Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hasta el final por HakudiNN

[Reviews - 96]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola familia cibernética de mi corazón de uva pasa!!

Muchísimas gracias por darse un tiempo para pasarse por aquí y por dejar sus comentarios también! Me motivan muchisimo!!!

:D!

Traigo una continuación corta pero estoy trabajando en capítulos mas largos!

Espero que les guste

Sasori abrió la puerta solamente para cerrarla inmediatamente, dejándolos a ambos afuera sin siquiera una explicación de por medio.

--Vete, Hidan—ordenó sin mirarlo. El interpelado puso mala cara, no había seguido a Sasori hasta su casa para no poder acosarlo a gusto, si el bastardo creía que podía botarlo así nada más luego de haber llegado juntos hasta allí, estaba muy equivocado.

--Oye, imbécil, espera un momento…

--Vete, Hidan—repitió con dureza.

¿Qué cojones? El chico enarcó una ceja con molestia y empujó la puerta del departamento de Sasori, entró sin pedir permiso notando a la mujer mayor que ocupaba el salón.

--¿Y esta anciana quién es? ¿Eh, Sasori?

La mujer entrecerró los ojos, marcando las notables arrugas alrededor de sus párpados.

Era bajita (mucho más que Sasori, que ya era considerado por Hidan como un Umpa lumpa), regordeta y de cabellos grises por completo.

El pelirrojo cerró la puerta detrás de su espalda.

--¿Qué haces aquí, abuela?—inquirió con brusquedad.

--Veo que no te es suficiente relacionarte con gente vulgar, Sasori—le echó una mirada de desprecio a Hidan—Ahora también te comportas como una.

--¿Esta vieja es tu abuela, Sasori?—sonrió burlón—Vaya que no se parecen en nad… ¡Oiga, anciana! ¡¿A quién le está llamado vulgar?!

Sasori resopló ligeramente y pasó de largo.

--¿No tienes que trabajar o algo, Hidan?—preguntó con frialdad.

Chiyo siguió los movimientos de su nieto, analizando el gesto soberbio de su nieto.

Hidan torció los labios con molestia, sin embargo, tras soltar un suspiro de resignación, se encogió de hombros.

--Que mierda—se quejó—Tendré que hablarte del jashinismo después—se encaminó a la puerta—Sasori, avísame cuando te deshagas de tu abuela para poder hablar sin molestias.

Los orbes pardos de Sasori lo miraron con frialdad antes de encaminarse hacia su habitación: Hidan podía llegar a ser realmente irritante.

Chiyo le lanzó una última mirada desconfiada al desagradable amigo de su nieto, esperó hasta que cerrara la puerta, solo entonces se atrevió a soltar el aire hasta ahora retenido. Ese muchacho era sumamente nocivo.

Su nieto había desaparecido por el corredor así que lo siguió y se detuvo cuando él lo hizo: justo en la entrada a su cuarto cubriendo con su cuerpo el acceso. La anciana comprendió que su nieto no quería que mirara dentro.

--No respondiste lo que pregunté—habló el pelirrojo con desinterés.

--Sasori, eres mi nieto, no necesito un motivo para visitarte—respondió esbozando una ligera sonrisa de afecto.

Los ojos pardos del pelirrojo la miraron por encima del hombro con evidente desagrado, contradiciéndola.

--Que estupidez—sentenció ante la mirada apagada de su abuela—Ya me has visto antes de morirte, ahora vete.

--Puede que tenga un pie en la tumba pero si no venía, moriría con remordimientos—admitió acercándose lentamente, alzando una palma en pos del hombro de su nieto.

--Anciana, hace mucho que no te haces cargo de mí, así que no tienes nada que hacer aquí—tajó antes de que lo tocara.

--Tus padres te dejaron protegido…--intentó por enésima vez, esperando que no se repitiera el mismo final cada vez que tocaba el tema.

Sasori entró a su habitación cerrando de un portazo. Chiyo permaneció en silencio con la mano todavía alzada en dirección a su nieto; siempre obtenía la misma respuesta evasiva pero contundente al mismo tiempo por parte de Sasori.

Se dio vuelta sobre sus pasos y volvió al salón, ocupó en sofá principal y esperó como lo había estado haciendo desde hacía cuatro años, preguntándose en qué se había convertido su adorado nieto.

