16-El rey y el prisionero.
Su cuerpo realmente respondía al contacto del pelinegro. Sus roces eran fuertes y sus manos hasta parecían rudas pero su cuerpo bullía por cada contacto. Sus labios volvieron a tener contacto con los de Kureto mientras este jalaba rápido sus pantalones albos.
Dijo--¡Detente!—intentando recuperar la compostura. Eso estaba mal, él no… los ojos del otro como carbones encendidos lo miraban de forma directa.
Eres un vampiro. Si quieres detenerme lo puedes lograr con solo quererlo—dijo el ojos rojos antes de atacar sus labios de nuevo mientras sus manos empujaban las caderas del otro contra las suyas.
Shinya emitió un grito de placer. De pronto se sentía tan débil como todas esas veces en que el otro lo había tenido. La mano del pelinegro rozó su vientre y el estremecimiento logró que el peliblanco se arqueara contra su pecho.
No lograba dominar sus acciones. Su cuerpo estaba invadido de deseo por el otro. Sin embargo era distinto que cuando tocaba a Guren. Aunque estaba seguro de estar enamorado de Guren su deseo no era tan profundo. Era como sin con el teniente coronel pudiera esperar, aunque estuviera lleno de sentimientos por él y estos fueran bonitos e intensos. Él sin duda podía haberlo visto casarse con Mahiru y superarlo porque sabía que era por su bien. Sus sentimientos no lo arrastraban más que a desear su bienestar.
En cambio con Kureto era distinto. Si bien el otro siempre lo había maltratado y a Guren por lo que lo había detestado más. Su mente era arrastrada por egoístas emociones cuando estaba entre sus brazos. Y aunque lo había rechazado en el nombre de Guren desde un principio cierta parte de él había sido halada hacia el abismo del deseo del otro general.
Mientras lo embestía de forma ruda el ojos azules lograba ver en los rojos una infinita concentración en sus rasgos. Sus manos casi entumecían sus caderas agarrándolas con fuerza mientras pugnaba por entrar más dentro de él con una angustiante intensidad logrando que cada músculo se entregara a su frenesí.
Shinya jadeaba y gemía al compas de cada embestida deseando más y más poder perderse. Si, en suma había ido a perderse en los brazos de su antiguo hermano. Pero además estaba esa extraña convicción de que los dos eran iguales de alguna manera. Era el sentido de todo eso. Kureto era distinto a Guren eso todos lo sabían pero lo mas importante era que para él también el ojirrojo tenía otro tipo de significado. Sentía otro tipo de atracción. Aunque hubiese querido negarlo con esmero ya no podía hacerlo. Aun cuando era un vampiro sus pasos lo habían llevado a ese lugar.
Con fuerza el Hiiragi mordió una parte del hombro de Shinya. El dolor debería haberlo enojado pero solo despertaba una desconocida parte en su ser.
¡Tú! ¡Me has querido siempre tuyo! ¿No es así?—preguntó mientras se sostenía del cuello del otro, ambas cabezas una junto a la otra mientras las embestidas y jadeos aumentaban.
¿A que viene eso ahora?—preguntó el humano quizás cabreado quizás confuso.
¡Solo acéptalo! ¡Me quieres tuyo!—gritó mientras sufría la agonía del placer el ojos azules.
¿Y si lo acepto que?—preguntó el siempre combativo general que no esperaba recibir la respuesta que recibió del perlado albo.
¡Soy tuyo!—susurró entre gemidos Shinya en su oído.
En un acto de furia el pelinegro le desprendió los brazos y poniéndolo contra la cama y apretando estos contra el pecho del otro le gritó—¡No bromees conmigo!—
¡No lo hago!—dijo el peliblanco entre embestidas mientras cerraba y abría los ojos para mirarlo directo—Soy tuyo—dijo tratando de liberar sus manos esta vez.
¿Crees que puedes tomarme por idiota? Vampiro o humano los dos sabemos quien realmente te gusta—dijo Kureto furioso.
¿Te duele?—preguntó el ojos azules luego de liberar su mano para tocar con ella la mejilla del otro que al oír la pregunta se detuvo y abrió grande los ojos—Yo sé que sí. Dolía así cuando pensaba en Guren con Mahiru—añadió mientras se sentaba para acercar sus caras—Dolía tanto…--agregó mientras acercaba sus labios—Ambos pasamos por lo mismo. Sé lo que duele amar a alguien así—aclaró con sus labios aún a centímetros—Pero tu eres distinto de mí, sigues sin rendirte y por eso te duele más—
¡Tú aun no te rindes sino porque…!—dijo el pelinegro con el ceño fruncido y doblegado por la necesidad de saber de esa boca lo que tenía para decir.
Yo quería tener algo de él. Tan siquiera un recuerdo—contestó Reynard Pendragón, alias Shinya—Pero en realidad yo no albergo esperanza alguna de estar a su lado, de ser la persona que él elija—
¡Mientes! ¡Ahora que él esta de tu bando tienes el destino de tu parte!—le reclamó el ojos rojos.
Pero yo ya soy tuyo—contestó el ojos azules antes de sonreir de lado.
¡Como si fuera a creerte!—dijo Hiiragi profundamente irritado.
¡Yo soy tuyo y tú mío!—le dijo de pronto el de pelo blanco mientras sus brazos se deslizaban por los costados del otro para abrazarlo y atraerlo a su cuerpo para luego besarlo--¡Tú me hiciste tuyo! ¡Y tiempo ha que te hice mío!—agregó luego de separar sus labios un momento para luego retomar el frenético beso que luego se volvió demandante por parte del pelinegro que entrando de nuevo en él lo hizo suyo con mas ganas.
¿Qué haremos ahora?—preguntó Shinya recostado en su pecho.
¿Acaso eso no esta claro para ti, rey?—preguntó no sin cierto sarcasmo el ojos rojos por lo que el que permanecía con la cabeza recostada sonrió—Ambos somos de bandos enemigos aquí y el primer progenitor de seguro tiene planes para mí así que es inútil discutir esas trivialidades—añadió mientras al peliblanco le invadía cierto nudo en el pecho.
Levantando la cabeza para mirarlo con una sonrisa le preguntó--¿Te rendirás? ¿Tú?—