Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fénix del Rey por Orseth

[Reviews - 288]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

olvide decirle que aqui harry no usa lentes, aunque creo que es mas que evidente, pero bueno, hecha la debida aclaracion, espero les guste este capitulo.

besos!!

 

 

 

____________________________________________________________

           

 

            Caminó por un pasillo siguiendo a un guardia mientras otro caminaba atrás de él hasta llegar a una puerta, en donde el guardia toco y abrió dejándolo pasar.

            Entró solo pues los guardias quedaron afuera, pero después de que cerraron la puerta tras él, se quedo de pie sin saber qué hacer pues frente a él estaban sus padres, su madre vestida con ropajes hermosos que evidentemente se le habían proporcionado en el palacio, el rostro cubierto como correspondía a las mujeres casadas y junto a ellos, estaban los reyes, vestidos también para la ocasión y a un lado, sin poder faltar a la ocasión, estaba el príncipe.

            -Ven aquí –dijo Dumbledore amable, extendiendo el brazo.

            Draco reviso la habitación, era una habitación amplia, con un gran ventanal de donde colgaban unas cortinas de terciopelo rojo con ribetes dorados y estaban cerradas; pero lo que realmente le impacto fue una cama extraña un tanto alta que había en medio del cuarto.

            Narcisa y Lucius se miraron por un instante, sumamente nerviosos por la reacción que pudiera tener su hijo, pero Draco ni siquiera los miró y finalmente caminó hasta el doctor.

            -Bien –dijo Dumbledore dirigiéndose a los respectivos padres y príncipe ahí presentes- ahora damos inicio a la ceremonia de certificación de pureza; como es bien sabido, en estas ceremonias solo están presentes las madres y el médico que debe realizar el examen, pero en familias de muy alto nivel, como lo es la de los reyes, esto debe hacerse con ambos padres para confirmar la buena voluntad de ambos lados, los padres del doncel colóquense a mi izquierda… si, un poco más lejos por favor –añadió quedando Narcisa y Lucius a un metro de la cama- y usted majestad, a mi derecha –dijo a James- Alteza, a su lado por favor- dijo a Lily, quien se colocó a un lado de su marido- Príncipe Harry, a un lado de su madre por favor, de modo que quede del lado de la cabecera.

            Nadie decía nada, pero todas las familias reales y de muy alta alcurnia hacían eso para evitar que los doctores se prestaran a tratos deshonestos y aceptaran “obsequios” para pasar por alto el “desliz” de la doncella.

            En cuestión de minutos todos quedaron en sus posiciones, por lo que después se dirigió a Draco, quien lucía más pálido que un muerto.

            -Recuéstate en la cama.

            Draco lo miró y luego miró la cama no pudiendo evitar tragar en seco, miró a sus padres y vio la mirada suplicante de Narcisa; a todas luces evito mirar a los demás por lo que volvió a mirar la cama.

            Harry en tanto lo observaba atento, sorprendido del gran cambio que la ropa había efectuado en él, ahora podía ver claramente las grecas de su rostro y le parecieron algo muy singular, incapaz de describir.

            -Por favor –insistió el viejo medico tocándole un hombro.

            Draco se mojo los labios resecos y obligó a sus pies a moverse; se subió a la cama con ayuda de un pequeño banco y se recostó; el médico le quitó los zapatos y colocó una sábana blanca sobre sus piernas; sin saber qué hacer con sus manos, puso su antebrazo en sus ojos mientras el médico hacía lo suyo.

            Dumbledore levantó unos estribos a cada lado de la cama y colocó una de sus piernas en uno de ellos haciendo que su corazón comenzar a latir como loco; luego tomó la otra pierna y la colocó en el otro estribo dejándolo expuesto.

            Dumbledore acomodo la sabana que había empezado a resbalar ocultado las piernas del chico y luego bajo una parte de la cama dejándolo casi con el trasero al vuelo haciéndolo sobresaltarse.

            -Calma, con los pies en los estribos te sostienes tu solo y no caerás –dijo Dumbledore percibiéndolo.

