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Fuimos algo imposible de olvidar por Niji_Takagawa

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Notas del capitulo:

Hola hola mis queridos lectores~ ya que esta noche parezco ser víctima de un terrible insomnio (más de lo usual, digo), he decidido subir el capítulo de una vez. Esta vez les traigo algo que seguramente estuvieron esperando muy ansiosamente así que, sin deseos de hacerles esperar mucho más, y sin tener nada más qué decir, les dejo leer. Disfruten:

La situación de peligro en que se encontraban los integrantes de L’Arc~en~Ciel y Takanori Nishikawa ya parecía tener una resolución, pero todavía no se terminaba por completo. Por este motivo, tanto Kenzo como Bara se quedaron en el departamento de Hyde durante unos días más, pues Ken y Takanori se sentían demasiado angustiados ante la idea de moverlos a otro sitio. Sin embargo, ya que se sentían culpables ante la idea de abusar demasiado de la paciencia del vocalista, decidieron quedarse igualmente en el departamento para atender a los bebés ellos mismos. Hyde ayudaba en su labor de niñero ocasional con mucho gusto, pero los dos sabían que él tampoco se caracterizaba por ser muy paciente: eso les empujó a decidir mudarse allí provisionalmente para que Hyde no tuviera que cuidar de los bebés él solo. De esta manera también la pareja estaba a salvo mientras no supieran qué sucedía con el caso de Midori.

Así, gracias a que tenía a los padres de los bebés encargándose de ellos, Hyde se hallaba en posibilidades de salir cuando deseara, sin preocuparse por nada; por ejemplo: esa noche tenía su primera cita oficial con Morrie. En un inicio había pensado no decirles nada a sus amigos, ya que temía que la reacción de estos fuera tan exagerada que le hicieran sentir avergonzado. No obstante, terminó por decirles, y aunque tenía razón en que le provocarían sentirse apenado debido a su sobrerreacción, se sintió bien al recibir sus palabras de apoyo y aliento. Esto le hizo salir de su departamento con una amplia sonrisa en los labios, llena de esperanzas, y con un excelente presentimiento en su corazón. Durante todo el trayecto al restaurante donde habían acordado verse, no dejó de darle vueltas a lo sucedido aquel día en que habían tenido su primer beso; las palabras que el vocalista mayor le había dicho no abandonaron su cabeza en ningún momento. Cada vez que el recuerdo de esa noche regresaba a su cabeza él no tardaba en sonreír y percibir que su piel se erizaba, pues el recuerdo de esos labios sobre los propios igual se hacía presente. Esa noche su propia confesión había sido interrumpida de tajo debido a la presencia de sus compañeros, por lo que no tuvieron oportunidad alguna de retomar la conversación donde se habían quedado. No obstante, ésa era la noche: estarían en una cita verdadera, y seguramente el ambiente propiciaría que su confesión fuera escuchada por la persona que debía escucharla. Estaba completamente decidido a ello.

─Buenas noches Morrie, disculpa si tardé más de lo debido ─mencionó el vocalista de L’Arc una vez que arribó al restaurante, donde su cita ya estaba esperándolo, sentado a la mesa; no obstante, al momento de su llegada se puso de pie para recibirlo de esa forma─ es que Ken salió poco antes de irme, así que decidí quedarme a ayudarle a Takanori con los bebés hasta que regresara. Kitamura puede ser muy desconsiderado con el pobre Takanori ¿no crees? ─Mencionó al mismo tiempo que se acercaba para poder saludar al contrario con un abrazo mientras éste reía.

─Vaya, es curioso que tú te exaltes más por el comportamiento de Ken, que el mismísimo Takanori; lo regañas más que su pareja ─una vez que se hubieron separado del abrazo, le ofreció la silla que se encontraba a su lado, y esperó hasta que se sentara para regresar al lugar donde estaba sentado anteriormente.

─Es que Ken es bastante idiota, y Takanori le hace mucho bien así que si me es posible, le ayudaré para evitar que su idiotez cotidiana le traiga problemas con él; aunque te aseguro que si hiciera algo que arruine su relación, yo no sería el único en golpearlo ─dicho aquello, las risas volvieron a apoderarse del ambiente durante unos segundos, y fue hasta que se hubieron calmado, que Hyde recibió una respuesta.

