18-Descubrimientos.
Nuestro rey no se ve muy feliz—canturreó Ferid apoyado en el muro.
El ojos azules frunció el ceño con desconfianza y una mala sensación. ¿Qué quería el otro? Conocía muy bien la naturaleza de Bathory como para pensar que se preocupaba por él. De pronto lo invadió un malestar que hizo que la bilis se le subiera a la garganta.
Por un segundo la sorpresa cubrió el rostro del pelilargo que luego volvió a sonreír con satisfacción.
Shinya se apoyó en la pared más cercana víctima del malestar, sus manos temblaban mientras intentaba controlar lo que le pasaba.
¡Esto es interesante!—dijo de pronto la voz del peliplata en su oído haciendo que se volteara de golpe cosa que le provocó un fuerte mareo pero algo le advertía que la sonrisa en el rostro del otro no era solo de satisfacción--¡Debes cuidarte! ¿Sabes por que los progenitores no gustan de tener progenie con los humanos?—preguntó de pronto dejando impávido al peliblanco. Acercando sus rostros comentó—Ustedes no tienen nuestras debilidades pero además tienen otra fortaleza, los mestizos pueden continuar su especie y eso es altamente peligroso para nosotros, después de todo ustedes son medio humanos, si procrean con humanos solo los convertirán en seres más fuertes y eso no es algo bueno. ¿No?—preguntó satisfecho de lo que sus palabras provocaron pues el ojiazul se puso blanco.
Era cierto. Si en verdad el podía procrear con un humano los vampiros verían a ese niño como una amenaza aunque no estaba dispuesto a creer del todo en las palabras de Ferid quien era conocido por sus argucias—Si eso es cierto… ¿Por qué me lo dirías? Más ganarías diciéndoselo al primer progenitor para eludir un futuro castigo—dijo Shinya.
¡No me crees y eso me rompe el corazón! Pero… ¿Qué haras cuando te enteres de la cruel realidad?—preguntó el peliplateado enfrentando sus palabras.
Esa noche fue un infierno dormir para Reynard Pendragon. Durmió poco y sobresaltadamente, normalmente él tenía una buena resistencia pero se sentía inusualmente cansado y sediento. Al no estar acostumbrado a ser tratado como miembro de la realeza y estar algo ansioso decidió ir mismo por algo para beber y perdido en sus pensamientos y dudas que se aglomeraban en su cabeza terminó frente a su puerta.
Vio con asombro el lugar donde se encontraba y dando un paso atrás se quedó mirando la puerta. ¿Por qué sus instintos lo habían llevado hasta ese lugar? Se preguntó algo confuso e hizo el intento de irse pero entonces sintió que no podía y de nuevo miró hacia la puerta. Esta producía una tentación avasalladora y titubeante el mestizo se acercó a ella desbloqueándola con un pase de su mano.
Un ojo rojo se abrió en la oscuridad--¿Has venido a que te castigue de nuevo?—preguntó la voz del que estaba tendido boca arriba en la cama y el ojos azules se quedó en silencio. Tal vez debido a eso la figura se levantó y se acercó al que permanecía frente a la puerta abierta. Habiendo llegado al lado del ojos azules miró hacia la abertura cosa que Pendragon también hizo y luego miró hacia el otro lado como permitiéndole el intento si lo quería.
La sonrisa recorrió el rostro de Kureto, era descreída, sus labios entonces se movieron--¿Crees que de verdad necesito que tú me des oportunidades?—no estaba tan mal y a su tiempo sabría aprovechar una oportunidad. Aunque no estaba de más decir que esa parecía muy buena pero sin duda los otros progenitores estaban cerca divirtiéndose con la idea de que el lo intentara. ¿Acaso Shinya le estaba poniendo una trampa? Miró astuto al sucesor de Krul Tepes y entonces algo dentro de él se pasmó pues vio en ellos esa tristeza profunda que a veces se presentaba y que le inquietaba en él.
De pronto los labios del otro estaban sobre los suyos y pudo sentir el calor del otro entre sus brazos cosa inaudita pues Shinya siempre había renegado de darse, incluso en la última ocasión había sido pasivo. Algo estaba mal. La lengua del ojos azules se introducía mientras sus manos aferraban la pechera de su uniforme. Sin dilación y sin separarse condujo al otro sobre la cama donde él se sentó quedando el peliblanco a horcajadas sobre él.
Reynard cerró sus ojos para dejarse llevar por sus sentidos sin saber muy bien que le estaba pasando o porque acudía a él. Solo sentía que de alguna forma ambos eran lo mismo. Ambos siempre esperaron a alguien que no los amaría. Eran distintos, muy distintos pero en algo iguales.
El cuerpo del ojos azules se sentía tan hambriento, pero era un hambre diferente mientras sentía en la entrepierna del otro crecer la misma necesidad que la suya. Una mano de Kureto se deslizó por debajo del pantalón sobre una nalga mientras la otra atraía fuerte su cintura contra su cuerpo. Los gemidos dentro de la boca de Shinya se deslizaron dentro de la del Hiiragi mientras ambos comenzaban a ceder al desenfreno.
El pelinegro tiró con fuerza liberando los pantalones blancos mientras la capa ocultaba la reciente desnudez de su dueño y las caderas de este se estremecían ante la sensación de ser liberadas.
El ojos azules sentía la angustia crecer mientras recordaba las palabras de Ferid y lo que podía llegar a estar pasando.