            Luego ante el espanto de Draco bajó un poco la sabana dejándola hasta los muslos ocultando apenas sus genitales ante la mirada atenta de todos.

            Draco volvió a mojarse los labios sintiendo la garganta seca y cerró los ojos; Dumbledore se sentó en un banquito entre las piernas abiertas de Draco y comenzó a examinarlo.

            -Bien, al menos esta circuncidado como exige la ley sagrada –dijo el viejo medico.

            -¿Hubo alguien presente cuando se hizo ese procedimiento? –Pregunto James- porque a un doncel no pueden hacerle eso sin la presencia de sus padres.

            -Los dos estuvimos presentes majestad –respondio james- es una ceremonia importante que se le hace a los diez años a todos los varones, aun sin saber que era doncel no íbamos a dejarlo solo.

            -Bien.

Dumbledore tomó un tubito con lubricante y se mojó los dedos, después con una mano le separó un poco las nalgas y con la otra hundió el dedo índice poco a poco.

            Draco apretó los dientes y giró la cabeza sintiendo la invasión a su cuerpo, deseando haber sido mejor colgado a estar ahí, acostado en esa cama con las piernas abiertas ante un completo extraño  y ante la vista de un grupo de gente desconocida; se le formo  un nudo en la garganta sintiendo que nunca en su vida había sido tan humillado.

            -Ah… -jadeó cuando Dumbledore hundió mas su dedo buscando esa delgada membrana que parecía tener más valor que la persona misma.

            El viejo medico saco su dedo para hundir ahora su dedo medio pues no habiendo encontrado lo que buscaba, no estaba dispuesto a darse por vencido tan pronto.

            Draco removió las piernas, incomodo por la intrusión de los dos dedos en su culo.

            -No te muevas.

            El chico giró el rostro sin quitar su brazo y Harry pudo ver como apretaba los labios; sintió un poco de compasión, pero no mucha pues era deber de los donceles acceder a ese examen, era la tradición, incluso su madre había pasado por eso.

            James suspiró impaciente, ya sabía el resultado de todo aquello, por lo tanto no entendía el afán de Dumbledore en seguir examinando al chico, pero entonces el médico volteó a verlo con una pequeña sonrisa en los labios.

            -Lo es… -dijo mirando al rey- el doncel es virgen.

            -¿Qué? –respondio sonriendo- ¿estás seguro?

            -Muy seguro –dijo sacando sus dedos.

            Narcisa y Lucius se miraron felices; Lily abrazó a Harry, pues su hijo iba a recibir un doncel con honor y en buen estado; el único que no reía era el que estaba en la cama, aguantándose las ganas de gritar y salir corriendo.

            -Felicidades –dijo Dumbledore a Harry mientras se quitaba los guantes y levantaba la parte inferior de la camilla y bajaba las piernas de Draco; Draco no espero a que le quitaran la sabana, se puso de pie dejando que la ropa cayera sola y aventando la sabana a la cama.

            El rey hizo una señal y el doctor abrió la puerta para darles una indicación a los guardias.

            -Ellos te llevarán de regreso a tu habitación.

            Sin decir nada, Draco salió de ahí.

            -Tu zapa… -exclamó Dumbledore al verlo salir descalzo.

            Draco seguía al guardia con otro a su espalda, llegó a su habitación y cerró de un portazo, y viéndose a solas y solo entonces, pudo gritar; tanto así que el guardia que estaba en su puerta abrió rápidamente.

            -¿¡Qué quieres aquí?! ¡Lárgate!

            -¿Por qué gritaste?

            -¡Te importa una maldita mierda, lárgate!

            El soldado esquivó por poco el florero que paso volando cerca de su cabeza, por lo que enojado por la falsa alarma y por la insolencia del doncel, cerró la puerta.

            Ya a solas se tumbó en la cama lamentando su miserable suerte y deseando la muerte del mundo entero; paso un largo rato en donde reprimió las ganas de llorar, llanto de impotencia, de verse sometido a algo tan denigrante que al parecer marcaba su valor como persona.