 

 

Sasori se recargó sobre la puerta, dejó de oír los pasos de la abuela aunque no la puerta, seguramente iba a quedarse por ahí. Echarla nunca había sido suficiente para mantenerla alejada.

Inhaló profundo y se encaminó lentamente hasta el proyecto en el que trabajaba: una marioneta con aspecto de salamandra, su interior estaba planeado como una pequeña bodega llena de paneles secretos.

Asió la mano hacia una de las cuchillas para detallar pero no la alcanzó, su palma quedó suspendida sobre el artefacto mientras Sasori bajaba la mirada hasta la marioneta que construía. Cerró la mano en un vibrante puño y frunció los labios.

**

Apenas la puerta se abrió Itachi se plantó en su lugar: dentro del salón Naruto miraba con gesto de aburrición lo que parecía ser ¿qué? ¿Una competencia de miradas apáticas entre su hermano y el que debía ser su amigo?

--Oye, ha comenzado a llover de nuevo, hum—Deidara lo empujó ligeramente adentro, pasando de él. En cuantos sus ojos notaron la curiosa escena también se paralizó. No esperaba que Itachi viviera con alguien…menos con tantas personas.

Naruto separó la mejilla de su mano y con un parpadeo de reconocimiento esbozó una amplia sonrisa.

--¡Itachi!

Sasuke reaccionó ante la mención de su hermano mayor, miró de reojo la puerta y se cruzó de brazos con intención de retomar el ascenso hacia la segunda planta.

--¡Están empapados, de veras!—el rubio se puso de pie de golpe--¡Traeré unas toallas!

--No es…--antes de que Itachi terminara su frase, el rubio ya había iniciado la carrera, pasando de largo a Sasuke, quien tras mirar de arriba abajo a su hermano se echó a andar escaleras arriba.

Un silencio incómodo inundó el salón, solamente roto por las gotitas de agua que caían desde las puntas de sus cabellos. Los ojos rojos de Itachi analizaron al muchacho blanco como el papel que estaba parado en medio del salón, el cabello y ojos negros le daban un ligero parecido a su hermano menor.

Deidara posó la mirada en cada uno, preguntándose quien era más raro.

--Mi nombre es Sai—el paliducho se volvió a ellos con una sonrisa amable—Es un gusto conocerlos, espero llevarnos bien.

Deidara alzó una mano con desgana.

--Itachi Uchiha—se presentó.

--Claro, el hermano mayor de Sasuke—no deshizo el gesto—Me quedaré a cenar esta noche—finalizó.

Deidara arqueó la ceja: el muchacho no sabía muy bien cómo llevar las relaciones sociales, seguro.

Itachi se echó a andar sacándose el suéter en el camino. Deidara se quedó en su lugar chorreando agua.

--¿Cuál es tu nombre?—preguntó Sai—Se supone que es educado responder con tu nombre cuando alguien más ya se ha presentado.

--Deidara—sacó su móvil para buscar el contacto de Sasori: No tenía intención de volver a su casa hasta estar seguro de que las notas no tuvieran ninguna relación entre ellas, y sobre todo, que no involucraran a Pain.

--¿Por qué estas utilizando tu móvil? No es cortés hacerlo mientras hablas con alguien—apuntó el muchacho pálido. Deidara lo miró con apatía ¿en serio?—No lo digo yo, sino un libro sobre…

--¡Aquí tienes!—Naruto apareció al pie de las escaleras y le extendió una toalla—Soy Naruto, por cierto.

Aceptó lo que le ofrecía y se la pasó por el cabello, mientras escurría los mechones todavía cerca de la puerta, Naruto se enfrascó en una conversación con Sai acerca de lo libros que seguía mencionando.

Apenas vio a Itachi salir de la cocina (seguido por un agradable aroma de sopa caliente), Deidara quiso excusarse e irse de allí.

--Oye…

--Iré por Sasuke y cenaremos—musitó sin mirar a nadie, interrumpiendo al rubio.

La mano de Deidara cayó sin fuerza a su costado: genial, una cena familiar con gente que no conocía.

**

Se dejó caer sobre el sofá de cuero negro.

--Tu turno ya comenzó, Hidan—le recordó la mujer sentada detrás del escritorio frente a él. El interpelado hizo caso omiso y estiró con cinismo los brazos detrás del respaldo, descubriendo su torso desnudo debajo de la chamarra. El dije brillaba en medio de las sombras del sitio.

