10-Sacrificios.
Guren se debatía. Los recuerdos de como había llegado a su dormitorio eran algo borrosos y se sentían lejanos. Las escenas de la última vez que viera a Shinya eran todo lo que ocupaba su mente. Sus ojos azules suplicando que se fueran y ese último y estúpido acto.
¡Él podía haberlo salvado! Se dijo aunque sabía que no era cierto. Ya antes había enfrentado a Ferid y a Crowley y sabía que el potencial del peliplateado iba más que el suyo. Se sentía tan herido que incluso levantarse de la cama le costaba. No eran heridas físicas las que lo causaban.
Esa tarde se presentó ante su comandante sin su característico aire de superioridad y se sintió algo enojado al ver al otro trabajar tranquilamente como si nada hubiera pasado. ¿Pero que estaba esperando de Kureto Hiiragi?
Terminadas sus tareas el general dejó su despacho y se dirigió a sus habitaciones. Como el carácter taciturno del ojos rojos era tan conocido nadie se preocupó por sus pocas ganas de hablar o su brusquedad en el día y nadie lo molestó en su camino a su dormitorio. Desde una ventana del piso superior pudo ver las reparaciones en su edificio y por milésima vez recordó el hecho de que el peliblanco ya no estaba allí.
En su habitación sacó el bourbon que habituaba tomar cada tarde y la copa en que siempre lo servía. La miró por un largo rato mientras sostenía la botella para servir el líquido. Entonces la comisura de su boca se torció, solo un poco más y dejó ver un intrincado par de dientes apretados, la mano que empuñaba la botella la apretó tan fuerte que el cuello hizo un extraño sonido antes de separarse del resto y el contenido se derramó sobre la costosa alfombra.
Kureto miró la mancha color sangre extenderse en aquel lugar antes limpio con ojos encendidos y dientes apretados. Alguien golpeó preguntando por el ruido y si necesitaba algo.
¡Mañana limpian esto! ¡Ahora estoy cansado!—dijo el general y no era mentira. Se sentía terriblemente cansado. Tal vez era porque no había probado bocado desde el día anterior. Tal vez era por ese dolor sordo que sentía en el pecho.
Tres meses habían pasado desde la muerte de Shinya. Las preparaciones para el ataque a los cuarteles más cercanos de los vampiros estaban en su apogeo. Faltaban solo unos días para el ataque principal cuando desde donde estaban tanto coronel como general pudieron sentir un gran estruendo y luego una gran conmoción afuera. Cuando salieron pudieron ver un ataque a gran escala de los vampiros. Aún era de noche, faltaba como media hora para el amanecer. La hora perfecta para un ataque sorpresa. Cuando la noche es más oscura. Sin luna ni nada que pudiera alertarlos si los enemigos se acercaban con sigilo.
Tanto soldados como oficiales atacaban y eran atacados y en esa confusión ambos, Kureto y Guren se hicieron con varios enemigos. Ambos buscaban llegar al edificio de la administración para asegurarse de que el enemigo no se hiciera con los datos más importantes de la investigación y de la inteligencia del ejército. Kureto llegó un poco antes que Guren pero ambos se encontraron parados lado a lado en frente de la puerta de la administración.
Y es que en frente de ese lugar había alguien esperándolos.
¡Con que aquí estan!—dijo el pelilargo sonriendo mientras los miraba—Creí que me aburriría hasta morir en este lugar esperándolos—añadió luego con una pose muy relajada.
¡Si quieres morir es eso lo que te daré!—dijo el ojinegro después de digerir que el que estaba ante ellos era Ferid Bathory, el vampiro que Shinya había querido eliminar. Así que su sacrificio había sido en vano. Él no dejaría que el otro siguiera respirando mientras Sh
La espada corrió por el aire pero la velocidad del vampiro era mayor incluso que la de Guren. Kureto sopesaba atacar cuando el otro terminara pero tenían más posibilidades si lo hacían juntos. Ferid esquivó a ambos mientras flirteaba alegremente—No sabía que los dos desearan un poco de mi carne—después de un rato de embistes llamó--¿Oye, Crowley puedes ayudarme?—
El otro apareció por el vano de la puerta mientras los humanos se hacían para atrás al ver al otro enemigo. Ambos, Bathory y Crowley eran bien conocidos por ambos y sabían que aun dentro de los vampiros contaban con una fuerza descomunal que al menos uno de ellos había ya probado.
¡No me digas que necesitas ayuda con estos dos!—dijo con tono algo aburrido el pelirrojo mientras miraba de arriba abajo a los pelinegros reconociendo a Guren—Aunque esto puede ser divertido.
De pronto empezó un duelo doble entre Guren y Crowley y entre Kureto y Ferid. Los vampiros llevaban la ventaja pero en un momento en que Guren había perdido agarre y Crowley se limitaba a dar con su espada en él, Hiiragi que estaba a su espalda dejó de enfocarse en el séptimo para cargar contra el decimotercero. Facilmente Eusford paró el ataque con su espada presintiendo el ataque por detrás pero entonces Guren también cargó.
¡No deberías olvidar a tu compañero de baile!—dijo de pronto Ferid al lado del oído de Kureto mientras la espada de Ichinose enfilaba para embestir la espalda de Crowley. Fue justo en ese momento que un tridente chocó con la espada desviándola lo suficiente para que no lograra dar con su blanco.
Guren retrocedió para observar con sus ojos negros al nuevo intruso. Cosa que le sorprendió en lo más hondo.
¡Lo siento, coronel! ¡Pero no puedo dejar que mate al amo Crowley!—dijo el castaño.
El nombre de este escapó con sorpresa de los labios de Guren—¡Makoto!—
Prefiero que me llamen Narumi pero Makoto esta bien para ustedes—dijo el muchacho.
Pero tu…--dijo el coronel.
¿Debiera estar muerto? Si, todos lo deberíamos pero alguien nos hizo una buena oferta para volver—dijo el ojos café antes de que estos se tornaran rojos y su cara se llenara con una sonrisa que no acompañaba sus ojos llenos de odio.
¡Es cierto! Eso de sacrificar a sus hombres en aras de un experimento es muy cruel, general—dijo Ferid a Hiiragi pero sonreía como si fuera solo algo que decir—No pude menos que ofrecerles una futura venganza—dijo mientras sostenía desde atrás el cuello del humano. Kureto no era una presa fácil y de un movimiento se zafó de su enemigo para plantarse frente a este y a un lado de Ichinose. Alrededor humanos y vampiros peleaban con denuedo y ellos estaban un poco en desventaja no por el recién llegado sino por los dos progenitores que les tocaba enfrentar.
Ambos atacaron al unísono. Narumi para sorpresa de Guren paró el arma de este agarrándola por el mismo filo, sangraba pero no desapareció como debería haberlo hecho cualquier vampiro.
Alguien también agarró la espada de Kureto de la misma forma antes de que lograra alcanzar a Ferid—Yo me encargo de este—dijo un pelinegro con ojos rojos pero con uniforme imperial también, tal vez disfrazados es como habían logrado penetrar en la ciudadela y desde allí… los pensamientos del general se vieron interrumpidos por la voz de Ichinose.
¿Iwasaki?—
No sea descortés y preste atención a su rival que por ahora soy yo—dijo Narumi mientras los nobles permanecían expectantes.
Después de media hora de pelea intensa en que otros sacrificios se acercaron, era casi una pesadilla pero las armas black demon no les hacían nada salvo heridas superficiales, era como si todavía fueran humanos o algo así porque el grupo se dividía y cuidaba solo de uno de los dos como si solo estuvieran capacitados para luchar contra uno de ellos.