─Es lindo que se preocupen tanto por el bienestar de Ken… aunque imagino que son iguales ante la relación de cualquiera de ustedes; es decir, siempre estarán ahí para cualquiera que haya cometido un error y necesite ayuda para corregirlo ─mencionó manteniendo sus labios curveados en una amplia y tranquila sonrisa, la cual fue complementada cuando le tomó la mano por encima de la mesa.

─Por supuesto que sí…─comenzó a responder al mismo tiempo que permitía que sus dedos se entrelazaran con los ajenos; no obstante, hizo una leve pausa antes de proseguir, pues le había encantado tanto el contacto, que deseó disfrutarlo durante algunos segundos, sin hacer ni decir nada más─. ¿Sabes?, lo curioso es que en este momento Yukihiro es el único de los cuatro con una vida tranquila, sin problemas por su novia o por su pasado.

─No todos tienen un pasado turbio, o la necesidad de pasar por pruebas de la vida; quizás Yukihiro ya es lo suficientemente fuerte y maduro porque él ya se preparó para recibir la verdadera felicidad, teniendo lo necesario para saber apreciarla ─escuchar las palabras de parte del vocalista de Dead End le causaron a Hyde un gran impacto. Fue obvio debido al asombro impreso en su rostro y sus ojos desmesuradamente abiertos; empero, el mayor no esperó a recibir contestación y siguió hablando─ te explicaré mi punto de vista. Según lo veo el amor de Tetsu y Gackt necesitaba madurar, convertirse en un “amor adulto” por así decirlo; esto se debe a que siendo como eran antes, ellos no tenían lo necesario para saber apreciar su amor como debían. Por eso Gackt cayó en la trampa de la infidelidad, y Tetsu en la del orgullo al tardar tanto tiempo en perdonarlo y aceptar que sus sentimientos no se habían muerto. Ken y Takanori necesitaban aprender que aunque haya amor es necesario luchar por él, que no deben dejarse llevar por las apariencias, que deben confiar en el otro, y más importante aún: si guardan silencio acerca de lo importante, todo se derrumba.

─Vaya… cuando te escucho hablar así me pareces sumamente sabio; pero ahora tengo la duda: ¿qué crees que debía aprender yo? ─Cuestionó el menor de los dos, observando a su interlocutor con genuina curiosidad.

─Ésa es tu tarea del día de hoy: piensa en tu vida, en tus errores, en cómo los resolviste y en cómo llegaste a donde estás ahora. Reflexiona, y cuando terminemos de cenar deberás contarme a qué conclusión llegaste.

Sus palabras fueron culminadas con un guiño juguetón y una sonrisa que denotaba cierto dejo de travesura; esto estuvo a punto de traerle un reclamo de parte de Hyde a manera de respuesta, lo cual le pareció evidente debido a la expresión de su rostro. Sin embargo, justo antes de que dijera algo, selló sus labios con un acompasado y dulce beso que no tardó en conseguir que el menor de los dos volviera a relajar sus músculos y cerrara los ojos. Ambos se sentían tan tranquilos gracias a ese contacto, que lo habrían prolongado un poco más, de no ser porque percibieron una presencia aproximándose al privado donde se hallaban. Se trataba del mesero, quien, bajo las instrucciones específicas de Morrie, esperó a que Hyde estuviera también a la mesa para dejarles una botella de vino y lo sirviera para los dos. Luego de eso decidieron ordenar la cena para que el mesero no tuviera que retirarse y regresar a los pocos minutos.

A partir de ese momento, los minutos transcurrieron en medio de una conversación menos personal, aunque igual de entretenida que siempre; por supuesto que en un inicio hablaban de una manera fría y cortante con el otro, pues no salían de temas relacionados con trabajo. No obstante, cuando finalmente se convirtieron en buenos amigos, descubrieron que tenían una gran facilidad para conversar; algo que muchos podían definir con una sola palabra y nada más: química. Evidentemente les fue difícil aceptar algo así al inicio debido a aquellas dificultades del inicio; empero, poco a poco la verdad se hizo tan evidente que resultaba absurdo esconder los sentimientos que habían nacido entre ellos. Morrie finalmente había tenido la oportunidad de expresarlos como tanto deseaba; no obstante, aún no se sentía tranquilo del todo, ya que justo cuando iba a escuchar la respuesta de parte de Hyde, éste fue abruptamente interrumpido. Él estaba convencido de que recibiría una aceptación de sus sentimientos, y eso lo entusiasmaba; a pesar de ello, seguía necesitando escucharlo, por lo que estaba decidido a propiciar el ambiente necesario para orillar a Hyde a que se lo dijera de manera directa.