--Todavía no llega nadie, Konan. Date un respiro, vas a arrugarte—soltó con sorna.

La mujer entornó los ojos ámbar con irritación aunque no le prestó mayor atención: siguió revisando las finanzas del bar. Hidan la miró de reojo, repasando el delicado mentón de la mujer, adornado por un piercing debajo de los labios; Konan le parecía bastante bonita, de la clase de mujeres que presumen un porte elegantemente frío, distante. Su cabello azul siempre peinado y adornado con una rosa que aparentaba ser de origami, le daban una apariencia sofisticada que combinaba muy bien con el impecable maquillaje.

Si a Hidan no le fueran mejor las pijas que los coños, seguramente trataría de llevársela a la cama. A veces se descubría comparándola con el enano de cabellos rojos, sus ojos reflejaban la misma frialdad aunque la de Sasori era más bien una apatía serena…Hidan no era bueno dando ese tipo de explicaciones…

Hablando de Gepetto, Hidan tenía muchas ganas de enviarle un mensaje de texto para preguntarle qué haría el fin de semana.

--Has hecho un excelente trabajo, Kakuzu—habló ella de pronto, sin alzar los ojos de la contabilidad.

Hidan se removió sobre el sofá para mirar al recién llegado a la oficina. Kakuzu cerró la puerta detrás de sí, ahogando la estridente música que se colaba desde el bar. Ingresó a la pequeña oficina sin mirar a Hidan ni una sola vez.

--El dinero es mi especialidad—respondió. Konan captó el ligero ataque y alzó la mirada al hombre moreno que tenía en frente.

--Tu trabajo es excepcional, es cierto—admitió—El lugar aumentó sus ganancias en unas cuantas semanas.

--¡Que joda!—gruñó Hidan—No todo es dinero en este mundo.

--El dinero controla al mundo, Hidan, es solo que tu estupidez no te deja verlo—espetó Kakuzu.

Konan soltó el aire: ahí iban de nuevo.

--¡Cállate, imbécil!—se incorporó de golpe—No eres más que un ateo de mier…

--Madara quería saber cómo va todo en su negocio—interrumpió Konan poniéndose de pie.

Ambos se miraron un momento en silencio. Los ojos verdes de Kakuzu comprendieron al vuelo.

--Oye, idiota—habló Kakuzu—Tienes trabajo ¿no es así?

Hidan chasqueó la lengua antes de salir de la oficina para sumergirse en la oscuridad del bar semivacío.

--¿Madara piensa venir?—inquirió Kakuzu volviendo sus ojos verdes a la mujer.

--No. Se supone que alguien como Madara Uchiha no tiene esta clase de negocios—recargó las caderas en el escritorio—Pero al parecer ahora puede estar tranquilo al saber que eres tú quien lo administra, Kakuzu.

--El dinero es en lo único que puedes confiar—replicó como si fuese suficiente respuesta, al parecer Konan estuvo satisfecha porque se echó a andar a la salida— ¿eso es todo?

--Si y no—se detuvo con una mano sobre el pomo—Estoy aquí por Madara principalmente pero…le hago un favor a alguien que está interesado en el bar.

Los ojos verdes de Kakuzu se entornaron.

--¿Por qué?

--Cree estar seguro de haber encontrado a alguien que busca—musitó con un resoplido.

--¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

--Contigo nada pero ibas a hacer preguntas cuando me vieras por aquí—se encogió de hombros—Es mejor que lo sepas ahora…Y por cierto: hagas lo que hagas no despidas a Hidan.

--Ya sabes que no tengo elección: solamente su irritante presencia ha atraído muchos clientes.

--Dinero, dinero…--susurró Konan con media sonrisa irónica. Kakuzu no cambiaría nunca, era el hombre más ambicioso que conocía, del tipo de seres repugnantes que vendería a sus hijos (si los tuviera).

--No me has dicho porque tú o a quien estás encubriendo tienen interés en que ese inútil se quede…

--Hidan tiene contacto con quien buscamos desde hace dos años—dijo antes de salir.

La mujer taconeó por el oscuro bar, ignorando unas cuantas miradas se deslizó en medio de los concurrentes al sitio, echó una ojeada a la barra: detrás Hidan tonteaba con alguien mientras acariciaba el famoso dije de su religión.