            Si, era virgen… nunca se relacionó con nadie por temor a ser descubierto, pero eso no hacía diferencia… o al menos  no debería, pues seguiría pensando igual, sintiendo igual… seguiría siendo una persona completa aun habiendo tenido sexo con alguien pero nadie se daba cuenta de ello, o más bien no querían darse cuenta de ello, se quedó ahí por quien sabe cuánto, hasta que la puerta se abrió entrando sus padres.

            -¡Oh hijo mío! –exclamó Narcisa llorando mientras se apresuraba a abrazarlo.

            El solo hizo un gesto de fastidio y ni siquiera se levanto.

            -Draco, hijo –dijo Lucius sonriendo- estoy muy orgulloso de ti.

            -Pues por mí todos pueden irse a la mierda –pensó callándose eso por obvias razones.

            Se giró dándoles la espalda mientras ellos siguieron hablando.

            -Los reyes nos felicitaron, están felices –dijo Narcisa sentada en la cama- lo mismo que el príncipe… oh cariño, me has hecho sentir tan orgullosa de ti, hijo mío.

            -No formarás parte de la servidumbre, serás un concubino con todos sus honores y la unión se llevará a cabo en tres días.

            -¿Tres días? –Exclamó dándose vuelta- ¿Por qué tan pronto?

            -Porque al príncipe le urge un hijo varón.

            -Brindamos con un vino especial de las cavas subterráneas del rey –dijo Narcisa- siéntete feliz Draco, has dado honor a la familia.

            Después de que sus padres siguieron diciendo quien sabe que cosas más, pues él ya no volvió a decir nada, finalmente se fueron dejándolo solo, pero solo por unos minutos, pues la puerta se abrió y entro Minerva.

            -Joder ¿acaso nadie sabe tocar en este muladar de mierda?

            Suspirando resignada, Minerva dejó en la mesa una charolita con alimentos y una jarra de jugo.

            -Venga, no ha comido nada en toda la mañana y ya pasa del medio día.

            -No tengo hambre.

            -Eso no puede ser cierto, la comida le ayudara a sentirse mejor.

            -Lo dudo.

            -Solo un bocadito, ande, hágalo por mí.

            Draco no pudo evitar sonreír al oír eso, pero decidió hacerlo, tal vez la sierva tuviese razón.

            -Oh…

            -¿Qué pasa? –pregunto al verlo hacer muecas mientras se levantaba.

            -Ese bastardo… me dejo adolorido.

            -emm… supongo que se refiere al médico Dumbledore.

            -Sí, a ese hijo de puta, parecía que quería encontrar petróleo.

            Minerva rió de buena gana al oírlo, cosa que también hizo sonreír a Draco.

            -Llevaron copas al salón, estaban celebrando… al parecer usted pasó el examen exitosamente.

            -Cómo si fuera un camello al que van a comprar… poco les falto para revisarme la dentadura también.

            -Señor Malfoy es la tradición, sino fuera por eso, la moral y las buenas costumbres se relajarían; la virginidad es muestra de que una mujer se respeta a sí misma, que valora lo que va a brindarle a su marido en la noche de bodas.

            -¿En serio crees toda esa mierda?

            -Por supuesto –respondio convencida- y eso nos da el respeto de los hombres, yo le aseguro señor Malfoy que el príncipe ha cambiado la imagen que tenia de usted cuando llegó.

            -El respeto del príncipe me vale una mierda, ese maldito examen es denigrante… creo que nunca lo había pensado pues creí que nunca me vería sometido a ello pero es horrible; sí, tenias razón,  creo que sí tenía hambre –dijo ya sentado a la mesa comiendo cuscús, una pasta de sémola de trigo con verduras.

            -Lamento su sentir –dijo con sinceridad- no creí que le afectaría tanto ese examen.

            -Me acostaron en una cama y me abrieron las piernas frente a un extraño, ante la mirada de un grupo de gente, entre ellos mis padres ¿hay algo más humillante que eso?

            -Bueno… si lo dice así…

            -Aun no te convenzo ¿verdad? –pregunto viendo con fastidio el bocado que estaba a punto de comerse.

