hablemos de eso, hablemos de lo demás… ¿Pansy, en serio? tienes que contármelo todo.

            Blaise hizo un gesto que Draco entendió a la perfección.

            -Harry ¿podrías ir a ver si ya puso la marrana?

            -¿Qué?

            -¡Draco! –exclamó Blaise escandalizado.

            -No, no iré a ver si ya puso la marrana –respondio ceñudo- lo más que puedo concederles es irme a la otra habitación.

            -Gracias –dijo lanzándole un beso.

            Cuando Harry fue a la otra estancia, de la cual solo los separaban unas hermosas y traslucidas cortinas, Draco miró a Blaise de nuevo.

            -Ahora sí, habla.

            -¿Y qué quieres que te diga, Draco? –respondio Blaise encogiéndose de hombros.

            -Oh no empieces con esas mierdas –replicó moviendo despectivo una mano- sufrí bastante en el camino como para que me salgas con eso, quiero detalles.

            -Mas bien eres un maldito chismoso.

            -Sí ¿y? quiero saber.

            Blaise sonrió al ver a su amigo, con rostro cansado recargado en los almohadones.

            -Bueno, pues sucedió poco a poco –dijo al fin- mientras las seguía a todos lados, viéndola todos los días y en todo momento, comenzamos a platicar y con el paso del tiempo esas platicas eran algo que llenaba gran parte de mi día   y las disfrutaba mucho, hasta que me di cuenta de que las esperaba con emoción e impaciencia.

            -Oh que lindo –exclamó con aire exagerado  mientras hacía muecas de enamoramiento.

            -Qué idiota –dijo Blaise riendo.

            -¿Y qué es eso de que ya no tomarás otra esposa?

            -Es cierto, no necesito a nadie más, ella llena mi vida –declaro con sencillez- ¿para qué otra mujer si con una me basta?

            -Eres como mis padres –respondio sonriendo.

            -Eso aspiro a ser, tu padre siempre me causo admiración.

            -Pansy merece ser feliz, si la cagas con ella te patearé el culo.

            -No lo haré… y aunque no me gusta que te hayas arriesgado así, que bueno que pudieron venir, aunque parece que dejaste media vida en el desierto.

            -Me siento hecho una mierda, esa es la verdad…. Me duele todo –dijo removiéndose sin hallar acomodo en la cama- pero no podía faltar a esta boda, por Merlín que no –concluyó sonriendo.

            -Pero me siento culpable ¿Qué tal si pasa lo de la vez pasada?

            -Pero no pasó, además con nosotros viene ese doctor horrible.

            -Draco, creo que lo mejor será que te deje descansar –dijo al verlo removerse de nuevo.

            -No, no tengo sueño, de hecho ya no puedo dormir bien… Blaise me duele “ahí” horrible –añadió haciendo muecas.

            -Rayos, lo lamento –respondio resignado ya a que Draco hablara de más.

            -Pero ya casi –dijo cerrando los ojos y recargando la cabeza hacia atrás- pero bueno ¿ya todo listo para la boda, que dijo su padre, te aceptó? –añadió levantando la cabeza.

            -Los preparativos están listos y su padre al principio puso el grito en el cielo, de un rey a un soldado ¿te imaginas?

            -Sí, lo imagino… -respondio riendo- pero ¿y luego?

            -Luego ella habló con él y la verdad vi una transformación en ella que hasta a mi me sorprendió, cambio su forma de ser… no, no su forma de ser –corrigió- sino su actitud ante la vida, es una mujer distinta a la que traje del distrito Griffindor, ahora es decidida y sabe lo que quiere.

            -Qué bien, eso me tranquiliza, aunque aun no la he visto, ella merece ser feliz ¿y sabes que es lo mejor?

            -Qué.

            -Qué mi hijo nacerá en Slytherin, como yo.

            -¡Oh es verdad!

            -¿Y donde vivirán?

            -Aquí por supuesto.

            -¿En la villa de tu suegro? –exclamó sorprendido.

            -No idiota, en Slytherin.

            -Ah vaya…

            -Desde hace tiempo mi padre me heredo unas tierras y desde hace algunos años llevo construyendo mi casa y me alegra haber tomado esa precaución pues es bastante grande y le he invertido mucho dinero, una casa digna de una princesa y no lo digo porque ella haya sido concubina del rey.

