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AMORES ROBADOS por desire nemesis

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Notas del capitulo:

 

Guren no dejaba de pensar en la pálida figura que le recordaba a Shinya y en la huella que había dejado esa apariencia en su ánimo. Frecuentemente se hallaba a sí mismo pensativo con su mente dirigida al peliblanco cuando debería estar ultimando los detalles para la embestida final. Por suerte no había tenido que verse con el mayor de los Hiiragi pues según estaba previsto salió a la mañana siguiente a su encuentro con Shinya para un asunto que como siempre no le reveló.

8-Trastocados

 

Guren no dejaba de pensar en la pálida figura que le recordaba a Shinya y en la huella que había dejado esa apariencia en su ánimo. Frecuentemente se hallaba a sí mismo pensativo con su mente dirigida al peliblanco cuando debería estar ultimando los detalles para la embestida final. Por suerte no había tenido que verse con el mayor de los Hiiragi pues según estaba previsto salió a la mañana siguiente a su encuentro con Shinya para un asunto que como siempre no le reveló.

 

Guren tenia sospechas. Alguien había estado pasando documentos y estrategia al enemigo desde empezada la guerra y aunque no podía asegurarlo le hubiera gustado demostrar a todos que el gran Comandante Kureto Hiiragi era un traidor y verlo en la palestra.

 

Pero no podía. Como siempre el otro era más hábil y sabía ocultar sus huellas en lo profundo de su deber y su orgullo. Además nadie mencionaría semejante cosa dentro de su círculo o entre el de sus vasallos.

 

Al cabo que no tenía pruebas y además cabía la posibilidad de que el gran comandante no fuera. Porque… ¿Qué ganaría Kureto Hiiragi con socavar sus propios esfuerzos? Si bien era un loco prepotente y megalómano, era también astuto y conocía bien los métodos de los enemigos y debía saber que este no dejaría con vida a un Hiiragi por mucha información que les diera. Aunque tal vez…

 

Pensando en tales cosas Ichinose se dio cuenta de que estaba en frente de ese edificio. El edificio de Kureto. Su gran baluarte que ocupaba todo el lado oeste de la amurallada base. Daba una sensación casi fantasmagórica en la fachada con su piedra fría pero por dentro era eficiente, luminosa y funcional.

 

Por un momento divagó sobre si hacer o no lo que su mente en un impulso le había propuesto. Su lógica le habló de alejarse mientras otra parte de él le susurraba que entrara. El susurro fue más fuerte pues la preocupación desde el otro día no había hecho nada más que aumentar.

 

Shinya estaba tumbado en la cama de espaldas a la puerta cuando él entró y confundiéndolo con alguien más le dijo--¿A que has venido esta vez?—con tono poco cordial.

 

¿Cómo sabías que era yo?—preguntó el ojos negros cerrando la puerta.

 

El corazón del ojos azules dejó de latir y su cuerpo sufrió un espasmo cuando escuchó “esa” voz, luego la bomba volvió a latir con impresionante velocidad y de un salto volteó y estuvo fuera de la estrecha cama.

 

El nombre salió de su boca como una palabra dolorosa con visos de perplejidad—¿Gu…ren?—

 

Era notable la mirada llena de pena del pelinegro al ver la escuálida figura. Aunque el otro se había mantenido comiendo para recuperar fuerzas y evitar entonces de nuevo estar en los brazos de Kureto el tiempo era demasiado corto para que se vieran los efectos de la nutrición.

 

En realidad quiero llevarte de aq…--dijo el triste Guren pero el otro no lo dejó terminar.

 

¿Qué dices? ¿Y sacarme de este hermoso lugar? Muchos de nuestros camaradas suplicarían por el trato que estoy recibiendo de Kureto—dijo Shinya con una sonrisa y una pose.

 

La sonrisa del pelinegro fue automática. Era como en los viejos tiempos. Siempre que sufrían problemas ambos bromeaban.

 

¿Ahora tratas de engañarme, Shinya? ¿O es que has descubierto algo comprometedor del gran comandante y decidiste guardarlo en tu provecho?—preguntó jocosamente el otro.

 

La sonrisa del otro varió un poquito por un segundo pero el otro lo notó de inmediato.

 

¿Qué es lo que sucede Shinya?—preguntó acercándose serio entonces.

 

¿Suceder? ¡No sucede nada! Te he di…--trató de calmarlo el peliplateado.

 

¡No te atrevas a mentirme!—gritó con impaciencia el ojinegro mientras lo sacudía por los brazos y por un momento Shinya vio en él cierto parecido con Kureto. Era cierto. Los dos al ponerse serios eran personas terribles.

 

Una mano alcanzó y acaricio la mejilla del pelinegro mientras los ojos llenos de cielo lo miraban con devoción, los labios se fueron acercando mientras los ojos se fueron cerrando para terminar en un dulce beso lleno de desconsuelo. Las manos del pelinegro se agarrotaron en los antebrazos del peliblanco mientras el beso cobraba intensidad.

 

El ojinegro separó un poco los cuerpos—Esto…--trató de decir pero el otro tapó sus palabras con las suyas.

 

¡No lo digas! ¡No tienes que decirlo! ¡Yo lo sé muy bien! Pero lo necesito… ¡Dame esto al menos!—dijo el ojos azules antes de volver a tapar su boca con la propia.

 

Guren no tenía manera de rechazarlo. Esa suavidad, esa calidez, esa avidez. Los labios de ambos los transportaron a un tiempo y espacio donde nada más existía que el sentido del tacto y el profundo placer. Las manos y piernas de Shinya se enroscaron en el cuerpo de Ichinose, devorándolo como si de una anaconda se tratara. La piel sentía las caricias de la fricción mientras cada poro exudaba un excesivo calor.

 

Las piernas de Shinya separadas y su cuerpo subiendo y bajando con cadencia sobre las caderas de Guren mientras este, sentado, arrastraba sus manos por la atlética espalda del otro que para su sorpresa no había perdido la textura que recordaba de su primer encuentro. Los labios no perdieron contacto en todo el tiempo. Las manos del peliplateado se deleitaron con los marcados hombros mientras las voces se trasladaban de garganta a garganta con sublimes gorjeos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Horas más tarde Kureto y Guren se encontraron en la oficina de este. El ojirrojo no lo miraba porque sentía que de hacerlo lo despedazaría ahí mismo y eso no convenía mientras el otro lo miraba con insistencia pues no podía apartar la mirada de ese que siempre había odiado, que siempre se había interpuesto en sus planes y ahora tenía cautivo a Shinya.

 

¿Y bien que quieres?—preguntó Hiiragi aparentemente estudiando unos papeles y ante el silencio continuo y la sensación de los penetrantes ojos miró a su rival.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Jeje!

Si quieren saber que pasa tendrán que pagar rescate

¿Habrá una colosal pelea de semes bien machotes?

Ja ne!

¡Quiero a todas mis revieras!

¡Son lo mas!

ñ.ñ


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