─Así que le escribiste una canción a tu hijo cuando nació… eso me parece una prueba de amor muy hermosa Hyde ─el último tema de conversación al hilo, era el hijo de Hyde, por lo que éste había mencionado la canción que le había escrito; la cual ya era parte de uno de los álbumes de estudio de L’Arc~en~Ciel.

─Por supuesto; aunque no quise grabarla de inmediato. Esa canción habría formado parte de “Smile” pero si ése hubiera sido el caso, se habría mezclado con una que le escribí a su madre, haciendo alusión a nuestro divorcio por así decirlo.

─Ahora que mencionas eso, hay algo que me ha tenido intrigado desde hace mucho; ¿no te incomoda la idea de que tus canciones sean inspiradas por algo tan personal para ti?

─Al principio sí, un poco; sin embargo después me di cuenta de que escribiendo canciones era la mejor manera que tenía para superar todo aquello que me lastimara y demás, pues en el papel descargaba todo lo que me atormentaba por dentro. Luego la idea de grabar las canciones para que el público las escuchara, llegó a mi mente cuando noté que el hecho de cantarlas también aminoraba mi dolor… Sé que suena un poco extraño pero ésta es la mejor terapia que tengo.

─Yo no pienso que suene extraño, de hecho tiene sentido para mí; me gusta ver lo sensible que eres Hyde, lo digo muy en serio –en ese momento su mano volvió a buscar el contacto de la ajena, apretándola con suavidad mientras sus ojos se quedaban fijos en los ajenos.

─Es extraño cómo pasé años fingiendo que no sentía nada que fuera cálido y… luego llegas tú para poner mi mundo de cabeza, dime Motoyuki ¿quién te has creído? ─A pesar de que sus palabras fueran pronunciadas mientras mostraba una expresión de absoluta seriedad, tras unos segundos se hizo evidente que bromeaba, pues volvió a sonreír. De esa manera dirigió la mano que tenía libre sobre la ajena, por lo que ésta quedó atrapada entre ambas propias─ Morrie, aprovechando que hemos tocado este tema, hay algo que quiero decirte.

─Por supuesto, te escucho ─sabía de qué se trataba, estaba cien por ciento seguro de ello; sin embargo decidió no hacer evidente el hecho de que lo sabía y sólo siguió contemplando los ojos ajenos para demostrarle que tenía toda su atención.

─Bueno es que… el otro día que estábamos en mi casa me interrumpieron, y ya que es algo tan importante, no pienso dejarlo a medias. Te decía que tras haber pasado años fingiendo que no soy capaz de sentir nada, ahora me parece inútil seguir mintiéndome; tú mismo me has visto en diferentes facetas de mi persona, a pesar de que algunas de ellas no me hacen sentir orgulloso en lo absoluto. Por mucho tiempo fui egoísta, hedonista e insensible porque trataba de protegerme de los demás; mi historia con Sakura fue terriblemente dolorosa, por lo que no quería permitir que nadie más tratara de jugar conmigo de la manera en que él lo hizo. En ese momento tomé la decisión de no enamorarme de nuevo pero… aparentemente eso no puede ser controlado por completo. No importó cuánto me tratara de alejar del amor y sus derivados, yo sigo siendo un ser humano capaz de sentir muchas cosas; perder a mis amigos fue lo primero que me hizo darme cuenta, y después todo lo que tú despertaste en mí, me ayudó a confirmarlo ─en ese instante hubo una pausa, pues irremediablemente los ojos de Hyde se cubrieron de lágrimas que él trató de contener inútilmente. Por ello, desvió el rostro para tratar de ocultarse, aunque Morrie se lo impidió inmediatamente; con la mano que tenía libre le tomó del mentón, haciéndole volver a girar la cabeza hasta que se vieran a los ojos. Así, éste estuvo a punto de decir algo, cuando el menor de los dos se apresuró a retomar su discurso─ creo que nunca antes te había contado esto, pero mi relación con Sakura siempre fue bastante turbia. Él me enseñó que el amor no siempre es fácil, que éste tiene diferentes facetas, las cuales a veces resultan muy dolorosas; en nuestro noviazgo, él era el centro de todo. Todo debía ser dirigido a él, mientras que yo sólo recibía migajas de amor que le sobraban, y el único motivo por el cual toleré eso fue que yo era muy ingenuo en ese entonces. No conocía el amor, y tanto mi inmadurez como mi estupidez me hicieron creer que el amor era así precisamente; luego, ocurrió nuestro doloroso rompimiento, el día en que me dijo que no me amaba. Esas palabras, al igual que los años siguientes que pasé en “soledad” me hicieron darme cuenta de que aquello que Sakura me profesaba no era amor; él estaba tan obsesionado conmigo que hizo cualquier cosa para conseguirme, y su mente se distorsionó tanto que él mismo terminó creyendo que me amaba. Luego llegaste tú, y fue gracias a ti que comprendí lo que en realidad es el amor…