            -Entiendo.

            -Además mi padre decidió también heredarme en vida, ya ves que soy su hijo favorito –exclamó con orgullo.

            -¿Y tu madre, cómo la lleva con Pansy?

            -Mi madre la adora y aunque mi padre no esperaba que me casara con una divorciada y con una hija, está contento de que ella haya sido concubina del rey, suena feo pero es como un status.

            -¿Y cómo la llevas con Baasima?

            -Muy bien, es una niña muy inteligente y su madre y yo hemos hablado con ella.

            -Me alegro tanto de que todo este saliendo bien ¿Y piensas seguir en el ejército? Ese trabajo es muy demandante y no creo que sigas asignado a cuidar de ellas, los demás soldados verían muy mal que te pagaran por cuidar a tu esposa.

            -Sí, lo sé…  yo también lo vería mal si viera a otro soldado hacer lo mismo.

            -¿Y entonces, serás asignado a otra misión?

            -Ese es el caso, no quiero dejar de ser soldado, Pero tampoco ya tampoco se trata de “quiero o no quiero”… ya tengo una familia y debo pensar en lo que más nos conviene  todos.

            -¡Vaya! ¿Acaso estás madurando? –pregunto burlón.

            -Puede ser –respondio sonriendo mientras se alzaba de hombros- ya ves que negocios no le faltan a mi familia y me permitiría tener un lugar estable aquí… no sé, aun no lo decido, pero tengo tiempo, me han dado un mes de licencia.

            -Bien, entonces buena suerte con esos planes, no será nada fácil decidir, lo sé.

            -Dímelo a mí, pero bueno Draco, te dejo descansar, tal vez no puedas dormir pero relájate un poco, lo necesitas.

            -Sí, no lo niego.

            Cuando Blaise estaba a punto de retirarse, Harry salió de la otra habitación para acompañarlo a la puerta y también para otra cosa.

            -Zabini, quiero hablar contigo, pero aquí no.

            -Cómo ordene majestad.

Blaise se retiró dejándolo descansar; sin embargo rato después fue el turno de Pansy de visitarlo.

            -Draco, que felicidad volver  a verte –exclamó con ojos llenos de lagrimas.          

            -No llores Pansy, pareciera que estás a un lado de mi lecho de muerte.

            -Es que no pensé que volveríamos a vernos en estas circunstancias –respondio ella sonándose la nariz, sentada en la misma silla en la que había estado Blaise.

            -Platiqué con Blaise  y ya está advertido, si te hace infeliz vendré desde Griffindor a patearle las pelotas.

            -Oh pues gracias –respondio riendo.

            -Te ves feliz, eso te hace ver más hermosa –dijo él tomándole una mano.

            -Sí, me siento feliz… ahora te entiendo Draco, sé que luchaste por lo que querías y desee lo mismo, desee ser amada como tú, luchar como tú.

            -Y serás la única.

            -Sí, lo seré… merezco ser la única dueña del amor de un hombre.

            -Por supuesto.

            -Draco, debes dormir –dijo metiéndole los dedos en su cabello rubio.

            -Todos me dicen lo mismo –respondio cerrando los ojos ante la caricia- tengo sueño, pero no puedo dormir… serás la novia más hermosa –dijo mirándola mientras sonreía.

            -Gracias.

            -Oye, hace rato Harry habló con Blaise pero no me dijo de qué.

            -Oh si, Blaise me lo contó, hablaron sobre Baasima, el rey sabe que ella convivirá todos los días con él y bueno, ya sabes cómo es.

            -Sí, lo sé… o sea que Blaise morirá de la manera más tortuosa posible si Baasima sufre a causa de él ¿cierto?

            -Cierto.

            -Típico de Harry.

            -También debo decirte que tus padres llegaron y mueren por verte, Blaise les mandó la invitación, dice que los aprecia mucho y además sabía cuánto desean verte

            -Genial… -respondio exhalando un suspiro.

            -Sí quieres les digo que más tarde.   

            -No, puede parecer lo contrario pero la verdad deseo verlos, hace mucho que no lo hago y los extraño, déjalos pasar.

           

           

 

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            El día de la boda, Blaise estaba arreglándose en la villa de gobernador en compañía de sus dos mejores amigos.

            -Oye Blaise, arreglado no estás tan feo –dijo Goyle riendo al verlo acomodarse por décima vez la hermosa casaca de gala color azul turqueza.