            -No señor Malfoy, yo estoy convencida de que es lo correcto, pero no se trata de discutir por eso ¿verdad?... supe que la unión se celebrara pronto.

            -Tres días… ¿Por qué tanta urgencia?

            -Es necesario, al reino le urge un heredero.

            -Pues se quedaran con las ganas porque el dichoso príncipe no va a ponerme un solo dedo encima.

            -No debe decir eso –respondio seria- de usted depende la estabilidad del reino.

            -La estabilidad de un reino debe recaer en sus gobernantes, no es un simple soldado.

            -Pero…

            -No quiero hablar de eso.

            -Muy  bien.

            La locura se apoderó del palacio en esos tres días y la noticia de un doncel se corrió entre la gente de la ciudad y de las demás ciudades del reino.

            -No lo sé, me importa un cuerno –dijo Draco alzándose de hombros mientras se recortaba las uñas de los pies, con Narcisa y Minerva enseñándole telas finas.

            -Pero hijo, puedes elegir el color de tu ropa.

            -Y debe ser rápido, las costureras están a la espera –añadió Minerva- también deben tomarle medidas.

            -No lo haré, nadie va a tomarme medidas.

            Rodando los ojos de impaciencia, Narcisa dijo a Minerva:

            -Tome, use esta tela –dijo dándole una tela color verde esmeralda- el verde es su color favorito.

            -¿Y su talla?

            -Vamos, yo ayudaré a las costureras –respondio saliendo de la habitación seguida por la sierva.

            Pero no solo a él le preparaban ropa especial, pues al príncipe Harry estaban confeccionándole un traje para ese día tan esperado; también preparaban los aposentos en donde el doncel del rey viviría, eran unas habitaciones en el área de las concubinas, zona en donde ningún varón podía entrar sin permiso explicito del capitán de la guardia del palacio.

            -La unión será mañana –dijo Pansy viendo como las siervas y algunos sirvientes entraban y salían de unas habitaciones cercanas a las suyas llevando y trayendo muebles y cortinas, ropa de cama y enormes jarrones para adornar la habitación.

            -No cumplimos con nuestro deber –respondio Luna con desaliento- le fallé a mi esposo.

            Pansy le tomó una mano y se la apretó sonriéndole con tristeza.

 

_______________________________________________________________

 

 

            Esa noche Draco no pudo pegar un ojo, ni siquiera se acostó, se la pasó caminando de un lado a otro pensando en cómo escapar de esa situación, pero de algo estaba seguro y era que ese hombre nunca lo tocaría, había accedido a ese estúpido examen pero nada más; había escapado de situaciones realmente peligrosas, situaciones a las que seguramente ese príncipe nunca se había enfrentado, así que algo habría de ocurrírsele.

            La mañana lo sorprendió tumbado en el sofá, durmiendo con el cuello chueco.

            -Ay mi cuello –masculló levantándose y estirándose.

            Entonces la puerta se abrió entrando por ella, su madre, Minerva y las dos siervas.

            -¿Qué nadie sabe tocar?

            -Apúrate hijo, la ceremonia será a la seis de la tarde.

            -¿Y entonces cual es la apuración?... son apenas las ocho de la mañana –respondio viendo el reloj de pared.

            -Aun queda mucho por hacer, como medirte la ropa por ejemplo, Minerva pásame los pantalones.

            Minerva abrió el cofre que las dos siervas cargaban y sacó un hermoso pantalón de color verde.

            -Mira hijo, estoy segura que te quedará perfecto, conozco tu talla pero aun así mídetelo, aun hay tiempo de hacer arreglos.

            -No voy a ponerme nada.

            -Draco por favor… -dijo poniéndose seria- vas muy bien hijo, no arruines esto.

            -De acuerdo –respondio soplando una uña de su cortaúñas- pero no te quiero aquí.

            -¿Cómo?

            -Quiero solo a Minerva, incluso quiero que las dos siervas se vayan también.

            -Pero hijo… -exclamó bajando lentamente el pantalón- este día es muy importante, no solo para ti, sino para mí también, mi único hijo…

            -No madre, no estás preparando la boda de una hermosa hija –interrumpió hablando irónicamente- así que deja a un lado esas palabras cursis que estabas por decir.