─¿Y puedo saber… qué aprendiste que es el amor en realidad? ─Hasta entonces se había mantenido en silencio, sólo escuchando atento, pero aquella confesión le había provocado un vuelco en el corazón tal, que tuvo que aprovechar la interrupción que el mismo Hyde se había tomado para pedirle la respuesta que tanto necesitaba.

─Aprendí que el amor es sinceridad absoluta, apoyo incondicional, respeto igualitario, dar y recibir en la misma medida para que ambas partes se sientan igual de amadas y tomadas en cuenta. El amor es no desconfiar, saber creer en el otro… el amor es compromiso, y al mismo tiempo es libertad; no es una cárcel como Sakura me hizo creer…

─Entonces ya lo encontraste ¿verdad? Aquello que tú tenías que aprender antes de poder ser feliz, la lección que todo tu sufrimiento pretendía enseñarte para que maduraras, y que crecieras espiritualmente para que pudieras apreciar la felicidad y el amor en el momento que llegaran a tu vida ─Morrie no dejó de sonreírle en ningún momento, llevando la mano libre a acariciar la mejilla ajena, pues escucharle hablar de ese modo realmente le causaba una gran alegría y orgullo por lo mucho que Hyde había madurado.

─Sí, lo encontré… al igual que encontré a la persona que, según mi corazón me lo dicta, es la indicada para hacerme despertar a lo que verdaderamente es el amor, y experimentar la felicidad genuina. Morrie… respondiendo a tu confesión quiero que sepas que yo siento lo mismo que tú: me gustas, y te quiero en mi vida como más que un amigo. Es por eso que esta noche te tengo una contrapropuesta a ésa que te hice cuando nos encontramos a solas por primera vez.

─¿Una contrapropuesta? ─Aquel término tan inesperado no tardó en hacerle reír de manera abierta, con una expresión divertida en el rostro, pues ahora parecía que se encontraban en una negociación relacionada con trabajo─ muy bien señor Takarai, lo escucho.

─Te propongo no utilizar etiquetas de ningún tipo, al menos no en este momento; cada uno será simplemente la persona especial del otro, sin necesidad de más. Te ofrezco mi corazón entero, honestidad, apoyo, respeto, confianza, darte de vuelta el cariño que tú tengas para darme; siempre tratando de darte más, pero nunca menos. Te ofrezco también libertad para que nunca te sientas encadenado a mí, y al mismo tiempo compromiso para hacer que esto funcione, para que mi corazón únicamente lata por ti, y para nunca hacer algo que te haga sufrir o que te haga dejar de quererme. Así que, ¿qué me dice señor Otsuka?, ¿acepta?

─Debo decir que en verdad es una oferta muy atractiva ─en ningún momento dejó de sonreír luego de escuchar al menor, pues aquello era precisamente lo que él tanto deseaba tener con ese hombre que simplemente le había robado el corazón sin darse cuenta. Sin embargo, el vocalista de Dead End siempre se había caracterizado por ser directo, especialmente al hablar de sus sentimientos; por ello decidió que su respuesta en ese momento debía ser justamente así─ por supuesto que acepto…

Únicamente cuatro palabras hicieron falta para sellar lo que a partir de esa noche sería un pacto de amor verdadero, un acuerdo cuyo único propósito sería procurar la indestructible felicidad para ambas partes. Y por si estas palabras no hubieran sido suficientes, un cálido beso terminó por hacerlo oficial; éste comenzó como un contacto gentil y suave, siguiendo un compás lento. Sin embargo, tal como si hubieran transcurrido años desde la última vez que se hubieron probado, la unión que mantenían se volvió demandante y casi desesperada. Por fortuna para ambos supieron comportarse lo suficientemente bien para no ir más allá al encontrarse en un sitio tan inapropiado, aunque al separarse se dedicaron una sugerente mirada que ambos supieron interpretar bastante bien y sin necesidad de preguntas.