            -Cállate ¿no ves que no me queda?

            -Te ves muy bien Blaise –dijo ahora Crabbe  dándole la larga banda de color blanco que iba acomodada en los hombros- pero tienes el turbante chueco.

            -¡Oh mierda, es verdad!

            Los dos soldados se vieron entre si y luego comenzaron a reír ante el evidente nerviosismo de su capitán; pero el novio no era el único nervioso.

 

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            -¡Por el profeta, estoy sudando como un cerdo! –exclamó Pansy.

            -Niña ¿Qué cosas dices? –dijo Minerva acomodándole el hermoso velo bordado con perlas y diamantes e hilos de plata.

            -Me muero de nervios, creo que ni en mi primera boda me sentí así.

            -Tranquila querida –exclamó Luna terminando de abrocharle una de tantas pulseras de oro en su muñeca- tus tatuajes de henna quedaron hermosos.

            -Mami te ves muy bonita –dijo Baasima viendo a su madre ataviada en su traje de novia.

            -Gracias mi amor.

           

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            Siendo aun temprano y siendo que de hecho el interés de Dumbledore no era estar en la boda, sino asistir en el parto, salió de la villa a buscar algunos ingredientes para medicamentos que solo se daban en Slytherin y que encargar por pedido salía más caro.

            -Me ahorraré buen dinero si consigo estás cosas aquí –pensó el anciano de buen humor, lista en mano.

 

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            Pero el que no se sentía tan bien esa mañana era Draco, que para su espanto sentía una que otra contracción que sin saber cómo logró ocultar a Harry, quien se arreglaba después de haberlo ayudado a vestirse.

            -No puedo arruinarles el día –pensó con la frente sudorosa- este bebé no nace hoy.

            -En un momento traerán la silla de ruedas –dijo Harry acomodándose el turbante de color negro.

            -Ajá.

            -¿Estás bien?

            -Sí, solo un poco acalorado.

            -Bien, si sucede algo me avisas.

            -Claro.

            Se tocó el vientre y lo sintió duro, como cuando Scorpius estaba a punto de nacer.

            -Al menos las contracciones no son fuertes –pensó mientras se secaba la frente.

            Cuando fue la hora, Harry salió empujando la silla con un Draco mas callado de lo normal.

 

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            El enorme patio de la villa fue arreglado para la boda, con un altar en donde un sacerdote esperaba a los novios.

            -Nos toca aquí –dijo Harry acomodándose en los lugares preparados para ellos, viendo a sus hijas llegar casi al mismo tiempo acompañadas de una sierva que cargaba a Scorpius, pues Minerva y Luna estaban con la novia.

            -Ahora no Scorpius –dijo Draco cuando el niño al verlo comenzó a retorcerse mientras le estiraba los bracitos.

            -Ven hijo –intervino Harry cargando al pequeño, que insistía en que lo cargara su otro padre- ¿Qué le pasa?

            -No sé, pero ahorita no estoy para cargar a nadie.

            -Toma, ve a pasearlo para que no interrumpa la ceremonia –dijo dándoselo a la sierva.

            -Sí majestad.

            Scorpius comenzó a llorar cuando se lo llevaron, pero Harry sabía que era lo mejor pues Scorpius no quería que nadie más que Draco lo cargara y era más que evidente que el rubio no estaba de humor; y así todos los invitados comenzaron a llegar.

 

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            Cuando Dumbledore compro lo que necesitaba, inicio el retorno a la villa sabiendo que no debía ausentarse mucho tiempo debido a la condición del doncel del rey, por lo que apresurando el paso entró por una callejuela llamada “callejón Knockturn”.

            No conocía ese distrito, así que confundido le preguntó la dirección de la villa del gobernador a un par de hombres de aspecto nada confiable  

-¿Viene a la boda de la hija del gobernador? –pregunto uno de ellos.

            -Sí.

            -Vaya, imagino entonces que ha de traer buen dinero.

            -¿Cómo?

            En un dos por tres el viejo doctor fue desvalijado recibiendo en el forcejeo un fuerte golpe en la cabeza que lo hizo caer sin sentido  a un lado del callejón, dando la impresión de un ebrio dormido, y ya con su botín el par de ladrones huyeron de la escena dejando al hombre abandonado.

 

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