            -¡Draco!

            -Lo que estás haciendo es preparar la mortaja de tu único hijo para llevarlo al matadero, así que al menos déjame cumplir un último deseo y ese es que quiero estar solo.

            -Pero cariño…

            -Ya dije –concluyó levantándose y yendo al baño cerrando de un fuerte portazo que las hizo respingar a todas.

            Narcisa se quedó en silencio, sintiendo una gran tristeza por verse fuera de algo que consideraba su derecho, sin embargo conocía lo suficiente a Draco para saber que el chico no saldría de ahí hasta que ellas se hubieran ido; por lo que dejando el pantalón sobre la cama salió de ahí sin decir nada seguida de las dos siervas.

            Cuando el rubio salió, encontró en la habitación solo a la vieja sierva, que lo miraba sonriendo sentada en la cama.

            -No debería ser tan duro con su madre, ella tiene todo el derecho del mundo a estar aquí, no yo.

            -¿Y por qué? –preguntó tumbándose en la cama.

            -¿Cómo porqué? Toda madre desea preparar…

            -Escucha –interrumpió sentándose- déjame en paz, no quiero saber nada de esta mierda, nada…

            Minerva lo vio darse la vuelta y abrazar una almohada.

 

__________________________________________________________

 

 

            El palacio estaba hirviendo en actividad, en las cocinas se preparaban los platillos más exquisitos, pues aunque no era una ceremonia abierta por no ser Draco hijo de algún diplomático, de todos modos la gente más allegada al rey asistiría, además de que el rey solía dar comida especial al ejercito que estaba en el palacio.

            -Los padres del doncel no pagarán dote –dijo Lily revisando sus vestidos mientras James tomaba una taza de té en el sofá- eres generoso al renunciar a ese derecho, querido… su obligación es pagar.

            -Sí, soy generoso en ocasiones, al parecer me equivoque respecto a ellos, no fue tan mala la educación que le dieron a su hijo; pero hay algo que me inquieta aun.

            -Sí Dumbledore se equivoco –respondió ella dejando su ropa para sentarse junto a su esposo- también lo he pensado, pero todo eso lo confirmaremos mañana, cuando Harry muestre el paño de la virginidad.

            -Sí esa tela no sale con sangre, haré que los Malfoy paguen cada centavo que tienen en la dote de su hijo.

            -Calma querido, confiemos en Dumbledore.

 

______________________________________________________________

 

 

            -Ya son las tres de la tarde –dijo Minerva ya no tan comprensiva- por favor, tenemos mucho que hacer.

            -¿Cómo qué? –pregunto Draco acostado en la cama con las piernas recargadas en la pared.

            -Señor Malfoy, soy la encargada de prepararlo para la ceremonia, déjeme cumplir con mi deber.

            -No soy un niño al que tengas que vestir,  así que no te preocupes.

            -Pero apenas le dará tiempo de tomar su baño de tina.

            -¿Y para que mierdas yo querría tomar un baño de tina?

            -Para perfumar su piel.          

            -Un soldado no necesita perfumar su piel, agua y jabón bastarán.

            -Le ayudaran a relajarse, debe estar muy tenso –dijo ella sentándose en la cama- hay unas sales que están hechas a base de hierbas calmantes, no me dirá que por más tranquilo que parezca, no desea tirarse por la ventana.

            Draco no respondio al momento, lo que hizo fue sentarse y mirarla.

            -¿De verdad son muy buenas?

            -Yo sé que esta con los nervios de punta, ese baño hará milagros, ya lo verá.

            -De acuerdo, lo tomaré.

            Ocultando sonreír muy abiertamente debido a su triunfo, Minerva se levantó a preparar la tina; rato después Draco estaba sumergido en ella dormitando en el agua tibia, pero cuando salió no hubo poder humano de convencerlo de aplicarse perfumes y aceites aromáticos, por lo que simplemente comenzó a vestirse.

            -¿Otra vez sin botas? –preguntó al ver unas babuchas plateadas sobre la cama.