Hidan era un contacto de importancia y aunque le pesara, tendría que usarlo si era necesario. Konan sintió un vuelco en el corazón: el camino comenzaba a terminarse y se le acababan las excusas para hacer fracasar lo que ella misma ejecutaba; controló el temblor en su labio inferior y siguió su camino hacia la salida.

**

--Sasuke—llamó Itachi por enésima vez desde el otro lado de la puerta. El interpelado, recostado en medio de la oscuridad, siguió ignorándolo—Sasuke…tus amigos están abajo…

--Sai no es mi amigo—tajó. Al instante se arrepintió de abrir la boca (pero es que ese mediocre clon suyo de segunda mano le pateaba las bolas), ahora su plan de hacerse pasar por dormido se había ido al caño.

La perilla de la puerta tembló cuando Itachi intentó abrirla desde afuera.

--Estas siendo infantil, Sasuke.

Fue suficiente para terminar con su paciencia, el chico se puso de pie y caminó a grandes zancadas hasta la puerta, quitó el seguro y abrió de golpe.

--¿Qué quieres?

Itachi se tallaba un ojo con el dorso de la mano.

--Baja a cenar.

--No tengo hambre. Ahora largo—se cruzó de brazos.

--No viniste aquí para pelear—trató de nuevo.

--Ya dije que no tengo hambre. No estoy aquí porque quiera, lo sabes ¿no?

Itachi vio venir otra escena.

--Comprendo a la perfección cómo te sientes, Sasuke.

--¿Qué comprendes?—soltó una risotada amarga--¿Cómo podrías? Ah, claro, porque eres perfecto—se burló.

Lo miró atentamente durante un instante que pareció eterno, los ojos negros de su hermano menor le demostraban un doloroso repudio camuflado en autosuficiencia.

--No es el momento para esto, Sasuke—exclamó al fin—Como dije, tus amigos están abajo.

El chico hizo ademán de volver adentro, Itachi lo sujetó por el brazo.

--Baja—sentenció. Sasuke se encogió levemente ante el imperativo implícito en la aparente amabilidad de su hermano; todavía se acordaba que Itachi podía parecer un hombre paciente…aunque estuviera lejos de serlo.

Se arrebató del agarre y dedicándole una mirada retadora se echó a andar hacia las escaleras.

**

El calor explotó con una onda expansiva que la cortó en pequeños pedacitos tan frágiles como el papel. Se estremeció debajo del cuerpo sudoroso que había detenido las embestidas contra su entrepierna y aflojó los brazos alrededor de la ancha espalda.

La sangre le palpitaba detrás de las orejas tan claro que creyó que él era capaz de escuchar su pulso, pronto desechó la idea por lo absurdo que resultaba. Él se removió fuera de ella y se fue incorporando lentamente hasta sentarse en el borde del lecho.  Konan asió las sábanas para cubrir su cuerpo con ellas, arrastrándose hasta la cabecera de la cama.

Él estaba poniéndose los pantalones con brutal indiferencia, ni siquiera la miraba.

--Ey…--habló ella acomodándose el cabello detrás de la oreja. Él dejó lo que hacía para indicarle que le escuchaba—Hablé con Kakuzu hoy.

--Lo sé—retomó la tarea de vestirse.

Konan agachó la mirada, jugando con los bordes de la sábana.

--Estará atento a Hidan…--murmuró fijando los ojos en la pared.

--No es suficiente. Hidan tiene que llevarlo ahí para que estemos seguros—exclamó mientras se abotonaba la camisa negra.

La mujer cerró los dedos entorno a la tela, ahogando en su interior lo que en realidad quería gritarle.

--¿Por qué es tan importante?

Él pareció pensárselo un momento, luego, con un resoplido de frustración se volvió a ella.

--Porque no lo soporto más, Konan, tengo que verlo—dicho aquello se puso de pie para dejarla sola en la oscuridad de la habitación.

 

**

 

“Incomodidad” era su nueva palabra favorita y además un término insuficiente para describir lo mal que se la pasó en aquella cena: Itachi callado como una tumba, el hiperactivo rubio sin parar de hablar durante todo el rato, el clon joven de Itachi dijo un par de frases: una fue insultando al rubio y la otra solicitando las servilletas.