Por este motivo fue que en seguida abandonaron el restaurante, y se pusieron en marcha al departamento de Morrie, pues el de Hyde se encontraba bastante habitado y lo que ellos tanto necesitaban en ese instante era privacidad absoluta. Les hicieron falta únicamente unos minutos para arribar, ya que se encontraban relativamente cerca del edificio donde el vocalista mayor residía; aunque en el estado casi intoxicado en que se encontraban, ese periodo de tiempo parecía una eternidad. Con eso en mente, volvieron a besarse en el justo instante en que ambos se adentraron en el departamento, dejando que la puerta se cerrara detrás de ellos; gracias a esto ya tenían la privacidad necesaria para dejar de reprimir lo que habían deseado desde hacía mucho. Claro, ninguno había olvidado el inicial rechazo tan tajante de parte de Morrie; pero aquélla había sido una situación distinta, pues aunque en ese momento no se sintió inspirado para compartir una noche de puro sexo con alguien que después simplemente añadiría su nombre a una larga lista de amantes ocasionales, ya no podía negar que sí sentía deseos de compartir una noche con el hombre que se había robado su corazón. En esas circunstancias todo se volvería trascendental para sus vidas, un maravilloso recuerdo de la primera de muchas noches que compartirían, unidos por ese sublime sentimiento llamado amor.

El frenesí, la desesperación y la ansiedad que conllevan una larga espera porque algo pase se hicieron rápidamente presentes en esa habitación donde, sin más luz que los rayos de luna que se adentraban por la ventana, dos siluetas cada vez más descubiertas se abrieron paso. Desde la puerta principal hasta ese punto se podía distinguir un camino de prendas de vestir pertenecientes a los dos, pues aquellas sólo resultaban estorbos que impedían su mutua exploración y la satisfacción de un deseo latente hasta entonces. Por este motivo los dos cuerpos se desplomaron completamente sobre la cama cuando el último trozo de tela abandonó el cuerpo del más bajo de los dos; ya no había nada entre ellos que les impidiera sentirse el uno al otro con toda la libertad que tanto anhelaban. Sus pieles se encontraron en una dulce caricia, comenzando a reconocerse al instante, para jamás olvidar nunca esa sensación de unión; a partir de entonces, la piel de cada uno sólo reaccionaría mediante el contacto de la del otro: nadie más podría despertarle sensaciones tan sublimes.

De esa forma los besos fueron subiendo de nivel, las caricias aumentaban a cada segundo, los jadeos y suaves gemidos inundaron completamente la habitación, y el aroma de los dos se entremezcló con el inconfundible olor a sexo. La cama donde se encontraban ya había sido testigo de muchas otras escenas similares a aquélla, eso no podía negarse; empero, para el dueño de ésta ninguna había sido tan significativa o importante. Pensamiento que Hyde no tardó en compartir aunque ninguno de los dos lo supiera; no podía mentirse a sí mismo, por lo que sabía que había compartido intimidad con demasiadas personas. La gran mayoría de éstas habían pasado por su cama o le habían alojado en la suya, motivadas por tener sexo de una noche, o quizás de más, pero nunca por amor. Solamente con un hombre de entre todos los de su lista había sido capaz de sentir algo verdadero, a pesar de que ese hombre había dicho que lo que tuvieron nunca significó nada para él. Eso no importaba, ya que él sí había experimentado algo muy fuerte, algo que pasó años creyendo que no podría volver a repetirse con absolutamente nadie; pero aquella idea se había quedado en sólo eso: una creencia. Lo podía comprobar en ese instante: la cama que ambos compartían, y que resultaba el único testigo de su apasionada entrega física, se había convertido en algo mucho más especial: un lecho de amor.

