17-Este no eres tú.
Shinya se dirigía pensativo a sus habitaciones. La idea de que Kureto estaba tramando algo era lo más factible. Fue al doblar por un pasillo que se dio de frente con la persona que menos quería ver en esos momentos.
Gu-ren—dijo casi sin pensar y luego recordó que el otro conocía todas sus mentiras ahora y que aunque no lo trataría mal debido a su posición solo era posible que el otro nunca le viera de nuevo como su amigo--¿Entiendes tu posición ahora, cierto?—le preguntó sin animos de ofenderlo pero para dejarle en claro que ya nada sería igual.
¡Quiero saber!—dijo bajo el pelinegro haciendo que los ojos azules le miraran sorprendidos.
¿Saber? ¿Qué es lo que…?—preguntó el rey de los vampiros mientras los ojos negros lo miraban directos y sin rastros de doblez.
Todo eso que dijiste…--empezó a decir Ichinose. Guren tampoco se sentía feliz con la situación actual. Los pensamientos se le enredaban constantemente y por momentos había pensado que Mahiru luchaba de nuevo por hacerse con el control de su cuerpo pero de a poco fue aceptando que era por otra cosa.
El peliblanco decidió no seguir. Todo eso era peligroso. Intentó darse la vuelta y marcharse pero una mano lo detuvo. Su brazo era retenido en contra de su voluntad. Ambas voluntades se encontraron.
Si quieres es muy fácil que te deshagas de mí, pero debemos hablar—dijo el pelinegro y el ojos azules debía aceptarlo.
Shin…--después de un momento de vacilación en un salón apartado en el que habían entrado el teniente coronel se corrigió—Pendragon—
¿Por qué era tan doloroso? Era como sentir de pronto un muro que los separaría para siempre y aunque se creía preparado para ese momento, llegado este tenía que admitir que no podía.
Deja esto—dijo mientras se dirigía a la puerta por la que acababa de entrar. Otra vez su mano lo retuvo. Volviéndose le dijo—No hay forma de que todo vuelva a ser como era antes y tu lo sa…--sus labios, su cuerpo, el calor y el aroma que este manaba. Era el mismo que aquellos días en que se fusionaron en uno solo—Esto no…--trató de argüir liberando sus labios pero el otro los capturó de nuevo. ¿Qué estaba pasando por la mente de Guren? Era como si lo estuviera atacando. Implacable como siempre. Los labios de Ichinose se deslizaron lentamente por lo largo de su cuello mientras bajaban el ojos azules solo pudo reaccionar mordiendo sus propios labios. De reojo de pronto el pelinegro logró ver una gota caer por la barbilla del otro.
Los ojos de Guren estudiaron el rostro que tenía adelante con detenimiento—Entonces han despertado tus instintos—
Los ojos de Shinya permanecían cerrados, pugnó débilmente por soltar sus agarradas muñecas aplastadas contra la pared. Una sola palabra susurrada contra su oído le hizo estremecer--¡Mírame!—
Entonces su grito desesperado salió--¡¿Para que quieres que te mire?! ¡Ya nada podrá ser lo mismo! ¡Ya…!—exclamó pero el intenso grito fue acallado por una voraz boca mientras las manos abandonaban las muñecas para ceñir su cintura mientras el ojinegro caía hacia atrás.
Dime… ¿todo fue verdad? ¿Eres mío?—palabras susurradas mientras ambos yacían en el suelo y mientras el rey se esforzaba en negarlo su cuerpo le desobedecía preparándose para la entrega. A horcajadas sobre él sintiendo su calor y ese aroma embriagador y aunque intentara negarlo todo su ser gritaba que era suyo y que estaba feliz de entregársele. Una mano se deslizó por la mejilla del vampiro suavemente--¿Quieres mi sangre?—La sola mención de ella provocó las ansias del rey, su alerta y repugnancia a sí mismo a la vez y miró con flamantes ojos rojos al otro que desde abajo le miraba sin vacilación ni miedo—Si la quieres…--
En un instante el vampiro se alejó del pelinegro y quedó parado a una severa distancia--¿Qué es lo que quieres de mí? ¿A que has venido?—la duda y la sospecha se insinuaban en su cara. Guren se paró algo trabajosamente.
Yo te lo di…--trató de mencionar el coronel.
¡Tú no lo harías voluntariamente! ¡Así no eres Guren! ¿Acaso es ella quien te domina? ¿Eres tu Mahiru?—habló el rey pretendiendo saber la verdad.
No soy yo…--trató de alegar Ichinose.
¡De ninguna manera puedes ser tú! ¡Tú no eres así! ¡Tú nunca has sido así! ¡Tú…--las palabras se le atascaron al peliblanco al darse cuenta de que él era el menos indicado para decir como eran las personas en realidad después de mentir tanto. Sus manos se cerraron en un puño--¡Déjame en paz! ¡Tu y yo solo tenemos negocios en común! ¡Ya nada queda!—dijo antes de volverse y caminar rápido por la puerta luego de abrirla.
Caminaba confuso con un nudo en el pecho y la garganta. No había querido ver su cara pero la sola idea de herirlo lo volvía loco.
Veo que nuestro rey se ha metido en aprietos con los chicos demoníacos. ¿No es así majestad?—preguntó de pronto una voz que congeló su corazón. Al darse vuelta vio recostado en un pasillo a Ferid Bathory que lo miraba con su sonrisa de Chesire.