El peor de todos, y eso era decir, fue el chico color papel: pecaba de honestidad…o falta de tacto. Hasta alguien como Deidara, que acostumbraba salir de sus cabales con facilidad y ser brutalmente sincero, podía notarlo.

Realmente esa reunión había sido una guerra no declarada hasta que el tipo pálido, Sai, dijo algo que hizo que incluso Deidara quisiera tomar su trinchera.

 

--Es curioso ¿no les parece? Ambos hermanos tienen los mismos gustos--sonrió—Sus parejas son rubios de ojos azules.

 

Todos, absolutamente todos, dejaron al vuelo su bocado. Si alguien fuera de la escena calificara los gestos al oír semejante tontería, quizás buscaría palabras desde “sonrojo” hasta “odio puro”.

Y allí se desató la batalla.

La réplica de Deidara y la vergüenza de Naruto fueron sepultadas por el comentario insolente de Sasuke hacia Itachi.

La pelea no duró demasiado por haber sido tajada de golpe por el mayor, dejando tras de sí un silencio incómodo que se extendió hasta que Deidara decidió largarse de allí.

Y si esa experiencia poco prometedora no hubiese sido suficiente, ahora mismo, sentado en la cocina de Sasori se replanteaba el nivel de renuencia para volver a su departamento.

--¿Qué te pasa, abuela Chiyo? ¿Ya no puedes hablar?—se burló Sasori—Solamente era basura, no debería molestarte.

La mujer seguía mirando fijamente los pedazos de lo que alguna vez fueron un trio de marionetas rústicas.

--Supongo que tendré que armarlas de nuevo por ti, Sasori—exclamó la anciana recogiendo las piezas en un montón, acomodarlas en su delantal y alejarse hacia el salón. La sonrisa cruelmente socarrona desapareció de los labios de su nieto.

--Vieja ridícula—gruñó el pelirrojo, seguramente frustrado por su fracaso para herir a la anciana.

Deidara había llegado sin avisar a casa de su amigo, pensó en apelar a su buen corazón (si es que tenía uno) y por supuesto, accedería a contarle sobre la segunda nota: eso debía bastar para que Sasori no lo regresara por donde llegó.

Para su sorpresa, ni buena ni mala, el pelirrojo abrió la puerta y lo recibió con su normal gesto estoico.

“--¿Qué quieres?”

Fue todo lo que preguntó y antes de que el rubio pudiera responder, Sasori dejó de prestarle atención demostrando que su obsesión por no esperar había llegado al siguiente nivel de la psicopatía.

Le había dejado la puerta abierta así que Deidara supuso que le estaba dejando pasar allí otra noche, lo que nunca esperó fue encontrarse con la anciana abuela del pelirrojo. Solo una vez había visto a Chiyo, en una mallugada fotografía.

El brazo todavía le dolía si recordaba la reacción de Sasori cuando lo descubrió mirándola. ¿Cómo iba a saber Deidara que el pelirrojo usaba una vieja marioneta desgastada como estuche?

Ahora que veía a la mujer en vivo y a todo color, le parecía que era más viejita de lo que se veía en la imagen.

Un golpe seco contra la mesa sacó a Deidara de sus cavilaciones, miró la palma de Sasori y luego sus ojos pardos.

--No creas que lo he olvidado ¿Qué haces aquí?

Por única respuesta el rubio rebuscó dentro de su pantalón y le extendió la arrugada nota que recogió de la basura antes de salir del estudio. El pelirrojo la tomó y entornó los ojos ante el pedazo de papel, húmedo y desgarrado.

Tras leerlo miró de nuevo a Deidara.

--Quieres quedarte aquí—dedujo.

El chico se encogió de hombros.

--¿Te molesta?—conocía la respuesta honesta: sí. Sasori no soportaba mucho estar acompañado, tenía un carácter difícil, era mandón e irrespetuoso cuando se trataba de las opiniones de Deidara. Podía llegar a tener humor pero bastante negro.

Sin embargo, Sasori tenía un corazón en medio de la coraza de madera que él mismo se había forjado. ¿Qué no le ayudó en la asignación de taller?

--De cualquier forma necesitas encontrar otra casa—era su forma de decirle que estaba bien mientras no lo fastidiara mucho.

El rubio asintió una sola vez. Sasori estaba a punto de retirarse (y posiblemente encerrarse en su habitación) cuando la voz de Deidara lo detuvo.