En ese punto resultaba casi imposible descifrar en qué punto terminaba uno y comenzaba el otro, pues con tan solo un movimiento los dos cuerpos quedaron unidos completamente, sucumbiendo totalmente al placer del momento. Tiempo atrás sus almas y sus corazones se habían buscado hasta quedar unidas de un modo que ocurría pocas veces; pero ahora sus cuerpos profundizaban dicho vínculo entre ambos, alcanzando así una entrega absoluta. Por ello, alternando el vaivén que las caderas de los dos mantenían para seguir avanzando juntos hacia los límites del placer, Hyde dedicó sus manos a rasguñar la espalda ajena en un intento por aferrarse a él con fuerza, mientras su garganta a dejar escapar gemidos de puro placer que morían directamente en los oídos de Morrie. Éste igualmente repartía leves rasguños por la extensión de los muslos del más bajo, y aunque no se daba la libertad de gemir tan abiertamente, jadeaba con cierto dejo de desesperación debido al intenso calor que envolvía su cuerpo. De igual manera buscó acelerar mucho más el vaivén de su pelvis contra la ajena, por lo que con cada embestida resultaba mucho más difícil contenerse de terminar. No necesitaban decirlo para saber que ambos habrían deseado que ese momento durara por siempre; sin embargo, eso no era posible, por lo que tras sólo unos minutos más se sintieron tan cerca del éxtasis tan anhelado, que su respiración se volvió más dificultosa. El calor general se concentraba exactamente en el abdomen, y la conciencia parecía estar a punto de escaparse junto con la cordura. Fue así, en medio de un gemido compartido por los dos, aunque con diferente volumen, un brusco estremecimiento general y una sensación de que estaban a punto de desmayarse, que terminaron al mismo tiempo. El orgasmo que alcanzaron fue tan brusco que se sintieron desorientados, e incluso estaban temblando con algo de brusquedad; necesitaron de algunos minutos para ser capaces de respirar con algo de normalidad, aunque seguían un tanto agitados. No tenían el suficiente control sobre sus cuerpos como para decir algo, por lo cual los siguientes minutos transcurrieron en medio de un silencio bastante agradable. Ese momento que acababan de compartir rápidamente se convirtió en el más sublime, uno decisivo para marcar dos partes de sus vidas: antes y después de la llegada del amor. Así era como lo definían, como lo sentían, pues simbolizaba el cierre de un ciclo doloroso y la apertura de uno nuevo donde todo se teñía de esperanza de ser mucho mejor.

Se mantuvieron en silencio a pesar de haber recobrado el aliento, pues preferían no permitir que algo tan mundano como las palabras intervinieran en algo tan especial: la tranquilidad y la quietud del silencio parecían ser mucho más apropiadas. Con el simple hecho de verse a los ojos se dieron cuenta de que estaban de acuerdo con ello, por lo que tras sólo un beso más sus cuerpos volvieron a separarse, pues ahora deseaban dormir abrazándose el uno al otro de manera cálida y cariñosa. Todo parecía perfecto, pues las confesiones de los dos habían sido directamente pronunciadas y escuchadas por el interesado en cuestión; luego, su situación había trascendido a ser lo que alguien ajeno podía definir como “pareja”, por lo que ahora podían demostrarse sus sentimientos libremente.

Desgraciadamente el final feliz que tanto creían haber alcanzado, donde ya no había cabida a más inesperados sucesos dolorosos, parecía alejarse nuevamente a pesar de lo mucho que habían avanzado hacia él. Esa maravillosa y esperanzadora noche les pertenecía sólo a ellos, y nadie sería capaz de arrebatársela; no obstante, el día siguiente estaba destinado a oscurecerse mediante la creciente sombra de la perversidad. Ninguno de los dos habría podido darse cuenta, pues estaban demasiado ensimismados el uno en el otro; empero, en toda la noche hubo una figura que no despegó su atención de la recién formada pareja. De esa manera, se había dedicado a seguir cada uno de sus pasos, a no perderse una sola de sus acciones, las cuales no tardaron en comenzar a carcomer de celos a la figura misteriosa que ahora se hallaba fuera del edificio de departamentos donde Morrie residía. Sabía que por el momento no podía hacer nada, así que sólo se quedó en su sitio para esperar que el nuevo día llegara, y con él, la oportunidad de recuperar aquello que más deseaba…

Notas finales:

Y... ¿qué tal? No quiero dar avances de ningún tipo, pues esto comienza a ponerse interesante; así que tampoco me extenderé mucho en esta parte. Sólo quiero pedirles que aunque ahora todo pinte mal, sean pacientes para ver qué va a suceder. Como les dije, les esperan muchas sorpresas en lo sucesivo, así que no dejen de seguir al pendiente de las actualizaciones y no dejen de leer. Por favor dejen sus reviews, que saben que siempre recibo y respondo con mucho gusto, pues me dan sus opiniones; también recuerden darle like a mi página para que reciban las novedades sin necesidad de entrar aquí a ver~ Yo por el momento me despido, pero pronto volveré con el siguiente capítulo. Cuídense mucho, saludos, y dulces lunas ♥

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