            -Deberá olvidarse para siempre de las botas de cuero, no son propias del concubino del príncipe.

            Al menos la ropa no era afeminada, pues su traje constaba de un pantalón recto sin ningún adorno, una camisa ligera de algodón y encima una casaca que le llegaba a medio muslo, de cuello alto con botones de plata a todo lo largo, pero la tela era hermosa, pues tenía bordados que hacían evidente que era muy costosa.

            -Un par de meses de sueldo sin duda –pensó Draco poniéndose la ropa interior.

            Cuando acabó de vestirse, enredó en su cabeza una larga mascada de tela verde hasta formar un sencillo turbante, luego se tumbó en la cama ante el azoro de Minerva.

            -¡No debe hacer eso, arrugará la ropa!

            -¿Y?

            -Mejor levántese para que tome un refrigerio, no quiero que se me desmaye en plena ceremonia.

            Reconociendo que lo que menos quería era dar ese patético espectáculo, se levantó para comer la ensalada de frutas que Minerva le dio, no sin antes colocarle una ridícula sabana encima.

            -Para que no se ensucie.

            -Pura mierda… -masculló rodando los ojos.

            -¡Señor Malfoy, esa forma de hablar!

 

 

____________________________________________________________

 

                                                                 

            Y no era el único nervioso, en su habitación, pidiendo estar a solas después de prepararse, Harry se miraba al espejo, vestido con un traje igual al de Draco, solo que el de él era de color rojo oscuro con botones dorados abrochados hasta el cuello.

            Miró su turbante y acomodó un mechón de cabello que escapaba de su frente, aunque después de un rato decidió dejarlo para ocultar la cicatriz en forma de rayo que tenía, producto de una caída de un caballo en su adolescencia.

            Suspiró sin dejar de mirarse y se tocó el pecho sintiendo su corazón acelerado, pues viendo por el espejo el reloj de pared, vio que solamente faltaban quince minutos para las seis de la tarde; ni siquiera cuando se caso con Bellatrix se había sentido así de nervioso.

            -Rayos… -masculló desviando la vista de su reflejo, sabiendo a que se debía ese nerviosismo, y todo era porque la persona con quien estaba a punto de unirse, era un hombre… un doncel sí, pero a final de cuentas un varón.

            Se mordió el labio inferior distraídamente mientras recordaba aquellos ojos grises, tan enormes y cristalinos… luego en la ceremonia de certificación, esas grecas en ese rostro sin velo también le habían impactado… no, no solo las grecas, sino toda esa cara; él no era homosexual… nunca, ni pensarlo pues eso estaba prohibido por Dios y el libro sagrado; el que se despertara de vez en cuando con una erección soñando pitos y nalgas masculinas solo era coincidencia; pero eso nadie lo sabía, porque eso no significaba absolutamente nada, además le excitaba un hermoso cuerpo de mujer, le gustaban los pechos de sus mujeres y tener sexo con ellas, pero todo estaba bien pues a quien tenía que cogerse era a un doncel, no era como que iba a hacerle el amor  a un hombre.

            -No es lo mismo… -se dijo a sí mismo sintiéndose un poco mejor.

 

 

_______________________________________________________________

 

 

            Cuando llego la hora, se encaminó al salón principal en donde iba a llevarse a cabo la ceremonia encontrándolo lleno, con aproximadamente treinta personas pues no había habido tiempo de traer a mas amigos y familia, pero estaba bien, solo iba a unirse a un concubino.

            -Padre –dijo cuando llegó al lado de James, quien junto a su esposa charlaban con un sacerdote del templo.

            -Estás muy guapo, hijo mío –dijo Lily orgullosa.

            -¿Y los Malfoy?

            -Están ahí –dijo haciendo una seña con la cabeza señalando un extremo del salón, donde el matrimonio Malfoy estaba sentado.

            -¿Qué hora es?

            -Son las seis en punto –respondio James frunciendo el ceño- ¿Por qué el doncel no ha llegado?

 

 

__________________________________________________________

 

Notas finales:

Hasta la proxima!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).