--Sasori, mi amigo…--musitó, buscando sus ojos.

--¿Eh?

--¿Crees que sea…?

--¿Pain?

El estómago del rubio se encogió cuando oyó el nombre, no era porque no pudiese escucharlo, simplemente las notas y su posible conexión lo había dejado susceptible a la más diminuta chance de tenerlo merodeando su vida.

Sasori lo pensó un momento antes de responder.

--Deberías estar preparado, Deidara—advirtió a modo de consejo—Al menos por esta vez.

El timbre del móvil exigió su atención, lo sacó de bolsillo y al mirar la pantalla, la expresión del pelirrojo se endureció con fastidio.

Deidara suspiró hondamente apoyando la palma sobre su mejilla, por ahora había conseguido un sitio donde pasar la noche antes de buscar un nuevo hogar, se sentía estúpido al pensar en huir de un par de hojas de papel, en alejarse de todo contacto anterior con la vida que llevaba hasta ese momento.

Exageraría si diera de baja el curso en la facultad, sobre todo ahora que se encontraba en el mejor momento como artista, tampoco era para tanto. Aún.

Gruñó, era ese lapso lo que realmente le inquietaba: que las cosas empeoraran, sería ingenuo pensar que huía de las notas; Deidara quería alejarse del posible autor de las mismas no de un montón de tinta y papel que podía quemar.

Soltó el aire de golpe, ni siquiera explotando esas hojas lograría deshacerse de la sensación de acoso o peor, de los recuerdos.

Le echó una nueva mirada a la nota sobre la mesa, las pesadillas comenzaron de nuevo con la llegada de la primera carta ¡Era absurdo pensar que ese efecto tenía Pain en él luego de tres años!

Deidara se mordió un labio, si las notas tenían un mismo remitente, estaba en serios problemas.

La vibración contra su muslo izquierdo lo distrajo, sin mirar la pantalla se llevó el auricular al oído.

--¡Deidara!—y se arrepintió de haberlo hecho--¡Y yo que creía que se te había olvidado como responder una llamada!

Kurotsuchi.

--Hum.

--El abuelo quiere verte—exclamó ella a través de la línea. Se oía un pitido constante de fondo.

--¿Para qué?

--Deidara—la voz se oyó firme, curioso dado que era la hermana menor—El abuelo ya es muy anciano y…--se interrumpió—Si, abuelo, lo sé, no eres tan viejo…--Deidara le echó una ojeada al móvil, estaba claro que ya no hablaba con él—Oh, no…no es Deidara. Akatsuchi cuida del viejito—así que el seboso estaba con ellos.

Creyó oír pasos y una puerta cerrarse.

--¿Ves lo que provocas, hermano?—le reclamó.

--Que estupidez, hum. Dime que es lo que quiere el vejestorio—apartó la mejilla de la mano y al erguir el torso se dio cuenta de la mirada reprobatoria de la abuela de Sasori.

Nota mental: la vieja debe pensar que él es la mala influencia.

--El abuelito Onoki está muy enfermo de la espalda, pronto dejará de caminar. Por algún motivo quiere verte antes, hermano.

--No quiero saber nada de…

--Si no tiene que ver con tu arte, pero…—imitó su voz, con pésima calidad. Deidara puso mala cara antes de colgar la comunicación.

No solo iba a necesitar un nuevo departamento sino también otro número.

**

 

Naruto llevaba mirándolo por lo menos veinte minutos, pero Sasuke no parecía ni haberlo notado: seguía sentado sobre la cama con la vista fija en la pared.

Su respiración ya se había relajado a juzgar por el movimiento de sus hombros, que hasta hace unos cinco minutos todavía vibraban furiosos.

La cena resultó ser un total fracaso para acercarse a Itachi, y luego de lo ocurrido Naruto comenzó a creer que su presencia era lo mejor para su novio.

Al principio, cuando le notificó que estaba obligado a viajar al otro lado del mundo para visitar a su hermano mayor, lo primero que pensó fue que extrañaría mucho a Sasuke durante esos meses. Luego, cuando le avisó que tenía un pase extra para él, se planteó si era buena idea.

Amaba muchísimo a Sasuke, sí. Pero también conocía lo desgastada que estaba su relación con el hermano del que siempre hablaba y presumía cuando niños. Naruto desconocía las razones por las cuales Sasuke comenzó a odiar a su hermano mayor, sin embargo, siempre creyó que su novio exageraba.

Sasuke era la ejemplificación del orgullo…aunque abajo, cuando Itachi respondió al sutil ataque de su hermano menor, Naruto vio a su novio flaquear y subir las escaleras hecho una furia.

“Hablas mucho, Sasuke. Sigues siendo el tonto hermano menor”

Tal vez el comentario era ofensivo pero incluso él le había adjetivado peor antes. Puede que colmó la paciencia de Itachi…o que el comentario tenía un trasfondo significativo para Sasuke que Naruto desconocía. De otro modo, no era para tanto y hasta se lo habría ganado por cabezota.

Naruto había ido detrás de su novio cuando desapareció por las escaleras, disculpándose con Sai, quien estaba más desubicado con la situación (no lo culpaba, si ya de por sí era incómoda la situación, el chico pálido era un bruto para eso de la interacción humana).

Había descubierto a Sasuke empacando todo de vuelta, atipujando la ropa sin orden alguno, gruñendo. Intentó detenerlo pero recibió un empujón por respuesta.

Pudo ver la frustración en su rostro cuando se dejó caer sobre el borde de la cama y fijar los ojos en la nada.

A nadie le afectaría un comentario viniendo de alguien que dice detestar, Naruto lo sabía: Sasuke no odiaba a su hermano.

--Oye…--le habló. El rubio fijó en él sus pupilas azules—Deja de mirarme así, dobe. Me molesta que lo hagas.

Naruto tamborileó los dedos sobre sus piernas antes de acercarse.

--¡Te dije que dejaras de verme así!—ordenó--¡No necesito tu lasti…--se interrumpió al sentir los brazos del rubio ceñirse entorno a su cintura.

La mejilla de Naruto se apoyó sobre su espalda, aspirando el perfume natural de Sasuke: olía a menta.

--Sigo aquí.

--Mediocre—insultó por lo bajo, sujetando con una mano la de su novio. Comenzaba a hacerse costumbre su consuelo.

**

Los ojos rojos de Itachi seguían perdidos escaleras arriba. Estaba preparado para la furia de su hermano cuando saliera arrastrando su equipaje, lo estuvo desde que supo que iría a visitarlo.

Sai se había retirado dedicándole una sonrisa fingida que pretendía ser amable pero que le provocó un as de desconfianza. Y desde entonces, Itachi no se había movido del pie de las escaleras, dispuesto a detener a Sasuke.

Quizás no fue tan cuidadoso con las palabras que eligió para zanjar la discusión, pero fueron las que se le ocurrieron en un momento como aquél: con tres personas extras, el alegre novio de su hermano menor, su impasible amigo y Deidara.

“Cállate, Sai. Preferiría convertirme en mi padre antes que ser como Itachi”.

No era como si le molestase haber perdido su lugar como ejemplo a seguir de Sasuke, era incluso normal y aprendió a vivir con eso; fue haber usado a su padre en la orazipon. Fugaku Uchiha era un hombre atado a su ideología de una forma tan férrea que resultaba peligroso querer imitarlo.

Ser como su padre solamente le traería problemas a Sasuke. Eso fue lo que realmente molestó a Itachi: la idea de que estaba convirtiéndose en él.

Suspiró: Sasuke no era de los que se escapaban buscando que nadie lo viera, él salía y punto. Viéndolo así, por esa noche estaría todavía ahí.

Los bordes de su visión se tambalearon y tuvo un breve acceso de tos que le cimbró en la caja torácica. Aspiró hondo varias veces para introducir oxígeno a su sistema, la garganta le ardía ante el esfuerzo dejándole un mal sabor de boca cuando logró calmar el acelerado subir y bajar de su pecho.

Itachi sacudió los cabellos y revisó el móvil que había comenzado a exigir atención mientras se ahogaba; una ligera sonrisa agradecida se deslizó por sus labios antes de abrir el mensaje de texto.

“Este viernes, Itachi. Muero por ver a los hermanos Uchiha juntos de nuevo”.

El muchacho suspiró en silencio deseando por primera vez que un día específico llegara.

Notas finales:

Gracias por leer!!!

Bshosss

tronadhozzz

y

sensualezzzzzzzzzz


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).